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Catecismo político cristiano dispuesto para la instrucción de la Juventud de los Pueblos libres de la América Meridional
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La instruccion de la juventud es una de las bases mas esenciales de la sociedad humana, sin ella los Pueblos son barbaros y esclavos, y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre y de las preocupaciones; pero a medida que los hombres se esclarecen conocen sus derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tiranía y el despotismo, aspiran a la noble livertad e independencia, y al fin lo consiguen con medidas savias y prudentes que hazen ilusorios los esfuerzos y las amenazas del interes y del egoismo de los usurpadores de la primitiva y divina autoridad de los Pueblos: He aquí lector benébolo, el objeto de este pequeño catecismo que reduciré a preguntas y respuestas, claras, sencillas y precisas perceptibles y de fácil inteligencia para los niños de todas edades y condiciones: Si la juventud se instruye en principios evidentes por sí mismos, que tanto interesan a su felicidad presente y a la de toda su posteridad: esta será la gloriosa recompensa que yo exija de este pequeño travajo. Vale.
goatlexis sanchez
Pregunta.-¿Cuántas especies hai de goviernos, quales son, y en qué consisten?
Respuesta.-El primero y principal de todos es el que tiene el supremo autor de la naturaleza sobre esta gran maquina del Universo que ha salido de su mano omnipotente: él la dirije y la mantiene en este concierto admirable que espanta al filósofo: él cuida de los negocios humanos: el forma, eleva, abate, o destruye los grandes imperios con solo un acto de su voluntad soberana, concurriendo a todo esto como causa primera y universal, y dejando obrar a las causas segundas que son las inmediatas de todos los sucesos humanos.
Entre las miserables mortales hai tres especies de goviernos principales, a los cuales se pueden reducir todos los demas. El Monárquico, que es el govierno de un solo hombre de la misma estraccion y origen que los demas, de la misma forma, de la misma figura, esencia y substancia, sujeto a las mismas miserias y debilidades, el qual se llama Rei, Emperador o Cesar: este govierno se llama moderado, y el que lo obtiene deve proceder y obrar con arreglo a las leyes y a la constitucion del estado; pero no siempre es este el caso.
El despotico, que es el oprobio y la berguenza de la humanidad oprimida y envilecida, es el govierno de un solo hombre que manda sin otra regla que su voluntad y capricho, y que no tiene freno que lo contenga en sus excesos y estravíos.
El Republicano, que es el govierno de un cuerpo, colegio, cenado o congreso, cuyos individuos sirven a cierto tiempo, elegidos por los Pueblos. El govierno Republicano es de dos maneras: o Aristocrático, en que solo mandan los nobles y optimatos, o Democrático, en que manda todo el Pueblo por sí, por medio de sus Representantes o Diputados, como es preciso que suceda en los grandes estados.
Hai otros goviernos que se llaman mixtos, son los que participan de la Monarquía, Aristocracia o Democracia, cual es el de la Inglaterra, y han sido muchos.
P.-¿Cuál de estos goviernos es el mejor para que los hombres sean libres y felices?
R.-El govierno despótico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten.
El govierno Monárquico o de un Rey que obedece a la lei y a la constitucion es un yugo menos pesado; pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sábio autor de la naturaleza, el Dios Omnipotente, Padre compasivo de todos los hombres, lo reprobó como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el cap. 8 del lib. 1.° de los Reyes, por las fundadas y solidas razones que allí espuso su infinita sabiduría, cuya verdad nos ha hecho conocer la esperiencia de todos los siglos mui a pesar nuestro, y de todos los mortales.
El govierno republicano, el Democrático en que manda el Pueblo por medio de sus representantes o Diputados que elige, es el único que conserva la dignidad y magestad del Pueblo: es el que mas acerca, y el que menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios Omnipotente; es el ménos espuesto a los horrores de despotismo, y de la arbitrariedad; es el mas suave, el mas moderado, el mas libre, y es, por consiguiente, el mejor para hacer felices a los vivientes racionales.
P.-¿Cuáles son los inconvenientes del govierno Monárquico o de un Rey, pues deven de ser mui considerables, supuesto que lo ha reprobado el mismo Dios?
R.-El govierno Monárquico, si es electivo, tiene el peculiar inconveniente de que espone y sujeta al estado a grandes y violentas conbulsiones en la eleccion del rey, en que se trata de un grande interes duradero por vida.
Si es hereditario, como en España y en las demas monarquías de Europa, los inconvenientes son mucho mayores. El Príncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas.
En las Monarquias el Rey es el todo, y los demas hombres son nada: son sus Esclavos, como dijo Dios mismo en el v.° 17 del lib. y cap. citados de la Sabiduría: El Rey se hace llamar el amo, y exije que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exije contribuciones a su arvitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro público en vanas obstentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran mas por los intereses de sus familias que por los de la nasion, y por ellas emprenden guerras ruinosas en que hazen degollar millares de los infelices mortales; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen despotas inhumanos.
Los Reyes miran y tratan a los demas hombres, sus iguales, como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta. Pretenden que aunque sean unos tiranos, deven los hombres dejarse degollar como corderos, y sin derecho para reclamar ni para oponerse. Los Reyes forman las leyes, y con ellas autorizan estas estrabagancias y otras muchas semejantes en ruina y oprobio de los oprimidos mortales.
P.-¿Y cuáles son las ventajas del govierno Republicano?
R.-En las Republicas el Pueblo es el soberano: el Pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad, y conveniencia: sus Delegados, sus Diputados o Representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien con sus deveres, el Pueblo los depone y nombra en su lugar otros que correspondan mejor a su confianza.
P.-¿Y no hai en las monarquías algun arvitrio para contener a los Reyes en los límites de su prerrogativa, y que no abusen de la constitucion? Este es el empleo que tenian en Esparta los Ephoros; en Aragon el gran Juez o Justicia, y el privilegio de la union, o de confederarse contra el soberano; en Creta la insurreccion; en Inglaterra los Parlamentos, y en España las Cortes.
R.-Los reyes confieren todos los empleos, y dispensan las gracias: disponen del tesoro público a su arvitrio, y tienen a su disposicion los exercitos y la fuerza. Con tan irresistibles medios pueden burlarse y se han burlado siempre de todos los obstáculos que los Pueblos oprimidos han querido oponer a su despotismo. Cleomenes hizo matar a los Ephoros en Esparta, y se hizo déspota. Pedro 4° abolió el privilejio de la union en Aragon con la fuerza de sus armas, y sus sucesores estinguieron el oficio de Justicia. Los reyes de Creta aniquilaron el derecho de la insurreccion. En Inglaterra Enrique 8°, se sirvió de los mismos parlamentos abatidos y degradados, como de instrumentos de su tiranía, y Cromwell los atropelló. En España los Reyes destruyeron las Cortes, aniquilaron la antigua constitucion, y establecieron el despotismo en las las ruinas de la livertad.
Don José Amor de la Patria .
[[Category:DH-C]]
[[Categoría:Independencia de Chile]]
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La instruccion de la juventud es una de las bases mas esenciales de la sociedad humana, sin ella los Pueblos son barbaros y esclavos, y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre y de las preocupaciones; pero a medida que los hombres se esclarecen conocen sus derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tiranía y el despotismo, aspiran a la noble livertad e independencia, y al fin lo consiguen con medidas savias y prudentes que hazen ilusorios los esfuerzos y las amenazas del interes y del egoismo de los usurpadores de la primitiva y divina autoridad de los Pueblos: He aquí lector benébolo, el objeto de este pequeño catecismo que reduciré a preguntas y respuestas, claras, sencillas y precisas perceptibles y de fácil inteligencia para los niños de todas edades y condiciones: Si la juventud se instruye en principios evidentes por sí mismos, que tanto interesan a su felicidad presente y a la de toda su posteridad: esta será la gloriosa recompensa que yo exija de este pequeño travajo. Vale.
Pregunta.-¿Cuántas especies hai de goviernos, quales son, y en qué consisten?
Respuesta.-El primero y principal de todos es el que tiene el supremo autor de la naturaleza sobre esta gran maquina del Universo que ha salido de su mano omnipotente: él la dirije y la mantiene en este concierto admirable que espanta al filósofo: él cuida de los negocios humanos: el forma, eleva, abate, o destruye los grandes imperios con solo un acto de su voluntad soberana, concurriendo a todo esto como causa primera y universal, y dejando obrar a las causas segundas que son las inmediatas de todos los sucesos humanos.
Entre las miserables mortales hai tres especies de goviernos principales, a los cuales se pueden reducir todos los demas. El Monárquico, que es el govierno de un solo hombre de la misma estraccion y origen que los demas, de la misma forma, de la misma figura, esencia y substancia, sujeto a las mismas miserias y debilidades, el qual se llama Rei, Emperador o Cesar: este govierno se llama moderado, y el que lo obtiene deve proceder y obrar con arreglo a las leyes y a la constitucion del estado; pero no siempre es este el caso.
El despotico, que es el oprobio y la berguenza de la humanidad oprimida y envilecida, es el govierno de un solo hombre que manda sin otra regla que su voluntad y capricho, y que no tiene freno que lo contenga en sus excesos y estravíos.
El Republicano, que es el govierno de un cuerpo, colegio, cenado o congreso, cuyos individuos sirven a cierto tiempo, elegidos por los Pueblos. El govierno Republicano es de dos maneras: o Aristocrático, en que solo mandan los nobles y optimatos, o Democrático, en que manda todo el Pueblo por sí, por medio de sus Representantes o Diputados, como es preciso que suceda en los grandes estados.
Hai otros goviernos que se llaman mixtos, son los que participan de la Monarquía, Aristocracia o Democracia, cual es el de la Inglaterra, y han sido muchos.
P.-¿Cuál de estos goviernos es el mejor para que los hombres sean libres y felices?
R.-El govierno despótico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten.
El govierno Monárquico o de un Rey que obedece a la lei y a la constitucion es un yugo menos pesado; pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sábio autor de la naturaleza, el Dios Omnipotente, Padre compasivo de todos los hombres, lo reprobó como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el cap. 8 del lib. 1.° de los Reyes, por las fundadas y solidas razones que allí espuso su infinita sabiduría, cuya verdad nos ha hecho conocer la esperiencia de todos los siglos mui a pesar nuestro, y de todos los mortales.
El govierno republicano, el Democrático en que manda el Pueblo por medio de sus representantes o Diputados que elige, es el único que conserva la dignidad y magestad del Pueblo: es el que mas acerca, y el que menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios Omnipotente; es el ménos espuesto a los horrores de despotismo, y de la arbitrariedad; es el mas suave, el mas moderado, el mas libre, y es, por consiguiente, el mejor para hacer felices a los vivientes racionales.
P.-¿Cuáles son los inconvenientes del govierno Monárquico o de un Rey, pues deven de ser mui considerables, supuesto que lo ha reprobado el mismo Dios?
R.-El govierno Monárquico, si es electivo, tiene el peculiar inconveniente de que espone y sujeta al estado a grandes y violentas conbulsiones en la eleccion del rey, en que se trata de un grande interes duradero por vida.
Si es hereditario, como en España y en las demas monarquías de Europa, los inconvenientes son mucho mayores. El Príncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas.
En las Monarquias el Rey es el todo, y los demas hombres son nada: son sus Esclavos, como dijo Dios mismo en el v.° 17 del lib. y cap. citados de la Sabiduría: El Rey se hace llamar el amo, y exije que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exije contribuciones a su arvitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro público en vanas obstentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran mas por los intereses de sus familias que por los de la nasion, y por ellas emprenden guerras ruinosas en que hazen degollar millares de los infelices mortales; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen despotas inhumanos.
Los Reyes miran y tratan a los demas hombres, sus iguales, como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta. Pretenden que aunque sean unos tiranos, deven los hombres dejarse degollar como corderos, y sin derecho para reclamar ni para oponerse. Los Reyes forman las leyes, y con ellas autorizan estas estrabagancias y otras muchas semejantes en ruina y oprobio de los oprimidos mortales.
P.-¿Y cuáles son las ventajas del govierno Republicano?
R.-En las Republicas el Pueblo es el soberano: el Pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad, y conveniencia: sus Delegados, sus Diputados o Representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien con sus deveres, el Pueblo los depone y nombra en su lugar otros que correspondan mejor a su confianza.
P.-¿Y no hai en las monarquías algun arvitrio para contener a los Reyes en los límites de su prerrogativa, y que no abusen de la constitucion? Este es el empleo que tenian en Esparta los Ephoros; en Aragon el gran Juez o Justicia, y el privilegio de la union, o de confederarse contra el soberano; en Creta la insurreccion; en Inglaterra los Parlamentos, y en España las Cortes.
R.-Los reyes confieren todos los empleos, y dispensan las gracias: disponen del tesoro público a su arvitrio, y tienen a su disposicion los exercitos y la fuerza. Con tan irresistibles medios pueden burlarse y se han burlado siempre de todos los obstáculos que los Pueblos oprimidos han querido oponer a su despotismo. Cleomenes hizo matar a los Ephoros en Esparta, y se hizo déspota. Pedro 4° abolió el privilejio de la union en Aragon con la fuerza de sus armas, y sus sucesores estinguieron el oficio de Justicia. Los reyes de Creta aniquilaron el derecho de la insurreccion. En Inglaterra Enrique 8°, se sirvió de los mismos parlamentos abatidos y degradados, como de instrumentos de su tiranía, y Cromwell los atropelló. En España los Reyes destruyeron las Cortes, aniquilaron la antigua constitucion, y establecieron el despotismo en las las ruinas de la livertad.
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La instruccion de la juventud es una de las bases mas esenciales de la sociedad humana, sin ella los Pueblos son barbaros y esclavos, y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre y de las preocupaciones; pero a medida que los hombres se esclarecen conocen sus derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tiranía y el despotismo, aspiran a la noble livertad e independencia, y al fin lo consiguen con medidas savias y prudentes que hazen ilusorios los esfuerzos y las amenazas del interes y del egoismo de los usurpadores de la primitiva y divina autoridad de los Pueblos: He aquí lector benébolo, el objeto de este pequeño catecismo que reduciré a preguntas y respuestas, claras, sencillas y precisas perceptibles y de fácil inteligencia para los niños de todas edades y condiciones: Si la juventud se instruye en principios evidentes por sí mismos, que tanto interesan a su felicidad presente y a la de toda su posteridad: esta será la gloriosa recompensa que yo exija de este pequeño travajo. Vale.
Pregunta.-¿Cuántas especies hai de goviernos, quales son, y en qué consisten?
Respuesta.-El primero y principal de todos es el que tiene el supremo autor de la naturaleza sobre esta gran maquina del Universo que ha salido de su mano omnipotente: él la dirije y la mantiene en este concierto admirable que espanta al filósofo: él cuida de los negocios humanos: el forma, eleva, abate, o destruye los grandes imperios con solo un acto de su voluntad soberana, concurriendo a todo esto como causa primera y universal, y dejando obrar a las causas segundas que son las inmediatas de todos los sucesos humanos.
Entre las miserables mortales hai tres especies de goviernos principales, a los cuales se pueden reducir todos los demas. El Monárquico, que es el govierno de un solo hombre de la misma estraccion y origen que los demas, de la misma forma, de la misma figura, esencia y substancia, sujeto a las mismas miserias y debilidades, el qual se llama Rei, Emperador o Cesar: este govierno se llama moderado, y el que lo obtiene deve proceder y obrar con arreglo a las leyes y a la constitucion del estado; pero no siempre es este el caso.
El despotico, que es el oprobio y la berguenza de la humanidad oprimida y envilecida, es el govierno de un solo hombre que manda sin otra regla que su voluntad y capricho, y que no tiene freno que lo contenga en sus excesos y estravíos.
El Republicano, que es el govierno de un cuerpo, colegio, cenado o congreso, cuyos individuos sirven a cierto tiempo, elegidos por los Pueblos. El govierno Republicano es de dos maneras: o Aristocrático, en que solo mandan los nobles y optimatos, o Democrático, en que manda todo el Pueblo por sí, por medio de sus Representantes o Diputados, como es preciso que suceda en los grandes estados.
Hai otros goviernos que se llaman mixtos, son los que participan de la Monarquía, Aristocracia o Democracia, cual es el de la Inglaterra, y han sido muchos.
P.-¿Cuál de estos goviernos es el mejor para que los hombres sean libres y felices?
R.-El govierno despótico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten.
El govierno Monárquico o de un Rey que obedece a la lei y a la constitucion es un yugo menos pesado; pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sábio autor de la naturaleza, el Dios Omnipotente, Padre compasivo de todos los hombres, lo reprobó como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el cap. 8 del lib. 1.° de los Reyes, por las fundadas y solidas razones que allí espuso su infinita sabiduría, cuya verdad nos ha hecho conocer la esperiencia de todos los siglos mui a pesar nuestro, y de todos los mortales.
El govierno republicano, el Democrático en que manda el Pueblo por medio de sus representantes o Diputados que elige, es el único que conserva la dignidad y magestad del Pueblo: es el que mas acerca, y el que menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios Omnipotente; es el ménos espuesto a los horrores de despotismo, y de la arbitrariedad; es el mas suave, el mas moderado, el mas libre, y es, por consiguiente, el mejor para hacer felices a los vivientes racionales.
P.-¿Cuáles son los inconvenientes del govierno Monárquico o de un Rey, pues deven de ser mui considerables, supuesto que lo ha reprobado el mismo Dios?
R.-El govierno Monárquico, si es electivo, tiene el peculiar inconveniente de que espone y sujeta al estado a grandes y violentas conbulsiones en la eleccion del rey, en que se trata de un grande interes duradero por vida.
Si es hereditario, como en España y en las demas monarquías de Europa, los inconvenientes son mucho mayores. El Príncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas.
En las Monarquias el Rey es el todo, y los demas hombres son nada: son sus Esclavos, como dijo Dios mismo en el v.° 17 del lib. y cap. citados de la Sabiduría: El Rey se hace llamar el amo, y exije que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exije contribuciones a su arvitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro público en vanas obstentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran mas por los intereses de sus familias que por los de la nasion, y por ellas emprenden guerras ruinosas en que hazen degollar millares de los infelices mortales; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen despotas inhumanos.
Los Reyes miran y tratan a los demas hombres, sus iguales, como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta. Pretenden que aunque sean unos tiranos, deven los hombres dejarse degollar como corderos, y sin derecho para reclamar ni para oponerse. Los Reyes forman las leyes, y con ellas autorizan estas estrabagancias y otras muchas semejantes en ruina y oprobio de los oprimidos mortales.
P.-¿Y cuáles son las ventajas del govierno Republicano?
R.-En las Republicas el Pueblo es el soberano: el Pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad, y conveniencia: sus Delegados, sus Diputados o Representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien con sus deveres, el Pueblo los depone y nombra en su lugar otros que correspondan mejor a su confianza.
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R.-Los reyes confieren todos los empleos, y dispensan las gracias: disponen del tesoro público a su arvitrio, y tienen a su disposicion los exercitos y la fuerza. Con tan irresistibles medios pueden burlarse y se han burlado siempre de todos los obstáculos que los Pueblos oprimidos han querido oponer a su despotismo. Cleomenes hizo matar a los Ephoros en Esparta, y se hizo déspota. Pedro 4° abolió el privilejio de la union en Aragon con la fuerza de sus armas, y sus sucesores estinguieron el oficio de Justicia. Los reyes de Creta aniquilaron el derecho de la insurreccion. En Inglaterra Enrique 8°, se sirvió de los mismos parlamentos abatidos y degradados, como de instrumentos de su tiranía, y Cromwell los atropelló. En España los Reyes destruyeron las Cortes, aniquilaron la antigua constitucion, y establecieron el despotismo en las las ruinas de la livertad.
Don José Amor de la Patria .
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La instruccion de la juventud es una de las bases mas esenciales de la sociedad humana, sin ella los Pueblos son barbaros y esclavos, y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre y de las preocupaciones; pero a medida que los hombres se esclarecen conocen sus derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tiranía y el despotismo, aspiran a la noble livertad e independencia, y al fin lo consiguen con medidas savias y prudentes que hazen ilusorios los esfuerzos y las amenazas del interes y del egoismo de los usurpadores de la primitiva y divina autoridad de los Pueblos: He aquí lector benébolo, el objeto de este pequeño catecismo que reduciré a preguntas y respuestas, claras, sencillas y precisas perceptibles y de fácil inteligencia para los niños de todas edades y condiciones: Si la juventud se instruye en principios evidentes por sí mismos, que tanto interesan a su felicidad presente y a la de toda su posteridad: esta será la gloriosa recompensa que yo exija de este pequeño travajo. Vale.
Pregunta.-¿Cuántas especies hai de goviernos, quales son, y en qué consisten?
Respuesta.-El primero y principal de todos es el que tiene el supremo autor de la naturaleza sobre esta gran maquina del Universo que ha salido de su mano omnipotente: él la dirije y la mantiene en este concierto admirable que espanta al filósofo: él cuida de los negocios humanos: el forma, eleva, abate, o destruye los grandes imperios con solo un acto de su voluntad soberana, concurriendo a todo esto como causa primera y universal, y dejando obrar a las causas segundas que son las inmediatas de todos los sucesos humanos.
Entre las miserables mortales hai tres especies de goviernos principales, a los cuales se pueden reducir todos los demas. El Monárquico, que es el govierno de un solo hombre de la misma estraccion y origen que los demas, de la misma forma, de la misma figura, esencia y substancia, sujeto a las mismas miserias y debilidades, el qual se llama Rei, Emperador o Cesar: este govierno se llama moderado, y el que lo obtiene deve proceder y obrar con arreglo a las leyes y a la constitucion del estado; pero no siempre es este el caso.
El despotico, que es el oprobio y la berguenza de la humanidad oprimida y envilecida, es el govierno de un solo hombre que manda sin otra regla que su voluntad y capricho, y que no tiene freno que lo contenga en sus excesos y estravíos.
El Republicano, que es el govierno de un cuerpo, colegio, cenado o congreso, cuyos individuos sirven a cierto tiempo, elegidos por los Pueblos. El govierno Republicano es de dos maneras: o Aristocrático, en que solo mandan los nobles y optimatos, o Democrático, en que manda todo el Pueblo por sí, por medio de sus Representantes o Diputados, como es preciso que suceda en los grandes estados.
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P.-¿Cuál de estos goviernos es el mejor para que los hombres sean libres y felices?
R.-El govierno despótico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten.
El govierno Monárquico o de un Rey que obedece a la lei y a la constitucion es un yugo menos pesado; pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sábio autor de la naturaleza, el Dios Omnipotente, Padre compasivo de todos los hombres, lo reprobó como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el cap. 8 del lib. 1.° de los Reyes, por las fundadas y solidas razones que allí espuso su infinita sabiduría, cuya verdad nos ha hecho conocer la esperiencia de todos los siglos mui a pesar nuestro, y de todos los mortales.
El govierno republicano, el Democrático en que manda el Pueblo por medio de sus representantes o Diputados que elige, es el único que conserva la dignidad y magestad del Pueblo: es el que mas acerca, y el que menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios Omnipotente; es el ménos espuesto a los horrores de despotismo, y de la arbitrariedad; es el mas suave, el mas moderado, el mas libre, y es, por consiguiente, el mejor para hacer felices a los vivientes racionales.
P.-¿Cuáles son los inconvenientes del govierno Monárquico o de un Rey, pues deven de ser mui considerables, supuesto que lo ha reprobado el mismo Dios?
R.-El govierno Monárquico, si es electivo, tiene el peculiar inconveniente de que espone y sujeta al estado a grandes y violentas conbulsiones en la eleccion del rey, en que se trata de un grande interes duradero por vida.
Si es hereditario, como en España y en las demas monarquías de Europa, los inconvenientes son mucho mayores. El Príncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas.
En las Monarquias el Rey es el todo, y los demas hombres son nada: son sus Esclavos, como dijo Dios mismo en el v.° 17 del lib. y cap. citados de la Sabiduría: El Rey se hace llamar el amo, y exije que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exije contribuciones a su arvitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro público en vanas obstentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran mas por los intereses de sus familias que por los de la nasion, y por ellas emprenden guerras ruinosas en que hazen degollar millares de los infelices mortales; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen despotas inhumanos.
Los Reyes miran y tratan a los demas hombres, sus iguales, como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta. Pretenden que aunque sean unos tiranos, deven los hombres dejarse degollar como corderos, y sin derecho para reclamar ni para oponerse. Los Reyes forman las leyes, y con ellas autorizan estas estrabagancias y otras muchas semejantes en ruina y oprobio de los oprimidos mortales.
P.-¿Y cuáles son las ventajas del govierno Republicano?
R.-En las Republicas el Pueblo es el soberano: el Pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad, y conveniencia: sus Delegados, sus Diputados o Representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien con sus deveres, el Pueblo los depone y nombra en su lugar otros que correspondan mejor a su confianza.
P.-¿Y no hai en las monarquías algun arvitrio para contener a los Reyes en los límites de su prerrogativa, y que no abusen de la constitucion? Este es el empleo que tenian en Esparta los Ephoros; en Aragon el gran Juez o Justicia, y el privilegio de la union, o de confederarse contra el soberano; en Creta la insurreccion; en Inglaterra los Parlamentos, y en España las Cortes.
R.-Los reyes confieren todos los empleos, y dispensan las gracias: disponen del tesoro público a su arvitrio, y tienen a su disposicion los exercitos y la fuerza. Con tan irresistibles medios pueden burlarse y se han burlado siempre de todos los obstáculos que los Pueblos oprimidos han querido oponer a su despotismo. Cleomenes hizo matar a los Ephoros en Esparta, y se hizo déspota. Pedro 4° abolió el privilejio de la union en Aragon con la fuerza de sus armas, y sus sucesores estinguieron el oficio de Justicia. Los reyes de Creta aniquilaron el derecho de la insurreccion. En Inglaterra Enrique 8°, se sirvió de los mismos parlamentos abatidos y degradados, como de instrumentos de su tiranía, y Cromwell los atropelló. En España los Reyes destruyeron las Cortes, aniquilaron la antigua constitucion, y establecieron el despotismo en las las ruinas de la livertad.
Don José Amor de la Patria .
[[Category:DH-C]]
[[Categoría:Independencia de Chile]]
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La instruccion de la juventud es una de las bases mas esenciales de la sociedad humana, sin ella los Pueblos son barbaros y esclavos, y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre y de las preocupaciones; pero a medida que los hombres se esclarecen conocen sus derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tiranía y el despotismo, aspiran a la noble livertad e independencia, y al fin lo consiguen con medidas savias y prudentes que hazen ilusorios los esfuerzos y las amenazas del interes y del egoismo de los usurpadores de la primitiva y divina autoridad de los Pueblos: He aquí lector benébolo, el objeto de este pequeño catecismo que reduciré a preguntas y respuestas, claras, sencillas y precisas perceptibles y de fácil inteligencia para los niños de todas edades y condiciones: Si la juventud se instruye en principios evidentes por sí mismos, que tanto interesan a su felicidad presente y a la de toda su posteridad: esta será la gloriosa recompensa que yo exija de este pequeño travajo. Vale.
Pregunta.-¿Cuántas especies hai de goviernos, quales son, y en qué consisten?
hola chilegen que los demas, de la misma forma, de la misma figura, esencia y substancia, sujeto a las mismas miserias y debilidades, el qual se llama Rei, Emperador o Cesar: este govierno se llama moderado, y el que lo obtiene deve proceder y obrar con arreglo a las leyes y a la constitucion del estado; pero no siempre es este el caso.
El despotico, que es el oprobio y la berguenza de la humanidad oprimida y envilecida, es el govierno de un solo hombre que manda sin otra regla que su voluntad y capricho, y que no tiene freno que lo contenga en sus excesos y estravíos.
El Republicano, que es el govierno de un cuerpo, colegio, cenado o congreso, cuyos individuos sirven a cierto tiempo, elegidos por los Pueblos. El govierno Republicano es de dos maneras: o Aristocrático, en que solo mandan los nobles y optimatos, o Democrático, en que manda todo el Pueblo por sí, por medio de sus Representantes o Diputados, como es preciso que suceda en los grandes estados.
Hai otros goviernos que se llaman mixtos, son los que participan de la Monarquía, Aristocracia o Democracia, cual es el de la Inglaterra, y han sido muchos.
P.-¿Cuál de estos goviernos es el mejor para que los hombres sean libres y felices?
R.-El govierno despótico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten.
El govierno Monárquico o de un Rey que obedece a la lei y a la constitucion es un yugo menos pesado; pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sábio autor de la naturaleza, el Dios Omnipotente, Padre compasivo de todos los hombres, lo reprobó como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el cap. 8 del lib. 1.° de los Reyes, por las fundadas y solidas razones que allí espuso su infinita sabiduría, cuya verdad nos ha hecho conocer la esperiencia de todos los siglos mui a pesar nuestro, y de todos los mortales.
El govierno republicano, el Democrático en que manda el Pueblo por medio de sus representantes o Diputados que elige, es el único que conserva la dignidad y magestad del Pueblo: es el que mas acerca, y el que menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios Omnipotente; es el ménos espuesto a los horrores de despotismo, y de la arbitrariedad; es el mas suave, el mas moderado, el mas libre, y es, por consiguiente, el mejor para hacer felices a los vivientes racionales.
P.-¿Cuáles son los inconvenientes del govierno Monárquico o de un Rey, pues deven de ser mui considerables, supuesto que lo ha reprobado el mismo Dios?
R.-El govierno Monárquico, si es electivo, tiene el peculiar inconveniente de que espone y sujeta al estado a grandes y violentas conbulsiones en la eleccion del rey, en que se trata de un grande interes duradero por vida.
Si es hereditario, como en España y en las demas monarquías de Europa, los inconvenientes son mucho mayores. El Príncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas.
En las Monarquias el Rey es el todo, y los demas hombres son nada: son sus Esclavos, como dijo Dios mismo en el v.° 17 del lib. y cap. citados de la Sabiduría: El Rey se hace llamar el amo, y exije que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exije contribuciones a su arvitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro público en vanas obstentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran mas por los intereses de sus familias que por los de la nasion, y por ellas emprenden guerras ruinosas en que hazen degollar millares de los infelices mortales; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen despotas inhumanos.
Los Reyes miran y tratan a los demas hombres, sus iguales, como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta. Pretenden que aunque sean unos tiranos, deven los hombres dejarse degollar como corderos, y sin derecho para reclamar ni para oponerse. Los Reyes forman las leyes, y con ellas autorizan estas estrabagancias y otras muchas semejantes en ruina y oprobio de los oprimidos mortales.
P.-¿Y cuáles son las ventajas del govierno Republicano?
R.-En las Republicas el Pueblo es el soberano: el Pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad, y conveniencia: sus Delegados, sus Diputados o Representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien con sus deveres, el Pueblo los depone y nombra en su lugar otros que correspondan mejor a su confianza.
P.-¿Y no hai en las monarquías algun arvitrio para contener a los Reyes en los límites de su prerrogativa, y que no abusen de la constitucion? Este es el empleo que tenian en Esparta los Ephoros; en Aragon el gran Juez o Justicia, y el privilegio de la union, o de confederarse contra el soberano; en Creta la insurreccion; en Inglaterra los Parlamentos, y en España las Cortes.
R.-Los reyes confieren todos los empleos, y dispensan las gracias: disponen del tesoro público a su arvitrio, y tienen a su disposicion los exercitos y la fuerza. Con tan irresistibles medios pueden burlarse y se han burlado siempre de todos los obstáculos que los Pueblos oprimidos han querido oponer a su despotismo. Cleomenes hizo matar a los Ephoros en Esparta, y se hizo déspota. Pedro 4° abolió el privilejio de la union en Aragon con la fuerza de sus armas, y sus sucesores estinguieron el oficio de Justicia. Los reyes de Creta aniquilaron el derecho de la insurreccion. En Inglaterra Enrique 8°, se sirvió de los mismos parlamentos abatidos y degradados, como de instrumentos de su tiranía, y Cromwell los atropelló. En España los Reyes destruyeron las Cortes, aniquilaron la antigua constitucion, y establecieron el despotismo en las las ruinas de la livertad.
Don José Amor de la Patria .
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La instruccion de la juventud es una de las bases mas esenciales de la sociedad humana, sin ella los Pueblos son barbaros y esclavos, y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre y de las preocupaciones; pero a medida que los hombres se esclarecen conocen sus derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tiranía y el despotismo, aspiran a la noble livertad e independencia, y al fin lo consiguen con medidas savias y prudentes que hazen ilusorios los esfuerzos y las amenazas del interes y del egoismo de los usurpadores de la primitiva y divina autoridad de los Pueblos: He aquí lector benébolo, el objeto de este pequeño catecismo que reduciré a preguntas y respuestas, claras, sencillas y precisas perceptibles y de fácil inteligencia para los niños de todas edades y condiciones: Si la juventud se instruye en principios evidentes por sí mismos, que tanto interesan a su felicidad presente y a la de toda su posteridad: esta será la gloriosa recompensa que yo exija de este pequeño travajo. Vale.
Pregunta.-¿Cuántas especies hai de goviernos, quales son, y en qué consisten?
Respuesta.-El primero y principal de todos es el que tiene el supremo autor de la naturaleza sobre esta gran maquina del Universo que ha salido de su mano omnipotente: él la dirije y la mantiene en este concierto admirable que espanta al filósofo: él cuida de los negocios humanos: el forma, eleva, abate, o destruye los grandes imperios con solo un acto de su voluntad soberana, concurriendo a todo esto como causa primera y universal, y dejando obrar a las causas segundas que son las inmediatas de todos los sucesos humanos.
Entre las miserables mortales hai tres especies de goviernos principales, a los cuales se pueden reducir todos los demas. El Monárquico, que es el govierno de un solo hombre de la misma estraccion y origen que los demas, de la misma forma, de la misma figura, esencia y substancia, sujeto a las mismas miserias y debilidades, el qual se llama Rei, Emperador o Cesar: este govierno se llama moderado, y el que lo obtiene deve proceder y obrar con arreglo a las leyes y a la constitucion del estado; pero no siempre es este el caso.
El despotico, que es el oprobio y la berguenza de la humanidad oprimida y envilecida, es el govierno de un solo hombre que manda sin otra regla que su voluntad y capricho, y que no tiene freno que lo contenga en sus excesos y estravíos.
El Republicano, que es el govierno de un cuerpo, colegio, cenado o congreso, cuyos individuos sirven a cierto tiempo, elegidos por los Pueblos. El govierno Republicano es de dos maneras: o Aristocrático, en que solo mandan los nobles y optimatos, o Democrático, en que manda todo el Pueblo por sí, por medio de sus Representantes o Diputados, como es preciso que suceda en los grandes estados.
Hai otros goviernos que se llaman mixtos, son los que participan de la Monarquía, Aristocracia o Democracia, cual es el de la Inglaterra, y han sido muchos.
P.-¿Cuál de estos goviernos es el mejor para que los hombres sean libres y felices?
R.-El govierno despótico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten.
El govierno Monárquico o de un Rey que obedece a la lei y a la constitucion es un yugo menos pesado; pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sábio autor de la naturaleza, el Dios Omnipotente, Padre compasivo de todos los hombres, lo reprobó como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el cap. 8 del lib. 1.° de los Reyes, por las fundadas y solidas razones que allí espuso su infinita sabiduría, cuya verdad nos ha hecho conocer la esperiencia de todos los siglos mui a pesar nuestro, y de todos los mortales.
El govierno republicano, el Democrático en que manda el Pueblo por medio de sus representantes o Diputados que elige, es el único que conserva la dignidad y magestad del Pueblo: es el que mas acerca, y el que menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios Omnipotente; es el ménos espuesto a los horrores de despotismo, y de la arbitrariedad; es el mas suave, el mas moderado, el mas libre, y es, por consiguiente, el mejor para hacer felices a los vivientes racionales.
P.-¿Cuáles son los inconvenientes del govierno Monárquico o de un Rey, pues deven de ser mui considerables, supuesto que lo ha reprobado el mismo Dios?
R.-El govierno Monárquico, si es electivo, tiene el peculiar inconveniente de que espone y sujeta al estado a grandes y violentas conbulsiones en la eleccion del rey, en que se trata de un grande interes duradero por vida.
Si es hereditario, como en España y en las demas monarquías de Europa, los inconvenientes son mucho mayores. El Príncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas.
En las Monarquias el Rey es el todo, y los demas hombres son nada: son sus Esclavos, como dijo Dios mismo en el v.° 17 del lib. y cap. citados de la Sabiduría: El Rey se hace llamar el amo, y exije que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exije contribuciones a su arvitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro público en vanas obstentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran mas por los intereses de sus familias que por los de la nasion, y por ellas emprenden guerras ruinosas en que hazen degollar millares de los infelices mortales; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen despotas inhumanos.
Los Reyes miran y tratan a los demas hombres, sus iguales, como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta. Pretenden que aunque sean unos tiranos, deven los hombres dejarse degollar como corderos, y sin derecho para reclamar ni para oponerse. Los Reyes forman las leyes, y con ellas autorizan estas estrabagancias y otras muchas semejantes en ruina y oprobio de los oprimidos mortales.
P.-¿Y cuáles son las ventajas del govierno Republicano?
R.-En las Republicas el Pueblo es el soberano: el Pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad, y conveniencia: sus Delegados, sus Diputados o Representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien con sus deveres, el Pueblo los depone y nombra en su lugar otros que correspondan mejor a su confianza.
P.-¿Y no hai en las monarquías algun arvitrio para contener a los Reyes en los límites de su prerrogativa, y que no abusen de la constitucion? Este es el empleo que tenian en Esparta los Ephoros; en Aragon el gran Juez o Justicia, y el privilegio de la union, o de confederarse contra el soberano; en Creta la insurreccion; en Inglaterra los Parlamentos, y en España las Cortes.
R.-Los reyes confieren todos los empleos, y dispensan las gracias: disponen del tesoro público a su arvitrio, y tienen a su disposicion los exercitos y la fuerza. Con tan irresistibles medios pueden burlarse y se han burlado siempre de todos los obstáculos que los Pueblos oprimidos han querido oponer a su despotismo. Cleomenes hizo matar a los Ephoros en Esparta, y se hizo déspota. Pedro 4° abolió el privilejio de la union en Aragon con la fuerza de sus armas, y sus sucesores estinguieron el oficio de Justicia. Los reyes de Creta aniquilaron el derecho de la insurreccion. En Inglaterra Enrique 8°, se sirvió de los mismos parlamentos abatidos y degradados, como de instrumentos de su tiranía, y Cromwell los atropelló. En España los Reyes destruyeron las Cortes, aniquilaron la antigua constitucion, y establecieron el despotismo en las las ruinas de la livertad.
Don José Amor de la Patria .
[[Category:DH-C]]
[[Categoría:Independencia de Chile]]
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Autor:Jane Austen
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|Ordenar = Austen, Jane
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|Texto='''Jane Austen'''<br />(16 de [[diciembre]] de 1775 - 18 de [[julio]] de 1817) <br> Novelista [[Gran Bretaña|británica]].
}}{{advertencia}}
== Novelas ==
* [[Sentido y sensibilidad]] (1811)
* [[Orgullo y prejuicio]] (1813)
* [[Mansfield Park]] (1814)
* [[Emma]] (1815)
* [[La abadía de Northanger]] (1818)
* [[Persuasión]] (1818)
{{interwiki-info|en|(vo)}}
[[Categoría:Autores-A]]
[[Categoría:N1775]]
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[[Categoría:Autores/-5 obras]]
[[Categoría:Autores ingleses]]
[[en:Author:Jane Austen]]
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[[ru:Джейн Остин]]
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Historia general de la medicina en Chile/Capítulo X
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== Revisiones de las pautas de ejecución del Código Universal de Conducta (CdCU) ==
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:''<div class="plainlinks">[[m:Special:MyLanguage/Universal Code of Conduct/Enforcement guidelines/Revision discussions/Announcement|{{int:interlanguage-link-mul}}]] • [https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Special:Translate&group=page-{{urlencode:Universal Code of Conduct/Enforcement guidelines/Revision discussions/Announcement}}&language=&action=page&filter= {{int:please-translate}}]</div>''
Hola a toda/os,
Nos gustaría ofrecer una actualización del trabajo sobre las pautas de ejecución del Código de Conducta Universal. Tras la conclusión de la votación de la comunidad sobre las pautas en marzo, el [[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation Community Affairs Committee|Comité de Asuntos Comunitarios (CAC)]] de la Junta [https://lists.wikimedia.org/hyperkitty/list/wikimedia-l@lists.wikimedia.org/thread/JAYQN3NYKCHQHONMUONYTI6WRKZFQNSC/ pidió que se revisaran varias áreas de las pautas para mejorarlas] antes de que la junta haga su revisión final. Estas áreas se identificaron a partir de los debates y comentarios de la comunidad durante la votación. El CAC también pidió que se revisara la controvertida Nota del 3.1 del propio CdCU.
Una vez más, ¡muchas gracias a todos los que han votado, especialmente a los que han dejado opiniones y comentarios constructivos! El equipo del proyecto está trabajando con la Junta para establecer un calendario para este trabajo, y lo comunicará el próximo mes.
Los integrantes de los dos anteriores [[m:Special:MyLanguage/Universal Code of Conduct/Drafting committee|comités de redacción del CdCU]] han ofrecido generosamente su tiempo para ayudar a dar forma a las mejoras de las pautas. Puedes leer más sobre ellos y su trabajo [[m:Special:MyLanguage/Universal Code of Conduct/Drafting committee#Revisions_Committee|aquí]], así como leer [[m:Special:MyLanguage/Universal_Code_of_Conduct/Drafting_committee/Phase_2_meeting_summaries#2022|resúmenes de sus reuniones semanales en 2022]].
Los wikimedistas han aportado muchos comentarios valiosos junto con la votación y en otras conversaciones. Dado el tamaño y la diversidad de la comunidad Wikimedia, hay aún más voces que pueden dar ideas sobre cómo mejorar las pautas de ejecución y añadir ideas aún más valiosas al proceso. Para ayudar al comité de revisiones a identificar mejoras, se solicitan aportaciones sobre varias cuestiones para la revisión del comité. Visita las páginas en meta ([[m:Special:MyLanguage/Universal_Code_of_Conduct/Enforcement_guidelines/Revision_discussions|Discusiones sobre la revisión de las pautas]], [[m:Special:MyLanguage/Universal_Code_of_Conduct/Policy text/Revision_discussions|Discusiones sobre la revisión del texto de las políticas]]) para hacer llegar tus ideas al comité: es muy importante que se escuchen los puntos de vista de las distintas comunidades antes de que el comité comience a redactar las propuestas de revisión.
En nombre del equipo del proyecto del CdCU, <br /><section end="announcement-content" />
[[User:Oscar . (WMF)|Oscar . (WMF)]] 12:10 26 may 2022 (UTC)
<!-- Mensaje enviado por Usuario:Oscar . (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Movement_Strategy_and_Governance/Delivery/es&oldid=23184990 -->
== Poll regarding Fourth Wikisource Triage meeting ==
Hello fellow Wikisource enthusiasts!
We will be organizing the '''fourth [[:m:Wikisource Triage meetings|Wikisource Triage meeting]]''' in the last week of June and we need your help to decide on a time and date that works best for the most number of people. Kindly '''share your availabilities''' at the wudele link below '''by 20th June 2022''':
https://wudele.toolforge.org/wstriage4
Meanwhile, feel free to check out [[:m:Wikisource Triage meetings|the page on Meta-wiki]] and suggest topics for the agenda.
Regards
[[:m:User:SWilson (WMF)|Sam Wilson (WMF)]] and [[:m:User:SGill (WMF)|Satdeep Gill (WMF)]]
<small>Sent via [[Usuario:MediaWiki message delivery|MediaWiki message delivery]] ([[Usuario discusión:MediaWiki message delivery|discusión]]) 13:22 14 jun 2022 (UTC)</small>
<!-- Mensaje enviado por Usuario:SGill (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=User:SGill_(WMF)/lists/WS_VPs&oldid=23314792 -->
== Actualización sobre el proyecto de Mejoras de Escritorio ==
[[File:Table of contents shown on English Wikipedia 02.webm|thumb]]
; Haciendo este el nuevo default
Hola. Quería ponerte al día sobre el proyecto [[mw:Special:MyLanguage/Reading/Web/Desktop_Improvements|Mejoras de escritorio]], en el que el equipo web de la Fundación Wikimedia ha estado trabajando estos últimos años a partir del feedback recibido en nuestras wikis piloto. ¡Nuestro trabajo está casi finalizado! 🎉
Nos encantaría que estas mejoras se convirtieran en la opción por defecto para lectores/as y editores/as de todas las wikis. <span style="background-color:#fc3;">Durante las próximas semanas, mantendremos conversaciones con las comunidades de más wikis, incluida la tuya. 🗓️</span> Estaremos encantados de contar con tus sugerencias.
Los objetivos del proyecto son hacer la interfaz más accesible y cómoda para los lectores y más útil para los usuarios avanzados. El proyecto consiste en una serie de mejoras de las funcionalidades que facilitan la lectura y el aprendizaje, la navegación dentro de la página, la búsqueda, el cambio de idioma, el uso de las pestañas de los artículos y el menú de usuario, etc. Las mejoras ya son visibles por defecto para los lectores/as y editores/as de más de 30 wikis, entre las que se encuentran las Wikipedias en [[:fr:|Francés]], [[:pt:|Portugués]], y [[:fa:|Persa]].
Los cambios se aplican sólo a la apariencia [{{fullurl:{{FULLPAGENAMEE}}|useskin=vector}} Vector], aunque siempre será posible volver a la versión anterior de manera individual. Los usuarios de [{{fullurl:{{FULLPAGENAMEE}}|useskin=monobook}} Monobook] o [{{fullurl:{{FULLPAGENAMEE}}|useskin=timeless}} Timeless] no notarán ningún cambio.
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; Cómo activar las mejoras
[[File:Desktop Improvements - how to enable globally.png|thumb|[[Special:GlobalPreferences#mw-prefsection-rendering|{{int:globalpreferences}}]]]]
* Es posible activar la nueva apariencia Vector 2022 [[Special:Preferences#mw-prefsection-rendering|en la pestaña de apariencia dentro de las preferencias]] seleccionando "{{int:skinname-vector-2022}}". También es posible activarla en todas las wikis utilizando las [[Special:GlobalPreferences#mw-prefsection-rendering|preferencias globales]].
* En las wikis en las que los cambios son visibles por defecto para todos los editores, siempre pueden optar por utilizar la versión heredada de vector (2010). Hay un enlace fácilmente accesible en la barra lateral de la nueva Vector (2022).
; Más información y participación en nuestros eventos
Si quieres estar al tanto de las novedades de nuestro proyecto, puedes [[mw:Special:Newsletter/28/subscribe|suscribirte a nuestro boletín]]. Además, puedes encontrar toda la información en las [[mw:Special:MyLanguage/Reading/Web/Desktop_Improvements|páginas del proyecto]], consultar [[mw:Special:MyLanguage/Reading/Web/Desktop_Improvements/Frequently_asked_questions|nuestras preguntas frecuentes]], escribir en la [[mw:Talk:Reading/Web/Desktop_Improvements|página de discusión del proyecto]] (en cualquier idioma), y [[mw:Special:MyLanguage/Reading/Web/Desktop Improvements/Updates/Talk to Web|unirte a una reunión online con nosotros]]. También puedes dejar cualquier comentario en mi página de discusión o en la de [[user:Zapipedia_(WMF)|Zapipedia (WMF)]].
¡Muchas gracias! [[User:SGrabarczuk (WMF)|SGrabarczuk (WMF)]] ([[User talk:SGrabarczuk (WMF)|discusión]]) 15:59 21 jun 2022 (UTC)
<!-- Mensaje enviado por Usuario:SGrabarczuk (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=User:SGrabarczuk_(WMF)/sandbox/MM/Es_fallback&oldid=22626209 -->
== Invitation to join the fourth Wikisource Triage meeting (29th June 2022) ==
Hello fellow Wikisource enthusiasts!
We are the hosting the fourth [[:m:Wikisource Triage meetings|Wikisource Triage meeting]] on '''29th June 2022 at 10:00 AM UTC / 3:30 PM IST''' ([https://zonestamp.toolforge.org/1656496824 check your local time]) according to the [https://wudele.toolforge.org/wstriage4 wudele poll].
There is some exciting news about a few technical projects related to Wikisource that are getting started right now and we will be sharing more information during the meeting.
As always, you don't have to be a developer to participate in these meetings but the focus of these meetings is to improve the Wikisource infrastructure.
If you are interested in joining the meeting, kindly leave a message on '''sgill@wikimedia.org''' and we will add you to the calendar invite.
Meanwhile, feel free to check out [[:m:Wikisource Triage meetings|the page on Meta-wiki]] and suggest any other topics for the agenda.
Regards
[[:m:User:SWilson (WMF)|Sam Wilson (WMF)]] and [[:m:User:SGill (WMF)|Satdeep Gill (WMF)]]
<small> Sent using [[Usuario:MediaWiki message delivery|MediaWiki message delivery]] ([[Usuario discusión:MediaWiki message delivery|discusión]]) 07:39 23 jun 2022 (UTC)</small>
<!-- Mensaje enviado por Usuario:SGill (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=User:SGill_(WMF)/lists/WS_VPs&oldid=23314792 -->
== Results of Wiki Loves Folklore 2022 is out! ==
<div lang="en" dir="ltr" class="mw-content-ltr">
{{int:please-translate}}
[[File:Wiki Loves Folklore Logo.svg|right|150px|frameless]]
Hi, Greetings
The winners for '''[[c:Commons:Wiki Loves Folklore 2022|Wiki Loves Folklore 2022]]''' is announced!
We are happy to share with you winning images for this year's edition. This year saw over 8,584 images represented on commons in over 92 countries. Kindly see images '''[[:c:Commons:Wiki Loves Folklore 2022/Winners|here]]'''
Our profound gratitude to all the people who participated and organized local contests and photo walks for this project.
We hope to have you contribute to the campaign next year.
'''Thank you,'''
'''Wiki Loves Folklore International Team'''
--[[Usuario:MediaWiki message delivery|MediaWiki message delivery]] ([[Usuario discusión:MediaWiki message delivery|discusión]]) 16:12 4 jul 2022 (UTC)
</div>
<!-- Mensaje enviado por Usuario:Tiven2240@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Distribution_list/Non-Technical_Village_Pumps_distribution_list&oldid=23454230 -->
== Leyes enmendadas ==
Hola, tenemos algun procedimiento en lo que respecta a leyes que han sido modificadas por las legislaturas? Me refiero a que si incluimos una ley de algun pais, lo que incluimos es la version original o la version vigente con las modificaciones que se han realizado con el tiempo? Saludos-- [[Usuario:Freddy eduardo|Freddy Eduardo]] ([[Usuario discusión:Freddy eduardo|discusión]]) 18:11 5 jul 2022 (UTC)
:Hola {{ping|Freddy eduardo}}, si tenemos una forma. Como tenemos ediciones, por ejemplo, tenemos la ley original como una versión del año en que se promulgó, habrá otra edición, por ejemplo con la ultima enmienda, o sea una edición del año en que se actualizó. Lo mismo pasa con las constituciones. Solo es cuestión de indicar entre paréntesis a cual versión pertenece, por ejemplo Constitucion del pais fulano (2022), ley N° xxxx (2022), etc. No se actualiza la edición, sino que se crea otra edición en base a su fecha de publicación actualizada, eso se refleja tambien en los datos de una edición en wikidata [[Usuario:Shooke|Shooke]] ([[Usuario discusión:Shooke|discusión]]) 22:13 5 jul 2022 (UTC)
== Proponer declaraciones para la brújula electoral de 2022 ==
<section begin="announcement-content" />
:''[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Propose statements for the 2022 Election Compass| Puedes encontrar este mensaje traducido a otros idiomas en meta.]]''
:''<div class="plainlinks">[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Propose statements for the 2022 Election Compass|{{int:interlanguage-link-mul}}]] • [https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Special:Translate&group=page-{{urlencode:Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Propose statements for the 2022 Election Compass}}&language=&action=page&filter= {{int:please-translate}}]</div>''
Hola a toda/os,
Se invita a los voluntarios en las [[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022|elecciones de la junta directiva de 2022]] a que [[m:Special:MyLanguage/Wikimedia_Foundation_elections/2022/Community_Voting/Election_Compass|propongan declaraciones para utilizarlas en la brújula electoral]].
La brújula electoral es una herramienta que ayuda a los votantes a seleccionar a los candidatos que mejor se ajustan a sus creencias y puntos de vista. Los miembros de la comunidad propondrán declaraciones para que los candidatos respondan utilizando una escala Lickert (de acuerdo/neutral/desacuerdo). Las respuestas de los candidatos a las declaraciones se cargarán en la herramienta de la brújula electoral. Los votantes utilizarán la herramienta introduciendo su respuesta a las declaraciones (de acuerdo/desacuerdo/neutral). Los resultados mostrarán los candidatos que mejor se ajustan a las creencias y opiniones del votante.
Este es el cronograma de la Brújula Electoral:
Del 8 al 20 de julio: los voluntarios proponen declaraciones para la Brújula Electoral
21 - 22 de julio: El comité electoral revisa las declaraciones para que sean más claras y elimina las declaraciones que no son de interés.
23 de julio - 1 de agosto: los voluntarios votan las declaraciones
2 - 4 de agosto: El comité electoral selecciona las 15 mejores declaraciones
5 - 12 de agosto: los candidatos se alinean con las declaraciones
15 de agosto: se abre la Brújula Electoral para que los votantes puedan guiarse en su decisión de voto
El comité electoral seleccionará las 15 mejores declaraciones a principios de agosto. El comité electoral supervisará el proceso, con el apoyo del equipo de Estrategia y Gobernanza del Movimiento. El MSG comprobará que las preguntas sean claras, que no haya duplicados, que no haya errores tipográficos, etc.
Saludos,
Estrategia y Gobernanza del Movimiento
''Este mensaje ha sido enviado en nombre del Grupo de Trabajo de Selección de la Junta Directiva y del comité electoral''<br /><section end="announcement-content" />
[[User:Oscar . (WMF)|Oscar . (WMF)]] 05:01 15 jul 2022 (UTC)
<!-- Mensaje enviado por Usuario:Oscar . (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Movement_Strategy_and_Governance/Delivery/es&oldid=23184990 -->
== Ayuda con esta tabla de contenidos ==
Hola a todos. Tengo dificultades para transcribir [[Página:Poesías por José Rizal (JRNCC, 1961).pdf/5|esta tabla de contenidos]], en que se encuentra la fecha del poema entre su título y el número de página, y están separados por puntos. Intenté estos dos:
{{ICP|c-an=50%|c-al=left
| {{may|Sa Aking Mga Kabata}} | 1869 | 1}}
{{ICP|n=4|c-an=0|c-al=left|t-an=50%|t-al=left
| | {{may|Sa Aking Mga Kabata}} | 1869 | 1}}
¿Qué puedo hacer? ¿O podría echar la 2ª columna y transcribir los elementos así?
{{ICP|n=2
| {{may|Sa Aking Mga Kabata}} (1869) | 1}}
Gracias por vuestra ayuda. [[Usuario:Poppytarts|Poppytarts]] ([[Usuario discusión:Poppytarts|discusión]]) 11:23 25 jul 2022 (UTC)
:{{ping|Poppytarts}} Efectivamente, esa distribución de tabla de contenidos no la soporta la plantilla, yo creo que la opción mas simple es la última que sugeriste, porque queda mas limpia, aunque no sea fiel al original, me parece mas acertada [[Usuario:Shooke|Shooke]] ([[Usuario discusión:Shooke|discusión]]) 13:18 25 jul 2022 (UTC)
:Yo haría una tabla, simplemente. Creo que no vale la pena pelearse tanto con un artefacto como son "los puntos". --[[User:Ignacio Rodríguez|'''Ignacio''']] <span style="background:lightgreen;border-radius:10px">( [[User talk:Ignacio Rodríguez|'''— Δ —''']] )</span> 14:03 25 jul 2022 (UTC)
:Gracias por las respuestas. Decidí hacer la 1ª sugerencia de Shooke para estar de acuerdo con (1) la sección de apéndices y (2) otros índices de la serie y otras obras en Wikisource. Además me parece mejor que usar una tabla manualmente. [[Usuario:Poppytarts|Poppytarts]] ([[Usuario discusión:Poppytarts|discusión]]) 10:47 29 jul 2022 (UTC)
== Anuncio de los seis candidatos a la elección de la junta directiva de 2022 ==
<section begin="announcement-content" />
:''[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Announcing the six candidates for the 2022 Board of Trustees election/Short| Puedes encontrar este mensaje traducido a otros idiomas en meta.]]''
:''<div class="plainlinks">[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Announcing the six candidates for the 2022 Board of Trustees election/Short|{{int:interlanguage-link-mul}}]] • [https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Special:Translate&group=page-{{urlencode:Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Announcing the six candidates for the 2022 Board of Trustees election/Short}}&language=&action=page&filter= {{int:please-translate}}]</div>''
Hola a toda/os,
Los representantes de los afiliados han finalizado su periodo de votación. Los candidatos seleccionados de la junta directiva de 2022 son:
* Tobechukwu Precious Friday ([[:m:User:Tochiprecious|Tochiprecious]])
* Farah Jack Mustaklem ([[:m:User:Fjmustak|Fjmustak]])
* Shani Evenstein Sigalov ([[:m:User:Esh77|Esh77]])
* Kunal Mehta ([[:m:User:Legoktm|Legoktm]])
* Michał Buczyński ([[:m:User:Aegis Maelstrom|Aegis Maelstrom]])
* Mike Peel ([[:m:User:Mike Peel|Mike Peel]])
Puedes ver más información sobre los [[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Results|resultados]] y [[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Stats|estadísticas]] de esta elección de la Junta.
Las organizaciones afiliadas seleccionaron a los representantes para que votaran en nombre de la organización afiliada. Los representantes de los afiliados propusieron preguntas para qué los candidatos respondieran a mediados de junio. Estas respuestas de los candidatos y la información proporcionada por el comité de análisis sirvieron de apoyo a los representantes a la hora de tomar su decisión.
Tóma un momento para agradecer a los representantes de los afiliados y a los miembros del Comité de Análisis su participación en este proceso y su contribución al crecimiento de la junta directiva en cuanto a capacidad y diversidad. Estas horas de trabajo voluntario nos conectan a través de la comprensión y la perspectiva. Gracias por tu participación.
Gracias a los miembros de la comunidad que se presentaron como candidatos a la junta directiva. Considerar la posibilidad de formar parte de la junta directiva no es una decisión fácil. El tiempo y la dedicación que los candidatos han mostrado hasta este momento hablan de su compromiso con este movimiento. Enhorabuena a los candidatos que han sido seleccionados. Un gran reconocimiento y gratitud para aquellos candidatos no seleccionados. Por favor, sigan compartiendo su liderazgo con el movimiento Wikimedia.
¿Qué pueden hacer ahora los votantes?
[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Results|Revisar los resultados del proceso de selección de los afiliados]].
[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Announcing the six candidates for the 2022 Board of Trustees election|Lee más aquí sobre los próximos pasos en la elección de la junta directiva de 2022]].
Saludos,
Estrategia y Gobernanza del Movimiento
''Este mensaje ha sido enviado en nombre del Grupo de Trabajo de Selección de la Junta Directiva y del comité electoral''<br /><section end="announcement-content" />
[[User:Oscar . (WMF)|Oscar . (WMF)]] 11:45 28 jul 2022 (UTC)
<!-- Mensaje enviado por Usuario:Oscar . (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Movement_Strategy_and_Governance/Delivery/es&oldid=23184990 -->
== Votar por las declaraciones de la brújula electoral ==
<section begin="announcement-content" />
:''[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Vote for Election Compass Statements| Puedes encontrar este mensaje traducido a otros idiomas en meta.]]''
:''<div class="plainlinks">[[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Vote for Election Compass Statements|{{int:interlanguage-link-mul}}]] • [https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Special:Translate&group=page-{{urlencode:Wikimedia Foundation elections/2022/Announcement/Vote for Election Compass Statements}}&language=&action=page&filter= {{int:please-translate}}]</div>''
Hola a toda/os,
Se invita a los voluntarios de las elecciones de la junta directiva [[m:Special:MyLanguage/Wikimedia Foundation elections/2022|2022]] a [[m:Special:MyLanguage/Wikimedia_Foundation_elections/2022/Community_Voting/Election_Compass/Statements|votar por las declaraciones que se utilizarán en la brújula electoral]]. Puedes votar por las declaraciones que te gustaría que se incluyeran en la brújula electoral en meta.
La brújula electoral es una herramienta para ayudar a los votantes a seleccionar a los candidatos que mejor se alinean con sus creencias y puntos de vista. Los miembros de la comunidad propondrán declaraciones para que los candidatos respondan usando una escala de Lickert (de acuerdo/neutral/desacuerdo). Las respuestas de los candidatos a las declaraciones se cargarán en la herramienta brújula electoral. Los votantes emplearán la herramienta introduciendo su respuesta a las declaraciones (de acuerdo/desacuerdo/neutral). Los resultados mostrarán los candidatos que mejor se alinean con las creencias y opiniones del votante.
Este es el cronograma de la brújula electoral:
*<s>Del 8 al 20 de julio: Los voluntarios proponen declaraciones para la brújula electoral</s>
*<s>21 - 22 de julio: El Comité Electoral revisa las declaraciones para que sean más claras y elimina las declaraciones que no son de interés.</s>
*25 de julio - 3 de agosto: Los voluntarios votan las declaraciones
*4 de agosto: El Comité Electoral selecciona las 15 mejores declaraciones
*5 - 12 de agosto: los candidatos se identifican con las declaraciones
*16 de agosto: se abre la brújula electoral para que los votantes puedan orientar su decisión de voto
El Comité Electoral seleccionará las 15 mejores declaraciones a principios de agosto
Saludos,
Estrategia y Gobernanza del Movimiento
''Este mensaje ha sido enviado en nombre del Grupo de Trabajo de Selección de la Junta Directiva y del comité electoral''
<section end="announcement-content" />
[[User:Oscar . (WMF)|Oscar . (WMF)]] 19:27 28 jul 2022 (UTC)
<!-- Mensaje enviado por Usuario:Oscar . (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Movement_Strategy_and_Governance/Delivery/es&oldid=23184990 -->
== Novedades en materia de Estrategia del Movimiento y Gobernanza – Número 7 ==
<section begin="msg-newsletter"/>
<div style = "line-height: 1.2">
<span style="font-size:200%;">'''Novedades en materia de Estrategia del Movimiento y Gobernanza'''</span><br>
<span style="font-size:120%; color:#404040;">'''Número 7, julio-septiembre de 2022'''</span><span style="font-size:120%; float:right;">[[m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7|'''Leer el boletín completo''']]</span>
----
¡Bienvenida/o a la 7ª edición de las novedades de la Estrategia y Gobernanza del Movimiento! El boletín distribuye noticias y eventos relevantes sobre la implementación de las recomendaciones de la [[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy/Initiatives|Estrategia del Movimiento]], otros temas relevantes relacionados con la gobernanza del movimiento, así como diferentes proyectos y actividades apoyadas por el equipo de Estrategia y Gobernanza del Movimiento (MSG) de la Fundación Wikimedia.
El boletín MSG se entrega trimestralmente, mientras que el más frecuente [[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy/Updates|semanario de Estrategia del Movimiento]] se entregará semanalmente. Por favor, recuerda suscribirte [[m:Special:MyLanguage/Global message delivery/Targets/MSG Newsletter Subscription|aquí]] si quieres recibir futuros números de este boletín.
</div><div style="margin-top:3px; padding:10px 10px 10px 20px; background:#fffff; border:2px solid #808080; border-radius:4px; font-size:100%;">
* '''Movimiento de sostenibilidad''': Se ha publicado el informe anual de sostenibilidad de la Fundación Wikimedia. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A1|continuar leyendo]])
* '''Mejorando la experiencia del usuario''': recientes mejoras en la interfaz de escritorio de los proyectos Wikimedia. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A2|continuar leyendo]])
* '''Seguridad e inclusión''': actualización del proceso de revisión de las pautas de ejecución del Código de Conducta Universal. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A3|continuar leyendo]])
* '''Equidad en la toma de decisiones''': informes de las conversaciones de los pilotos de los hubs, avances recientes del Comité de Redacción de la Carta del Movimiento y un nuevo libro blanco para el futuro de la participación en el movimiento Wikimedia. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A4|continuar leyendo]])
* '''Coordinación de grupos de interés''': lanzamiento de un servicio de ayuda para los afiliados y las comunidades de voluntarios que trabajan en la colaboración de contenidos. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A5|continuar leyendo]])
* '''Desarrollo del liderazgo''': actualizaciones de los proyectos de liderazgo de los organizadores del movimiento Wikimedia en Brasil y Cabo Verde. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A6|continuar leyendo]])
* '''Gestión del conocimiento interno''': lanzamiento de un nuevo portal de documentación técnica y recursos comunitarios. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A7|continuar leyendo]])
* '''Innovar en el conocimiento libre''': recursos audiovisuales de alta calidad para experimentos científicos y un nuevo kit de herramientas para grabar transcripciones orales. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A8|continuar leyendo]])
* '''Evaluar, iterar y adaptar''': resultados del proyecto piloto del paisaje de la equidad ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A9|continuar leyendo]])
* '''Otras noticias y novedades''': un nuevo foro para discutir la implementación de la Estrategia de Movimiento, la próxima elección de la Junta directiva de la Fundación Wikimedia, un nuevo podcast para discutir la Estrategia de Movimiento, y el cambio de personal para el equipo de Estrategia de Movimiento y Gobernanza de la Fundación. ([[:m:Special:MyLanguage/Movement Strategy and Governance/Newsletter/7#A10|continuar leyendo]])
</div><section end="msg-newsletter"/>
[[User:Oscar . (WMF)|Oscar . (WMF)]] 17:08 2 ago 2022 (UTC)
<!-- Mensaje enviado por Usuario:Oscar . (WMF)@metawiki mediante la lista en https://meta.wikimedia.org/w/index.php?title=Movement_Strategy_and_Governance/Delivery/es&oldid=23184990 -->
slndzjpngtwpqfshzx0p3qr98h6xb4m
Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/405
102
283691
1248271
1247611
2022-08-02T21:48:04Z
Ignacio Rodríguez
3603
/* Corregido */
proofread-page
text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||ERRATAS|403}}
{|
|- style="text-variant:all-small-caps"
|PAGINA. ||NUMERO||LINEA.||DICE:||LEASE:
|-</noinclude>{{npt}}
|81||13.||4||weuayumuchi||weuaiyu mu chi
|-
| || ||5 ab.||umaqperkimai = ||umaq-pe-rke-i mai
|-
|85||27.||5||perdido||perdida
|-
| || ||última||torro toro
|-
|93||14.||8||„Ahora vengo. Dije de tí: le ||„Ahora vengo“: dije de ti: „Le
|-
|101||3.||5||lo||le
|-
| || ||4 ab||ŋərú||ŋərù
|-
|102||5.||1||fué zorro||fué el zorro
|-
|103|| ||1||Nllkùi||Allkùi
|-
| || || 5||trùlíu, trùlfu||trùlíu, trùlíu.
|-
|105||nota 2||1||''me''||''meu''
|-
|106||9.||5 y 6||quién ha ya||quien haya
|-
|107||13.||6||digais digas
|-
|111|| ||8||tan||''tan''
|-
|112||30.||1||kúme||kùme
|-
|114||36.||3||néuma||niéuma
|-
|116|| ||7||dəŋufwe||dəŋufue
|-
| ||44.||2||la procelaria||el albatrós
|-
|117||47.||penúltima||Iloichallwaŋei||Iroichallwaŋei
|-
| ||47.||{{ditto|penúltima}}||„Es comedora||„Tiene olor rancio
|-
| ||47.||{{ditto|penúltima}}||Amaiyu||Amuaiyu
|-
|120||7.||2|| ||Bórrese: se
|-
| || ||4||llúkan||llùkan
|-
|125||21.||3||pasaran||pasaron
|-
|126||22.||12||karni||karni,
|-
| ||24.||última||cuando||cuanto
|-
|127||nota 1.|| ||fentəkenuéyeu||fentékənuéyeu
|-
|128||27.||7 ab.||l·eùfù||l·eufù
|-
|130||30.||9||ellas||ellos
|-
|131||32.||3 ab.||cuido||cuide
|-
|134||37.||5||klñe||kiñe
|-
|138||43.||4||Literalm.: ||Ve tú á pagar por mí
|-
|141||6.||3||dəŋuwəlai||dəŋuwelai
|-
|142||3.||2||ulmud||almud
|-
| ||5.||3||kùdan||kùdau
|-
|143||9.||1||al·u- ||al.-ù
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
9h4garom8r3t4mfszphpvnwjcc6nru9
Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/132
102
290655
1248259
1247615
2022-08-02T21:39:18Z
Ignacio Rodríguez
3603
erratas
proofread-page
text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|120|CUENTOS}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|5. Fei wùn·mapui.
|5. Entonces pasó allí la noche.
|-
|Liwen „almorzakənuaimi,“ piŋei. „Nùaimi kiñe pichi furru“, piŋei chi wentru.
|En la mañana se le dijo: „almorzarás primero“, se le dijo, „Cogerás un burrico“, se le dijo al hombre.
|-
|Fei meu nùi chi furro wùn·man meu, nentui ñi ''corral'' meu ofida, yei.
|Entonces cogió el burro al amanecer, sacó de su corral las ovejas ''y'' las llevó.
|-
|Tùŋlai chi ofida, amulei məten.
|No se paraban las ovejas, caminaban no más.
|-
|Pichike ùtátuyekoumei <ref>=ùtatyyekùmei.</ref>.
|Seguían andando y pastando un poco.
|-
|Femŋen konpui kiñe l·eufù meu.
|Así se acercaron á un río.
|-
|Felen weyeltəkuyewiŋn, n·oíŋn n·ome.
|Todas á una se echaron á nado y pasaron al otro lado.
|-
|6. Fei meu chi cuidapelu animaulai, ñi inaiaqel ofisha; masiao witrunŋefui chi l·eufù, mollfùñ femŋechi kelùi.
|6. Entonces el cuidador no se animó á seguirles; era muy correntoso el río y rojo como la sangre.
|-
|Fei meu ùŋəmi ñi ofida kom antù.
|Esperaba sus ovejas todo el día.
|-
|Chi ofisha wəñomei rupan antù; wall felen n·oyerpatuiŋn.
|Las ovejas regresaron por la tarde, y pasaron otra vez todas juntas al lado de acá.
|-
|Féola kechatui ñi ofisha, akultui ñi ''patron'' meu.
|Después las arreó y las trajo otra vez á donde su patrón.
|-
|7. Fei meu fei ramtutuéyeu ñi ''patron'', cheu ñi ŋemen.
|7.Entonces le preguntó su patrón, á dónde {{errata|se había|había}} ido.
|-
|„N·oí mai kiñe l·eufù meu chi ofida“, pi, „fei meu {{errata|llúkan|llùkan}} iñche ñi n·oaqel, masiao trùmiñkəlei <ref>=dumiñkəlei.</ref> chi l·eufù, kelùi“.
|„Pasaron un río las ovejas“, dijo, „entonces tuve miedo de pasar yo, es muy oscuro el río, rojo es“.
|-
|8. „Déuma mai serfien kiñe tripantu“, piéyeu. „¿Chiem <ref>=chem.</ref> ayùimi ñi kulliafiñ? piéyeu. <includeonly> „''Plata'', kam kullin“, piŋei, „kam ''Dios se lo pague''?“ </includeonly>
|8. „Ya me has servido, pues, un año“, le dijo (el anciano). „¿Qué quieres que te pague?“, <includeonly>le dijo. ¿Plata ó animales“, le fué dicho, „ó un „''Dios se lo pague?''“ </includeonly>
|-<noinclude>{{npt}}
|}
{{listaref}}</noinclude>
ie5ub14hkzcrsgrj3bivvdi82nutlun
Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/137
102
290668
1248260
1247831
2022-08-02T21:39:48Z
Ignacio Rodríguez
3603
errata a errata
proofread-page
text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|125}}
{|class=_comp
|ñi pichi furro, shillawí, amui, yei ñi ofida.
|comida, se puso á comer. ''Después'' tomó su burrico, ensilló, se fué, llevó sus ovejas.
|-</noinclude>{{npt}}
|18. Chi ofisha amulei məten. Ñochi meu inaniekai ñi ofida.
|18. Las ovejas caminaban no más; él les seguía con cuidado.
|-
|Femŋen puwí kiñe kelù l·eufù meu.
|Así llegaron á un río rojo.
|-
|Púulu chi l·eufù meu, weyeltəkuyewiŋn.
|Habiendo llegado al río, se echaron á nado.
|-
|Fei meu chi wentru iná weyeltəkuwí, n·orpui chi l·eufù meu.
|Entonces el hombre tras ellas se echó á nado y pasó al otro lado del río.
|-
|19. Chi ofida amulei məten n·orpulu.
|19. Las ovejas seguían caminando después de haber llegado al otro lado.
|-
|Chi pofre wentru inániei məten ñi ofida, cheu ñi rumeaqel.
|El hombre pobre seguía no más á sus ovejas á donde fueran.
|-
|Fei meu puwí chi ká kiñe l·eufù meu. Feichi l·eufù liqkəlefui, ká fei meu felen n·orpui chi ofida.
|Entonces llegaron á otro río. Este río estaba blanco, también lo pasaron las ovejas juntas.
|-
|20. Təfeichi wentru inániei məten ñi ofida; llùkalafí chi l·eufù, masiao newénŋei chi l·eufù ñi witrunŋen.
|20. Este hombre siguió no más sus ovejas; no temió el río, ''aunque'' su corriente era muy fuerte.
|-
|Felen ùtrəftəkuukəlei məten, ŋillatuñmaukəlei Dios meu, ñi kùme rumeaqel təfeichi l·eufù meu.
|Así como está se arroja adentro, se encomienda á Dios para atravesar bien este río.
|-
|21. Fei meu puwí ká kiñe leufù meu, allwe kallfùnkei chi l·eufù; ká felen n·oyepuichi ofisha.
|21. Después llegaron á otro río, que tiraba á azul; otra vez {{errata|pasaran|pasaron}} juntas las ovejas.
|-
|Chi pofre wentru ká n·okai.
|El hombre lo pasó también.
|-
|Rəf ayùi, ''hasta'' cheu ñi amon ofida, ñi inánieafiel məten.
|Se propuso seguir á las ovejas á donde quiera que fueran.
|-
|Rumei kom təfeichi kùla l·eufù meu.
|Pasó todos los tres ríos.
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|126|CUENTOS}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|22. Fei meu wəla kiñe lelfùn meu mekei ñi kewan epu ''toro'', perpufi; amulei chi ofisha məten.
|22. Después en una pampa peleaban dos toros, los vió al pasar, las ovejas seguían caminando.
|-
|Fei meu ká perfufí epu waka, ká mekei ñi kewan; amulei məten chi ofisha.
|Más allá vió dos vacas, que también estaban peleando; las ovejas seguían adelante.
|-
|Kiñe kechan ofisha ká pepui. Rəf fùchake kachu meu məlei təfeichi ofisha, welu re troŋlii.
|También vió un rebaño de ovejas. Estaban en un pasto realmente alto, pero todas eran flacas.
|-
|Fei meu məlefui ká epu {{errata|karni|karni,}} ká mekei ñi kewan; farfárkəlei mi arófùn <ref name=nota22.1>Literalm. vaporizaba su sudor.</ref>.
|Más allá había dos carneros que también peleaban; estaban vaporizando, tanto sudaban<ref name=nota22.1/>.
|-
|Fei meu ká doy ayeple məlei ká kiñe pichi kechan ofisha. Ŋelai kachu, re korelŋei. Fei təfichi ofida re fùchake motriñ.
|Más lejos había otro pequeño rebaño de ovejas. No había pasto ''allí'', solamente arena. Todas ellas eran grandes y gordas.
|-
|23. Ñi ofisha amulei məten. Femŋen puwí cheu ñi kanshatuam wəla. Raŋiantùi.
|23. Sus ovejas seguían caminando. Así llegaron adonde habían de descansar después. Era mediodía.
|-
|Fei meu məlefui məte kùmeke fishken.
|Allí había sombra muy refrescante.
|-
|Fei meu melárnaqpui ñi ofisha təfeichi fishken meu.
|Se echaron sus ovejas en este lugar fresco.
|-
|24. Pəllelefui kiñe pichi ko, chi iná meu, n·ometu chi pichi ko məlefui kiñe ruka, fei ñi wəl·ŋiñ meu witralefui kiñe chiñura, ka chi wenu aliwen rəf rùrùkùmekei chi shiwù.
|24. Cerca había un arroyito. junto allí, al otro lado de la agüita, estaba una casa, en cuya puerta estaba parada una señora, y encima de un árbol hacían los gilgueros un verdadero bullicio con su chio-chio.
|-
|Chi pofre wentru ŋənéduami kom təfeichi wéshakelu, kom <includeonly>chem ñi pefiel, itrokom inápiukentəkuniei.</includeonly>
|El pobre se fijó en todas estas cosas y {{errata|cuando|cuanto}} veía, todo le <includeonly>hizo mucha impreción.</includeonly>
|-<noinclude>{{npt}}
|}
{{listaref}}</noinclude>
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|127}}
{|class=_comp
|chem ñi pefiel, itrokom inápiukentəkuniei.
|hizo mucha impreción.
|-</noinclude>{{npt}}
|25. Məlepulu peéyeu təfeichi ''señora''; fei meu mətrəméyeu.
|25. Estando allí le vió la señora, entonces le llamó.
|-
|Mətrəmelu meu n·oí chi pichi ko meu.
|Habiéndole llamado, pasó él al otro lado de la agüita.
|-
|Fei meu ramtutuéyeu, chumŋechi ñi kùpan: „Inei no rume mai akukelai fa meu. ¿Chumŋechi che eimi, moŋen che, kam l·aimi?“, piéyeu chi chiñura.
|Preguntóle ella, cómo había venido: „Nadie llega hasta aquí. ¿Qué gente eres tú, gente viva ó moriste?“, le dijo la señora.
|-
|„Moŋen che mai iñche“, pi. „Kiñe fùchá wiŋka mai eluéneu kùdau, pi. „Cuidalen təfa ñi mùfùn ofisha“, cheu ñi rumen inaniefimi məten, piéneu ñi ''patron;'' fei meu inaniepan ñi ofisha.
|„Un vivo. pues, ''soy yo''“, dijo. „Un extranjero anciano me ha dado trabajo. „Cúidame estas mis pocas ovejas, sígueles no más adonde quiera que pasen“, me dijo mi patron: por eso las he seguido acá.
|-
|Fei meu: „Feyərke mai, pəñeñ! Iñche mai ñi pəñeñ təfeichi fùcha, ''Juanito'' piŋei; fei iñche ñi pəñeñ, piéyeu. Kùmei mai mi serfifiel“, piéyeu.
|Entonces: „¡Ah! asi es, pues, hijo. Hijo mío es ese anciano, se llama Juanito: él es hijo mío. Es bueno que le sirves“, le dijo.
|-
|Fei meu fentékənuéyeu <ref>La transición en ''{{errata|fentəkenuéyeu|fentékənuéyeu}}'' recau sobre el posesivo ''ñi'' que representa la persona paciente.</ref> ñi dəŋuéteu.
|Después dejó de hablarle.
|-
|26. Wəñomelu chi ''señora'' meu, deuma rupan antù, akutui chi ofisha meu.
|26. Retirándose de la señora, al inclinarse del sol, llegó otra vez á donde sus ovejas.
|-
|Fei witrayetui ñi ofida.
|Luego se levantaron sus ovejas.
|-
|Wəñomei chi ofida.
|Tomaron la vuelta.
|-
|Wall kùpatui, inápatui ñi rəpù, ñi rumemom.
|Juntas se vinieron siguiendo otra vez el camino por donde habían pasado en la ida.
|-
|Chi pofre wentru peyekùpakatufí kom chi kulliñ, kewákewaŋekafuiŋn.
|El pobre vió otra vez todos los mismos animales, que aún estaban peleando.
|-<noinclude>{{npt}}
|}
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|128|CUENTOS}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|Fei meu ŋənékəno llùkakeufí <ref>= llùkakefufí</ref>.
|Entonces á veces los temía.
|-
|Feichi kewapéluchi toro ''hasta'' pichurken tripai ñi məta meu, kùtral femŋechi; fei meu epeke llùkakekaufí.
|A los toros que peleaban les salían chispas de sus astas, como fuego; por eso casi les tenía miedo.
|-
|„Kùpatufeli meu mai təfachi illkunke toro, ¿chumpeafun kam? L·aŋəmpeaféneu mai?“ pi feichi pofre wentru.“
|Si vienen donde mí estos toros furiosos, ¿qué haré? Me matarían, quizá?“, dijo el pobre.
|-
|Təfeichi ofisha amulekatui məten.
|Las ovejas caminaban sin detenerse.
|-
|Feichi wentru inániekai ñi ofida, akutui chi l·eufù meu, kom chi kùla l·eufù meu. Felen n·opayetui, femŋen akutui wəla ñi ''patron'' meu epe konn antù.
|El hombre seguía tras ellas, llegó otra vez al río, á los tres ríos. Pasó otra vez así como estaba y así llegó después á (casa de) su patrón, casi al entrar el sol.
|-
|27. Fei meu ramtutuéyeu tañi ''patron'' cheu ñi ŋemen ñi ofisha yeŋu.
|27. Entonces le preguntó éste; á donde había ido con sus ovejas.
|-
|Rəf afmatulelu kom kimelfi chem kəfchi ñi pefiel.
|Verdaderamente asombrado le contó uno por uno cuanto había visto.
|-
|„Wǝne mai puun kiñe kelù l·eufù meu“, pi chi wentru.
|„Primero llegué aun río rojo“, dijo el hombre.
|-
|Fei meu pi chi fùchá wiŋka:
|Entonces dijo el huinca anciano:
|-
|„¡Ai! ''hijo''“, piéyeu, „fei təfeichi kelù {{errata|l·eùfù|l·eufù}} chi allfùn che fei ñi mollfùñ, waqyùu mollfùñ kom chi che nielu kutran, fei mai təfeichi l·eufù.
|„¡Ai! hijo“, le dijo, „ese río rojo (es) la sangre de los heridos, sangre brotada de las narices, de todos los hombres que tienen enfermedades, eso ''significa'' este río.
|-
|¿Ká chem pefimi kai?“, piŋei chi pofre wentru.
|¿Qué más has visto?“, le fue dicho al pobre.
|-<noinclude>{{npt}}
|}
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|130|CUENTOS}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|Fei meu: „Ká chem peimi?“, piéyeu.
|Entonces dijo: „¿Qué más has visto?“, le dijo.
|-
|„Ká mekei mai epu karni ñi kewan. Kiñe kechan ofida meu məlei chi epu karni; rəf fùchake kachuntuŋei; welu chi ofisha re troŋlii“, pi təfeichi wentru.
|„También dos carneros se llevaban peleando. Estaban ellos en un rebaño de ovejas; había pasto muy alto allí, pero las ovejas estaban flacas todas“, dijo este hombre.
|-
|30. Fei meu fei pi chi fùchá wiŋka: „Fei təfei mai chi pu ùl·men, compádrewen ñi kewauken meu. Fei meu femfemŋei ñi kewan təfeichi epu karni. Ka təfeichi ofisha, al·ùn ofisha, re troŋlii, təfeichi pu ùl·men rùkùŋeumelu, fei mai ñi ofisha təfei <ref name=nota29.1>Parecía que habúan de ser los ricos mismos; el narrador se habría equivocado.</ref>.
|30. Entonces dijo el extranjero anciano: „Estos, pues, son los ricos, compadres entre si, en sus peleas. A estos se asemeja la pelea de los dos carneros. Y las ovejas, las muchas ovejas que todas están flacas son los ricos tenaces, á saber las ovejas de {{errata|ellas|ellos}}<ref name=nota29.1/>.
|-
|Pu pofre „fərenefqen“ piéyeu, „deŋdelen kiñe ofida, pikefoyéyeu <ref>= ''pikefuéyeu''; la ''u'' está trocada por ''o'', y en lugar de la contracción en ''fe'', se halla ''y'' interpuesta entre ''o'' y ''e''.</ref> chi pofre; rulkelaiŋu.
|Los pobres les pedían favores; les decían: „Véndeme una oveja“, les habían dicho; ''pero'' no la pasaban.
|-
|Fei meu ñi rùkùŋen meu, ñi fərenenofiel meu pu kuñifal, fei təfeichi ofisha troŋliŋeumei, welu niefui al·ùn kachu, motrilai“, piŋei təfeichi pofre.
|Entonces por ser mezquinos, por no haberse compadecido de los pobres, esas ovejas están flacas, y aunque tenían mucho pasto, no han engordado“, se dijo al pobre.
|-
|Fei meu „féyərke mai“ pi.
|Entonces dijo él: „¡Ah! así es, pues“.
|-
|31. „¿Ká chiem pefimi?“, piŋei.
|31. „¿Qué más has visto?“ se le dijo
|-
|Ká doy ayépəle pefiñ mai mùfùn <ref name=nota31.1>Literalm.: algunas</ref>ofida. Ŋelai kachu, tafù felei ka re korelŋei; welu təfeichi <includeonly>ofisha rəf fùtake motriñ“, pifí ñi ''patron''.</includeonly>
|„Más allá vi otras <ref name=nota31.1/> ovejas. No había pasto (allí), era lo mismo que el suelo de la casa, <includeonly>y sólo arena había; pero estas ovejas eran todas grandes y gordas“, dijo á su patrón.</includeonly>
|-<noinclude>{{npt}}
|}
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/143
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|131}}
{|class=_comp
|ofisha rəf fùtake motriñ“, pifí ñi ''patron''.
|y sólo arena había; pero estas ovejas eran todas grandes y gordas“, dijo á su patrón.
|-</noinclude>{{npt}}
|„Fei təfei mai, ''hijo''“, piéyeu, „chi pu ''pobre'', kùme piuke ŋelu. Chiemkùn fəkeñmaéyeu kakelu, ñi trùr pofre, rùkùkelai, rulkei <ref>el verbo ''rula'' pasar a</ref>. Fei mai təfeichi mùfùn ofisha chi kùme piuke che kùf <ref>pluraliza el sustantivo que le precede (= ''kəf''; véase nuestra Gramática pg. 56 VII., Advertencia).</ref>“, pfŋei təfeichi pofre wentru; fei meu kimí.
|„Ellas, pues, hijo“, le dijo, „''son'' los pobres, que tienen buen corazón. Lo que les pedían otros, pobres como ellos, no lo escatimaban, lo daban. Estas algunas ovejas, pues, son los hombres de buen corazón“ se le dijo al hombre pobre; entonces lo sabía.
|-
|32. Ká ramtumei: „¿Ká chiem peimi, ''hijo''?“, piŋei.
|32. Otra vez fué preguntado: „¿Que más has visto, hijo?“
|-
|„Cheu mai fentepui <ref>por excepción el indicativo en una proposición relativa.</ref> ñi ofisha, fei meu məlerkei <ref name=nota32.4>La interposición de ''rke'' se explica con subsistir aún en el individuo la sopresa que experimentaba al ver todo eso.</ref> kiñe ruka, məlerkei <ref name=nota32.4/> kùmeke fishken, newé ŋelai kachu.
|„En el lugar hasta donde fueron mis ovejas, hay una casa ''y'' unas sombras de agradable fresco, pasto no hay mucho.
|-
|Fei meu wəla tùŋpui ñi ofisha.
|Allí entonces descansaron mis ovejas.
|-
|Mətrəméneu feichi chiñura. N·on mai chi pichi ko meu, pərpun chi kiñe pərawe meu, fei meu məlerkei wenu chi chiñura.
|Me llamó la señora (de la casa). Pasé, pues, al otro lado, de un agüita (que había allí), inmediatamente llegué a una escalera, allí estaba arriba la señora.
|-
|Fei mai ramtutuéneu ñi moŋen che ŋen kam ñi l·a ŋen.
|Ella, pues, me preguntó si era gente viva ó si era un muerto.
|-
|Fei meu fei pifiñ: „Moŋen che mai iñche. Kiñe fùchá wiŋka mai eluéneu ñi ofida ñi cuidalafiel; fei meu mai kùpan, inaniepan ñi ofida“, pifiñ chi chiñura.
|Le dije: „Gente viva ''soy'', pues, yo. Un huinca anciano me ha dado sus ovejas para que se las {{errata|cuido|cuide}}; por eso he venido, he seguido acá á mis ovejas“, dije á la señora.
|-<noinclude>{{npt}}
|}
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/146
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|134|CUENTOS}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|36. Fei meu amutui al·ùtripa <ref>Es palabra esdrújula.</ref> ñi pu peñi meu.
|36. Después se fué á (un lugar) lejos de sus hermanos.
|-
|Kureŋei. Kiñe pichi shuka meu məleiŋu. Rəf pofre ŋeiŋu.
|Se casó. En una casa muy pequeña vivían. Eran realmente pobres.
|-
|Fərenedəŋukefui ñi epu peñi meu: apochi dəŋun meu fəreneŋekefui pichike ketran.
|Pedía socorro á sus dos hermanos: con hablar mucho se le daba por favor un poco de granos.
|-
|„¿Chumam lesoŋeimi?“, piŋekefui? „¿Iñche ñi kudan meu kam moŋelnieuafuiñ?“, pikefoéyeu ñi pu peñi.“
|„¿Para qué has sido un leso?“, se le decía siempre. „¿Yo con mi trabajo he de sustentaros?“, le solían decir sus hermanos.
|-
|Fei meu lladkùkefui, welu ŋillatuñmaukəlekefui Ŋənéchen meu.
|Solía afligirse por eso, pero siempre se encomendaba á Dios.
|-
|37. Fei meu káñpəle amui, kùdawi, ketrai.
|37. Entonces se dirigió á otra parte, trabajó, barbechó.
|-
|Fei meu kiñe antù meu wewí kiñe acháwəll, ká antù meu ká wewí ká {{errata|klñe|kiñe}} alka acháwəll.
|En un día ganó una gallina. el otro día un gallo.
|-
|Fei yetui ñi ruka meu. Fei məten niefui, doy nielai chem no rume.
|Los llevó á su casa. Eso no más tenía, fuera de eso no tenía absolutamente nada.
|-
|Welu Ŋənéchen peñieéyeu chumŋechi ñi parecemeken kom ke antù.
|Mas Dios le miraba como estaba padeciendo día por día.
|-
|Fei təfachi epu pofre kúrewen, rəf rumeñma pofre, niewelafuiŋu deumá ñi takuam, kom wərai ñi takuwe, ŋelafui doy chumŋechi ñi peaqel ñi takuam.
|Estos pobres esposos, de veras sumamente pobres, no tenían ya con que vestirse, sus vestidos estaban gastados todos ''y'' no había modo como encontrar vestuario.
|-
|Trufken meu iná kùtral umautukefui.
|En la ceniza, á orillas del fuego, solían dormir.
|-
|38. Fei meu fentren ñi parecemeken, femŋen kiñe antù akui <includeonly>kiñe ùl·men ''repente'' ñi ruka meu, kawellutu pepaéyeu.</includeonly>
|-
|38. Estando él padeciendo tanto, un día llegó de repente <includeonly>un caballero rico á su casa, de á caballo le vino á ver.</includeonly>
|-<noinclude>{{npt}}
|}
{{listaref}}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/150
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|138|CUENTOS}}
{|class=_comp
|rəf chem no rume faltañmalai.
|trabajo, realmente nada les faltaba.
|-</noinclude>{{npt}}
|Che, kom, elélŋei ñi serfiáteu; ñi afùmeláteu, ñi kùdaweláteu, ñi cuidaláteu ñi kulliñ niei təfeichi pofre wentru.
|Gente, todo, se le había puesto para su servicio: tenía el hombre quienes le prepararan la comida, quienes le trabajaran, quienes le cuidaran sus animales.
|-
|Féola ñi kulliŋen ñi kùdawelmofiùm chi Juanito piŋechi fùchá wiŋka.
|Ahora se le pagaba por haber trabajado para el anciano huinca, llamado Juanito.
|-
|Fei meu eluŋei kom təfeichi kulliñ.
|Entonces se le hizo entrega de todos estos animales.
|-
|Ñi wəl·ŋiñ ruka meu elélŋei kiñe papel ñi ùi eŋu təfeichi fùchá wiŋka: femŋechi ñi kudau meu ñi eluŋen kom təfeichi kulliñ, təfeichi ruka, kom wéshakelu, ñi kimŋeam chem no rume ñi nùñmanoéteu kaké che, fei meu elélŋei chi chillka ñi wəl·ŋiñ ruka meu.
|En la puerta de su casa, se le colocó un papel con el nombre del anciano huinca: según el cual en pago de su trabaja se le daban todos estos animales, la casa y todas las cosas; para que conste que otra gente no podía quitarle nada, con este fin se lo dejó la escritura en la puerta de su casa.
|-
|43. Wùn·man meu, féola nùtramkaéyeu təfeichi ùl·men.
|43. Al amanecer conversó con él el caballero.
|-
|Fei piéyeu:
|Le dijo:
|-
|„Eimi mai kullilmeqen, piéneu tami ''patron''yeuye.
|„Aquél á quien habías tenido por patrón me encargó que yo fuera á pagar por él <ref>{{errata|Sin nota en el original|Literalm.: Vé tú a pagar por mí}}</ref>.
|-
|Fenten tami parecemeken meu tami pu peñi fərenelaqéimeu; fei meu fei tañi kom kulliñ em kom eimi tocatuaimi təfa", piŋei; „mi fərenenoéteu meu, fei meu ta trewaŋetuai.
|En tus grandes padecimientos tus hermanos no tenían compasión contigo; por eso todos los animales que eran de ellos á ti te tocarán en adelante", se le dijo; „porque no se han compadecido de ti, volverán ellos á ser pobres.
|-<noinclude>{{npt}}
|Fei meu mai werkùŋen iñche. Chi Dios se lo pague ayùn meu, fei meu féola tami kulliéteu ta
|Para eso, pues, he sido enviado yo. Porque querías el „Dios se lo pague", ahora es Dios
|}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/153
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|141}}
{|class=_comp
|pamom mai wekun kom", pifí chi ŋen· ruka, „femechi mai machituken.
|biendo salido todos afuera", dijo al amo de la casa, „así hallo mi curación.
|-</noinclude>{{npt}}
|4. Fei meu tripai chi kom, wechod ruka meu lelínieŋei. Kimí. Nùlákənumefi kiñe wechod <ref name=nota8.4>Fué á dejar abierto un agujero</ref> ñi tripaiam.
|4. Entonces salieron todos, por una abertura fué observado. Lo sabía. Hizo ''también'' una abertura <ref name=nota8.4/> para salir.
|-
|5. Machitukei mai: rùŋkùkontuiawí, ''repente'' itrùrùkefi <ref>Es palabra sobre-esdrújula</ref>, ŋəréukətuyefi.
|5. Está, pues, machitucando; siempre á saltos se acerca á la enferma y se retira; de repente la soba, la comprime.
|-
|Fei meu „¡Ananai!“, pi chi kutran.
|Entonces „¡Ai, qué dolor!“ dijo la enferma.
|-
|„Fei pilaiaimi, atraŋei“, pi.
|„No digas eso, es malo“, dijo ''el chingue''.
|-
|''Repente'' rùŋkùtripai wechosh meu, perkùñmakənufí chi kutran Fei meu l·ai chi kutran.
|De repente de un salto salió por la abertura y tiró un pedo á la enferma, que murió en consecuencia.
|-
|6. Chi kakelu məlei wekun. Allkùwelafí ñi eyùtun ti kutran. Chi machi rume {{errata|dəŋuwəlai|dənuwelai}}.
|6. Los otros estaban afuera. Ya no oyeron el gemido de la enferma. El machi no habló ya ni un poco.
|-
|Fei meu wəla konpatuiŋn, pepaiŋn ñi kutran, mal·ùpafiŋn: l·alewei deumá.
|Entonces entraron otra vez, vinieron á ver á su enferma, la tantearon: ya estaba muerta.
|-
|7. Fei meu ŋumaiŋn.
|7. Entonces lloraron.
|-
|„Awùllaqéneu wedá machi! L·aŋəmmarkeéneu ŋa ñi kutran! Amuturkei ŋa wedañma.
|¡Me ha hecho maldad el malvado machi. Me ha muerto á mi enferma. Ah, se fué el bribón.
|-
|(Ukəmfiñ machi ñi inaŋen).
|(He olvidado como se persiguió al machi).
|}<noinclude>{{npt}}
{{listaref}}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/154
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Ignacio Rodríguez
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|142|CUENTOS}}</noinclude>{{t3|9. Más vale maña que fuerza.}}
{{c|Fragmento de un cuento de orígen europeo referido por Domingo Segundo Wenuñamko}}
{|class=_comp
|1. Məlei kùla péñiwen.
|1. Eranse tres hermanos.
|-
|Fei meu, piam, kiñe ùl·men niei kiñe fùchá ''cosecha''. Niefui meli lewa kachilla tichi ùl·men.
|Entonces, dicen, un rico tuvo una cosecha grande. Tenía cuatro leguas de trigo este rico.
|-
|2. Fei meu chi wənen amui kintukùdawalu chi ùl·men meu, allkùlu ñi məlen kùdau.
|2. Entonces el mayor fué á buscar trabajo donde él, habiendo oido que había ''allí'' trabajo.
|-
|Fei meu puwí, pedipui kùdau, liwen.
|Llegó ''y'' pidió trabajo, por la mañana temprano.
|-
|3. „Kiñe lewa kachilla meu kulliken kiñe almur plata“, piŋei.
|3. „Por una legua de trigo pago un {{errata|ulmud|almud}} de plata“, se le dijo.
|-
|„''¡Bueno!''“, pi.
|„¡Bueno!“, dijo.
|-
|„Wǝne almorzakənuai“, piŋei.
|„Primero almorzará“, dijeron de él.
|-
|Fei meu íkənui, wəla kùdawalu.
|Entonces se puso á comer antes del trabajo.
|-
|4. Ikənulu wəla: „Peŋelŋemechi kiñe lewa kachilla“.
|4. Después de comer: „Quiero que se me muestre una legua de trigo.
|-
|Fei kùdawí. Rəf newen kùdawí ñi nentuafiel chi lewa kachilla kiñe antù meu.
|Luego trabajó. Con verdadero esfuerzo trabajó con el fin de sacar la legua de trigo en un día.
|-
|5. Rəf kùdaufui yem, duamnielaufi <ref>laufí = lafufí</ref> chem kùdau rume; feichi ''cosecha'' meu tuùlai ñi {{errata|kùdan|kùdau}}.
|5. De verdad había trabajado antes, no le amedrentaba trabajo alguno; en esta cosecha ''empero'' no rindió su trabajo.
|-
|Femŋen afeluwí, afelúulu amutui.
|De esta manera se aburrió y aburrido se fué.
|-
|Fei meu ramtutuéyeu ñi pu peñi.
|Entonces le preguntaron sus hermanos.
|-<noinclude>{{npt}}
|}
{{listaref}}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/155
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Ignacio Rodríguez
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|143}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
| „Afelwn, tuùlai ñi kùdau“, pi.
|„Me aburrí, no rindió mi trabajo“, dijo.
|-
|6. Fei meu raŋiñtu wentru: „Iñche ke ta nentumean chi katrùn“, pi.
|6. Después dijo el segundo de los hombres: „Yo por mi parte iré á sacar la siega“.
|-
|Fei meu amui chi úl·men meu, fəkepui kùdau.
|Fue donde el rico y le pidió trabajo.
|-
|Llowéyeu təfichi ùl·men, nielu chi kùdau:
|Recibióle este rico, que tenía el trabajo, diciendo:
|-
|„Iñche mai nien mai ''cosecha''“, pi. „Kiñe lewa meu wəlken kiñe almur ''plata''“, pi.
|„Yo, pues, tengo cosecha. Por una legua doy un almud de plata“.
|-
|Fei meu: „Iñche mai nentuan feichi plata“, pi təfachi wentru.
|Entonces dijo este hombre: „Yo, pues, me ganaré la plata“.
|-
|„Almorzakənuaimi mai“, piŋei.
|„Almozarás, pues, entretanto“, le dijeron.
|-
|7. Ikənui. Rupan ilu amui kùdawalu.
|7. Se puso á comer. Después de comer fué á trabajar.
|-
|Yeqéyeu ñi ''patron'' chi káchilla meu.
|Le llevó su patrón á donde ''estaba'' el trigo.
|-
|Medilŋepui chi lewa kachilla.
|Allí le midieron la legua de trigo.
|-
|8. Fei kùdawí. Rəf kudawí.
|8. Luego trabajó. Con ahinco trabajó.
|-
|„¿Chem mu kam nentupelaian təfa?“, pi. „Iñche ke ta nentuan“, pi. „Ñi wǝnen peñi, chofùlu məten, nentulai təfachi kùdau“, pi.
|„¿Por qué no sacaría esto?“, dijo. „Yo por mi parte lo sacaré. Mi hermano mayor, por ser flojo no más, no sacó este trabajo“, dijo.
|-
|9. Rəf pitróŋkənukùdawi, {{errata|al·utuùlu|al·ùtuùlu}} ñi trokiwn.
|9. Realmente dando, dando no más trabajaba, creyendo que avanzaba mucho.
|-
|Féola adkintui ñi kùdau, pefí, fei tuùlai.
|Ahora miró por su trabajo y vió ''que'' así no avanzaba.
|-
|Fei meu ká kùdawí.
|Entonces continuó su trabajo.
|-
|Ká pichi al·ùñma meu ká adkintui ñi kùdau: felen felekai məten, ŋelai ñi tuùn.
|Después de otro rato miró otra vez su trabajo: era enteramente la misma cosa no más, no avanzaba.
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/158
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Ignacio Rodríguez
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|146}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|Chillai ñi fayo kawellu: „''Bueno! vamos'', amuyu, amuyu, ''compañero, perrito'', Fayuwentru, Fayuwentru“, piŋei chi trewa. „Amoi, amoi, amoiñ!“.
|Ensilló su caballo bayo y dijo á su perro: „Bueno! ''amuyu'', vamos, vamos, compañero perrito, ''Fayuwentru, Fayuwentru''. Va.., va.., vamos!“
|colspan=2|(El referidor salta aquí un ''intermezzo'' de viaje que hubo y al cual posteriormente se refiere: Es que el viajero llega primero á casa de una joven de quien se enamora y recibe amores. Sin embargo, acordándose de la promesa dada a su padre ó sea impelido por su deseo de viajar, se separa al día siguiente de ella que le mira por su esposo y continúa su viaje).
|-
|2. Fei meu puwí kiñe ruka meu.
|2. Entonces llegó á una casa.
|-
|Chi ''puerta'' meu witralei kiñe ''señora''.
|En la puerta estaba parada una señora.
|-
|„¿Cheu amuaimi, ''hombre''? Cheu amuaimi?“
|„¿A dónde vas, hombre? A dónde vas?“
|-
|„Kintuken kùdau. Kùdawalu iñche“.
|„Busco trabajo. Voy á trabajar“.
|-
|„''Bueno, pues, hijo'', pichi naqkawellpaŋe. Pichi ípaŋe eñumko <ref name=nota10.2>Literalm. „agua caliente“; entiéndase „café“.</ref>, ''hijo''.
|„Bueno, pues, hijo, apéate un poco aquí. Ven á tomar un poco de café<ref name=nota10.2/>, hijo.
|-
|„''Bueno, señora''“.
|„Bueno, señora“.
|-
|Naqkawelluí, fei koní chi ruka meu; konpui chi ''puerta'' meu, nùrəftəkuŋei chi ''puerta''.
|Apeóse, entró en la casa; pasó por la puerta y fué cerrada la puerta con llave.
|-
|3. Apolei; fentren che məlei fei meu.
|3. Llena está ''la casa;'' mucha gente había dentro.
|-
|Fei meu kiñe koyam meu, piam, məlei chi fùchá wentru, ñi fəta tichi ''señora'', wenu koyam məlefui.
|En un roble, dicen, está el hombre viejo, esposo de la señora, estaba arriba en el roble.
|-
|„¡Ayayá, ayayá <ref name=nota10.3>Dígase con voz alta y lastimera</ref>!“, pi kutran chi fùchá.
|„¡Ayayá, ayayá<ref name=nota10.3/>!“, dijo el viejo que estaba enfermo.
|-<noinclude>{{npt}}
|}
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2022-08-02T21:27:08Z
Ignacio Rodríguez
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|Chillai ñi fayo kawellu: „''Bueno! vamos'', amuyu, amuyu, ''compañero, perrito'', Fayuwentru, Fayuwentru“, piŋei chi trewa. „Amoi, amoi, amoiñ!“.
|Ensilló su caballo bayo y dijo á su perro: „Bueno! ''amuyu'', vamos, vamos, compañero perrito, ''Fayuwentru, Fayuwentru''. Va.., va.., vamos!“
|-
|colspan=2|(El referidor salta aquí un ''intermezzo'' de viaje que hubo y al cual posteriormente se refiere: Es que el viajero llega primero á casa de una joven de quien se enamora y recibe amores. Sin embargo, acordándose de la promesa dada a su padre ó sea impelido por su deseo de viajar, se separa al día siguiente de ella que le mira por su esposo y continúa su viaje).
|-
|2. Fei meu puwí kiñe ruka meu.
|2. Entonces llegó á una casa.
|-
|Chi ''puerta'' meu witralei kiñe ''señora''.
|En la puerta estaba parada una señora.
|-
|„¿Cheu amuaimi, ''hombre''? Cheu amuaimi?“
|„¿A dónde vas, hombre? A dónde vas?“
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|„Busco trabajo. Voy á trabajar“.
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|„''Bueno, señora''“.
|„Bueno, señora“.
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|Apeóse, entró en la casa; pasó por la puerta y fué cerrada la puerta con llave.
|-
|3. Apolei; fentren che məlei fei meu.
|3. Llena está ''la casa;'' mucha gente había dentro.
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|Chillai ñi fayo kawellu: „''Bueno! vamos'', amuyu, amuyu, ''compañero, perrito'', Fayuwentru, Fayuwentru“, piŋei chi trewa. „Amoi, amoi, amoiñ!“.
|Ensilló su caballo bayo y dijo á su perro: „Bueno! ''amuyu'', vamos, vamos, compañero perrito, ''Fayuwentru, Fayuwentru''. Va.., va.., vamos!“
|-
|colspan=2|(El referidor salta aquí un ''intermezzo'' de viaje que hubo y al cual posteriormente se refiere: Es que el viajero llega primero á casa de una joven de quien se enamora y recibe amores. Sin embargo, acordándose de la promesa dada a su padre ó sea impelido por su deseo de viajar, se separa al día siguiente de ella que le mira por su {{errata|esposo|esposo,}} y continúa su viaje).
|-
|2. Fei meu puwí kiñe ruka meu.
|2. Entonces llegó á una casa.
|-
|Chi ''puerta'' meu witralei kiñe ''señora''.
|En la puerta estaba parada una señora.
|-
|„¿Cheu amuaimi, ''hombre''? Cheu amuaimi?“
|„¿A dónde vas, hombre? A dónde vas?“
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|„Kintuken kùdau. Kùdawalu iñche“.
|„Busco trabajo. Voy á trabajar“.
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|„''Bueno, pues, hijo'', pichi naqkawellpaŋe. Pichi ípaŋe eñumko <ref name=nota10.2>Literalm. „agua caliente“; entiéndase „café“.</ref>, ''hijo''.
|„Bueno, pues, hijo, apéate un poco aquí. Ven á tomar un poco de café<ref name=nota10.2/>, hijo.
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|„''Bueno, señora''“.
|„Bueno, señora“.
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|Naqkawelluí, fei koní chi ruka meu; konpui chi ''puerta'' meu, nùrəftəkuŋei chi ''puerta''.
|Apeóse, entró en la casa; pasó por la puerta y fué cerrada la puerta con llave.
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|3. Apolei; fentren che məlei fei meu.
|3. Llena está ''la casa;'' mucha gente había dentro.
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|Fei meu kiñe koyam meu, piam, məlei chi fùchá wentru, ñi fəta tichi ''señora'', wenu koyam məlefui.
|En un roble, dicen, está el hombre viejo, esposo de la señora, estaba arriba en el roble.
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|147}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
| „¿Chumpel amuimi wenu? Naqpatuŋe... ñochikechi... nùukentu naqpaimi“.
|„¡Para qué fuiste arriba? Ven abajo... despacito... agarrándote, así te bajas“.
|-
|„¡Ayayá, ayayá!
|„¡Ai ai ai, ai ai ai!“
|-
|Fei meu femŋechi naqpatui chi fùcha. Trekánaqpui mapu meu.
|Entonces así se bajó el viejo. Dio un paso al suelo.
|-
|4. Fei meu: „Təfachi kawellu ¿inei ñi kawellu?, pifí ñi kure.
|4. Después dijo á su mujer: „Este caballo ¿de quién es?“
|-
|„Kiñe witran nien, fei ñi kawellu“.
|„Tengo un forastero, de él es el caballo.
|-
|„''¡Caramba!'' Masiao kùme kawellu təfachi palao, ka fayo trewa chi trewa, ka ñi makuñ ká fayu, ka ñi chamall ká fayu, ka ñi trarùloŋko ká fayu, shilla ká fayu, chañu, kom“.
|„¡Caramba! Muy buen caballo ''es'' este bayo, y ''es'' perro bayo el perro, y su manta también de color bayo, su chamal lo mismo, y la venda con que tiene ceñida la cabeza lo mismo, la silla lo mismo, el chaño, todo“.
|-
|„Entuchillafichi kawellu, konai malal meu. Təfichi trewa konai ruka meu“. „Mətrəmŋe ñi trewa, witran“, piŋei.
|„Desensillo el caballo, entrará en el corral. Este perro entrará en la casa“. „Llama tu perro, forastero“, se dijo al forastero.
|-
|Mətrəmi ñi trewa, tranq nùrəftəkuŋetui ñi trewa yeŋu.
|Llamó su perro ''éste'', y fué encerrado otra vez junto con su perro.
|-
|Deuma l·aŋəmaqel tichi wentru, ka chi trewa ñi l·aŋəmaqel, ka chi kawellu.
|Ya ''estaba destinado'' para ser muerto este hombre, y el perro y el caballo.
|-
|5. Rupai tripantu. „Pewùn, ella tripantu akutuan, taita. A ''Dios!''“, pifui təfachi wentru prakawellulu.
|5. Pasó un año. „En la primavera del año nuevo llegaré de vuelta, taita. A Dios!“, había dicho este hombre al montar su caballo.
|-
|Fei meu akulai.
|Entonces no llegó.
|-
|„''¡Caramba!'' ¿Chumŋelu kam akulai ñi peñí ŋa?“, pi amulu fei ñi inan peñi. „Inaian ñi peñi, cheu ñi məlepun ñi peñi; kintuan ñi peñi“.
|„¡Caramba! ¿Por qué no ha llegado mi hermano?“, dijo al irse su hermano menor, ''el segundo''. „Seguiré á mi hermano á donde ha ido á estar; lo buscaré.
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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2022-08-02T21:53:12Z
Ignacio Rodríguez
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errata a errata
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|147}}
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| „¿Chumpel amuimi wenu? Naqpatuŋe... ñochikechi... nùukentu naqpaimi“.
|„¡Para qué fuiste arriba? Ven abajo... despacito... agarrándote, así te bajas“.
|-
|„¡Ayayá, ayayá!
|„¡Ai ai ai, ai ai ai!“
|-
|Fei meu femŋechi naqpatui chi fùcha. Trekánaqpui mapu meu.
|Entonces así se bajó el viejo. Dio un paso al suelo.
|-
|4. Fei meu: „Təfachi kawellu ¿inei ñi kawellu?, pifí ñi kure.
|4. Después dijo á su mujer: „Este caballo ¿de quién es?“
|-
|„Kiñe witran nien, fei ñi kawellu“.
|„Tengo un forastero, de él es el caballo.
|-
|„''¡Caramba!'' Masiao kùme kawellu təfachi palao, ka fayo trewa chi trewa, ka ñi makuñ ká fayu, ka ñi chamall ká fayu, ka ñi trarùloŋko ká fayu, shilla ká fayu, chañu, kom“.
|„¡Caramba! Muy buen caballo ''es'' este bayo, y ''es'' perro bayo el perro, y su manta también de color bayo, su chamal lo mismo, y la venda con que tiene ceñida la cabeza lo mismo, la silla lo mismo, el chaño, todo“.
|-
|„Entuchillafichi kawellu, konai malal meu. Təfichi trewa konai ruka meu“. „Mətrəmŋe ñi trewa, witran“, piŋei.
|„Desensillo el caballo, entrará en el corral. Este perro entrará en la casa“. „Llama tu perro, forastero“, se dijo al forastero.
|-
|Mətrəmi ñi trewa, tranq nùrəftəkuŋetui ñi trewa yeŋu.
|Llamó su perro ''éste'', y fué encerrado otra vez junto con su perro.
|-
|Deuma l·aŋəmaqel tichi wentru, ka chi trewa ñi l·aŋəmaqel, ka chi kawellu.
|Ya ''estaba destinado'' para ser muerto este hombre, y el perro y el caballo.
|-
|5. Rupai tripantu. „Pewùn, ella tripantu akutuan, taita. A ''Dios!''“, pifui təfachi wentru prakawellulu.
|5. Pasó un año. „En la primavera del año nuevo llegaré de vuelta, taita. A Dios!“, había dicho este hombre al montar su caballo.
|-
|Fei meu akulai.
|Entonces no llegó.
|-
|„''¡Caramba!'' ¿Chumŋelu kam akulai ñi {{errata|peñí|peñi}} ŋa?“, pi amulu fei ñi inan peñi. „Inaian ñi peñi, cheu ñi məlepun ñi peñi; kintuan ñi peñi“.
|„¡Caramba! ¿Por qué no ha llegado mi hermano?“, dijo al irse su hermano menor, ''el segundo''. „Seguiré á mi hermano á donde ha ido á estar; lo buscaré.
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Ignacio Rodríguez
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/* Corregido */
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|148}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|Fei meu nùmei ká ñi fùchá fayo, ñi fayo shilla, ñi fayo witrantəkuwe, ñi fayo wenelwe; fei meu amui.
|Déspués fue á tomar su grán ''caballo'' bayo, su silla, sus riendas, su freno del mismo color; con esto se fue.
|-
|6. Puwí, piam, kiñe ruka meu.
|6. Llegó, dicen, á una casa.
|-
|Məlei, piam, rukadomo fei meu.
|Había, dicen, una casera allí.
|-
|„Marimari!“, pipui.
|„''Marimari!''“, dijo al llegar.
|-
|„Eimi, chachay“, piŋei.
|„Tu, papá“, le fué contestado.
|-
|„E“, pi.
|„¡Ah!“, dijo.
|-
|„¿Cheu amuaimi?“, piŋei.
|„¿A dónde vas?“, fue preguntado.
|-
|„''¡Caramba!'' Iñche ñi fəta, amui, petu pashiai, ká mel amui, fei ñi aŋe femŋei. ''!Caramba!'' Fei ñi fəta trokifiñ“, pichi domo, kiñe ùllcha domo.
|„¡Caramba! Mi marido, ''que'' se fue, que pasea todavía, se fue en el otro año, de él la cara es así. ¡Caramba! Este parece ser mi marido“, dijo la mujer, una mujer joven.
|-
|Fei meu: „Iñche ñi fəta“, pi.
|Después dijo: „El marido mío“.
|-
|„Naqkawelluŋe mai. ¿Chumŋen meu kam naqkawellulaimi?“, pi chi domo.
|„Apéate, pues. ¿Por qué no te desmontas?“, dijo la mujer.
|-
|„''¡Bueno!''“
|„¡Bueno!“
|-
|Naqkawelluí.
|Se desmontó.
|-
|Təfa meu anùpaŋe“, pi.“ „Trəlke meu anùpaŋe“.
|„Siéntate acá“, dijo. „En el pellejo siéntate“.
|-
|Anùpui.
|Pasó á sentarse.
|-
|Eluŋei iaqel, ilafi, pichi məten í.
|Se le dió comida, no la comió, poco no más comió.
|-
|„¿Chumŋen meu ilaimi?“, pi chi domo.
|„¿Por qué no comes?“, dijo la mujer.
|-
|„Ñi peñi kintuken. Peli wəla ñi peñi, trùyùwai ñi píuke; féola ian.
|„A mi hermano estoy buscando. Si lo encuentro, se alegrará mi corazón; entonces comeré.
|-
|7. Fei meu pun·í.
|7. Entonces se hizo de noche.
|-
|Puwí, piam, ñi umautual eŋu.
|Llegó ''el tiempo'', dicen, de acostarse ellos.
|-
|Ŋətantui domo. Fei meu:
|La mujer hizo la cama. Entonces:
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/161
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2022-08-02T22:41:27Z
Ignacio Rodríguez
3603
/* Corregido */
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|149}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|„Kushùpaŋe, pi chi domo.
|„Ven, acuéstate“, dijo la mujer.
|-
|Fei meu ayùlai chi witran.
|No quiso el forastero.
|-
|„''Quién sabe?'', iñche ñi peñi ñi kure ŋeperkei təfa?“
|„Quién sabe? Esta debe de ser la mujer de mi hermano“.
|-
|„Kiñei ñi aŋe, fei meu inche ñi fəta“, pi.
|„Es una y misma cara, por eso ''ha de ser'' mi esposo“, dijo ella.
|-
|Ayùlai kuduaqel.
|No quiso él acostarse.
|-
|„Welu, ¿chumimi, kushùpalaimi?“
|„Pero, ¿qué haces que no vienes a acostarte?“
|-
|Dəŋulai chi wentru.
|No habló el hombre.
|-
|„¿Chumŋen meu ayùlaimi kudupaiaqel?“, ká pi chi domo.
|„¿Por qué no quieres acostarte?“, dijo otra vez la mujer.
|-
|„Eimi, ''quién sabe?'', iñche ni peñi ñi kure ŋeperkeimi eimi“.
|„Tu, quién sabe?, debes de ser la mujer de mi hermano.“
|-
|„¿Fei meu eimi no mai?“
|„¿Entonces no lo eres tú, pues?
|-
|„Iñche nó. Iñche mai tuun ká mapu, ñi chan meu. Kùla antù kùpan ñi mapu meu. Ká mel kùpai ñi peñi, fei meu inapan ñi peñi.
|„Yo no. Yo, pues, vengo de lejos, de ''casa de'' mi padre. Eché tres dias en venir de mi tierra. El año pasado vino mi hermano, por eso lo he seguido.
|-
|„¡E! Kiñei mu aŋe, mu kawellu, mu trewa, mu kom; fei meu iñche ñi fəta trokiwn“, pi chi domo.
|„!El Una misma es vuestra cara, ''uno mismo'' vuestro caballo, vuestro perro, vuestro todo; por eso me creía ''con'' mi esposo“, dijo la mujer.
|-
|„Iñche ñi peñi emú kureyeufuimu. Fei meu fíllkawen iñchiú.
|„Mi hermano y tú os habíais casado. Entonces ''somos'' cuñados nosotros.
|-
|8. Liwen meu wùn·man meu:
|8. En la mañana al amanecer;
|-
|„Ayechi mapu məná kùme mapu“.
|„Aquella tierra ''es'' tierra muy bonita“.
|-
|Ayùi ñi amual.
|Quiso irse.
|-
|„Təfei ñi peñi em, ká mel amulu, akulai“, pi chi domo. „Ká ayùi ñi amual təfa!“
|„Tu hermano que se fue el año pasado, no llegó“, dijo la mujer, „Este quiere irse también“.
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/162
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2022-08-02T22:46:03Z
Ignacio Rodríguez
3603
/* Corregido */
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|150}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
| ¡„Chumafuyu?!“ pi chi wentru.
|„¡Qué tendríamos que hacer?!“, dijo el hombre.
|-
|Ŋeñíkawi. Yemei ñi kawellu. Akuli ñi kawellu ruka meu.
|Se apresuró, fue á traer su caballo, hízolo llegar á la casa.
|-
| „Entumeŋe chilla“.
|„Saca la montura“ ''dijo á la mujer''.
|-
|Shillawi.
|Ensilló.
|-
|„¿Amukaimi ŋa te?“, pi domo.
|„Con que ¿te vas?“, dijo la mujer.
|-
|„Amukaian“, pi.
|„Me voy no más“, dijo.
|-
|„''¡Bueno!'' ¿Wəñomeaimi chi ká amá?“
|„¡Bueno!“ ¿Y volverás tal vez?
|-
|„''Tarde'' akutuan; ayùn ñi pichi pashiámeal“.
|„''En la tarde'' estaré de vuelta; quiero dar un paseito“.
|-
|Prákawellwi.
|Montó su caballo.
|-
|„''Vamos compañero'', amuyu, ñi Fáyutrewa“.
|„Vamos, compañero, vamos, mi perro bayo“.
|-
|Amuiŋu.
|Se fueron.
|-
|9. ''Tarde'' akulai. Pun·í.... ''oración:'' ''Puerta'' meu witralei chi domo, awáitalei, cheu chi ñi kùpan ñi fillka.
|9. No llegó en la tarde. Se hizo noche.... oración: En ''su'' puerta está, parada la mujer, está aguaitando por dónde vendría su cuñado.
|-
|Pun·í. Kom pun· akulai. Wùn·i, akulai.
|Era de noche. Toda la noche no llegó. Amaneció, no llegó.
|-
|„¡Oh, oh! ¿Ká ñamŋelai ŋa... Ayùi ñi amual. Katrùtufuiñ, amukilŋe pifun. Féola ká nùŋei təfa“, pi. „Akulai“.
|„¡Oh, oh! ¿No es perdido él también? El quiso irse. Le había atajado, había dicho que no se fuera. Ahora tomaron á éste también“, dijo. „No llega“.
|-
|10. Ká ináyepui ilochekechi kúrewen meu, fei meu iná nùrəftəkuŋei. Puwí mai təfeichi wenu koyam məlechi fiejo meu.
|10. También éste siguió camino á los esposos antropófagos; por eso siguió en ser encerrado. Llegó, pues, á donde el viejo que estaba encima del roble.
|-
|„E! Ayayá!“, pi chi fùcha wenu. ¿Cheu miaukeimi? Cheu amuaimi, ''hijo!''“, pi.
|„Eh! ''Ayayá, Ayayá!''“ dijo el viejo arriba. ¿A dónde andas paseando? ¿A dónde vas, hijo?“, ''así'' dijo.
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/163
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2022-08-02T22:50:48Z
Ignacio Rodríguez
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|151}}
{|class=_comp</noinclude>{{npt}}
|Kintuken kùdau, pofre ŋen, kintuken ''patrón''. ¿Nieafuimi kai kùdau?
|„Busco trabajo, soy pobre, busco patrón, ¿Tendrías trabajo?
|-
|„''¡Bueno!'' Felékelleŋe, wəne naqtuchi!.... ''¡Bueno! Entonces'' naqkawelluŋe mai. Pichi íkənuŋe eñum ko“.
|„!Bueno! Quédate así! Me bajo primero!.... ¡Bueno! Entonces apéate, pues. Toma entretanto un poco de café“.
|-
|Konpui ''puerta'' meu, ''señora'' nùrəftəkui.
|Entró por la puerta, la señora cerro.
|-
|Entuchillai chi kawellu təfeichi fiejo, təkuŋei malal meu.
|El viejo desensillo el caballo, fué echado al corral.
|-
|„Mətrəmŋe mi trewa, ''hijo''“.
|„Llama tu perro, hijo“.
|-
|„''¡Bueno!'' Fayuwentru, Fayuwentru!
|„¡Bueno! Hombrebayo, Hombrebayo!“
|-
|Konpui chi trewa ''puerta'' meu. Ká nùrəftəkui chi fieja.
|El perro entró por la puerta.
|-
|9. Fei meu pepui ñi peñi, ká mel amulu.
|9. Entonces ''el joven'' encontró á su hermano, que se había ido el año anterior.
|-
|„¡Ai ''mi hermano!'' Eimi mi duam kùpan, inapaeimi. „Fei meu amui“, piéimu kiñe domo; fei meu kùpan“.
|„¡Ai, mi hermano! Por causa tuya vengo, te he seguido acá. „Por esta parte se fué“, dijo de ti una mujer; por eso vengo.
|-
|„Fill antù mai nùrəftəkuŋen təfa. Awùŋen mai; peantùkelan. Eimi ká felepaiaimi. ¿Chumal kùpaimi? Awùŋerkeayu mai“, pi.
|„Siempre me tienen encerrado aquí. Me hacen maldad, pues; no veo nunca el sol. A ti te sucederá la misma cosa aquí. ¿Para qué has venido? Tendremos que sufrir los dos, pues“, dijo.
|-
|„''Ai, Dios!'' Féola ¿chumayu ke?', pi.
|¡Ai, Dios! ¿Qué haremos ahora?“. dijo.
|-
|10. Elfui ''seña'' inan amulu: „Ká kùyen·, peli ñi peñi, akutuan; penuli, akuan epu kùyen· meu“, pifui.
|10. Había dejado una seña aquél que se fué el segundo: „En el otro mes, si encuentro mi hermano, llegaré otra vez: si no lo encuentro, llegaré en dos meses“, había dicho.
|-
|„''Favor'' femen, fochəm, deuma awantalan kùdau meu: ká ñam<includeonly>laiaimi“, pifui tichi fucha, fei piŋefui ñi fotəm.</includeonly>
|„Hazme el favor, hijito, ya ''que'' no aguanto en el trabajo: <includeonly>no te perderás también ''tú'', había dicho el viejo á su hijo.</includeonly><noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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2022-08-02T22:55:20Z
Ignacio Rodríguez
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|Kintuken kùdau, pofre ŋen, kintuken ''patrón''. ¿Nieafuimi kai kùdau?
|„Busco trabajo, soy pobre, busco patrón, ¿Tendrías trabajo?
|-
|„''¡Bueno!'' Felékelleŋe, wəne naqtuchi!.... ''¡Bueno! Entonces'' naqkawelluŋe mai. Pichi íkənuŋe eñum ko“.
|„!Bueno! Quédate así! Me bajo primero!.... ¡Bueno! Entonces apéate, pues. Toma entretanto un poco de café“.
|-
|Konpui ''puerta'' meu, ''señora'' nùrəftəkui.
|Entró por la puerta, la señora cerro.
|-
|Entuchillai chi kawellu təfeichi fiejo, təkuŋei malal meu.
|El viejo desensillo el caballo, fué echado al corral.
|-
|„Mətrəmŋe mi trewa, ''hijo''“.
|„Llama tu perro, hijo“.
|-
|„''¡Bueno!'' Fayuwentru, Fayuwentru!
|„¡Bueno! Hombrebayo, Hombrebayo!“
|-
|Konpui chi trewa ''puerta'' meu. Ká nùrəftəkui chi fieja.
|El perro entró por la puerta.
|-
|9. Fei meu pepui ñi peñi, ká mel amulu.
|9. Entonces ''el joven'' encontró á su hermano, que se había ido el año anterior.
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|„¡Ai ''mi hermano!'' Eimi mi duam kùpan, inapaeimi. „Fei meu amui“, piéimu kiñe domo; fei meu kùpan“.
|„¡Ai, mi hermano! Por causa tuya vengo, te he seguido acá. „Por esta parte se fué“, dijo de ti una mujer; por eso vengo.
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|„Fill antù mai nùrəftəkuŋen təfa. Awùŋen mai; peantùkelan. Eimi ká felepaiaimi. ¿Chumal kùpaimi? Awùŋerkeayu mai“, pi.
|„Siempre me tienen encerrado aquí. Me hacen maldad, pues; no veo nunca el sol. A ti te sucederá la misma cosa aquí. ¿Para qué has venido? Tendremos que sufrir los dos, pues“, dijo.
|-
|„''Ai, Dios!'' Féola ¿chumayu ke?', pi.
|¡Ai, Dios! ¿Qué haremos ahora?“. dijo.
|-
|10. Elfui ''seña'' inan amulu: „Ká kùyen·, peli ñi peñi, akutuan; penuli, akuan epu kùyen· meu“, pifui.
|10. Había dejado una seña aquél que se fué el segundo: „En el otro mes, si encuentro mi hermano, llegaré otra vez: si no lo encuentro, llegaré en dos meses“, había dicho.
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|„''Favor'' femen, fochəm, deuma awantalan kùdau meu: ká ñam<includeonly>laiaimi“, pifui tichi fucha, fei piŋefui ñi fotəm.</includeonly>
|„Hazme el favor, hijito, ya ''que'' no aguanto en el trabajo: <includeonly>no te perderás también ''tú'', había dicho el viejo á su hijo.</includeonly>
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2022-08-02T22:54:38Z
Ignacio Rodríguez
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<noinclude><pagequality level="3" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp||CUENTOS|152}}
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|laiaimi", pifui tichi fucha, fei piŋefui ñi fotəm.
|no te perderás también ''tú'', había dicho el viejo á su hijo.
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|Akulai mai. Ká kùyen· ká akulai. Epu kùyen· ñamí ñi akunon:
|No llegó, pues. En el mes siguiente tampoco llegó. Se perdieron dos lunas sin que llegara.
|-
|11. Ká peñi: „''Mira, taita''“, pifí ñi chau, „akulai mai ñi peñi; amui, akulai ŋa. ''¡Bueno!'' ká inaian ñi peñi“, pi.
|11. ''Después'' dijo el otro hermano á su padre: „Mira taita, no llega, pues, mi hermano; se fué, pero no ha llegado. ¡Bueno! yo también seguiré á mi hermano“, dijo.
|-
|„''¡Bueno!'' Amuaimi mai“.
|„¡Bueno! Véte, pues“.
|-
|„Peli ñi peñi, mariwe akuan; penuli ñi peñi, epu mari antù meu akuan“.
|„Si encuentro á mi hermano, llegaré en diez días; si no lo encuentro, en veinte días.
|-
|12. Təfeichi kùla antù amulu ''tarde'' ká puutui ti domo meu: ñi epu péñiwen ñi kure, fei meu puwí.“
|„Este, habiendo caminado tres días, por la tarde llegó también á donde la mujer, á donde la esposa de sus dos hermanos, allí llegó.
|-
|''¡Caramba!'' Ñi fayu kawellu ñi fayu trewa, makuñ, chamall, trarùloŋko ká niekai.... Kiñei ñi ad“.
|„¡Caramba! Su caballo bayo, la manta, el chamal, la venda de la cabeza tiene también así.... El exterior es el mismo.
|-
|„Naqkawelluŋe, mai“.
|„Desmóntate, pues“.
|-
|Naqkawelluí.
|Desmontóse.
|-
|„Trəlke meu anùpaŋe“.
|„Siéntate en el pellejo“.
|-
|„Təfa mai iñche ñi peñi ñi kure ŋeperkei. ''¡Bueno'' mai!“. Anùpui.
|„Esta, parece, es la mujer de mi hermano. ¡Bueno!“. Se sentó allí.
|-
|Tardei. Ŋətantui chi domo.
|Se hizo tarde. La mujer preparó las camas.
|-
|„Iñche ñi fəta, pikatui.
|„El esposo mío“, dijo otra vez.
|-
|Fei deuma pun·í. Puwí ñi umautual.
|Ya se hizo noche. Llegó el tiempo de acostarse.
|-
|„Kudupaŋe“.
|„Acuéstate“.
|-
|„Iñche ñi peñi ñi kure ŋeperkei təfa“.
|„Ah! ésta, es la mujer de mi hermano“.
|-<noinclude>{{npt}}
|}</noinclude>
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Usuario discusión:200.54.197.141
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2022-08-02T14:50:14Z
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Página creada con «<div style="border: 1px solid #aaa; margin:0; padding:.2em;">[[Archivo:Nuvola_apps_important.svg|vínculo=|izquierda|sinmarco|50x50px]]'''Please stop'''. Unconstructive edits are considered [[w:en:Wikipedia:Vandalism|vandalism]], and if you continue in this manner you will be '''blocked from editing without further warning'''. Please stop, and consider improving rather than damaging the hard work of others. Thanks. --~~~~</div>»
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Abrojo XXIX (Rubén Darío)
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Página creada con «Aquella frente de virgen, aquella cándida tez, aquellos rizos oscuros, aquellos labios de miel, aquellos ojos purísimos que vían con timidez, aquel seno que tenía de la niña y la mujer, y aquella risa inocente, eran.... la número 10!»
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Aquella frente de virgen,
aquella cándida tez,
aquellos rizos oscuros,
aquellos labios de miel,
aquellos ojos purísimos
que vían con timidez,
aquel seno que tenía
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y aquella risa inocente,
eran.... la número 10!
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Abrojo XXX (Rubén Darío)
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Mira, no me digas más:
que otra palabra como esa
tal vez me puede matar!
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Abrojo XXXI (Rubén Darío)
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Página creada con «¡Qué piropo! Escalda y pincha. ¡QUé obscenidad! ¡Qué baldón! ¿Quién lo dijo? Ese mocito del flamante redingot. Á la pobre muchachuela la cara se le encendió... Iba descalza, iba rota. Y ¡miren qué contrición! ¡como si tal harapienta pudiera tener pudor!»
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¡Qué piropo! Escalda y pincha.
¡QUé obscenidad! ¡Qué baldón!
¿Quién lo dijo? Ese mocito
del flamante redingot.
Á la pobre muchachuela
la cara se le encendió...
Iba descalza, iba rota.
Y ¡miren qué contrición!
¡como si tal harapienta
pudiera tener pudor!
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Abrojo XXXII (Rubén Darío)
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Página creada con «Advierte si fué profundo un amor tan desgraciado, que tuve odio á un hombre honrado y celos de un moribundo!»
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Advierte si fué profundo
un amor tan desgraciado,
que tuve odio á un hombre honrado
y celos de un moribundo!
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Abrojo XXXIII (Rubén Darío)
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2022-08-02T16:57:13Z
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Página creada con «¿Por qué ese orgullo, Elvira? Que se domen en ti loca ambición, ruines enojos, y quítate esa venda de los ojos, y que esos ojos á lo real se asomen. Mira, cuando tus ansias vuelo tomen y te finjan grandezas tus antojos, bellas, rostro divino y labios rojos, que unas comen pan duro, otras no comen. Bajan á los abismos nieves puras cuando rueda el alud; y se hacen fango después de estar en cumbres altaneras. ¡Ay, yo he visto llorar sus desventuras á encopet…»
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¿Por qué ese orgullo, Elvira? Que se domen
en ti loca ambición, ruines enojos,
y quítate esa venda de los ojos,
y que esos ojos á lo real se asomen.
Mira, cuando tus ansias vuelo tomen
y te finjan grandezas tus antojos,
bellas, rostro divino y labios rojos,
que unas comen pan duro, otras no comen.
Bajan á los abismos nieves puras
cuando rueda el alud; y se hacen fango
después de estar en cumbres altaneras.
¡Ay, yo he visto llorar sus desventuras
á encopetadas hembras de alto rango
sobre el sucio jergón de las rameras!
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Abrojo XXXIV (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:04:09Z
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Página creada con «Hé aquí la exacta copia de un caso digno de fe. Lo cuento tal como fué, pues no es de cosecha propia. Á un joven de posición una joven irritada de una sola puñalada le ha partido el corazón. Se ha levantado el proceso, y se examina con pausa, para averiguar la causa de tan terrible suceso. Ya averiguada, sonroja un hecho tan inaudito: ¡él cometió el gran delito de llamarla bizca y coja! Por tanto, siento, verdad, ese un delito tan feo, ¡que quede libre…»
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Hé aquí la exacta copia
de un caso digno de fe.
Lo cuento tal como fué,
pues no es de cosecha propia.
Á un joven de posición
una joven irritada
de una sola puñalada
le ha partido el corazón.
Se ha levantado el proceso,
y se examina con pausa,
para averiguar la causa
de tan terrible suceso.
Ya averiguada, sonroja
un hecho tan inaudito:
¡él cometió el gran delito
de llamarla bizca y coja!
Por tanto, siento, verdad,
ese un delito tan feo,
¡que quede libre la reo!
¡en completa libertad!
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Abrojo XXXV (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:08:05Z
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Página creada con «Niña hermosa que me humillas con tus ojos grandes, bellos: son para ellos, son para ellos estas suaves redondillas. Son dos soles, son dos llamas, son la luz del claro día; con su fuego, niña mía, los corazones inflamas. Y autores contemporáneos dicen que hay ojos que prenden ciertos chispazos que encienden pistolas que rompen cráneos.»
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Niña hermosa que me humillas
con tus ojos grandes, bellos:
son para ellos, son para ellos
estas suaves redondillas.
Son dos soles, son dos llamas,
son la luz del claro día;
con su fuego, niña mía,
los corazones inflamas.
Y autores contemporáneos
dicen que hay ojos que prenden
ciertos chispazos que encienden
pistolas que rompen cráneos.
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Abrojo XXXVI (Rubén Darío)
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Página creada con «Pues si el torno de la inclusa es un buzón verdadero, adonde llevan los ángeles las cartas para el infierno!»
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Pues si el torno de la inclusa
es un buzón verdadero,
adonde llevan los ángeles
las cartas para el infierno!
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Abrojo XXXVII (Rubén Darío)
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Página creada con «¿Quién es candil de la calle y oscuridad de su casa? ─Quien halla en aquélla flores y en ésta abrojos y lágrimas.»
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¿Quién es candil de la calle
y oscuridad de su casa?
─Quien halla en aquélla flores
y en ésta abrojos y lágrimas.
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Abrojo XXXVIII (Rubén Darío)
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Página creada con «Lodo vil que se hace nube, es preferible, por todo, á nube que se hace lodo: esta cae, y aquél sube.»
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Lodo vil que se hace nube,
es preferible, por todo,
á nube que se hace lodo:
esta cae, y aquél sube.
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Abrojo XXXIX (Rubén Darío)
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Página creada con «El pobrecito es tan feo que nadie le hace cariño. ¡Dejan en la casa al niño cuando salen de paseo!... Y ello no tiene disculpa, pues, de fealdad tan extraña, es el molde de la entraña quien ha tenid ola culpa.»
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El pobrecito es tan feo
que nadie le hace cariño.
¡Dejan en la casa al niño
cuando salen de paseo!...
Y ello no tiene disculpa,
pues, de fealdad tan extraña,
es el molde de la entraña
quien ha tenid ola culpa.
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Abrojo XL (Rubén Darío)
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Página creada con «¡Qué bonitos los versitos!─ me decía don Julián... Y aquella frase tenía del diente del canhidrófobo, del garfio del alacrán.»
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¡Qué bonitos
los versitos!─
me decía
don Julián...
Y aquella frase tenía
del diente del canhidrófobo,
del garfio del alacrán.
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Abrojo XLI (Rubén Darío)
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Página creada con «Vamos por partes: ¡comenzará muy puro, pero al fin...¡carne!»
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Vamos por partes:
¡comenzará muy puro,
pero al fin...¡carne!
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Abrojo XLII (Rubén Darío)
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Página creada con «Tan alegre, tan graciosa, tan apacible, tan bella... ¡Y yo que la quise tanto! ¡Dios mío, si se muriera! Envuelta en oscuros paños la pondrían bajo tierra, tendría los ojos tristes, húmeda la cabellera. ¡Y yo besando su boca, allá en la tumba con ella, sería el único esposo de aquella pálida muerta.»
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text/x-wiki
Tan alegre, tan graciosa,
tan apacible, tan bella...
¡Y yo que la quise tanto!
¡Dios mío, si se muriera!
Envuelta en oscuros paños
la pondrían bajo tierra,
tendría los ojos tristes,
húmeda la cabellera.
¡Y yo besando su boca,
allá en la tumba con ella,
sería el único esposo
de aquella pálida muerta.
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Abrojo XLIII (Rubén Darío)
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1248239
2022-08-02T17:28:26Z
88.0.128.111
Página creada con «¡Tras que la engaña el bribón, y le niega su cariño, le quiere quitar su niño, que es quitarle el corazón!»
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¡Tras que la engaña el bribón,
y le niega su cariño,
le quiere quitar su niño,
que es quitarle el corazón!
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Abrojo XLIV (Rubén Darío)
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1248240
2022-08-02T17:31:42Z
88.0.128.111
Página creada con «Amo los pálidos rostros y las brunas cabelleras, los ojos lánguidos y húmedos, propicios á la tristeza; y las espaldas de nieve, en donde oscuras y gruesas caen sedosas las gordas trenzas, y en donde el amor platónico huye, baja la cabeza, mientras temblando se mira la carne rosada y fresca.»
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Amo los pálidos rostros
y las brunas cabelleras,
los ojos lánguidos y húmedos,
propicios á la tristeza;
y las espaldas de nieve,
en donde oscuras y gruesas
caen sedosas
las gordas trenzas,
y en donde el amor platónico
huye, baja la cabeza,
mientras temblando se mira
la carne rosada y fresca.
jvr2oztv22x57ybycw4j8j5lvtzhwal
Abrojo XLV (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:34:39Z
88.0.128.111
Página creada con «Su padre los echa! yo há poco lo he visto soberbio, iracundo lanzarles de allí. No importa, hijos míos; diré como Cristo: Dejad á los niños que vengan á mí.»
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Su padre los echa! yo há poco lo he visto
soberbio, iracundo lanzarles de allí.
No importa, hijos míos; diré como Cristo:
Dejad á los niños que vengan á mí.
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Abrojo XLVI (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:38:42Z
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Página creada con «Convengo de cualquier modo. No son raras hoy las víctimas; y es preciso, en el mercado donde todo se cotiza, que se demande y se busque el material de la orgía... Pero ¡una madre! ¡una madre! a su hija, Dios santo, ¡á su hija! ¡Oh, Alfredo de Musset! Dime si Rolla regateó con el diablo la tarifa, ó con la madre monstruo tiró dados sobre el desnudo cuerpo de la niña.»
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Convengo de cualquier modo.
No son raras hoy las víctimas;
y es preciso, en el mercado
donde todo se cotiza,
que se demande y se busque
el material de la orgía...
Pero ¡una madre! ¡una madre!
a su hija, Dios santo, ¡á su hija!
¡Oh, Alfredo de Musset! Dime si Rolla
regateó con el diablo la tarifa,
ó con la madre monstruo tiró dados
sobre el desnudo cuerpo de la niña.
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Abrojo XLVII (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:40:03Z
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Página creada con «Soy un sabio, soy ateo; no creo en diablo ni en Dios... (... Pero si me estoy muriendo, que traigan el confesor.)»
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Soy un sabio, soy ateo;
no creo en diablo ni en Dios...
(... Pero si me estoy muriendo,
que traigan el confesor.)
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Abrojo XLVIII (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:42:54Z
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Página creada con «Besando con furia loca la boca de un niño ajeno, miro yo á la virgen cándida y no sé lo que comprendo. ¿Qué es ese brillo en los ojos? ¿Qué es en el rostro ese incendio? ¿Qué es ese temblar de labios? ¿Qué es ese crujir de nervios? Para ser á un niño... á un niño... esos besos... esos besos!...»
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Besando con furia loca
la boca de un niño ajeno,
miro yo á la virgen cándida
y no sé lo que comprendo.
¿Qué es ese brillo en los ojos?
¿Qué es en el rostro ese incendio?
¿Qué es ese temblar de labios?
¿Qué es ese crujir de nervios?
Para ser á un niño... á un niño...
esos besos... esos besos!...
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Abrojo XLIX (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:44:39Z
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Página creada con «El mundo es un papanatas; el Demonio ya chochea; en tanto que la otra vive siempre joven, siempre fresca; con las uñas prepaaradas, siempre acecha que te acecha. Conque quedamos, señores, en que la Carne es la reina.»
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El mundo es un papanatas;
el Demonio ya chochea;
en tanto que la otra vive
siempre joven, siempre fresca;
con las uñas prepaaradas,
siempre acecha que te acecha.
Conque quedamos, señores,
en que la Carne es la reina.
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Abrojo L (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:49:02Z
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Página creada con « I Una mañana de invierno hallé en el suelo, aterido, con el cuerpo todo trémulo y alas húmedas, un mirlo. "Hasta con las pobres aves caridad."─ Conque, cogílo, busqué rastrojo, hice lumbre y calenté al pajarito, que abre los ojos, sacúdese, vuela ya libre del frío y se pierde entre las frondas de los árboles vecinos. II ¡Me miraron con horror en mi pueblo! ¡si se dijo que yo pasaba mis ocios asando pájaros vivos!...»
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I
Una mañana de invierno
hallé en el suelo, aterido,
con el cuerpo todo trémulo
y alas húmedas, un mirlo.
"Hasta con las pobres aves
caridad."─ Conque, cogílo,
busqué rastrojo, hice lumbre
y calenté al pajarito,
que abre los ojos, sacúdese,
vuela ya libre del frío
y se pierde entre las frondas
de los árboles vecinos.
II
¡Me miraron con horror
en mi pueblo! ¡si se dijo
que yo pasaba mis ocios
asando pájaros vivos!...
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Abrojo LI (Rubén Darío)
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2022-08-02T17:51:35Z
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Página creada con «Se ha casado el buen Antonio, y es feliz con su mujer, pues no hay otra más hermosa, ni más dulce, ni más fiel, ni más llena de cariño, ni más falta de doblez, ni más suave de carácter, ni más fácil de caer...»
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Se ha casado el buen Antonio,
y es feliz con su mujer,
pues no hay otra más hermosa,
ni más dulce, ni más fiel,
ni más llena de cariño,
ni más falta de doblez,
ni más suave de carácter,
ni más fácil de caer...
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Abrojo LII (Rubén Darío)
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2022-08-02T18:04:06Z
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Página creada con «Érase un cura tan pobre que daba grima mirar sus zapatos descosidos y su viejo balandrán. Érase un cuasi mendigo que solía regalar á los más pobres que él con la mitad de su pan. Un cura tan divertido para hacer la caridad, que si daba el desayuno se acostaba sin cenar. érase un pobre curita llamado el Padre Julián á quien vían como á un perro los grandes de la ciudad, pues era tan inocente y era tan humilde el tal, que en la casa de los grandes daba risa…»
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Érase un cura tan pobre
que daba grima mirar
sus zapatos descosidos
y su viejo balandrán.
Érase un cuasi mendigo
que solía regalar
á los más pobres que él
con la mitad de su pan.
Un cura tan divertido
para hacer la caridad,
que si daba el desayuno
se acostaba sin cenar.
érase un pobre curita
llamado el Padre Julián
á quien vían como á un perro
los grandes de la ciudad,
pues era tan inocente
y era tan humilde el tal,
que en la casa de los grandes
daba risa su humildad.
Un día amaneció muerto,
siendo casa de su mal
no se sabe si mucha hambre
ó alguna otra enfermedad.
Entonces un gran entierro
se ofreció al Padre Julián,
donde sólo en cera y pábilo
se quemara un dineral.
Y se vieron coches fúnebres,
y hubo un lujo singular,
á los ecos de las marchas
de la música marcial.
Y cuentan que los timbal
y oboes, al resonar,
hacían burla del muerto
pobre de solemnidad...
Y que el muerto se reía
pensando en su balandrán,
con una de aquellas risas
que dan ganas de llorar.
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Abrojo LIII (Rubén Darío)
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2022-08-02T18:06:04Z
88.0.128.111
Página creada con «¿Me tienes lastima, no? Y yo quisiera una soga para echártela al pescuezo y colgarte de una horca, porque eres un buen sujeto, una excelenta persona con mucha envidia en el alma y mucha baba en la boca.»
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¿Me tienes lastima, no?
Y yo quisiera una soga
para echártela al pescuezo
y colgarte de una horca,
porque eres un buen sujeto,
una excelenta persona
con mucha envidia en el alma
y mucha baba en la boca.
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Abrojo LIV (Rubén Darío)
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2022-08-02T18:10:21Z
88.0.128.111
Página creada con «¡Un pensamiento! Cosa que harto me ha hecho pensar. ¿Habrá tormento como esta flor, regalo de una hermosa me que tiene cautivo el pensamiento? Primero en el ojal de la levita, después en la cartera... Quién la ve tan marchita, u há unos meses, Dios mío, quién la viera! Hoy creo, en este abismo de cosas y de ideas tan terrible, que se han vuelto uno mismo un pensamiento flor y otro invisible. Pero es lo peor del caso que al ir volando el viento, se llevará…»
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¡Un pensamiento! Cosa
que harto me ha hecho pensar. ¿Habrá tormento
como esta flor, regalo de una hermosa
me que tiene cautivo el pensamiento?
Primero en el ojal de la levita,
después en la cartera...
Quién la ve tan marchita,
u há unos meses, Dios mío, quién la viera!
Hoy creo, en este abismo
de cosas y de ideas tan terrible,
que se han vuelto uno mismo
un pensamiento flor y otro invisible.
Pero es lo peor del caso
que al ir volando el viento,
se llevará de paso
en su giro uno y otro pensamiento.
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Abrojo LV (Rubén Darío)
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2022-08-02T18:17:19Z
88.0.128.111
Página creada con «Joven, acérquese acá:─ ¿Estima usted su pellejo? Pues escúcheme un consejo que me lo agradecerá. Arroje esa timidez al cajón de ropa sucia, y por un poco de argucia dé usted toda su honradez. Salude á cualquier pelmazo de valer, y al saludar, acostúmbrese a doblar con frecuencia el espinazo. Diga usted sin ton ni són y mil veces, si es preciso, al feo que es un Narciso, u al zopenco, un Salomón; que le que tenga el juicio leso ó sea mal encarado, téngal…»
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Joven, acérquese acá:─
¿Estima usted su pellejo?
Pues escúcheme un consejo
que me lo agradecerá.
Arroje esa timidez
al cajón de ropa sucia,
y por un poco de argucia
dé usted toda su honradez.
Salude á cualquier pelmazo
de valer, y al saludar,
acostúmbrese a doblar
con frecuencia el espinazo.
Diga usted sin ton ni són
y mil veces, si es preciso,
al feo que es un Narciso,
u al zopenco, un Salomón;
que le que tenga el juicio leso
ó sea mal encarado,
téngalo usted de contado
que no se enoja por eso.
Al torpe déjela hablar,
sus torpezas disimule,
y adule, adule y adule
sin cansarse de adular.
Como algo no le acomode,
chitón, y tragar saliva;
y en el pantano en el viva,
arrástrese, aunque se enlode.
Y con que befe al que baje,
y con que al que suba inciense,
el día en que menos piense
será usted un personaje.
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Abrojo LVI (Rubén Darío)
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290907
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2022-08-02T18:22:10Z
88.0.128.111
Página creada con «Tengo de criar un perro ya que en este mundo estoy. No me importa lo que sea, alano, galgo ó ''bull-dog''; lo quiero para tener un tierno y fiel queredor que sonría con el rabo cuando le acaricie yo; para que me ofrezca todo su perruno corazón, y gruña á quien me amenace y se alegre con mi voz, y para, si me da el cólera, y huyen de mi alrededor juntos parientes y amigos, que nos quedemos los dos, yo, cadáver, como huella de una vida que pasó; él lanzando tri…»
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Tengo de criar un perro
ya que en este mundo estoy.
No me importa lo que sea,
alano, galgo ó ''bull-dog'';
lo quiero para tener
un tierno y fiel queredor
que sonría con el rabo
cuando le acaricie yo;
para que me ofrezca todo
su perruno corazón,
y gruña á quien me amenace
y se alegre con mi voz,
y para, si me da el cólera,
y huyen de mi alrededor
juntos parientes y amigos,
que nos quedemos los dos,
yo, cadáver, como huella
de una vida que pasó;
él lanzando tristemente
sus aullidos de dolor.
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Abrojo LVII (Rubén Darío)
0
290908
1248253
2022-08-02T18:24:37Z
88.0.128.111
Página creada con «No quiero verte madre, dulce morena. Muy cerca de tu casa tienes acequia, y es bien sabido que no nadan los hombres recién nacidos.»
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No quiero verte madre,
dulce morena.
Muy cerca de tu casa
tienes acequia,
y es bien sabido
que no nadan los hombres
recién nacidos.
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Abrojo LVIII (Rubén Darío)
0
290909
1248254
2022-08-02T18:29:59Z
88.0.128.111
Página creada con «¿Que por qué así? No es muy dulce la palabra, lo confieso. Mas de esa extraña amargura la explicación está en esto: después de llorar mil lágrimas ásperas como el ajenjo, me alborotó el corazón la tempestad de mis nervios. Siguió la risa al gemido, y á la iracundia el bostezo, y á la palabra el insulto, y á la mirada el incendio por la puerta de la boca lanzó su llama el cerebro; y en aquella noche oscura, y en aquel fondo tan negro, con la tempestad d…»
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¿Que por qué así? No es muy dulce
la palabra, lo confieso.
Mas de esa extraña amargura
la explicación está en esto:
después de llorar mil lágrimas
ásperas como el ajenjo,
me alborotó el corazón
la tempestad de mis nervios.
Siguió la risa al gemido,
y á la iracundia el bostezo,
y á la palabra el insulto,
y á la mirada el incendio
por la puerta de la boca
lanzó su llama el cerebro;
y en aquella noche oscura,
y en aquel fondo tan negro,
con la tempestad del alma
relampagueó el pensamiento,
y les salieron espinas
á las flores de mis versos.
h707pap8ezfznc71jjx398omon55da2
Página:Félix José de Augusta - Lecturas Araucanas.pdf/406
102
290910
1248272
2022-08-02T21:50:31Z
Ignacio Rodríguez
3603
/* No corregido */ Página creada con «{{npt}} |146|| ||11||esposo||esposo, |- | ||3.||última||fùchá||fùcha |- |147||5.||4 ab.||peñí||peñi |- L a nota 1) es: = uñai 2 Múchai Múchal 3 illkúnkelei illkúnkalei 4 muerte mueste gruñendo gruniendo 5 atestada 2 atestado , antu 3 antú una 3 ab. un Huilliche 3 Hilliche KúlalleñdeLlúkúñe K(dallen de Llúküñe 2 ab. 12 he desprehe de despre6 de pobre dé pobre Malei 7 Meleiei numáken última numáken 1 ellos ellas 5 ánui aníii 3 hermana herm…»
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="1" user="Ignacio Rodríguez" />{{cp|304|ERRATAS|}}
{|
|- style="text-variant:all-small-caps"
|PAGINA. ||NUMERO||LINEA.||DICE:||LEASE:
|-</noinclude>{{npt}}
|146|| ||11||esposo||esposo,
|-
| ||3.||última||fùchá||fùcha
|-
|147||5.||4 ab.||peñí||peñi
|-
L a nota 1) es: = uñai
2
Múchai
Múchal
3
illkúnkelei
illkúnkalei
4
muerte
mueste
gruñendo
gruniendo
5
atestada
2
atestado
, antu
3
antú
una
3 ab.
un
Huilliche
3
Hilliche
KúlalleñdeLlúkúñe K(dallen de Llúküñe
2 ab.
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de pobre
dé pobre
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última
numáken
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hermana
hermano
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pikeinn
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Primera versión, 1. Kobo de un chancho.
Primera versión.
última
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2
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con el caballo
7 ab.
2)
4)
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2)
1)
3
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12 ab. bórrese;!), j póngase á 4 ab.: „ñidafnekei!).
última
ulelnepakei
rulelnepakei
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1
12.
13.
1
alka paloma
paloma ruka
penúltima
última
útraftekuluu meanl ütrafnaqamuwan.
11
3. última
5.
15.
dice:<noinclude></noinclude>
5fhe9yt67i1s1hbbx57di6i45i9ppco
Página:Vida y escritos del Dr. José Rizal, por Wenceslao Retana.pdf/199
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1248282
2022-08-03T07:10:51Z
Poppytarts
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/* Corregido */
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Poppytarts" />{{cp||VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL|179}}</noinclude>{{derecha|«''Paris'', 45, Rue de Mauberge, 22, 11, 1889.{{brecha|15%}}}}
»Querido amigo y hermano: Por el correo de hoy te remito las pruebas y el manuscrito de tu prólogo. Como me has autorizado para borrar las líneas que no fuesen de mi gusto, he hecho uso de tu permiso. Tú verás si te agrada mi libertad; pero, en fin, si tú quieres, puede imprimirse todo lo que has escrito.
»El nombre de ''Quioquiap''<ref name="p199n214"/> no lo quiero ver en mi libro, pues es demasiado pequeño comparado con el de ''Morga'', y fuera de los españoles, nadie existe que le tenga en consideración. Si en una obra seria citamos aquel nombre, le concedemos un honor que no merece; le concederíamos demasiada importancia.
»Lo mismo digo acerca de la comparación con los Tsares de Rusia. Será muy lisonjero para los ''castilas'', aunque son semidioses, ser comparados con los Tsares rusos, pero es demasiada cara paga á su correspondiente jornal. También me he tomado la libertad de borrar algunas líneas que tratan de la fraternidad. Seguramente tienes el mejor deseo: es el deseo de tu corazón que los españoles nos abracen como á hermanos; pero no debemos rogar, y suplicar, y repetir constantemente esta súplica, porque resulta algo humillante para nosotros. Si los españoles no quieren tenernos por hermanos, tampoco nosotros desearemos tener el cariño de ellos: no pedimos la limosna de su hermandad. Yo estoy convencido de que nos amas muchísimo, no menos muchísimo el bienestar de España<ref name="p199n215"/>; pero nosotros no aspiramos á obtener la ''pitié'' española, no deseamos obtener la compasión; si la justicia. Todas nuestras aspiraciones tienden á ilustrar nuestra nación: ilustración, ilustración, é ilustración. Fraternidad como limosna del orgullo de los españoles, no la pedimos. Tú quieres ver abrazarse á todo el mundo, por medio del amor y de la inteligencia; pero dudo que quieran lo mismo los españoles.
»Subraya con tinta negra lo que retires; y devuélveme las pruebas.
»Lo que se refiere á tu crítica, me parece muy benévola: no tengo la aspiración de obtener la gloria de un literato ó historiador. Si hallas inexactitudes, dilo públicamente. — Tu fiel, — {{may|Rizal}}.»
{{np}}<ref follow="p199n214">
''Quioquiap'', pseudónimo de [[Autor:Pablo Feced|D. Pablo Feced]], ya citado. Como es dicho, Feced se distinguió por el gran menosprecio, no superado por ningún otro literato, con que hablaba siempre de los filipinos.</ref><ref follow="p199n215">
Así era la verdad, y faltaban á ella los que acusaban á Blumentritt de ser enemigo de España. Blumentritt, que lleva algo de sangre española en las venas, ha sido fanático de nuestro país á par que un grande amante de Filipinas. Hombre esencialmente idealista, y sabio en el más amplio sentido de la palabra, dotado de una unción verdaderamente romántica, su mayor anhelo consistía en ver estrechamente unidas, por los vínculos del amor fraternal, la Metrópoli y la Colonia.</ref><noinclude>{{Línea}}{{listaref}}</noinclude>
24ps34otczlncd7k67fs1s6ubxb6zv5
Página:Vida y escritos del Dr. José Rizal, por Wenceslao Retana.pdf/200
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2022-08-03T07:32:13Z
Poppytarts
77352
/* Corregido */
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text/x-wiki
<noinclude><pagequality level="3" user="Poppytarts" />{{cp|180|W. E. RETANA}}</noinclude>Blumentritt accedió á los deseos de {{may|Rizal}}.
Esta carta íntima es una nueva muestra del pesimismo, justamente fundado, del insigne tagalo. Es indudable que el hombre, cuanto más se ilustra, cuanto más se ensancha la noción que de su propia valía tiene (sobre todo si esa valía es producto legítimo del estudio), adquiere mayor orgullo, orgullo bien entendido, ó sea ese alto grado, mezcla de dignidad y de amor propio, que alcanzan los que sienten lo que valen. {{may|Rizal}}, que poseía una cultura que para sí la quisieran muchos españoles que pasan plaza de sabios; que poseía además un sentido moral verdaderamente recto; sin ''otro vicio'' que el de pasarse la vida entre los libros, consideraba que en su país tenía personalmente mucha menos importancia que cualquier empleadete español y, por de contado, muchísima menos que el último de los frailes. ¡Todo ello porque era ''indio''! Para la mayor parte de los castilas que medraban en Filipinas, {{may|Rizal}} no pasaría nunca de ser un ''chongo''<ref name="p200n216"/> más o menos ''pilósopo''<ref name="p200n217"/>, «pero siempre ''chongo''», y esto, naturalmente, le tenía que indignar. Entendía, pues, que para que en su país se llegase á una admisible equidad social, no sólo se hacía preciso poner en planta reformas políticas radicales, sino que era igualmente preciso que se verificase una á modo de transformación en las costumbres sociales, y en nada de esto podía creer apenas, ante la triste realidad de los hechos que él y los demás «indios» observaban de diario. Ni podían los filipinos dictar leyes democráticas, ni mucho menos modificar la psicología de los españoles; los cuales, sólo por ser ''blancos'' (miembros de la ''raza dominadora''), considerábanse ''superiores'', {{may|en todo}}, á los indígenas, ''morenos'' (miembros de la raza sometida). A estas razones supremas que informaban su pesimismo ''filosófico'', había que sumar las que informaban su pesimismo ''práctico'', creado, fomentado y excitado por las noticias que le venían de su patria, muy en particular las atañederas á sus deudos, perseguidos, deportados, ó bien, si se morían, sepultados como perros en el campo. Consiguientemente, debió {{may|Rizal}}, á pesar de lo sesudo que era y de la apacibilidad de su carácter, tener muchos momentos de desesperación, en uno de los cuales escribiría aquella proclama anónima, fechada en París<ref follow="p200n216">
Con la palabra ''chongo'' (creemos que de origen americano: en nahuatle, ''congo'' = mono) se designa en Filipinas á los ''monos''; y por extensión, y como epíteto denigrante, se designaba á los filipinos. Claro es que el epíteto lo empleaban tan sólo los españoles, y para los filipinos era el más mortificante, el que más les ofendía. De los viejos radicados en el país, españoles, que se habían asimilado con exceso los usos y costumbres, solía decirse que estaban ''enchongados'', esto es, ''indianizados''.</ref><ref follow="p200n217">
Epíteto despectivo que solían aplicar los españoles, señaladamente los frailes, á los indígenas más o menos ilustrados.</ref><noinclude>{{Línea}}{{listaref}}</noinclude>
8evc2tvtrqdvp2ntwqxdmco3oqujp03
Los ladrones de Londres/Capítulo VII
0
290914
1248284
2022-08-03T09:09:27Z
JLDIEZ10
82355
Página creada con «OLIVERIO ES UN REFRACTARIO COMPLETO NOÉ corrió como un galgo por las calles y no se paró para tomar aliento hasta que hubo llegado al portal de la Casa de caridad. Allí esperó algunos minutos á que vinieran en su ayuda las lágrimas y los sollozos y pudiera prestar á su fisonomía un aire de espanto y de terror. Luego llamó bruscamente á la puerta y, manifestó un semblante tan lastimoso al viejo pobre que vino á abrirle, que este aunque muy acostumbrado…»
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OLIVERIO ES UN REFRACTARIO COMPLETO
NOÉ corrió como un galgo por las calles y no se paró para tomar aliento hasta que hubo llegado al portal de la Casa de caridad. Allí esperó algunos minutos á que vinieran en su ayuda las lágrimas y los sollozos y pudiera prestar á su fisonomía un aire de espanto y de terror. Luego llamó bruscamente á la puerta y, manifestó un semblante tan lastimoso al viejo pobre que vino á abrirle, que este aunque muy acostumbrado á no ver á su alrededor mas que semblantes lastimosos aun en los mas bellos días del año retrocedió asombrado.
—Que te pasa muchacho? — preguntó.
—Mr. Bumble! Mr. Bumble! — gritó Noé fingiendo terror y alzando tanto la voz que su acento no solo llegó á los oidos de Mr. Bumble que se hallaba distante algunos pasos si que tambien lo espantó hasta el estremo de precipitarse en el patio sin su fiel tricorne (circunstancia tan rara como curiosa que nos convence de que un pertiguero cuando es presa de un impulso repentino y poderoso, puede muy bien caer en una fascinación momentánea y olvidarse á la vez de si mismo y de su dignidad personal.
—Señor Bumble! — dijo Noé —si supierais señor... Oliverio, ha...
—Y bien! que? que ha hecho Oliverio? —preguntó el pertiguero brillando un rayo de placer en sus ojos metálicos —¿Se ha fugado?
—No Señor; muy al contrario; en vez de fugarse se ha vuelto ''asesino! —''replicó Noé —Ha querido asesinarme á mi y luego á Carlota y luego á la señora... Oh! la... la... la... la. ¡Dios mio, que dolor! Señor si supierais... Oh! hu! ah! (al mismo tiempo se retortigaba en todas direcciones, removiendo el vientre con ambas manos y haciendo contorsiones y visajes horribles, para hacer creer á Mr. Bumble que por el ataque violento que había sufrido se le había desarreglado algo en el cuerpo que le hacía sufrir cruelmente en aquel momento.)
Viendo que había logrado su objeto y que su relacion había paralizado al pertiguero, juzgó oportuno añadir al efecto producido una serie de lamentaciones sobre una octava y media mas alta que antes. En esto apercibió á un caballero de chaleco blanco que atravesaba el patio y le vino la feliz idea de llamar la atencion y excitar el enojo del susodicho caballero gritando mas recio que nunca.
En efecto el caballero no hubo dado dos pasos cuando retrocedió y se informó del motivo que hacia ''aullar'' de tal modo á aquel ''cachorro de presa;'' amonestando á Mr. Bumble porque no le había administrado dos buenos bastonazos para hacerle llorar por alguna cosa.
—Es un pobre muchacho de la escuela de la caridad —dijo Bumble —que ha estado muy cerca de ser asesinado por el jóven Twist.
—No lo dije! —esclamó el hombre del chaleco blanco parándose secamente —Estaba yo bien seguro! Desde el momento tuve el extraño presentimiento de que ese pilluelo algun día se haria colgar de una horca.
—Tambien ha intentado asesinar á la criada! —dijo Bumble pálido de terror.
—Y luego á su ama! —añadió Noé.
—No habeis dicho que tambien á su amo? —repuso el pertiguero.
—No señor; porque había salido de otro modo le hubiera asesinado —replicó Noé —Así lo ha dicho.
—Hijo mio! con que ha dicho que lo quería asesinar? —dijo el caballero del chaleco blanco.
—Si. —repuso Noé —Y á propósito mi ama me envía para suplicar á Mr. Bumble venga por un momento á casa si puede para zurrar á Oliverio ya que mi amo está ausente.
—Tienes razon amiguito! tienes razon! —dijo el caballero del chaleco blanco con aire melifluo, y pasando su mano sobre la cabeza de Noé que era mas alto que el á lo menos de tres pulgadas añadió —Toma ahi tienes un sueldo para tí. Bumble! corred con vuestro baston á casa Sowerberry y ved vos mismo lo que hay que hacer. No haya cuartel Bumble; lo entendeis?
—Perfectamente. —replicó el otro encajando un látigo que se adaptaba al estremo de su baston y del que se servia para imponer correcciones ''parroquiales.''
—Decid á Sowerberry que tampoco le perdone. Solo á golpes se podrá algo con él. —dijo el hombre del chaleco blanco.
Ajustados el baston y el tricorne cada uno en su lugar y sitio con gran satisfaccion de su comun dueño, Mr. Bumble y Noé Claypole se dirijieron precipitadamente á la casa de Sowerberry.
En ella el estado de los asuntos no había mejorado lo mas mínimo. Mr. Sowerberry aun no había vuelto y Oliverio continuaba dando puñetazos á la puerta de la carbonera con brio igual. El fiel relato que Carlota y la Señora Sowerberry hicieron de la ''ferocidad'' del niño fue le un carácter tan alarmante que Mr. Bumble juzgó prudente parlamentar antes de abrir la puerta. De consiguiente dió por si mismo un puntapié en ella á guisa de exordio, y aplicando sus labios al ojo de la llave dijo con tono grave é imponente.
—Oliverio!
—Abrid esta puerta! —respondió el niño.
—Oliverio reconoces esta voz? —preguntó el pertiguero.
—Si. —repuso Oliverio.
—Y no os da miedo? No temblais, mientras os hablo?
—No. —respondió Oliverio con resolucion.
—Una respuesta tan diferente de la que tenia derecho á esperar y á la que no estaba acostumbrado, desconcertó en gran manera á Mr. Bumble. Dió tres pasos atrás, se empinó todo derecho y paseó alternativamente sus miradas sobre los tres espectadores sin poder proferir una palabra.
—Ya lo veis Señor Bumble! —dijo la Señora Sowerberry —Es necesario que esté loco. Otro muchacho que no poseyera mas que la mitad de su razon, so guardaría muy bien de hablaros de este modo.
—No es la locura señora! —dijo Mr. Bumble despues de algunos instantes de refleccion —Es la comida!
—Que me decís? —esclamó la Señora Sowerberry.
—La comida señora! —repuso el pertiguero con tono enfático —No mas que la comida. Lo habeis sobrecargado de alimento; habeis ''erijido'' en él un alma y una inteligencia ''artificiales'' que de ningun modo convienen á las personas de su clase; como o lo dirán por su propio labio los Administradores que son filósofo experimentales señora Sowerberry. Que necesidad tienen los ''pobres'' de poseer una inteligencia y un alma? No basta el que les hagamos vivir? Si vos señora no le hubieseis dado mas que puches no hubiéramos llegado á este caso.
—Dios mio! Dios mio! —esclamó la Señora Sowerberry elevando piadosamente sus ojos al techo do la cocina —Es posible que esto dimane de un exceso do liberalidad!
La liberalidad do la Señora Sowerberry para con Oliverio consistia en una prodigalidad confusa de escamochos que ningun otro que el hubiera querido comer; por lo que había mucha abnegacion y deferencia en soportar voluntariamente la ''pesada acusacion'' de Mr. Bumble de la que (sea dicho con justicia) era inocente de pensamiento, de palabra y de accion.
—Ahora bien —dijo el pertiguero cuando la Señora vuelta de su éxtasis dirijió de nuevo sus ojos á la tierra —lo que conviene por el momento en mi sentir es dejarle veinte y cuatro horas aquí hasta que el hambre empiece á hacerle cosquillas; luego le pondreis en libertad y lo sujetareis á los puches claros durante todo el tiempo de aprendizage. Señora Sowerberry tened entendido que procede de ''mala semilla.'' El cirujano y la enfermera me han dicho que su madre vino á la casa entre dificultades y penas que hubieran acabado mucho antes con una ''muger virtuosa.''
A este punto del discurso Oliverio que había comprendido lo bastante para saber que se hacia de nuevo alusion á su madre, volvió á golpear con tal fuerza que aturrullaba los oidos. En medio de esta bataola entró Mr. Sowerberry y habiéndole ''las señoras'' contado el crímen de Oliverio con toda la exajeracion que creyeron á propósito para exitar su enojo, en un abrir y cerrar de ojos abrió la carbonera é hizo salir de ella á su ''rebelde'' aprendiz cojiéndole por el cogote.
Durante la lucha los vestidos de Oliverio habían sido rasgados, su rostro estaba magullado y arañado, sus cabellos caian en desórden sobre su frente. El rojo de la cólera no había desaparecido aun de sus megillas, y al salir de su prision lejos de manifestarse acobardado dirigió una mirada amenazadora á Noé.
—Ola! bravo mozo! —dijo Sowerberry sacudiendo la cabeza de Oliverio y dándole luego un bofeton en la oreja.
—Porque ha hablado mal de mi madre. —replicó el niño.
—Y aun que así fuera pillastron! —dijo la Señora Sowerberry —No ha dicho todo lo que ella merece!
—No lo merece! —dijo Oliverio.
—Lo merece. —objetó la Señora Sowerberry.
—Es mentira!
La Señora Sowerberry derramó un torrente de lágrimas. Este torrente de lágrimas privaba á Mr. Sowerberry de toda alternativa. El lector prevenido comprenderá fácilmente que si este último hubiese titubeado un solo momento en castigar severamente á Oliverio, hubiera sido bajo el aspecto de los usos establecidos cuando se trata de disputas conjugales, un bruto, un marido desnaturalizado, una ridícula imitacion del hombre y tantos otros hermosos epitetos demasiado numerosos para insertarlos en este capítulo. Para hacerle justicia tenia á favor del niño toda la buena disposicion que le permitia su poder muy limitado: pueda tambien que le impulsara el propio interés; ó bien porque su muger no lo podia sufrir. Asi es que como tengo dicho ese torrente de lágrimas no le dejaba alternativa y de consiguiente lo zurró de lo lindo para satisfacer á su ultrajada esposa y hacer al mismo tiempo inútil el ''baston parroquial.'' Nuestro jóven héroe fué encerrado por todo el resto del dia en la carbonera en compañía de un jarro de agua y un mendrugo de pan. Por la noche la Señora Sowerberry lo abrió no sin haber hecho antes algunas observaciones poco lisongeras respecto á su madre y entre las burlas y sarcasmos de Noé y de Carlota fué á echarse en su lecho de dolor.
Solo cuando se vió aislado en el taller del Zampa-muertos, dió libre curso á la emocion que el tratamiento del dia debió dispertar en su pecho de niño. Había escuchado los sarcasmos con desprecio; había sufrido los golpes sin proferir un solo lamento, por que sintiara nacer en el esa noble fiereza capaz de ahogar el menor grito aun cuando le hubieran quemado vivo; pero ahora que nadie podia verle ni oirle se dejó caer de rodillas sobre el pavimento y ocultando su rostro con sus manos derramó tales lágrimas que Dios quiera que para el bien de nuestro espíritu ningun niño tan jóven haya tenido ocasion de derramarlas por nosotros ante él!
Oliverio permaneció largo tiempo en esta postura: la vela iba á consumirse del todo en el tubo de su candelera cuando se levantó; y habiendo mirado con precaucion á su alrededor y escuchando con suma ansiedad tiró los cerrojos de la puerta de entrada y fijó su vista á la calle.
La noche estaba sombria y fria y las estrellas parecieron á los ojos del niño mas lejanas de la tierra que no las había visto antes. No soplaba el menor aire y las sombras negras de los árboles por su inmobilidad tenian algo de sepulcral como la misma muerte. Volvió á cerrar suavemente la puerta y aprovechándose de la luz vacilante del cabo de la vela que finia para envolver en un pañuelo los pocos harapos que tenia se sentó sobre su jergon esperando el dia.
A los primeros rayos de la aurora que empezaron á filtrar al través de las rendijas de la puerta de la tienda, Oliverio se levantó y abrió de nuevo la dicha puerta. Una mirada temerosa en torno suyo; un momento de vacilacion... la cerró tras si y hele ah en medio de la calle. Miró á derecha é izquierda no sabiendo por que lado huir. Recordó haber visto los carros cuando dejaban el pais subir lentamente la colina... se dirije por este lado y habiendo llegado á un sendero que sabia iba á desembocar en la carretera un poco mas lejos le tomó y marchó á buen paso.
Al hallarse en este mismo sendero Oliverio recordó haber trotado por el al lado de Mr. Bumble cuando este le volvia de la sucursal á la casa de Caridad. Este camino conducia á aquella. Su corazon latia muy fuerte pensando en ello y le vinieron ganas de retroceder. Sin embargo había ya andado un largo trecho y perdía mucho tiempo obrando asi; además era tan de mañana que no había peligro de que se le viera. Continuó pues y llegó delante de la casa. No había apariencia de que los comensales estuvieran ya levantados en una hora tan matinal. Se paró y miró con precaucion al jardín. Un niño estaba en el ocupado en arrancar las malas yerbas de un cuadro y al levantar la cabeza pare descansar Oliverio reconoció en él á uno de sus camaradas de la infancia. Tuvo mucha satisfaccion de verle antes de partir; porque aunque mas jóven que él, este niño había sido su amigo y compañero de juego. Habían tenido hambre, habían sido golpeados y encerrados juntos tantas y tantas veces!
—Silencio Ricardo! —dijo Oliverio viendo al muchacho correr á la puerta y pasar sus bracesitos al traves de la verja para recibirle —Se han levantado ya aquí?
—No; yo solo! —respondió el niño.
—Que no digas que me has visto; lo entiendes Ricardo? —dijo Oliverio —Yo me escapo: me golpeaban y me maltrataban muchísimo! Voy á buscar fortuna lejos, muy lejos de aquí; no se donde. ¿Que pálido estás?
—He oido decir al médico, que me muero. —repuso el niño con una lánguida sonrisa —Estoy tan contento de verle querido amigo! Pero no te entretengas; vete pronto!
—No, no! quiero decirte hasta la vista. —prosiguió Oliverio —Volveré á verte Ricardo; estoy seguro de ello. Entonces estarás bueno y serás mas feliz.
—Asi lo espero! —dijo el niño —pero cuando habré muerto; no antes. Se bien que el médico tiene razon Oliverio; porque sueño muy amenudo en el cielo y en los ángeles y veo fisonomías dulces cual no las he visto nunca cuando estoy dispierto. Abrázame! —continuó encaramándose en la puerta del jardin y pasando sus bracecitos alrededor del cuello de Oliverio —Hasta la vista allá arriba amigo! Que Dios te bendiga!
Aunque dada por un niño, esta bendicion era la primera que Oliverio sentia invocar sobre su cabeza y en medio de los sufrimientos y de las vicisitudes de su vida futura, no la olvidó una sola vez.
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Los ladrones de Londres/Capítulo VIII
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'''OLIVERIO SE DIRIJE Á LONDRES, Y ENCUENTRA EN EL CAMINO UN JÓVEN SINGULAR.'''
OLIVERIO despues que hubo llegado al estremo del sendero, se encontró en la carretera. Eran las ocho de la mañana: á pesar de haber andado ya cinco millas, corrió y se ocultó como pudo tras las hayas hasta el medio dia temiendo ser cojido en el caso de que se le persiguiera. Entonces se sentó en un mojon y se puso á pensar per la primera vez en el punto donde debia ir para poder ganarse la subsistencia.
Muchas veces había oido decir á los viejos de la casa de Caridad que un muchacho de corazon no podia dejar de pasarlo bien en Londres y que había en esa gran ciudad recursos de que los habitantes de las provincias no podian formarse una idea. Este era justamente el punto propio para el niño sin asilo y que podia morirse en medio de la calle si alguno no venia á su socorro. Se puso pues en marcha con valor acostándose por la noche al aire libre, viviendo ya de limosnas, ya de los restos arrojados por los caminantes; despreciado y rechazado por todas partes.
El séptimo dia de su partida entró muy de madrugada fatigadísimo en la pequeña ciudad de Barnet. Las puertas de las casas estaban cerradas, las calles desiertas, nadie se había levantado aun para prepararse á los trabajos del dia. El sol se elevaba radiante; pero su luz solo demostraba al niño de una manera mas sensible su abandono y su miseria. Se sentó en las gradas de una iglesia con los piés llenos de sangre y polvo.
Poco á poco se abrieron las puertas, se estendieron los toldos y la gente empezó á circular por las calles. Algunas personas (en número muy pequeño) se detuvieron un momento para contemplarle ó solo se volvieron al pasar á toda prisa; pero nadie le socorrió ni se tomó siquiera la pena de indagar porque se encontraba de tal modo en aquel sitio. El pobre niño no se sentia con ánimo para mendigar y estaba sentado allí sin saber lo que seria de él.
Había ya algun tiempo que permanecía en tal posicion asombrándose del gran número de tabernas que veia, (pues que cas todas las casas de Barnet lo son) y mirando con displicencia los carruajes públicos que pasaban rápidamente ante él, cuando le sacó de su reflexion la vista de un jóven que hacia pocos instantes acababa de pasar sin mostrar haber reparado en él y que retrocediendo luego y colocándose al otro lado de la calle le miraba con la mayor atencion. De pronto no hizo caso de ello; pero viendo que el tal muchacho permanecia tanto tiempo en la misma actitud, levantó la cabeza y le miró del mismo modo. Entonces este atravesó la calle y dirijiéndose directamente á él dijo:
—Y bien monigote! Que haces ahí hecho un estafermo?
El individuo que hizo tal pregunta á nuestro jóven viagero, era poco mas ó menos de su edad, pero tenia el aspecto de una originalidad nunca vista por Oliverio.
—Y bien! De que se trata? —prosiguió.
—Me muero de hambre y estoy sumamente fatigado! —respondió Oliverio con las lágrimas en los ojos —He hecho un largo camino; he andado durante siete dias.
—Durante siete dias! —dijo el jóven —Ah! ya caigo. De órden del ''pico...'' he! —luego añadió notando la sorpresa de Oliverio. —¿sabes acaso lo que es un ''pico'' mi jóven camarada?
Oliverio respondió ingenuamente que siempre había oido decir que un ''pico'' era la boca de un pajaro.
—Vaya un ''zopo''! —esclamó el jóven —El ''pico'' es el magistrado. ''Marchar de órden del pico'', no es andar en derechura, sino ''trepando siempre sin jamás volver á descender.'' ¿No has estado nunca sobre el ''molino.''
—Qué molino? —preguntó Oliverio.
—Que molino! que molino! Por vida de... el molino que rueda cien veces mas rápido cuando ''son bajas las aguas'', es decir cuando la bolsa está en seco, que cuando están ''altas'' porque en este último caso siempre hay menos ''obreros''... Esto se comprende perfectamente sin romperse los cascos. Ven conmigo; no tienes nada que meter bajo el diente y es necesario que ''rumies.'' No hay gran cosa en la faltriquera solo un ''rond'' y un ''Jaime'' pero no le hace ello vendrá. —Vamos en movimiento las ''canillas!''
El jóven, ayudó á Oliverio á levantarse y lo condujo hácia una revenderia donde compró un poco de jamon y un pan de dos libras; hizo en este un agujero é introdujo por él el jamon para preservarlo del polvo; luego metiéndolo bajo el zobaco se dirijió hácia una taberna de sucia apariencia y entró en una sala trasera. Allí; puesta sobre la mesa una botella de cerveza de órden del ''misterioso jóven'', Oliverio á una señal de este emprendió un espléndido almuerzo durante el cual el ''estraño muchacho'' le observaba por intervalos con la mayor atencion.
—Vas á Londres? —dijo el jóven cuando Oliverio hubo concluido.
—Si.
—Tienes posada?
—No.
—Y dinero?
—Tampoco.
—El jóven se puso á silvar metiéndose las manos en las faltriqueras todo lo que le permitieron las mangas de su casacon.
—Vivís vos en Londres? —preguntó Oliverio.
—Si; cuando estoy en mi casa! —respondió el otro —Supongo que no sabrás donde acostarte esta noche he?
—Es cierto. —repuso Oliverio. —No he dormido bajo tejado desde que abandoné mi pais.
—No te inundes de mocos por ello! Haces mal en atormentarte de este modo las pestañas. —replicó el jóven mozalvete. —Yo tambien tengo que estar en Londres esa noche y allí conozco un anciano ''respetable'' que te dará alojamiento de valde, entendámonos siendo presentado por alguno de sus amigos... Por que de lo contrario! ya escampa! No es lerdo el tal vejete!
Esto diciendo el jovenzuelo sonrió para dar á entender que la última parte de su soliloquio era puramente irónico y vació incontinenti su vaso.
Este ofrecimiento inesperado de un alojamiento era demasiado seductor para ser rehusado, sobre todo cuando fué seguido inmediatamente por la seguridad de que una vez conocido del ''anciano caballero'', este no dejaria pasar mucho tiempo sin proporcionar á Oliverio alguna colocacion bastante ventajosa. Esto llevó á una conversacion mas confidencial en la que Oliverio descubrió que su amigo que se llamaba Jaime Dawkins era el amigo íntimo y el protegido del viejo señor en cuestion.
El exterior de Mr. Jaime no hablaba mucho que digamos en favor de las ventajas que su ''patronato'' obtenia pava aquellos que tomaba bajo su proteccion; pero como tenia un modo de espresarse ''pronto y obscuro'' á la vez y como confesó además que entre sus ''camaradas'' era mas bien conocido bajo el apodo de ''fino camastrón,'' Oliverio concluyó de ahí que su compañero siendo tal vez ''insustancial y ligero'' la moral del ''viejo señor'' no babia fructificado en él. Con tai pensamiento resolvió por su parte aprovecharse de ella lo mas pronto posible y si encontraba al Camastrón incorregible como tenia motivos para creerlo, renunciaria al honor de ser su camarada.
Como Jaime Dawkins había declarado no querer entrar en Londres hasta la noche, eran cerca las once cuando llegaron á la barrera de ''Islington.'' Pasaron por diferentes calles hasta llegar á ''Great-Saffron-Hille'' que el camastrón atravesó mas que de prisa previniendo á Oliverio le siguiera de cerca.
Este estaba pensando seriamente si se escaparia, cuando llegaron al estremo de la calle. Su compañero cojiéndole entonces por el brazo empujó la puerta de una casa cerca de ''Field-Lane,'' y metiéndole en el pasadizo cerró la puerta tras de ellos.
—Quien va! —gritó una voz que venia de abajo, respondiendo á un silvido del Camastron.
—Plumy y Slám! —tal fué su respuesta.
Este era probablemente el santo y seña ó el aviso de que nada había que temer, porque la débil luz de una vela se reflejó en la pared al extremo opuesto del pasadizo y se mostró una cabeza á flor de tierra en el punto donde estaba antes el antiguo tramo de la escalera de la cocina.
—Sois dos? —dijo un hombre cuya era la cabeza avanzando algo mas la vela y estendiendo su mano sobre los ojos para ver mejor —¿Quien es el otro?
—Un ''neófito —''respondió Jaime empujando á Oliverio hacia adelante.
—De donde viene?
—Del pais de la ''Ganuza.'' ¿Fajin está arriba?
—Si; acomoda los ''desperdicios.'' Ea; subid.
La luz se hundió y con ella la cabeza.
Oliverio buscando su camino á tientas con una mano y con la otra cojiendo los faldones del casacon de su compañero llegó no sin trabajo á lo alto de la escalera sombria y medio rota que el Camastrón trepó con una seguridad y ligereza que probaban serle muy conocido el camino. Este abrió la puerta de un aposento situado en la parte trasera de la casa, é hizo entrar á su nuevo compañero.
En él estaban reunidos alrededor de una mesa, un viejo judío cadavérico y asqueroso, dos muchachos muy semejantes en aspecto al ''Camastron'' y dos jovencitas vivarachas. Cada uno tenia ante sí un plato con una tajada de tocino frito que cortaba en pedazos y los comia con mucha voracidad.
—Fagin! —dijo el Camastrón dirijiéndose al viejo —Os presento mi amigo Oliverio Twist.
Aquel sonrió, y haciendo un profundo saludo á Oliverio, le cojió la mano diciéndole tendria el honor de relacionarse con él.
—Estamos muy contentos de verte. —añadió —Camastrón! Saca esas salsichas de la sarten y acerca ese taburete á la lumbre para que Oliverio se sienta, coma y se caliente. Ah! miras los pañuelos de faltriquera de sobre aquel cofre amiguito? Algunos no son malejos he? Justamente acabamos de contarlos para mandarlos á lavar... esto es todo; todito... Ah! ah! ah!
La risita del judío exitó la hilaridad de sus jóvenes comensales y en medio de carcajadas estrepitosas continuaron la cena.
Oliverio tomó su parte de ella. Luego el judío le llevó un vaso de ginebra y agua caliente recomendándole lo bebiera de una sola vez para pasar el cubilete á otro; pero á penas lo hubo tragado se sintió atraer suavemente sobre unos sacos amontonados en un rincon y se durmió profundamente.
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Los ladrones de Londres/Capítulo IX
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2022-08-03T09:13:20Z
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'''ALGUNOS DETALLES CONCERNIENTES AL VIEJO CHISTOSO Y SUS ALUMNOS SOBRESALIENTES.'''
ERA ya tarde cuando Oliverio se dispertó á la mañana siguiente. En el aposento no había mas que el viejo ocupado en hacer hervir café y silvando por lo bajo mientras lo removia con una cuchara de hierro. De vez en cuando se paraba para escuchar al menor ruido que oia y cuando había satisfecho su curiosidad volvia á remover el café y á silvar de lo lindo.
Despues que el café estuvo hecho, puso la cafetera en el suelo y no sabiendo como matar el tiempo, se volvió maquinalmente hacia Oliverio y le llamó por su nombre. Era probable que el niño dormia, porque no respondió. Luego que se hubo asegurado de ello se dirijió de puntillas á la puerta y la cerró con los cerrojos. En seguida á lo que le pareció á Oliverio (que realmente no dormia) levantó un ladrillo del pavimento; sacó de un hoyuelo practicado debajo de el una cajita, y la colocó sobre la mesa. Sus ojos brillaron al levantar la tapadera y al sumerjir dentro de ella su mirada. Por último acercando una silla vieja, se sentó y sacó de la caja un reloj de oro magnífico y resplandeciente de diamantes.
—Ah! ah! —dijo encojiéndose de hombros y haciendo una mueca horrible —Eran ellos unos famosos conejos! unos verdaderos hurones! Firmes hasta el fin! Incapaces de decir al ''negro bonete'' donde esto se encontraria! Jamás, jamás han vendido al viejo Fagin! Además ¿les hubiera servido esto acaso para librarse del balanceo? Pamema! Tampoco se hubiera aflojado el nudo escurridizo. No, no! Ah! Eran buenos vivientes! Famosos conejos!
Haciendo estas reflecciones y otras de la misma naturaleza, el judío volvió el reló á su sitio primitivo. Otros cinco ó seis por lo menos fueron sacados sucesivamente de la misma caja y pasados en revista con la misma satisfaccion, como tambien sortijas, alfileres, braceletes y otros artículos de joyeria de una materia tan magnífica y de un trabajo tan precioso que su vista tenia á Oliverio en babia.
Despues de haber colocado el judío estas joyas en su sitio anterior tomó otra tan pequeña que la tenia en el hueco de su mano. Esta parecia tener cincelada una inscripcion muy diminuta, porque la puso sobre la mesa y garantizándola de la falsa luz poniendo la mano ante ella, la examinó largo tiempo con la mas viva atencion. En fin renunciando á la esperanza de descifrar aquella leyenda remitió la joya en la cajita inclinándose en el respaldo de su silla.
—Magnífica cosa la ''pena capital!'' —murmuró entre dientes— Los muertos no regresan para ''bachillerear.'' Oh! Es una gran garantia para el comercio! lineó de ellos enfilados en la misma cuerda y ninguno tan ruin para desembuchar el secreto!
Al decir esto el judío que hasta entonces había tenido sus ojos negros y penetrantes sobre la joya en un estado de fijeza estática los dirijió á Oliverio y viendo que el niño le miraba con muda curiosidad, comprendió que había sido observado. Entonces cerrando bruscamente la cajita, se apoderó de un cuchillo que estaba sobre la mesa y se levantó furioso. Sin embargo no estaba seguro, pues Oliverio á pesar de su espanto pudo notar que el cuchillo temblaba en la mano del viejo.
—Por vida de! —esclamó el judío —¿Me espiabas? Estabas dispierto? Que has visto? Oh! habla... niño! responde pronto! va en ello tu vida!
—No he podido dormir mas tiempo señor! —respondió Oliverio —siento haberos interrumpido.
—Tu no estabas dispierto hace media hora he? —preguntó el viejo con acento estraviado.
—No señor es la pura verdad! —repuso Oliverio.
—Estás de ello seguro? —gritó el judío dando á su mirada una espresion mas feroz y tomando una actitud amenazadora.
—Si, si señor! lo juro! —replicó el niño con ansia —Os aseguro que no estaba dispierto! de toda verdad! de toda verdad!
—Cállate; cállate! —dijo el judío recobrado de repente sus maneras ordinarias y aparentando jugar con el cuchillo antes de volverlo sobre la mesa para dar á entender que no lo había cojido mas que por broma —Ya lo sabia buen amigo y esto no era mas que para darte miedo, para reirme. Sabes hijuelo mio que eres un valenton! Ah! ah! eres un valenton Oliverio! —Mientras decia esto frotaba sus manos con falsa sonrisa y no dejando de mirar la cajita con alguna inquietud. Luego poniendo su mano sobre la tapadera añadió despues de un momento de silencio. —Has visto tu algunas de esas cosas hermosas amigo mio?
—Si señor. —respondió Oliverio.
—Ah! —hizo el judío cambiando de color —Estos son... es mi pequeño haber Oliverio; es mi propiedad, todo lo que tengo para descansar en mis viejos días! El mundo dice que soy avaro; si amigo mio, solamente avaro; nada mas que esto.
Oliverio pensó que efectivamente el ''viejo señor'' debia ser avaro pues que vivia en un sitio tan miserable con tantos relojes; imaginándose luego que tal vez su ternura por el ''fino camastron'' y los demás muchachos le costaba mucho dinero no dejó de tenerlo en mayor estima y le preguntó respetuosamente si podia levantarse.
—Ciertamente amigó mio! ciertamente! —respondió él viejo judío —Espera; detras de la puerta hay un cantaro de agua: traelo aquí: voy á darte una cofaina para lavarte.
Oliverio se levantó, atravesó el aposento y se bajó para tomar el cantaro; cuando se volvió la cajita había desaparecido.
Apenas había concluido de lavarse y poner cada cosa en su sitio despues de haber arrojado el agua de la cofaina por la ventana á tenor de las órdenes del judío, cuando el ''fino camastron'' Volvió á entrar acompañado de uno de sus amigos, jóven alegrillo que Oliverio había visto la víspera anterior. Este le fué presentado con todas las fórmulas debidas, como que era el Señor Cárlos Bates. Cada uno se sentó á la mesa y comió con el café bollos todavia calientes y jamon que el Camastron había traido en la copa de su sombrero.
—Y bien amigos! —dijo el judío lanzando sobre Oliverio una mirada maligna el propio tiempo que se dirijia al Camastron —Espero que habreis estado en el ''taller'' esta mañana.
—Un poco abuelo! —respondió el Camastron.
—Y con unas ganas deliciosas! —repuso Cárlos.
—Vaya, vaya! sois buenos chicos; muy buenos chicos! —dijo el judío —Que es lo que tu has traido Jaime?
—Dos ''agenda —''respondió este.
—Guarnecidos he! —preguntó él viejo con interes.
—Asi asi... —replicó el Camastron sacando de su faltriquera dos ''agenda'' la una colorada y la otra verde.
—No tan macisos como deberian! —esclamó el viejo despues de haber examinado el interior con una atencion escrupulosa —Pero con todo no deja de ser un trabajo exquisito: de ''mano maestra.''
No es así Oliverio?
—Oh! de un trabajador muy hábil os cierto señor! —respondió Oliverio.
—Aquí el Señor Cárlos esplotó en una estrepitosa carcajada con grande asombro de Oliverio que no veia en ello ningun motivo de risa.
—Y tu viejecito! —dijo Fagin á Cárlos —Que es lo que tu nos traes?
—''Pingajos''. —respondió maese Bates sacando cuatro pañuelos de faltriquera.
—Bravo! —repuso el judío despues de haberles pasado revista —No son malejos á fé mia! Si; pero no los has señalado bien; será preciso quitarles estas marcas con una aguja, y ya enseñaremos á Oliverio como es preciso gobernarse para ello.
—Te gustará aprenderlo Oliverio! he?
—Si señor! —respondió Oliverio.
—Gustarias de hacer el ''moscardon'' con tanta maestría como Cárlos Bates ¿no es así amigito? —preguntó el judío.
—Oh! si señor: me gustaria mucho. Si quisierais enseñarmelo?
—Maese Bates vió en esta peticion algo de chistoso, pues esplotó en una nueva carcajada que habiéndole hecho tragar el café malamente, poco faltó para que no le ahogase.
—A la verdad es bien ''nuevo''! —dijo luego que se hubo repuesto, como para excusar su conducta impolítica.
El Camastron pasando su mano por la cabeza de Oliverio y aplanándole los cabellos sobre su frente dijo que pronto sabria bastante. En esto el judío viendo que el rostro del niño se ponia colorado, cambió de conversacion preguntando si había habido mucha gente en la sentencia de muerte que había tenido lugar en aquella misma mañana. Esto sorprendió tanto mas á Oliverio comprendiendo por las respuestas de los dos muchachos que habían asistido á ella y no podiendo darse razon como habían tenido tiempo bastante para haber sido tan laboriosos.
Despues de levantada la mesa, el viejo chistoso y los dos muchachos empezaron un juego tan curioso como poco comun. El primero metió una petaca en uno de los bolsillos de su pantalon y una cartera en el otro; en la faltriquera de su chaleco un reloj unido á una gruesa cadena de seguridad que pasó al rededor de su cuello y clavando en la pechera de su camisa una aguja de quincalla se abotonó hasta debajo la barba; luego colocando el estuche de sus anteojos y su pañuelo en los bolsillos de su leviton, se paseó arriba y abajo del aposento empuñando un baston, del mismo modo que vemos á nuestros viejos señores en las calles á cada momento del dia. Unas veces se paraba ante la chimenea; otras á la puerta finjiendo examinar las mercaderias en los aparadores de las tiendas. En ciertos momentos, miraba á su alrededor y tentaba alternativamente sus faltriqueras para asegurarse de que no le habían hurtado nada y esto lo hacia tan naturalmente que Oliverio se desternillaba de risa. Durante este tiempo los dos ''mozalvetes'' le seguian de cerca evitando tan diestramente sus miradas cada vez que se volvia, que era imposible al ojo seguir sus movimientos. Al fin, el Camastron le picó los talones y Cárlos, tropezó con él (se entiende sin hacerlo expresamente) y en el propio instante le birlaron en un decir Jesus y con la mas asombrosa destreza, petaca, cartera, reló, cadena de seguridad, ajuja, pañuelo de faltriquera y hasta el estuche de los anteojos. Si el viejo señor sentia una mano en una de sus faltriqueras, decia en cual y volvia á empezar el juego.
Rato había que se estaba repitiendo esta diversion, cuando dos ''jóvenes señoritas'' entraron á hacer visita á los dos ''señoritos.'' La una se llamaba Betsy y la otra Nancy. Sus cabelleras naturalmente espesas, se ostentaban algo descuidadas del peine; sus zapatos no llevaban cordones y sus medias iban tiradas con mucha negligencia. Tal vez no eran lo que puede llamarse precisamente bonitas; pero tenian subidos colores, abultadas mejillas y parecian bastante alegrillas. Como manifestaban ademanes excesivamente libres y desenvueltos, Oliverio pensó que debian ser muy amables (y lo eran sin ninguna clase de duda.)
Las tales ''señoritas'' se quedaron un buen rato y habiéndose traido algunas botellas de licores en atencion á haberse quejado una de ellas de que tenia el estómago ''seco'', la conversacion se hizo viva y animada. Al fin Cárlos dijo era de opinion que había ya llegado el buen tiempo de ''trillar la cemilla,'' expresion que Oliverio entendió por salir; porque inmediatamente el Camastron, Cárlos y las dos ''señoritas'' se marcharon juntos provistos de algun dinero que les dió el bueno del judío para refocilarse durante el camino.
—Y bien amigito! No te parece agradable esta vida? —dijo Fagin —Ya se han marchado por todo el dia!
—Y han concluido su trabajo Señor? —preguntó Oliverio.
—Si; á menos que no encuentren ocupacion en el camino; entonces, no se estarán con las manos plegadas, está seguro. Toma ejemplo de ellos hijo mio: toma ejemplo de ellos! —continuó golpeando el suelo del hogar con el badil como para dar mas fuerza á sus palabras —Haz todo lo que te digan y consúltales en todo, especialmente al Camastron. Este llegará muy alto y tú lo mismo si lo tomas por modelo. ¿Acaso sale el pañuelo de mi faltriquera amiguito? —dijo interumpiéndose secamente.
—Si señor. —respondió Oliverio.
—Prueba pues un poquito si podrias sacarlo sin que yo lo advirtiese, del mismo modo que has visto hacerlo, cuando nos divertíamos hace poco.
Oliverio levantó la faltriquera con una mano como había visto hacerlo al Camastron y con la otra tiró ligeramente el pañuelo.
—Esta hecho? —preguntó el judío.
—Ahí lo teneis señor! —contestó Oliverio enseñándoselo.
—Eres un muchacho muy diestro amiguito! —dijo el viejo adulador pasando su mano cadavérica sobre la cabeza de Oliverio en señal de aprobacion —No he visto un chico mas hábil. Toma é aquí un ''schelling'' para ti. Si continuas de este modo serás el mas grande hombre de tu siglo. Ahora ven aquí para que te enseñe á quitar las señales de los pañuelos.
Oliverio se preguntó á sí mismo que tenia de comun la accion de escamotear divirtiéndose el pañuelo del viejo con la espectativa de llegar á ser un grande hombre; pero refleccionando que por ser el judío de muchísima mas edad que el debia ser mas sabedor de ello, se arrimó á la mesa y pronto fué entregado profundamente á su nuevo estudio.
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Los ladrones de Londres/Capítulo X
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'''OLIVERIO SE ENTERA MEJOR DEL CARÁCTER DE SUS NUEVOS COMPAÑEROS, Y ADQUIERE EXPERIENCIA Á COSTAS SUYAS. —IMPORTANCIA DE LOS DETALLES CONTENIDOS EN ESTE CAPITULO.'''
DURANTE muchos dias Oliverio permaneció en la estancia del judío quitando las señales á los pañuelos de faltriquera que llegaban en tumulto al domicilio y algunas veces tomando tambien parte en el susodicho juego, en el que este y los dos mozalbetes se ejercitaban regularmente todas las mañanas. Al fin; comenzó á tener ansia de respirar el aire libre y buscó muchas ocasiones para pedir al viejo le dejará salir para ''trabajar'' junto con sus camaradas.
Deseaba con tanto mas ardor el ser puesto en actividad por haber visto un canto de la moral austera del ''viejo señor.'' Cada vez que el Camastron ó Cárlos Bates volvian por la noche con las manos vacias, les suministraba una larga Filipica, estendiéndose largamente sobre los males que engendran la pereza y la ociosidad, y para gravar mas fuertemente esta verdad en su memoria, los enviaba á la cama sin cenar. Una vez entre otras los arrojó escaleras abajo; pero este esceso de celo en el ''virtuoso'' viejo, no siempre era llevado hasta este punto.
En fin una hermosa mañana obtuvo el permiso tan ardientemente anhelado. Había ya dos ó tres dias que faltaban pañuelos para quitar las señales y las comidas eran flacas. Tal vez estos fueron los motivos que dicidieron á Fagin á que diera su permiso. Que fueran ó no; dijo á Oliverio que podia salir y le colocó bajo la salvaguardia de Cárlos Bates y de su amigo el Camastron.
Los tres compañeros se marcharon: el Camastron con las mangas arremangadas y el sombrero en el cogote segun costumbre; maese Cárlos con las manos en las faltriqueras y meneándose á lo lechugino y Oliverio entre ambos cavilando á donde podian ir y en que ramo de industria iban á lanzarse por de pronto.
Andaban con tanta calma y parecian tan inciertos en cuanto al camino que debian tomar; que Oliverio pensó que sus camaradas engañaban al ''viejo señor'' no yendo al taller. El Camastron tenia un instinto maligno, y era quitar todas las gorras de los párvulos y hechárselas en seguida en las entradas. Cárlos por su parte demostraba principios mas relajados en cuanto al respeto que se debe á la propiedad ageua, escamoteando de los cestos de las fruteras cebollas y manzanas que metia en sus faltriqueras tan grandes que parecian invadir su traje en todos sentidos. Esto pareció tan inconveniento á Oliverio que estuvo á punto de declararles su intencion de dejarles para volverse á casa como pudiera, cuando sus pensamientos fueron dirijidos de improviso hácia otro objeto por un cambio misterioso en la conducta del Camastron.
Acababan de salir de un estrecho callejon cerca de Clerkenwell, que se llama aun hoy dia por una estraña corrupcion de palabras Boulingrin, cuando el Camastron se paró de repente y poniendo su dedo sobre sus. labios hizo retroceder á sus compañeros con la mayor cautela.
—Que significa!
—Chut! —dijo el Camastron. —Ves esa ''panza vieja'' delante de la parada del librero?
—El señor anciano del otro lado de la calle? contestó el niño. —Si; le veo.
—Pues atencion que va sacar la tripa!
—Y gorda que será! —dijo Cárlos.
Oliverio los miró alternativamente ya al uno ya al otro con suma sorpresa; pero no tuvo tiempo de hacer pregunta alguna, porque sus dos compañeros atravesaron la calle y se deslizaron furtivamente tras el caballero sobre quien estaba fija su atencion. El á su vez dió algunos pasos en la misma direccion y no sabiendo si debia adelantar ó retroceder, los miró con un silencio de estupefaccion.
Este caballero que llevaba la cabellera empolvada y anteojos de oro, parecia ser respetable; vestia una casaca color verdebotella con cuello de terciopelo negro y un pantalon blanco sosteniendo por debajo el sobaco un elegante bambú. Acababa de tomar un libro de la parada y estaba allí como en su casa leyendo tan tranquilamente lo mismo que si estuviera sentado en su sillon y es probable que se creia realmente en el porque era claro que absorvido como estaba en su lectura no veia ni la parada del librero, ni la calle, ni los dos muchachos, ni otra cosa en fin que el libro que recorria letra por letra volviendo la hoja cuando llegaba á lo último de la página, empezando la primera línea de la siguiente y así consecutivamente, con el mas vivo interes y el mayor afan.
Cuales fueron la sorpresa y el horror de Oliverio, cuando abriendo tantos ojos como le permitieron sus párpados vió al Camastron sumergir su mano en la faltriquera del caballero y retirar de ella un pañuelo que pasó á Cárlos y luego volver la esquina de la calle y correr á toda pierna.
En un momento se descifró en su alma todo el misterio de los pañuelos, de los relojes, de las joyas y hasta el del mismo judío. Permaneció allí un instante absorto; su sangre herbia en sus venas con fuerza tal, que se creia dentro un brasero ardiente; luego confuso y aterrorizado á la vez echó á correr, y sin saber lo que hacia ni donde iba, huyó desatentado.
Todo esto fué obra de un segundo. En el mismo instante que Oliverio emprendia la fuga dió la casualidad que el caballero buscó en su faltriquera el pañuelo y no encontrándolo se volvió bruscamente, y como vió al niño escaparse con tanta rapidez concluyó de ello que era él quien había cometido el hurto y se puso á perseguirlo con el libro en la mano gritando con todas sus fuerzas: Al ladron! Al ladron!
—No era él solo quien gritaba favor! contra Oliverio: el Camastron y Cárlos Bates temiendo llamar la atencion sobre ellos corriendo, se habían ocultado de pronto trás la primera puerta cochera que encontraron al paso; pero no bien hubieron oido el grito y visto correr al muchacho cuando adivinando lo que era ello se mezclaron con los perseguidores (como buenos ciudadanos que eran.) gritando como los demás. Al ladron! Al ladron!
Oliverio aunque educado por ''filósofos'' ignoraba en teoría su mácsima sublime de que: ''el cuidado de sí mismo es la primera ley de la naturaleza.'' Si la hubiera conocido aquel percance tal vez le hubiera hallado prevenido; pero como no lo estaba, no hizo mas que aumentar su espanto; asi es que corria como el viento llevando al anciano caballero y á los dos muchachos trás sus talones.
—Al ladron! Al ladron!
Hay algo de sublime en este grito. El mercader deja su mostrador y el carretero su carro, el carnicero abandona su trabajo, el panadero su canasto, la lechera sus jarros, el fajin su bulto, el estudiante su carambola, el empedrador su martillo, el muchacho su pelota; todos corren revueltos gritando, ahullando, arrollándose, derribando los transeuntes al revolver las esquinas, excitando á los perros, alborotando las gallinas y haciendo retemblar las calles, los callejones, las plazas y las plazuelas con este grito:
—Al ladron! Al ladron!
Este grito es repetido por cien voces y la multitud crece á cada esquina. Ella lo dilata chapoteando en el lodo y haciendo resonar el estrépito de sus pasos sobre las aceras. Las ventanas se abren, los vecinos salen de las casas, la gente se empuja, todo un auditorio abandona polichinela en el momento mas interesante de la comedia y juntándose al tropel aumenta el ruido prestando nuevo vigor á los gritos repetidos de:
—Al ladron! Al ladron!
Existe en el hombre un instinto fuertemente arraigado de correr trás cualquiera cosa. Un niño infeliz, sofocado y llenó de fatiga, con el terror en los ojos y la agonía en el corazon, llevando el rostro inundado de sudor, redobla sus esfuerzos para conservar el avance sobre sus perseguidores, mientras estos á medida que se aprocsiman de su alcance saludan sus fuerzas desfallecidas con ''hurras'' y vociferaciones de alegria: Al ladron! Al ladron! Detenedle! por amor de Dios detenedle! aunque no sea mas que por piedad detenedle!
Al fin ya está detenido! Golpe famoso! Helo allí tendido sobre la acera; rodeado por la apiñada multitud y cada recien llegado codeando y empujando para poder verle! —Haceos atrás! Dejadle un poco de aire! Que bestialidad! No lo merece. Donde está el caballero? Allá viene. Abrid paso al caballero! Caballero es este el pilludo? Si.
Oliverio cubierto de lodo y polvo, con la boca ensangrentada miraba con aire estraviado todas aquellas figuras que le rodeaban, cuando el anciano caballero fué introducido por no decir llevado dentro el círculo por la vanguardia de los perseguidores.
—Si! —dijo con acento bondadoso —Temo que sea él!
—Teme! —murmuró la muchedumbre —Esta si que es buena!
—Pobre diablillo! —dijo el caballero —Se ha hecho daño!
—Yo soy quien le ha arreglado como esta —dijo un solemne ''paja larga'' adelantándose —Me he corlado lindamente la mano contra sus dientes. Yo soy señor quien le ha cojido.
Esto diciendo, el individuo llevó la mano á su sombrero sonriendo bestialmente, y esperando sin duda recibir algo por el trabajo que se había tomado; pero el caballero examinándole con aire de desprecio, echó una mirada inquieta á su alrededor sin duda para buscar un medio de evadirse; lo que tal vez hubiera hecho, dando con ello lugar á otra persecucion si en este momento un agente de policía (la última persona que llega siempre en semejantes casos) no hubiese atravesado la multitud y cojido á Oliverio por el cuello.
—Yo no he sido señor! Estad seguro! Es la verdad! Fueron otros dos muchachos! —dijo Oliverio plegando las manos en ademan suplicante y mirando á su alrededor —Deben estar aquí ó no lejos.
—Oh! que no... que no están aquí! —repuso el agente de policía con acento burlon.
Oliverio decia verdad sin saberlo. El Camastron y Cárlos se habían escabullido en la primera escalera que habían encontrado al paso.
—Ea! levántate!
—No le hagais daño! —dijo el anciano caballero con compasion.
—Oh! no pretendo hacerle daño alguno. —replicó el otro rasgando el chaleco del niño, al obligarle á levantarse, en prueba de lo dicho. —Vamos... ven... Te conozco... estos colores no me la pegan. Quieres tenerte sobre tus piés pillastrón?
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Los ladrones de Londres/Capítulo XI
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2022-08-03T09:17:29Z
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'''DE LA MANERA QUE ADMINISTRA LA JUSTICIA EL MAGISTRADO MR. FANG.'''
EL hurto había sido perpetrado dentro la jurisdiccion y de hecho en las inmediaciones de un tribunal de policía metropolitana muy celebrado. Los curiosos tuvieron la única satisfaccion de acompañar á Oliverio un corto trecho; es decir hasta un sitio llamado ''Multon-Hill'' donde le hicieron pasar bajo una bóveda sombría y baja que conducia á un patío súcio al detrás del que estaba ese dispensador de la pronta justicia. Alli encontraron un ''regordete'' con enormes favoritos en las megillas y un grueso manojo de llaves en la mano.
—Que hay de nuevo? —preguntó con suma displicencia.
—Un jóven ''pégre'' [1] —contestó el agente de policía.
—Sois vos el robado? —preguntó el carcelero al anciano caballero que estaba trás Oliverio.
—Si; —dijo este —yo soy; pero no estoy seguro que sea este niño quien ha cojido el pañuelo y por eso quisiera mas que la cosa no pasára adelante.
—Ya es tarde! Es preciso que se presente ante el magistrado. —repuso el carcelero —Pronto vá á ser puesto en libertad. —y dirijiéndose á Oliverio. —Ola in ''pasto de horca''! Al avio!
Esto era para el niño una invitacion de entrar en una celdilla cuya puerta había abierto el hombrecillo y donde le encerró despues de haberle registrado y no encontrándole nada sobre él.
El anciano caballero al oir rechinar la llave en la cerradura se puso tan triste como Oliverio y dirijió suspirando sus ojos sobre el libro causa inocente de todo aquel fracaso.
—Hay algo en la fisonomía de ese niño —se dijo á sí mismo dando algunos pasos y golpeándose frente con el libro, completamente absorvido en sus reflecciones —algo que me choca y me interesa. Será tal vez inocente? Paréceme... Por vida de! —esclamó parándose en seco y mirando fijamente á las nubes— ¿Dónde he visto yo una fisonomía semejante á la suya?
Despues de haber reflecsionado algunos momentos, se adelantó en ademan pensativo hácia una pequeña sala que daba al patio y allí retirado y á solas pasó revista en su memoria á un gran número de rostros que hacia muchos años había perdido de vista, y sobre los cuales se había estendido un velo sombrío.
El carcelero le dispertó de sus sueños dándole un golpecillo sobre la espalda y haciéndole señal de que le siguiera: cerró inmediatamente su libro y pronto se vió á la presencia imponente del célebre Mr. Fang. La sala de audiencia que daba á la calle tenia el techo artesonado. Mr. Fang estaba sentado mas allá de una pequeña balustrada y en une de los estremos. A un lado de la puerta y en un banquillo colocado al efecto, estaba sentado el pobre Oliverio espantado de la gravedad de esta escena.
El anciano caballero se inclinó profundamente, se adelantó hacia el bufete del magistrado y dijo añadiendo la accion á la palabra:
—Esta es mi direccion caballero —y dando tres pasos atrás se inclinó de nuevo y esperó que se le preguntase.
Cabalmente Mr. Fang leia en este momento con profunda atencion en el ''Morning Chronicle'' un artículo concerniente á una sentencia que había dado, el cual artículo le recomendaba por la milésima vez á la atencion particular del ministro del interior. Estaba á mas de mal humor y levantando la cabeza con ademan uraño:
—Quien sois? —preguntó.
El anciano caballero algo sorprendido señaló con el dedo su tarjeta.
—Oficial de policía! —dijo Mr. Fang sacudiendo con desprecio la tarjeta y el periódico. —Quien es ese individuo?
—Mi nombre —dijo el anciano caballero espresándose con cortesia —mi nombre es Brownlow. Que me sea permitido á mi vez preguntar el nombre del magistrado que bajo el escudo de la ley insulta gratúitamente á un hombre respetable sin haber sido provocado. —Esto diciendo Mr. Brownlow dirijió una mirada á su alrededor como buscando quien quisiera responder á su pregunta.
—Oficial de policía! —dijo Mr. Fang tirando el periódico de revés —De que se acusa á ese individuo?
—No es él el acusado señor juez. —respondió el agente de policía —Comparece contra este muchacho.
El magistrado, lo sabia bien; pero era un medio como cualquier otro para vejar impunemente á las gentes.
—Ah! Comparece contra ese muchacho... no es oso? —replicó Mr. Fang examinando á Mr. Brownlow de la cabeza á los piés con aire de duda. —Recibid su juramento.
—Antes de prestar juramento —dijo Mr. Brownlow —me permitiré decir una sola palabra y es que sin una prueba tan convincente jamás hubiera podido crer....
—Silencio caballero! —dijo Mr. Fang con tono brusco.
—No me callaré señor magistrado! —replicó Mr. Brownlow.
—Silencio digo ó mando poneros á la puerta! Sois un impertinente, un bribon, al atreveros á desafiar un magistrado en el ejercicio de sus funciones!
—Que decís? —esclamó el anciano caballero palideciendo de cólera.
—Haced prestar juramento á ese hombre! —dijo Mr. Fang al escribano —Nada mas oiré! Hacedle prestar juramento!
La indignacion de Mr. Brownlow estaba á su colmo; pero reflexionando que dándola salida podria hacer daño al muchacho, se contuvo y prestó inmediatamente el juramento.
—Ahora —dijo Mr. Fang —decid: de que se acusa á esto muchacho? Qué teneis que deponer contra él?
—Estaba ante la parada de un librero —empezó Mr. Brownlow.
—Silencio caballero! —interrumpió Mr. Fang —Agente de policía! Donde está el agente de policía? Acercaos. Escribano hacedle prestar juramento. Ahora hablad. ¿Que teneis que decir?
El agente de policía relató con tono humilde: que el había preso al muchacho y que habiéndole registrado, nada había encontrado encima de él; añadiendo que esto era todo lo que tenia que decir.
—Hay testigos? —preguntó Mr. Fang.
—No; señor magistrado. —respondió el agente de policía.
Mr. Fang guardó silencio por algunos instantes; luego volviéndose á la parte acusadora dijo con tono irritado —Quereis esplicar los motivos de vuestra querella contra ese muchacho; si ó nó? Si rehusais administrar pruebas voy á castigaros por falta de respecto á un ''magistrado''! Oh! Lo haré por.....
Por quien ó porque nadie lo sabe; pues que en este mismo momento el escribano y el carcelero tosieron con fuerza muy á propósito sin duda; y el primero dejando caer por ''descuido'' un voluminoso libro, privó que el resto pudiera oirse.
Entre las numerosas interrupciones y los insultos reiterados de Mr. Fang, Mr. Brownlow procuró relatar el hecho,
observando que en el primer momento de sorpresa corriera trás el niño porque lo había viste huir. Y —añadió —me atreveré á esperar que en el caso en que el Señor Magistrado considerára á este muchacho sino como ladron al menos como afiliado con ladrones, se dignára obrar respecto á él tan suavemente como se lo permita la justicia? Además está herido y temo mucho —prosiguió, con aire de compasion dirijiéndose á la barra —temo realmente que se encuentra malo.
—Oh! sin duda! Esto se comprende. —Observó Mr. Fang con acento burlon. —Ea tu... pequeño vagabundo! Tus pillerias están cosidas con hilo blanco. A mi no me la pegarás. Como te llamas?
Oliverio procuró responder; pero la lengua se le pegó en el paladar. Estaba horriblemente pálido y todo parecia dar vueltas á su alrededor.
—Como te llamas bribonzuelo? —clamó Fang con voz de trueno —Oficial! Cual es su nombre?
Esta pregunta se dirigia á un ''inoflelude'' de chaleco rayado que estaba en pié cerca de la barra. Se inclinó hacia el niño y repitió la pregunta; pero viendo que realmente se hallaba incapaz de comprenderla y sabiendo que su silencio no haria mas que escitar la cólera del magistrado y de consiguiente aumentar la severidad de la sentencia, respondió al acaso: —Se llama Tomás White señor magistrado.
—Ola! no quiere hablar ¿no es esto? —dijo Fang —Muy bien! Donde habita?
—Donde puede señor magistrado. —respondió el digno oficial fingiendo recibir la respuesta de Oliverio.
—Tiene padres? —preguntó Mr. Fang.
—Dice que se le murieron cuando niño. —replicó el otro del mismo modo.
En este punto del interrogatorio Oliverio levantó la cabeza y lanzando á su alrededor una mirada suplicante, pidió con voz moribunda que se le hiciera el favor de un vaso de agua.
—Todo eso son maulerias. —dijo Fang —No pienses cojerme por tonto.
—Señor magistrado creo que verdaderamente se encuentra malo. —dijo el oficial de policía.
—Se algo mas que vos en esta materia —replicó Fang.
—Cuidado señor oficial de policía! —dijo el anciano caballero, estendiendo instintivamente sus brazos —Cuidado!... vá á caer.
—Retiraos de aquí oficial de policía! —gritó Fang con acento brutal —y que caiga si bien le place.
—Oliverio se aprovechó del asiduo permiso y cayó desmayado en el suelo. Los hombres de servicio en la sala se miraron unos á otros pero ninguno osó menearse.
—Sabia bien que lo hácia adrede. —dijo Fang. (como sí este accidente hubiese sido para el una prueba incontestable de su eserto) pero pronto tendría su galardon.
—Que fallais señor? —preguntó en voz baja el escribano.
—Le condenó sumariamente —dijo Fang —á tres meses de prision, con mas al ''treadmill'' [2] Despojad la sala!
La puerta estaba abierta á este fin y dos hombres se preparaban para llevar al pobre Oliverio todavia sin sentidos á la prision, cuando un sujeto de alguna edad y de esterior decente aun que pobre á juzgar por sus pantalones negros un tanto deslustrados, se precipitó dentro la sala y acercándose á la barra. —Deteneos..! —dijo sofocado y sin darse tiempo de respirar —no le lleveis! Suspended la sentencia!
A pesar del mal humor y las groserías del juez Fang, le fué preciso escuchar al testigo. Este era el librero que lo había visto todo. Contó el hecho y Oliverio fué puesto en libertad. Mr. Brownlow estaba indignado de la conducta de Fang. Quiso protestar, pero fué hechado de la sala. Una palidez mortal cubria las mejillas de Oliverio, á penas podia tenerse. El compasivo anciano hizo acercar un fiacre y habiéndole colocado sobre las almohadas del mismo, partieron.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XIII
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'''OLIVERIO RECIBE EL BUEN TRATAMIENTO QUE NUNCA HABÍA RECIBIDO HASTA AHORA. —PARTICULARIDADES REFERENTES Á UN RETRATO.'''
EL fiacre rodó á lo largo de ''Mont-Plaisir,'' enfiló la calle de ''Exmouth'', recorriendo a poca diferencia el mismo camino que Oliverio debió seguir la primera vez que entró en Lóndres en compañía del Camastrón y tomando diferente camino cuando hubo llegado á la taberna del Angel en ''Islington,'' se paró al fin ante una casita de hermosa apariencia en una calle decente y retirada de ''Pentouville.'' Allí sin retardo se preparó un lecho en el que Mr. Brownlow, hizo colocar al pobre niño, que fué cuidado con una solicitud y una ternura sin igual.
Durante muchos dias Oliverio permaneció sin conocimiento pendiente entre la vida y la muerte. Al fin salió de este estado y lanzó una mirada inquieta á su alrededor:
—Que aposento es este? —Donde me han traido? —dijo.
Como estaba muy abatido, pronunció estas palabras con voz débil; pero ellas fueron oidas desde el momento; porque la cortina de su cama fué levantada incontinenti y una buena señora ya de edad vestida decentemente se levantó al mismo tiempo de un sillon en que estaba sentada cerca el lecho y haciendo dalzeta.
—Chiton amigo mio! —dijo la anciana con dulzura —Es preciso estarse quieto, ó vendrá una recaida; ya habeis estado malo, muy malo... Vaya! volveos á acostar como un buen muchacho! —Esto diciendo la buena señora volvió á colocar suavemente la cabeza de Oliverio sobre la almohada, y apartando los mechones de cabellos que caian sobre su frente le miró con un aire tan cariñoso, que él no pudo menos de colocar su manecita descarnada sobre la suya y de atraerla al rededor de su cuello.
—Dios mio! —dijo la anciana con las lágrimas en los ojos —Que buen corazoncito! Que agradecido! Qué diria su madre, si despues de haberte vigilado dia y noche como yo lo he hecho pudiera verle ahora?
—Pueda que me vé! —balbuceó Oliverio plegando sus manos. —Tal vez ha estado sentada cerca de mi, señora... Oh! si; me parece haberla visto á mi lado.
—Esto es efecto de la fiebre amigo mio! —dijo la buena señora.
—Es posible —repuso Oliverio con aire pensativo —porque hay mucha distancia de aquí al cielo y si es allí demasiado dichoso para bajar cerca el lecho de un pobre niño! Sin embargo si ella ha sabido que yo estaba enfermo, me habrá compadecido desde allá arriba; porque ella ha sufrido tambien tanto antes de morir! Con todo no puede saber nada de le que me sucede —añadió despues de un momento. de silencio —porque si me hubiera visto padecer, se hubiera puesto triste, y su rostro era tan dulce y risueño cada vez que la he visto en sueños!
La anciana nada respondió; pero enjugando primero sus párpados y luego sus anteojos que estaban sobre la bánova, dió al niño una pocion refrescante y pasándole la mano por sobre la mejilla le encargó estuviera tranquilo en su lecho sino volveria á caer malo.
Oliverio se mantuvo quieto, ya porque queria obedecer en todo á la señora; ya tambien porque estaba completamente fatigado por lo que había dicho. Pronto se entregó á un sueño reparador del que fué dispertado por la luz de una vela que acercándose á su cama le permitió ver á un señor que le tentaba el pulso consultando al mismo tiempo un grueso reló de oro de ''tic-tac'' muy fuerte que tenia en la mano: el cual dijo que lo encontraba mucho mejor.
—No es verdad que os encontrais mucho mejor amiguito? —dijo á Oliverio.
—Si, señor! y os doy gracias! —contestó este.
—Ya se bien que debeis encontraros mejor. —repuso el otro —Teneis apetito no es cierto?
—No señor. —respondió el niño.
—He! —esclamó el caballero —No! Ya sabia yo bien que no podeis tener apetito. No tiene apetito señora Bedwin. —continuó con aire de importancia volviéndose á la señora.
Esta hizo una señal de cabeza respetuosa, por la que parecia decir que creia al doctor un sujeto muy hábil: este por su parte pareció tenor de si la misma opinion.
—Teneis sueño no es cierto amiguito? prosiguió el doctor.
—No señor. —respondió Oliverio.
—No. —repuso el otro con ademan de inteligente —no teneis sueño. Tampoco teneis sed?
—Si señor; estoy un poco sediento.
—Justamente lo que pensaba Señora Bedwin. A la verdad es muy natural que esté sediento; muy natural. Podréis darle un poco de thé y una tostada de pan sin manteca. Que no sea demasiado caliente Señor Bedwin; pero tened cuidado de que no sea demasiado frio. Ya comprendeis ¿no es cierto?
La buena señora hizo una reverencia y el doctor despues de haber probado la pocion refrescante, se alejó haciendo crujir sus botas sobre el piso con aire de importancia y dignidad. Oliverio poco despues volvió á dormirse y era ya cerca de media noche cuando se dispertó. La Señora Bedwin le deseó entonces una buena noche y le dejó bajo el cuidado de una vieja gordinflona que acababa de entrar llevando dentro su ''ridiculo'' un librito de oraciones y una larga gorra de dormir.
La mañana estaba ya bastante adelantada cuando Oliverio se dispertó despejado y risueño. La crísis de la enfermedad había pasado, estaba ya fuera de peligro y pertenecia aun á este mundo. En menos de tres dias se halló capaz para sentarse en un sillon reclinado sobre almohadas y como estaba aun demasiado débil para poder andar, la señora Bedwin lo había bajado á su propio aposento donde se sentaba á su lado frente el hogar y encantada á lo sumo de una mejoría tan notable, derramaba lágrimas de ternura.
—No hagais caso queridito; esto es á pesar mio —dijo —Caramba! Ahora ya pasó aquello y yo me encuentro del todo aliviada!
—En verdad señora sois muy buena para mi. —dijo Oliverio.
—Está bien amiguito! no hablemos mas de ello. Nada tiene que ver con vuestro caldo y es ya hora de que lo tomeis, porque el doctor dice que Mr. Brownlow podria venir á visitaros esta mañana y es necesario que nosotros estemos sobre nuestros ''cuarenta y ocho'' pues que cuanto mejor aspecto tengamos mas estará él contento.
Esto diciendo la buena señora hizo calentar en una caserola una porcion de un caldo bastante fuerte; capaz reducido á la fuerza señalada en las casas de Caridad, para suministrar una opípara comida á trescientos pobres por lo menos.
—Os gustan los cuadros amigo mio? —preguntó la buena señora viendo que Oliverio tenia los ojos fijos con una atencion particular sobre un retrato colgado en la pared justamente frente de él.
—No podria decíroslo señora! —respondió éste sin apartar la vista del retrato —He visto tan pocos que á la verdad no sé... Que semblante tan dulce y tan bello tiene esa señora!
—Ah! —dijo la anciana —Los pintores hacen siempre á las mugeres mas hermosas de le que son; de otro modo hijo mio no tendrian parroquianos. El que ha inventado la máquina para reproducir fisonomías por obra de la sola naturaleza, el buen Monsieur Daguerre hubiera debido saber que ella no tendria écsito! Hay demasiada fidelidad; demasiada! —repuso riéndose de todo corazon por la malicia con que había dicho esto.
—Esa pintura se parece á alguno? —preguntó Oliverio.
—Si. —contestó la buena señora levantando los ojos un instante —Es lo que se llama un retrato.
—De quien? —volvió á preguntar el niño con curiosidad.
—Ah! eso es lo que no podré deciros amiguito! —repuse ella con aire jovial —Probablemente (al menos que yo sepa) será de alguno que ni vos ni yo conocemos. —Parece que es complaceis en mirarlo queridito?
—Es tan hermoso! tan bello!
—Creo que no as dará miedo he? —dijo la buena señora sorprendida del aire de respeto con que el niño miraba el retrato.
—Oh! no seguramente! —respondió este con prontitud —Pero la mirada de esa señora se me presenta tan triste desde este sitio! Parece que se dirije á mi! Esto me hace latir el corazon como si estuviera animado —prosiguió con tono mas bajo —y como si quisiera hablarme y no pudiera.
—Bendito seais de Dios! —esclamó la buena señora estremeciéndose —Niño no hableis así! Despues de la enfermedad que acabais de pasar estais débil y nervioso; dejad que vuelva vuestro sillon del otro lado y entonces no veréis esto. —dijo juntando la accion á la palabra —Ahora al menos ya no podeis verlo!
Oliverio lo veia en su imaginacion tan perfectamente como si no se le hubiere movido de sitio; pero pensó que haria mejor en no enfadar á la buena señora y así sonrió graciosamente cuando ella le miró. La Señora Bedwin por su parte contenta de ver que se encontraba mas á satisfaccion, echó sal á su caldo y puso en el pequeñas cortezas de pan tostado con todo el aparato conveniente á un preparativo tan solemne. El lo despachó con una prontitud extraordinaria y apenas había tragado la última cucharada cuando llamaron suavemente á la puerta.
—Entrad! —dijo la buena señora.
—Mr. Brownlow (porque era él) entró tan listo como le fué posible; pero no bien hubo levantado sus anteojos sobre su frente y puesto sus manos trás su bata para examinar mejor á Oliverio, cuando su fisonomía cambió varias veces de espresion, haciendo muchas contorciones tan grotescas las unas como las otras. Oliverio débil por la enfermedad, hacia por respecto á su bienhechor esfuerzos inútiles para ponerse en pié cayendo siempre otra vez en el sillon y Mr. Brownlow que de toda verdad era mas sensible que media docena de hombres de su calibre, no pudo contener las lágrimas que se escaparon de sus ojos como por medio de un proceder hidráulico, que nosotros no nos croemos bastante filósofos para poder esplicar.
—Pobre niño! pobre niño! —dijo esforzando su voz —Señora Bedwin; esta mañana estoy un poco ronco; temo haber cojido un resfriado.
—No digais tal cosa señor. —repuse esta. —Toda la ropa blanca que os he entregado estaba muy soca.
—No sé Bedwin; no se que diga —prosiguió Mr. Brownlow —pero me parece que la servilleta que me disteis ayer en la comida estaba algo húmeda. Pero no importa! Como os encontrais amigo mio?
—Muy feliz señor —respondió Oliverio —y muy reconocido á vuestras bondades para conmigo.
—Niño encantador! —dijo Mr. Brownlow repuesto de su emocion. —Señora Bedwin; le habeis dado algun alimento? Algunos caldos he?
—Acaba de tomar una píldora de excelente gelatina —respondió la Señora Bedwin irguiéndose de toda su altura y prenunciando estas últimas palabras con énfasis para dar á entender que entre un caldo y una gelatina no había la menor relacion.
—Puha! —hizo Mr. Brownlow encojiéndose de hombros. —Dos ó tres vasos de vino de Oporto le hubieran hecho mas bien ¿no es cierto Tomás White?
—Yo me llamo Oliverio. Señor! —contestó el jóven convaleciente con asombro.
—Oliverio! —dijo Mr. Brownlow —Oliverio que? Oliverio White he?
—No señor. Twist; Oliverio Twist.
—Picaro de nombre! —dijo el anciano —¿Porque dijisteis al juez que os llamabais White?
—Jamás le dije tal cosa señor! —respondió Oliverio con mayor asombro.
Esto se parecia tanto á una mentira, que el anciano no pudo menos de mirar fijamente á Oliverio. Era imposible no creerle; el sello de la verdad estaba impreso sobre todos los rasgos finos y delicados de su fisonomía.
—Esto será sin duda un error! —dijo Mr. Brownlow y aunque no tenia motivo para examinar á Oliverio, la idea de semejanza entre sus facciones y algun rostro que le era conocido le preocupaba de tal modo que no podia apartar la vista de él.
—No estais enfadado conmigo no es cierto señor? —dijo Oliverio con una mirada suplicante.
—No, no! —respondió Mr. Brownlow. —Por vida de... mirad Bedwin mirad allí.
Mientras esto decia comparaba con el dedo el retrato y el rostro del niño. Había entre ellos una semejanza completa. Los ojos, la boca, la espresion y la forma de la cabeza eran absolutamente las mismas. Los rasgos de la fisonomía eran tan iguales en este momento que las menores líneas parecian copiadas en él con una exactitud que no tenia nada de terrestre.
Oliverio ignoró la causa de aquella esclamacion súbita, porque estaba tan débil que no pudo suportar el estremecimiento que le produjo y se desmayó.
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'''COMO POR MEDIO DEL VIEJO CHISTOSO EL LECTOR INSTRUIDO VA Á ADQUIRIR RELACIONES CON UN NUEVO PERSONAGE. —PARTICULARIDADES Y HECHOS INTERESANTES PERTENECIENTES A ESTA HISTORIA.'''
CUANDO el Camastron y su digno amigo maese Bates se juntaron á los que persiguian á Oliverio despues de su atentado á la propiedad de Mr. Brownlow, obraban por interés propio porque como la libertad individual es el primer derecho de que se envanece un inglés de raza pura, no tengo necesidad de demostrar al lector que esta accion debia ensalzarles á la vista de todo buen patriota.
Solo despues de haber recorrido un laberinto de callejones, nuestros dos muchachos se detuvieron de comun acuerdo bajo una bóveda baja y sombría. Habiendo permanecido en ella y en silencio el tiempo preciso para cobrar aliento, maese Bates dió un grito de satisfaccion y de alegria y arrancando una estrepitosa carcajada se dejó caer en el lindar de una puerta para desahogarse á discrecion.
—Que... que es esto? —preguntó el Camastron.
—Ah! ah! ah! —hizo Cárlos.
—Te callarás? —prosiguió el Camastron mirando á su alrededor con precaucion. —Tienes ganas de que nos ''pellizquen'' animal!
—Ello es mas fuerte que yo. —dijo Cárlos —No puedo impedirlo. Me parece que lo estoy viendo correr y pegar de narices en las esquinas de las calles y luego como si fuera de piedra como ellas volver á picar con los talones las espaldas de un modo tan gracioso y yo con el ''pingajo'' en mi faltriquera gritando tras él como los otros: Ah! ah! ah!.. que chistoso!
La imaginacion activa de maese Bates le representaba la escena con colores demasiado vivos, pues al llegar á este punto de su discurso se revolcó sobre el lindar de la puerta y arreció su risa de un modo aturrullador.
—Que vá á decir Fagin? —preguntó el Camastron aprovechándose de un instante en que su amigo no podiendo mas guardó silencio.
—Que? —reposo Cárlos.
—Si; que! —dijo el Camastron.
—Caramba! —esclamo Cárlos, un tanto afectado del modo con que el Camastron hizo esta observacion: —¿y que puede decir?
El Camastron á guisa de respuesta se divertió silvando, luego quitándose el sombrero se rascó la cabeza haciendo dos ó tres muecas.
—No te comprendo. —dijo Cárlos.
—Tara ri ra la''... la tia Miguela ha perdido su... —''moduló el Camastron con aire truanesco.
Esto era esplicativo; pero no satisfactorio. Maese Bates lo comprendió así y preguntó á su amigo que es lo que queria decir.
El Camastron no respondió; pero dan lo una rápida cabezada para volver el sombrero á su sitio y pasando por sobre sus codos los largos faldones de su casaca, se hizo un bulto en la meg illa con su lengua, se dió algunos capirotazos en la nariz con un aire familiar el mas espresivo y haciendo una pirueta se precipitó dentro la entrada. Maese Bates le siguió con ademan pensativo. El ruido de sus pasos en la vieja escalera llamó la atencion del judío sentado en este momento ante el hogar con una salsicha y un panecillo en su mano izquierda, un cuchillo en su derecha y un jarro de estaño sobre el taburete. Era de notar una sonrisa innoble en sus labios descoloridos al volverse para escuchar atentamente dirijiendo el oido hacia la puerta y lanzando una mirada salvaje por debajo sus cejas rojas.
—Que significa? —murmuró cambiando de espresion. —No son mas que des ahora! Donde está el tercero? Les habrá sucedido algo? Escuchemos!
Los pasos se oyeron mas distintamente. Los dos ''caballeritos'' llegaron á la maseta, la puerta re abrió suavemente y volvió á cerrarse tras de ellos.
—Dónde está Oliverio? —prorumpió el judío con furia —Qué habeis hecho de él?
Los dos pilluelos se miraron uno á otro perturbados como si temieran la cólera del viejo; pero se callaron.
—Qué ha sido de Oliverio? —dijo el judío cojiendo al Camastron por la garganta y amenazándole con imprecaciones horribles. —Habla ó te estrangulo! Hablarás? —clamó con voz de trueno y sacudiéndole con fuerza.
—Canario! Ha sido pellizcado y nada mas. —dijo al fin el Camastron con tono áspero —Vaya, dejadme ya! —continuó y de un solo empujo desprendiéndose de su casaca que quedó entre las manos del judío, cojió la aguja del azador y asestó al chaleco del viejo chistoso tal bote que si lo alcanza le hubiera privado de sus gracias al menos por seis semanas sino por dos meses.
El judío en tai percance retrocedió con mas ligereza de la que era de esperar en un hombre de su edad y apoderándose del jarro de estaño se preparaba para arrojarlo á la cabeza de su adversario, cuando Cárlos Bates llamando en este momento su atencion por un ahullido espantoso cambió el destino del jarro y Fagin lo arrojó lleno de cerveza á la cabeza de este último.
—Ea! Que diablos pasa ahora aquí? —murmuró una voz gruesa —Quién me ha tirado esto á la cara? Puede darse por muy feliz que haya recibido solo la cerveza y no el jarro, pues de otro modo hubiera hecho mi negocio con alguno. Jamás me hubiera pasado por el magin que un viejo ladron de judío pudiera arrojar otra cosa que agua... Que significa todo esto Fagin? El diablo me lleve si mi corbata no está llena de cerveza... Vén acá tu... Que tienes que hacer pegado á esa puerta? Como si debieras avergonzarte de tu amo!
El hombre que refunfuñó estas palabras era un moceton de treinta y cinco años poco ó menos, vestido con un redingote de terciopelo de algodon negro, unos calzones de paño burdo muy estropeados, borcejies y medias de algodon gris que cubrian unas piernas macisas adornadas por gruesas pantorrillas; piernas en fin de aquellas á quienes parece faltar algo sino van guarnecidas de grilletes.
—Ven acá ¿lo entiendes? —dijo con acento nada lisongero.
Un perro blanco de pelo largo y sucio y con la cabeza llena de cicatrices entró arrastrándose en el aposento.
—Os haceis rogar mucho! —continuó el hombre —Os costaba acaso reconocerme en medio de tan honrada compañía? Acostaos alli!
Esta órden fué acompañada de un puntapié que envió al animal al otro estremo del aposento.
—De que proviene pues esa batalla? Viejo ladronazo ¿porque maltratais á los muchachos? —dijo el hombre sentándose con mucha prosopopeya. —Me estraño que no os hayan asesinado. Si fuera yo de ellos lo haria. Si hubiera sido vuestro aprendiz largo tiempo ya que esto estaria hecho y que... pero no, no hubiera podido sacar un sueldo de vuestra piel, porque no sois bueno mas que para meteros en una botella para enseñaros como un fenómeno de fealdad y creo que no se soplan de bastante grandes para conteneros.
—Silencio! Silencio Señor Sikes! —dijo el judío tembloroso —No hableis tan alto.
—Si os place no tantos cocos —prosiguió el bandido —llamándome ''Señor.'' Comprendo donde quereis ir á parar cuando tomais ese tono; á nadie bueno por cierto. Llamadme por mi nombre, le teneis muy conocido. No creais que lo deshonre cuando llegue mi hora!
—Está bien; está bien Guillermo! —dijo el judío, con abyecta humildad —Parece que estais de mal humor?
—Pueda que si. —replicó Sikes —Tambien á mi se me figura que vos no estais de buen temple cuando os ocupais en arrojar jarros de estaño á la cabeza de las gentes, á menos que vuestra intencion no sea hacerles mas daño que cuando los denunciais y cuando...
—Habeis perdido la cabeza? —dijo el judío tomando al otro por la mano y señalándole con el dedo á los muchachos.
Sikes por toda respuesta hizo ademan de pasar un nudo corredizo al rededor del cuello y dejó caer la cabeza sacudiéndola sobre la espalda derecha; pantomina que el judío pareció comprender perfectamente. Luego en términos de ''caló'' de que su conversacion estaba llena; pero que es inútil trasladar aquí porque no serian comprendidos, pidió un vaso de licor.
—Espero que no le echaréis veneno! —dijo poniendo su sombrero sobre la mesa.
Esto fué dicho con tono de broma; pero si él hubiera podido ver la sonrisa amarga con que el judío se mordió el labio al dirijirse hacia el armario, hubiera pensado que la precaucion no era del todo inútil ó que el deseo de practicarse en el arte del destilador no estaba lejos en aquel momento del corazon del ''chistoso'' viejo.
Despues de haber tragado dos ó tres vasos de licores, Sikes se dignó fijar su atencion en los dos ''jóvenes caballeros,'' condescendencia por su parte que llevó á una conversacion en la que la causa del arresto de Oliverio fué relatada con tales detalles y comentarios que el Camastron juzgó conveniente obrar segun las circunstancias.
—Tengo mucho miedo de que nos haga un flaco servicio si llega á ''bachillerear.''
—Es muy posible. —repuso Sikes con una sonrisa maligna. —Fagin vos estais hecho un ''ascua.''
—Tambien tengo mucho miedo —prosiguió el judío mirando al otro fijamente y sin dar muestra de haber parado la atencion en la ''chufleta'' que acababa de lanzar —tengo mucho miedo de que si el ''pastel'' se descubre para mi, no lo sea tambien para muchos otros y esto querido Sikes tendria ''maldita la gracia'' mas para vos que para mi.
—Es preciso que alguno vaya á saber lo que ha pasado en el tribunal de policía. —dijo Sikes con tono mas bajo del que había usado á su llegada.
El judío hizo una señal de aprobacion.
—Sino ha ''garlado'' y está en la prision no hay peligro hasta que salga de ella —repuso Sikes —y entonces será necesario no perderle de vista. Es preciso poner manos á la obra de un modo á otro.
El judio hizo una nueva señal de cabeza aprobativa.
La prudencia de este plan de conducta era evidente sin duda alguna; pero desgraciadamente obstaba un grande impedimento para ponerlo en ejecucion. Fué el caso que él Camastron, Cárlos, Fagin y el mismo Sikes afirmaron cabalmente á una, que tenian la mas grande antipatia en acercarse á un tribunal de policía por cualquier causa y pretexto que fuera.
Difícil seria calcular cuanto tiempo hubieran podido estarse mirando uno á otro en un estado de incertidumbre nada agradable. Además tampoco es necesario formar ninguna conjetura sobre este punto porque la entrada repentina de dos ''señoritas'' que Oliverio había visto ya la primera noche de su llegada al domicilio del judío reanimó la conversacion.
—Ya está resuelta la dificultad! —dijo Fagin —Betty irá. ¿No es cierto querida?
—Dónde? —preguntó esta.
—No mas que hasta el tribunal de policía. —contestó el judío con tono dulce.
Es preciso hacer justicia á la jóven diciendo que positivamente no rehusó; pero que expuso sencillamente el deseo de ''darse al diablo'' antes que ir allá; excusa honesta y delicada que prueba que la ''señorita'' estaba dotada de esa cortesia natural que no permite afligir á su semejante con una negativa formal.
El judío un si es ó no es desconcertado por la respuesta de esa ''Señorita'' que iba ''graciosamente'' (por no decir ''magnificamente'') engalanada con un vestido colorado, botitas verdes y rizos rubios, se dirijió á la otra.
—Querida Nancy que dices á esto? —preguntó con aire melifluo.
—Que no me va ni me viene —respondió Nancy —y así que no vale la pena de dirigirse á mi.
—Que quieres decir con eso? —dijo Sikes levantando bruscamente la cabeza.
—Lo que digo Guillermo. —replicó la jóven con la mayor sangre fria.
—Porqué? —añadió Sikes —Tu eres justamente la persona que nos conviene; nadie te conoce en aquel barrio.
—Per eso no tengo ningunas ganas de que me conozcan. —continuó Nancy en el mismo tono.
—Ella irá Fagin. —dijo Sikes.
—No; ella no irá Fagin! —esclamó Nancy.
—Os digo que ella irá Fagin! —replicó Sikes.
Este tenia razon; á fuerza de amenazas, de promesas y de dadivas alternadas, la ''Señorita'' en cuestion se dejó persuadir al fin. No militaban para ella las mismas consideraciones que retenian á su amable amiga; habiendo poco que había dejado el barrio de ''Ratcliffe'' para venir ha habitar el cuartel de ''Field-Lane'' que le es del todo opuesto no había miedo de que fuera reconocida por ninguno de sus numerosos conocidos.
De consiguiente habiéndose puesto un delantal blanco y escondido sus rizos dentro un gorro de paja (dos artículos de adorno sacados del almacen inagotable del judío.) Nancy se dispuso para llenar su comision.
—Espera un momento querida. —dijo el judio trayendo una cesta pequeña con tapadera —Toma esto que infunde un aspecto mas respetable.
—Fagin dadle tambien una llave gruesa para llevarla en la otra mano. —dijo Sikes —Asi se parecerá mas á una cocinera que vá al mercado.
—Es muy cierto por vida mia! —repuso el judío pasando una gruesa llave por el index de la mano derecha de la jóven. —Ah! ah! Esto es! —continuó frotándose las manos.
—Oh! hermano! querido hermano! hermanito de mi alma! —esclamó Nancy fingiendo dolor y retorciéndose las manos en señal de desesperacion —¿Qué ha sido de él? Donde lo han llevado? Ah! por misericordia, decidme señores ¿que se ha hecho este niño? os lo suplico señores! decídmelo!
Habiendo pronunciado estas palabras en el tono mas lastimoso con gran satisfaccion de sus oyentes, Nancy se calló, lanzó una mirada á la compañía, dirigió una sonrisa de inteligencia á cada uno y desapareció.
—Ah! Es una muchacha muy diestra hijos mios! —dijo el judío sacudiendo la cabeza con ademán grave como una muda advertencia de seguir el ''ilustre'' ejemplo que acababan de tener ante sus ojos.
—Es la gloria y el honor de su ''sesco —''añadió Sikes llenando su vaso y dando un golpe sobre la mesa con su puño enorme —A su salud! Quiera Dios que todas las mugeres se le parezcan!
Mientras que en su ausencia se hacia de ella tal elogio, la incomparable jóven se dirijia ligera hácia el tribunal de policía donde llegó al cabo de poco tiempo con toda seguridad á pesar de la timidez natural en su secso de andar solo por las calles.
Entrando por la parte trasera del edificio, llamó suavemente con su llave á la puerta de una de las celdillas y puso el oido atento; como no oyó ningun ruido dentro, tosió, escuchó otra vez y viendo que nadie la respondia dijo con tono dulce:
—Oliverio! Oliverio! amigo mio!
—Quien está ahí? —respondió desde el interior una voz débil y desmayada.
—No hay aquí un muchacho? —preguntó Nancy suspirando.
—No! —replicó la misma voz —Que Dios le libre de ello!
Como ninguno de los presos respondió al nombre de Oliverio, ni pudo dar razon de él, Nancy se dirijió en derechura al carcelero (el mismo gordinflon con chaleco rayado de que se ha hablado ya) y con lamentos y gritos que hizo todavia mas dignos de lástima agitando su cesta y su llave, pidió á su hermano adorado.
—No está aquí querida! —dijo aquel.
—Donde se halla? —preguntó con acento estraviado.
—El caballero se lo ha llevado.
—Que caballero? Oh! Dios mio! que caballero?
En contestacion á esas preguntas incoherentes el Carcelero relató á la buena ''hermana'' afligida, que habiéndose desmayado Oliverio en el despacho del magistrado y presentándose luego un testigo que probó haber sido cometido el hurto por otro niño, había sido absuelto y llevado por el querellante á su domicilio situado en algun sitio allá por el lado de Pentonille segun la direccion que el susodicho querellante había dado al cochero en el acto de subir al fiacre.
Poseida por él terror de la duda y de la incertidumbre la bella exploradora se retiró tambaleándose; pero apenas hubo pasado el lindar de la puerta volviendo á tomar su paso firme y seguro se dirijió muy de prisa á la habitacion del judío por el camino mas largo é intrincado.
No bien Guillermo Sikes tuvo conocimiento del resultado de las pesquisas de Nancy, llamó á su perro bruscamente y poniéndose el sombrero se fué sin despedirse de la compañía.
—Hijos mios! Es preciso que averigüemos donde se halla; es preciso que lo encontremos! —dijo el judío sumamente turbado —Cárlos! no hagas otra cosa mas que ir en su busca hasta que nos traigas noticias suyas. Nancy, querida mia! De todos modos es necesario que yo le encuentre! Para ello cuento contigo querida; contigo y con al Camastron.
—Esperad! esperad! —añadió abriendo los cajones de la cómoda con mano trémula —Tomad este dinero amigos! —Esto diciendo los empujó fuera del aposento y cerrando cuidadosamente la puerta con los cerrojos y la llave, sacó de su escondrijo la caja que á pesar suyo había puesto á la vista de Oliverio y ocultó todos los relojes y joyas entre sus vestidos.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XII
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'''OLIVERIO RECIBE EL BUEN TRATAMIENTO QUE NUNCA HABÍA RECIBIDO HASTA AHORA. —PARTICULARIDADES REFERENTES Á UN RETRATO.'''
EL fiacre rodó á lo largo de ''Mont-Plaisir,'' enfiló la calle de ''Exmouth'', recorriendo a poca diferencia el mismo camino que Oliverio debió seguir la primera vez que entró en Lóndres en compañía del Camastrón y tomando diferente camino cuando hubo llegado á la taberna del Angel en ''Islington,'' se paró al fin ante una casita de hermosa apariencia en una calle decente y retirada de ''Pentouville.'' Allí sin retardo se preparó un lecho en el que Mr. Brownlow, hizo colocar al pobre niño, que fué cuidado con una solicitud y una ternura sin igual.
Durante muchos dias Oliverio permaneció sin conocimiento pendiente entre la vida y la muerte. Al fin salió de este estado y lanzó una mirada inquieta á su alrededor:
—Que aposento es este? —Donde me han traido? —dijo.
Como estaba muy abatido, pronunció estas palabras con voz débil; pero ellas fueron oidas desde el momento; porque la cortina de su cama fué levantada incontinenti y una buena señora ya de edad vestida decentemente se levantó al mismo tiempo de un sillon en que estaba sentada cerca el lecho y haciendo dalzeta.
—Chiton amigo mio! —dijo la anciana con dulzura —Es preciso estarse quieto, ó vendrá una recaida; ya habeis estado malo, muy malo... Vaya! volveos á acostar como un buen muchacho! —Esto diciendo la buena señora volvió á colocar suavemente la cabeza de Oliverio sobre la almohada, y apartando los mechones de cabellos que caian sobre su frente le miró con un aire tan cariñoso, que él no pudo menos de colocar su manecita descarnada sobre la suya y de atraerla al rededor de su cuello.
—Dios mio! —dijo la anciana con las lágrimas en los ojos —Que buen corazoncito! Que agradecido! Qué diria su madre, si despues de haberte vigilado dia y noche como yo lo he hecho pudiera verle ahora?
—Pueda que me vé! —balbuceó Oliverio plegando sus manos. —Tal vez ha estado sentada cerca de mi, señora... Oh! si; me parece haberla visto á mi lado.
—Esto es efecto de la fiebre amigo mio! —dijo la buena señora.
—Es posible —repuso Oliverio con aire pensativo —porque hay mucha distancia de aquí al cielo y si es allí demasiado dichoso para bajar cerca el lecho de un pobre niño! Sin embargo si ella ha sabido que yo estaba enfermo, me habrá compadecido desde allá arriba; porque ella ha sufrido tambien tanto antes de morir! Con todo no puede saber nada de le que me sucede —añadió despues de un momento. de silencio —porque si me hubiera visto padecer, se hubiera puesto triste, y su rostro era tan dulce y risueño cada vez que la he visto en sueños!
La anciana nada respondió; pero enjugando primero sus párpados y luego sus anteojos que estaban sobre la bánova, dió al niño una pocion refrescante y pasándole la mano por sobre la mejilla le encargó estuviera tranquilo en su lecho sino volveria á caer malo.
Oliverio se mantuvo quieto, ya porque queria obedecer en todo á la señora; ya tambien porque estaba completamente fatigado por lo que había dicho. Pronto se entregó á un sueño reparador del que fué dispertado por la luz de una vela que acercándose á su cama le permitió ver á un señor que le tentaba el pulso consultando al mismo tiempo un grueso reló de oro de ''tic-tac'' muy fuerte que tenia en la mano: el cual dijo que lo encontraba mucho mejor.
—No es verdad que os encontrais mucho mejor amiguito? —dijo á Oliverio.
—Si, señor! y os doy gracias! —contestó este.
—Ya se bien que debeis encontraros mejor. —repuso el otro —Teneis apetito no es cierto?
—No señor. —respondió el niño.
—He! —esclamó el caballero —No! Ya sabia yo bien que no podeis tener apetito. No tiene apetito señora Bedwin. —continuó con aire de importancia volviéndose á la señora.
Esta hizo una señal de cabeza respetuosa, por la que parecia decir que creia al doctor un sujeto muy hábil: este por su parte pareció tenor de si la misma opinion.
—Teneis sueño no es cierto amiguito? prosiguió el doctor.
—No señor. —respondió Oliverio.
—No. —repuso el otro con ademan de inteligente —no teneis sueño. Tampoco teneis sed?
—Si señor; estoy un poco sediento.
—Justamente lo que pensaba Señora Bedwin. A la verdad es muy natural que esté sediento; muy natural. Podréis darle un poco de thé y una tostada de pan sin manteca. Que no sea demasiado caliente Señor Bedwin; pero tened cuidado de que no sea demasiado frio. Ya comprendeis ¿no es cierto?
La buena señora hizo una reverencia y el doctor despues de haber probado la pocion refrescante, se alejó haciendo crujir sus botas sobre el piso con aire de importancia y dignidad. Oliverio poco despues volvió á dormirse y era ya cerca de media noche cuando se dispertó. La Señora Bedwin le deseó entonces una buena noche y le dejó bajo el cuidado de una vieja gordinflona que acababa de entrar llevando dentro su ''ridiculo'' un librito de oraciones y una larga gorra de dormir.
La mañana estaba ya bastante adelantada cuando Oliverio se dispertó despejado y risueño. La crísis de la enfermedad había pasado, estaba ya fuera de peligro y pertenecia aun á este mundo. En menos de tres dias se halló capaz para sentarse en un sillon reclinado sobre almohadas y como estaba aun demasiado débil para poder andar, la señora Bedwin lo había bajado á su propio aposento donde se sentaba á su lado frente el hogar y encantada á lo sumo de una mejoría tan notable, derramaba lágrimas de ternura.
—No hagais caso queridito; esto es á pesar mio —dijo —Caramba! Ahora ya pasó aquello y yo me encuentro del todo aliviada!
—En verdad señora sois muy buena para mi. —dijo Oliverio.
—Está bien amiguito! no hablemos mas de ello. Nada tiene que ver con vuestro caldo y es ya hora de que lo tomeis, porque el doctor dice que Mr. Brownlow podria venir á visitaros esta mañana y es necesario que nosotros estemos sobre nuestros ''cuarenta y ocho'' pues que cuanto mejor aspecto tengamos mas estará él contento.
Esto diciendo la buena señora hizo calentar en una caserola una porcion de un caldo bastante fuerte; capaz reducido á la fuerza señalada en las casas de Caridad, para suministrar una opípara comida á trescientos pobres por lo menos.
—Os gustan los cuadros amigo mio? —preguntó la buena señora viendo que Oliverio tenia los ojos fijos con una atencion particular sobre un retrato colgado en la pared justamente frente de él.
—No podria decíroslo señora! —respondió éste sin apartar la vista del retrato —He visto tan pocos que á la verdad no sé... Que semblante tan dulce y tan bello tiene esa señora!
—Ah! —dijo la anciana —Los pintores hacen siempre á las mugeres mas hermosas de le que son; de otro modo hijo mio no tendrian parroquianos. El que ha inventado la máquina para reproducir fisonomías por obra de la sola naturaleza, el buen Monsieur Daguerre hubiera debido saber que ella no tendria écsito! Hay demasiada fidelidad; demasiada! —repuso riéndose de todo corazon por la malicia con que había dicho esto.
—Esa pintura se parece á alguno? —preguntó Oliverio.
—Si. —contestó la buena señora levantando los ojos un instante —Es lo que se llama un retrato.
—De quien? —volvió á preguntar el niño con curiosidad.
—Ah! eso es lo que no podré deciros amiguito! —repuse ella con aire jovial —Probablemente (al menos que yo sepa) será de alguno que ni vos ni yo conocemos. —Parece que es complaceis en mirarlo queridito?
—Es tan hermoso! tan bello!
—Creo que no as dará miedo he? —dijo la buena señora sorprendida del aire de respeto con que el niño miraba el retrato.
—Oh! no seguramente! —respondió este con prontitud —Pero la mirada de esa señora se me presenta tan triste desde este sitio! Parece que se dirije á mi! Esto me hace latir el corazon como si estuviera animado —prosiguió con tono mas bajo —y como si quisiera hablarme y no pudiera.
—Bendito seais de Dios! —esclamó la buena señora estremeciéndose —Niño no hableis así! Despues de la enfermedad que acabais de pasar estais débil y nervioso; dejad que vuelva vuestro sillon del otro lado y entonces no veréis esto. —dijo juntando la accion á la palabra —Ahora al menos ya no podeis verlo!
Oliverio lo veia en su imaginacion tan perfectamente como si no se le hubiere movido de sitio; pero pensó que haria mejor en no enfadar á la buena señora y así sonrió graciosamente cuando ella le miró. La Señora Bedwin por su parte contenta de ver que se encontraba mas á satisfaccion, echó sal á su caldo y puso en el pequeñas cortezas de pan tostado con todo el aparato conveniente á un preparativo tan solemne. El lo despachó con una prontitud extraordinaria y apenas había tragado la última cucharada cuando llamaron suavemente á la puerta.
—Entrad! —dijo la buena señora.
—Mr. Brownlow (porque era él) entró tan listo como le fué posible; pero no bien hubo levantado sus anteojos sobre su frente y puesto sus manos trás su bata para examinar mejor á Oliverio, cuando su fisonomía cambió varias veces de espresion, haciendo muchas contorciones tan grotescas las unas como las otras. Oliverio débil por la enfermedad, hacia por respecto á su bienhechor esfuerzos inútiles para ponerse en pié cayendo siempre otra vez en el sillon y Mr. Brownlow que de toda verdad era mas sensible que media docena de hombres de su calibre, no pudo contener las lágrimas que se escaparon de sus ojos como por medio de un proceder hidráulico, que nosotros no nos croemos bastante filósofos para poder esplicar.
—Pobre niño! pobre niño! —dijo esforzando su voz —Señora Bedwin; esta mañana estoy un poco ronco; temo haber cojido un resfriado.
—No digais tal cosa señor. —repuse esta. —Toda la ropa blanca que os he entregado estaba muy soca.
—No sé Bedwin; no se que diga —prosiguió Mr. Brownlow —pero me parece que la servilleta que me disteis ayer en la comida estaba algo húmeda. Pero no importa! Como os encontrais amigo mio?
—Muy feliz señor —respondió Oliverio —y muy reconocido á vuestras bondades para conmigo.
—Niño encantador! —dijo Mr. Brownlow repuesto de su emocion. —Señora Bedwin; le habeis dado algun alimento? Algunos caldos he?
—Acaba de tomar una píldora de excelente gelatina —respondió la Señora Bedwin irguiéndose de toda su altura y prenunciando estas últimas palabras con énfasis para dar á entender que entre un caldo y una gelatina no había la menor relacion.
—Puha! —hizo Mr. Brownlow encojiéndose de hombros. —Dos ó tres vasos de vino de Oporto le hubieran hecho mas bien ¿no es cierto Tomás White?
—Yo me llamo Oliverio. Señor! —contestó el jóven convaleciente con asombro.
—Oliverio! —dijo Mr. Brownlow —Oliverio que? Oliverio White he?
—No señor. Twist; Oliverio Twist.
—Picaro de nombre! —dijo el anciano —¿Porque dijisteis al juez que os llamabais White?
—Jamás le dije tal cosa señor! —respondió Oliverio con mayor asombro.
Esto se parecia tanto á una mentira, que el anciano no pudo menos de mirar fijamente á Oliverio. Era imposible no creerle; el sello de la verdad estaba impreso sobre todos los rasgos finos y delicados de su fisonomía.
—Esto será sin duda un error! —dijo Mr. Brownlow y aunque no tenia motivo para examinar á Oliverio, la idea de semejanza entre sus facciones y algun rostro que le era conocido le preocupaba de tal modo que no podia apartar la vista de él.
—No estais enfadado conmigo no es cierto señor? —dijo Oliverio con una mirada suplicante.
—No, no! —respondió Mr. Brownlow. —Por vida de... mirad Bedwin mirad allí.
Mientras esto decia comparaba con el dedo el retrato y el rostro del niño. Había entre ellos una semejanza completa. Los ojos, la boca, la espresion y la forma de la cabeza eran absolutamente las mismas. Los rasgos de la fisonomía eran tan iguales en este momento que las menores líneas parecian copiadas en él con una exactitud que no tenia nada de terrestre.
Oliverio ignoró la causa de aquella esclamacion súbita, porque estaba tan débil que no pudo suportar el estremecimiento que le produjo y se desmayó.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XIV
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'''DETALLES REFERENTES Á LA PERMANENCIA DE OLIVERIO EN CASA MR. BROWNLOW. —PREDICCION NOTABLE DE UN CIERTO MR. GRIMWIG CON MOTIVO DE UN MENSAGE CONFIADO AL NIÑO.'''
OLIVERIO volvió pronto del desmayo que le había causado la exclamacion brusca de Mr. Brownlow, y habiéndose evitado con cuidado todo lo perteneciente al retrato, como tambien lo que podia tener referencia á la historie ó al porvenir del niño la conversacion versó sobre cosas capaces de alegrarle sin excitar su sensibilidad. Estaba aun demasiado débil para poderse levantar á la hora del almuerzo; pero la mañana siguiente cuando bajó al aposento del ama de llaves su primer cuidado fué lanzar una mirada á la pared esperando volver á ver el rostro de la bella señora.
—Ah! —esclamó el ama de llaves siguiendo con su vista la mirada de Oliverio. —Ya lo veis; se afufó.
—Si lo veo señora! —respondió Oliverio suspirando —¿Porqué lo han quitado de allí?
—Lo han bajado al salon hijo mio; porque Mr. Brownlow, dice que la vista de ese retrato os hace daño sin duda y esto podria retardar vuestro restablecimiento.
—Oh! que no señora! Os aseguro que no me hacia ningun daño; tenia tanto placer en verle!
—Está bien! está; bien! —dijo el ama con acento jovial —Restableceos lo mas pronto que podais y se le volverá á su sitio; yo os lo aseguro! Ahora hablemos de otra cosa.
Esto es todo lo que Oliverio pudo saber por esta vez del cuadro misterioso y la anciana que se había manifestado tan buena para él durante su enfermedad, procuró trasladar la atencion á otro objeto y de consiguiente le espetó algunas noticias respecto á su hija; una buena moza á fé mia casada con un bravo muchacho habitando ambos en provincia, cuales noticias aquel escuchaba con oido atento.
Mr. Brownlow mandó comprarle un traje nuevo ''y'' le dejó en libertad de disponer á su gusto de sus viejos harapos. El los dió á un criado que el mismo dia los vendió á un judío ropavejero.
Una tarde despues de algunos dias despues de la aventura del retrato, estando Oliverio hablando con la señora Bedwin M. Brownlow envió recado, que si aquel se sentia bien tuviera la bondad de pasar á su gabinete para hablarle un instante.
—Vírgen de Dios madre! —esclamó la Señora Bedwin —Lavaos pronto las manos y venid luego á que os arregle un poco el cabello! Dios mio! Dios mio! Si hubiese podido preveer eso, os hubiera puesto un cuello blanco haciéndoos un ramito de flores.
Oliverio obedeciendo á la buena señora se lavó las manos y aunque esta se plañia mucho de no tener siquiera el tiempo de plegar la pequeña gorguera de su jóven protegido, tenia con todo tan buen aspecto que no pudo menos de decir mirándole de la cabeza á los piés que realmente no sabia si le hubiera sido posible operar en el mayor cambio en mejora aun que hubiese estado prevenida desde mucho tiempo antes.
Oliverio animado por estas lisonjas de la buena señora, entró en el gabinete de Mr. Brownlow despues de haber llamado suavemente á la puerta. Este era una hermosa piezecita llena de libros y mirando á soberbios jardines. El anciano estaba sentado ante una mesa con un tomo en la mano. Al ver á Oliverio dejó el libro sobre la mesa y le dijo viniera á sentarse cerca de él.
Mr. Brownlow tomando un tono mas dulce pero sin embargo mas serio dijo: —Amigo mio! En este momento necesito que pongais atencion á lo que voy á deciros. Os hablaré con el corazon abierto persuadido como estoy de que sois mas capaz de comprenderme que muchas personas de mas edad que vos.
—Oh! no hableis de alejarme señor; os lo ruego! —esclamó el niño aterrorizado por el tono con que Mr. Brownlow pronunció este exordio. —No me expongais á divagar de nuevo por las calles! Guardadme aqui como criado! No me volvais al horrible sitio de que he venido! Caballero! Os suplico que tengais piedad de un pobre niño!
—Querido Oliverio! —dijo el anciano afectado por el acento con que aquel hizo ese llamamiento súbito á la sensibilidad —No temais que os abandone mientras no me dais motivo para ello.
—Jamás caballero! Jamás; os lo aseguro! —replicó Oliverio.
—Tengo razones para creerlo —repuso á su vez el anciano —y asi lo espero. Es verdad que antes de ahora he sido engañado por personas á quienes queria hacer bien; pero á pesar de ello estoy dispuesto á dispensaros mi confianza y me intereso por vos mas de lo que yo mismo puedo darme razon. Los que han poseido mi efecto mas tierno, descansan en paz en la tumba y á pesar de que la alegria y la felicidad de mi vida las han seguido, no he hecho de mi corazon un ataud, ni lo he cerrado para siempre á las emociones mas dulces. Una afliccion profunda no ha hecho mas que volverlas mas fuertes y asi debe ser porque ella depura nuestro corazon! Vaya, vaya. —prosiguió con aire jovial. —Esto lo digo porque vos teneis un pecho jóven y subiendo que yo he tenido grandes tristezas evitareis con mas cuidado el renovarlas. Decís que sois huérfano sin un solo amigo en lo tierra; todas las pesquizas que he hecho sobre este punto confirman vuestras palabras; contadme vuestra historia. De donde venis? Quien os ha educado y donde habeis encontrado á los compañeros que he visto con vos. Decidme la verdad y si veo que no habeis cometido ningun crímen, mientras vivais no os faltará un amigo.
Las sollozos privaron á Oliverio de la palabra por algunos momentos; pero al finita á contar como había sido educado en la granja y de alli llevado por Mr. Bumble á la Casa de Caridad, cuando retumbaron dos aldabazos dados por una mano impaciente á la puerta de la calle y casi al mismo tiempo una criada vino á anunciar á Mr. Grimwig.
—Sube? —preguntó Mr. Brownlow.
—Si señor. —respondió aquella. —Ha preguntado si estabais en casa y como le he respondido que si, ha dicho que venia á tomar el thé con vos.
Mr. Brownlow se sonrió y volviéndose á Oliverio —Mr. Grimwig —dijo —es un conocido antiguo. Es necesario no parar la atencion en sus maneras algo bruscas; fuera de esto es un sujeto honrado y yo le estimo sinceramente.
—Mandais que me retire Señor? —preguntó Oliverio.
—No. —contestó Mr. Brownlow —Prefiero que os quedeis.
En este momento apareció un individuo gordo cojeando de una pierna y apoyándose en un enorme baston. Hablando tenia la costumbre de inclinar la cabeza de un lado y volverla en espiral como hace un papagayo. En esta postura pues y teniendo en la mano un pedazo de cascara de naranja que enseñaba con el brazo tendido, esclamó con voz ronca y triste:
—Tened! veis esto? No es la cosa mas extraordinaria y sorprendente que no pueda entrar en ninguna casa sin encontrar en la escalera una cáscara de naranja! Ya una vez he sido estropeado por la cáscara de naranja y no dudo que la cáscara de naranja será mi muerte! Si; estoy cierto de ello: la cáscara de naranja me causará la muerte! Me ''comeria la cabeza'' que la cáscara de naranja será mi muerte!
Este era el ofrecimiento con que Mr. Grimwig apoyaba todos sus asertos. Lo mas extraordinario en este caso era que aun admitiendo (en favor del argumento) que les progresos científicos fuesen llevados hasta el punto de dar al hombre el poder de comerse su propia cabeza, por muy resuelto que estuviera á ello la del susodicho caballero era tan grande que por muy afanoso que estuviese de probar esa posibilidad física, jamás podria prometerse el logro de tan temerario empeño en una sola comida, aun haciendo abstraccion de una gruesa capa de polvo que la guarnecia.
—''Me comeria mi cabeza''! —repitió Mr. Grimwig golpeando con su baston sobre el pavimento y al ver á <Oliverio —Ola! que, es esto? —añadió retrocediendo dos ó tres pasos.
—Es el pequeño Oliverio Twist de quien os he hablado. —dijo Mr. Brownlow.
Oliverio hizo un saludo.
—Acaso quereis hablarme de ese muchacho que ha tenido la fiebre? —preguntó Mr. Grimwig retrocediendo aun mas —Esperad un poco! Nada digais! Ah! Ya caigo! —añadió bruscamente perdiendo todo temor á la fiebre y encantado de su descubrimiento —Este es el niño que ha comido una naranja arrojando luego la cáscara á la escalera! Si no es el ''quiero comerme mi cabeza'' y la suya por añadidura.
—No. Os engañais; no ha comido naranja —dijo sonriendo Mr. Brownlow. —Vaya dejad alli vuestro sombrero y hablad á mi jóven amigo.
—Este es el muchacho de que me habeis hablado no es cierto? —dijo al fin Mr. Grimwig.
—El mismo. —respondió Mr. Brownlow, haciendo á Oliverio una señal de cabeza amistosa.
—Y bien? Muchacho, como va de salud? —repuso Mr. Grimwig.
—Mucho mejor! Os doy gracias caballero! —respondió Oliverio.
Mr. Brownlow temiendo que su exéntrico amigo no dijera algo desagradable á su jóven protegido, suplicó á éste fuera á decir á la Señora Bedwin que esperaban el thé, lo que el muchacho hizo con tanto mas gusto cuanto los modales del recien llegado no le hacian mucha gracia.
—No os parece interesante ese muchacho? —preguntó Mr. Brownlow.
—No lo sé —contestó Grimwig con sequedad.
—No lo sabeis?
—No en verdad. No encuentro diferencia alguna entre los muchachos, ni conozco de ellos mas que dos especies: los unos pálidos y endebles y los otros colorados y gordimflones.
—Y en que categoria colocais á Oliverio?
—En la de los endebles. Uno de mis amigos tiene un grueso muchacho mofletudo (á eso llaman un niño hermoso!) con una cabeza como un bola, megillas rojas y ojos chispeantes; un niño horrible á fé mia, cuyo cuerpo y miembros parecen forzar las costuras de sus vestidos y teniendo por añadidura una voz de piloto y un apetito de lobo. Bien le conozco al monstruo!
—Vaya! —dijo Mr. Brownlow. —Esta falta no la tiene Oliverio; con que no puede provocar vuestra cólera.
—Es cierto que no tiene esta falta; pero puedo tener de peores.
En este momento Mr. Brownlow tosió con impaciencia lo que parecia dar mucho gusto á Mr. Grimwig.
—Si, lo repito: —continuó este último —puede tener de peores. ¿De donde viene? quien es? Ha tenido la fiebre! Ello que prueba? La fiebre no es patrimonio de las gentes honradas, al menos que yo sepa. Acaso no son los malvados los que tienen algunas veces la fiebre? He conocido en la Jamaica á un hombre que fué ahorcado por haber asesinado á su amo; seis veces tuvo la fiebre. Por eso no se le recomendó á la clemencia de la corona! Puha! Hubiera sido una bestialidad!
El hecho es que Mr. Grimwig en el fondo de su corazon estaba dispuesto á convenir en que las maneras de Oliverio abogaban en su favor; pero dispuesto mas que nunca á contradecir estando como estaba muy exitado por la cáscara de naranja; y como se había metido en la cabeza que nadie le haria confesar si un niño era bueno ó no, había resuelto desde el momento á combatir la opinion de su amigo.
Asi pues, cuando este hubo confesado que no podia responder satisfactoriamente á ninguna de sus preguntas y que para interrogar á Oliverio sobre sus antecedentes había esperado á que este estuviera del todo restablecido, Mr. Grimwig se sonrió maliciosamente y preguntó con acento de mofa, si por ventura el ama de llaves tenia la costumbre de contar la plata cada noche, de lo contrario, si una hermosa mañana no le faltaban tres ó cuatro cubiertos ''se comeria etc. etc.''
—Y cuando debeis oir la relacion fiel y circunstanciada de la
vida y aventuras de Oliverio Twist? —añadió concluyendo su thé, y mirando al mismo tiempo de reojo á Oliverio que acababa de entrar otra vez.
—Mañana por la mañana. —respondió Mr. Brownlow —Prefiero que esté solo conmigo para ello. Venid á encontrarme mañana á las diez amigo mio. —continuó dirijiéndose á Oliverio.
—Esta bien señor. —respondió este con alguna vacilacion, avergonzado de verse el blanco de las miradas escudriñadoras de Mr. Grimwig.
—Que apostais que no viene mañana á encontraros? —dijo este último por lo bajo al oido de Mr. Brownlow. —Le he visto vacilar; os engaña querido.
—Juraria que no. —repuso Mr. Brownlow con calor.
—Si no os engaña —objetó el otro —quiero... (y el baston resonó sobre el piso.)
—Respondería con mi vida de que el niño dice la verdad. —insistió aquel golpeando con el puño sobre la mesa.
—Y yo con mi cabeza, que os engaña. —replicó Grimwig golpeando tambien sobre la mesa.
—Allá lo veremos. —dijo Mr. Brownlow procurando ocultar su despecho.
—Si; allá lo veremos. —repuso Grimwig con sonrisa burlona —Allá lo veremos!
Como si la suerte lo hubiera dispuesto á propósito, en medio de este altercado entró la señora Bedwin trayendo un paquete de libros que aquella misma mañana Mr. Brownlow había comprado al mismo vendedor de libros viejos que ha figurado ya en esta historia, el que depositó sobre la mesa y se dispuso á salir del aposento.
—Decid al muchacho que espere Señora Bedwin. —dijo Mr. Brownlow. —Tiene que volverse algo.
—Se ha marchado.
—Llamadle, que importa. Ese hombre no es rico y sus libros no están pagados: tambien tiene que volverse otros.
La puerta fué abierta. Oliverio corrió por un lado y la criada por otro mientras desde el lindar la Señora Bedwin llamaba al muchacho; pero este estaba ya muy lejos y Oliverio y la criada volvieron sofocados sin haber podido alcanzarle.
—Lo siento mucho. —esclamó Mr. Brownlow —hubiera querido que esos libros hubiesen sido devueltos esta misma tarde.
—Devolvedlos por medio de Oliverio. —dijo Grimwig con malicia —Estais seguro que los devolverá fielmente.
—Oh! si, señor! Permitid que los devuelva: os lo suplico —dijo Oliverio —Correré todo el camino y pronto estaré de vuelta.
Mr. Brownlow iba á contestar que no debia salir fuera por lo que fuera, cuando una mirada maligna de su viejo amigo le decidió á dejar partir al niño, para que por un pronto regreso probase al momento á este último la injusticia de sus sospechas, sobre ese punto al menos.
—Pues bien! Si; ireis amigo mio. —dijo Mr. Brownlow —Los libros están sobre una silla de mi despacho; subid á buscarlos.
Oliverio ufano de poder hacerse útil, volvió con mucha diligencia los libros debajo el brazo y esperó gorra en mano que se le esplicase lo que debia hacer.
—Direis —añadió Mr. Brownlow mirando fijamente á Monsieur Grimwig —direis que vais á llevar esos libros y á pagar al mismo tiempo las cuatro libras diez chelines que debo. Ahí teneis un billete de banco de cinco libras; debeis devolverme diez chelines.
—No estaré diez minutos —dijo Oliverio gozoso.
Al mismo tiempo metió el billete en la faltriquera de su chaleco, abotonó la chaqueta hasta el cuello, puso los libros debajo su brazo y habiendo hecho un saludo respetuoso salió. La Señora Bedwin le siguió hasta la puerta de la calle dandole las señas del camino mas corto, del nombre y de la habitacion del librero, señas que Oliverio dijo tener perfectamente en la memoria, y habiéndole recomendado tuviera cuidado de no resfriarse la buena señora le dejó al fin partir.
—Que Dios le bendiga! —dijo viéndole alejarse —No se porque; pero no apruebo el que se le deje marchar de este modo.
En este momento Oliverio volvió jovialmente la cabeza é hizo un signo gracioso antes de entrar en otra calle. La Señora Bedwin le devolvió el saludo sonriendo, y despues de haber cerrado la puerta, se retiró á su aposento.
—Vamos á ver. —dijo Mr. Brownlow sacando el reló de su faltriquera y poniéndolo sobre la mesa —Dentro veinte minutos lo mas tarde estará de vuelta! Será ya de noche.
—Estais seguro de que volverá? —preguntó Mr. Grimwig.
—Y vos no? —dijo sonriendo Mr. Brownlow.
Mr. Grimwig ya propenso á la contradiccion, se mantuvo mas firme en sus trece al verse provocado por la sonrisa confiada de su amigo.
—No! —dijo dando un puñetazo sobre la mesa —No lo creo. Ese muchacho lleva sobre su cuerpo un vestido nuevo flamante bajo su brazo un paquete de libros preciosos y en su faltriquera un billete de banco de cinco libras; irá á reunirse con sus antiguos amigos los ladrones y se burlará de vos. Si jamás vuelve á esta casa ''quiero comerme la cabeza''! ''—''Esto diciendo acercó su silla á la mesa y los dos amigos esperaron en silencio teniendo su vista fija sobre el retó.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XV
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'''EN EL QUE SE DEMUESTRA HASTA QUE PONTO EL VIEJO JUDÍO Y LA SEÑORITA NANCY AMABAN Á OLIVERIO.'''
Entretanto Fagin, Sikes y Nancy disfrazada de cocinera, se habían reunido en una taberna del barrio mas sucio de Londres y deliberaban allí en compañía del perro de largo pelo blanco y puerco. Sikes siempre huraño, el judío mas obsequioso y Nancy decidida mas que nunca á ponerse de ''parada'' para cazar á Oliverio.
—Vaya! ¿No es cierto Nancy que vas á emprender la caza? —dijo Sikes presentándole un vaso.
—Si Guillermo. —respondió la jóven despues de haber tragado el licor de una sola vez. —Ya le tengo la pista á Dios gracias! El pobre Diablillo ha estado enfermo, obligado á guardar cama, y... alguna importancia es que ella se calló y sonriendo graciosamente á Sikes llevó la conversacion á otro objeto. Poco despues el viejo judío fué acometido de una tos tan violenta que Nancy echando su chal sobre las espaldas, declaró que era tiempo de partir. Sikes que iba por el mismo lado una parte del camino, espuso la intencion de acompañarla y salieron juntos seguidos á poca distancia del perro feo que salió de un pequeño establo luego que su amo estuvo fuera de su vista. Despues que Sikes hubo partido, el judío asomó la cabeza por la puerta de la sala y mirándole andar por el callejon obscuro y estrecho le enseñó el puño profiriendo horribles imprecaciones y rechinando los dientes; hecho lo cual volvió á sentarse á la mesa y pronto se engolfó profundamente en las páginas interesantes de la ''Gaceta de los Tribunales.''
—Ah! querida Nancy! —dijo Fagin levantando la cabeza:
Si una ojeada significativa y un fruncimiento de las cejas rojas del judío, advirtió á Nancy de que era demasiado comunicativa, es lo que no nos importa saber; el solo hecho á que damos
Entretanto Oliverio no sospechando siquiera que estaba tan cerca de la habitacion del viejo chulo, se dirijia á la tienda del librero. Cuando estuvo en Clerkerwell, tomó por distraccion una calle que si bien paralela, con todo le estraviaba un poco de su camino; pero no reparando en su error hasta que la hubo andado ya mas de dos tercios y sabiendo además que ella le conducia al mismo punto, no juzgó oportuno retroceder y avanzó buen trecho con sus libros bajo el brazo.
Caminando pensaba en sus adentros cuan feliz debia ser y lo que daria para ver únicamente al pequeño Ricardo, quien azotado y falto de pan, tal vez en este momento se hallaba con ansias de llorar, cuando le sacó de su meditacion la voz de una muger que gritaba desaforadamente: —Oh! Querido hermano mio! —y apenas hubo vuelto la cabeza para ver lo que era cuando se halló estrechamente oprimido por dos brazos vigorosos pasados bruscamente al rededor de su cuello.
—Dejadme estar! —gritó él resistiéndose —Soltadme! Quien sois? Porque me deteneis?
La respuesta á esto fué una multitud de quejas y lamentaciones por parte de una jóven, llevaba una cesta pequeña y una llave gruesa en cada mano y que lo abrazaba con transporte.
—Ay! gracias á Dios! Al fin le he encontrado! —dijo ella —Oliverio! Oliverio! Has sido un mal muchacho en haberme hecho tan desgraciada! Ven, ven conmigo á casa! Cielos! Si; es el mismo! O felicidad! Con que lo hé encontrado!
En medio de estas esclamaciones incoherentes, la jóven se sintió acometida por un exceso de histérico que hizo temer por sus dias hasta tal punto que algunas mugeres atraidas por sus gritos pidieron á un mancebo carnicero de cabellera lustrosa de grasa hallado alli por casualidad, fuera en busca de médico; pero éste que era de un natural lento (por no decir indolente) contestó que no lo creia necesario.
—Oh! no; no hagais caso! —dijo Nancy cojiendo la mano de Oliverio —Me siento ya mejor!.. Ea tu desgraciado! ven pronto á casa!
—Que... que es esto ''señorita? —''preguntó una de las mugeres.
—Ah señora! —respondió la jóven. —Hace un mes que se escapó de la casa de sus padres (personas muy respetables y buenos jornaleros) y se ha juntado con una banda de ladrones y de mala gente; de modo que su pobre madre es cuasi-muerta de tristeza.
—Pilluelo! —dijo una muger.
—Pequeño salvage! ¿quiéres volverte á tu casa? —añadió otra.
—Esto no es verdad! —esclamó Oliverio sumamente alarmado —Yo no la conozco!.. Yo no tengo ni hermana, ni padre, ni madre! Soy huérfano! Vivo en Pentonville!
—Se ha visto descaro igual! —dijo Nancy.
—Cielos! Nancy! —gritó Oliverio reconociéndola al fin y retrocediendo de espanto.
—Ya lo veis como me conoce! —repuso Nancy recurriendo al testimonio de los presentes. —No puede menos!.. Como honradas gentes que sois ayudadme á llevarlo á nuestra casa, ó sino matará á su padre á su madre y yo me moriré tambien de tristeza!
—Que Diablos sucede aqui? —dijo un hombre saliendo precipitadamente de una taberna seguido de un perro blanco lleno de cicatrices —Oh!.. mil truenos! Es el pequeño Oliverio! Tunantuelo te volverás pronto á tu casa con tu pobre madre?
—Yo no les pertenezco! No les conozco! Socorro! Socorro! —gritó el niño procurando desprenderse de las manos del hombre.
—Ah! gritas socorro! —repuso éste. Pillastron! Yo voy á dártelo el socorro!.. Que significan esos librotes que traes aqui? Sin duda los habrás robado! Dame esto pronto!
Esto diciendo, le arrancó los tomos de las manos y le dió un gran puñetazo en la cabeza.
—Bien hecho! —dijo un hombre que miraba desde la ventana de una guardilla —Este es el único medio de hacerle entrar en razon.
—Sin duda alguna. —esclamó un carpintero medio dormido, dirijiendo una mirada de aprobacion al que acababa de hablar.
—Esto le sentará bien! —dijeron las dos mugeres.
—Por esto cabalmente no quiero que le pase la presente! —repuso el bandido cogiendo á Oliverio por el cuello de la chaqueta y asestándole otro puñetazo —Andarás pillastron? —A mi Cesar! A mi! —prosiguió dirijiéndose á su perro.
Debilitado por la enfermedad que acababa de pasar, aturdido por los golpes y por un ataque tan repentino, espantado por el horrible gruñido del perro y la brutalidad del hombre y anonadado por la conviccion de los presentes que le tomaban por lo que no era ¿que podia hacer el pobre niño en tal circunstancia? La obscuridad de la noche, en semejante barrio hacia todo socorro improbable y toda resistencia inútil. En menos que nada fué conducido con tal rapidez por un laberinto de callejuelas sombrias y estrechas que los pocos gritos que osó proferir no fueron oidos, y aun que lo hubieran sido nadie había á quien pudieran llamarle la atencion...
Los faroles estaban encendidos por todas partes; la Señora Bedwin esperaba con ansiedad á la puerta de la casa; la criada había corrido veinte veces hasta al cabo de la calle para ver si encontraria á Oliverio y los dos amigos estaban en el salon sin luz, teniendo siempre el reló ante su vista.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XVI
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'''DONDE FUÉ Á PARAR OLIVERIO DESPUES DE HABER SIDO RECLAMADO POR NANCY.'''
DESPUES de haber recorrido algunas callejuelas, llegaron al fin á una gran plaza que á juzgar por los rediles y cobertizos de que estaba guarnecida debia ser un mercado de animales. Sikes aflojó entonces el paso, pues del modo que andaban la jóven no podia seguirles y volviéndose á Oliverio le intimó bruscamente que diera la mano á Nancy.
—Entiendes lo que te digo? —refunfuñó Sikes, observando que el muchacho se resistia y miraba á su alrededor.
Se encontraban en un sitio sombrío muy lejanos de los transeuntes y Oliverio se convenció completamente de que toda resistencia seria inútil. Alargó pues la mano á Nancy y esta la estrechó fuertemente contra la suya.
—Ahora dame esa! —continuó Sikes apoderándose de la otra mano.
—Aquí Cesar! (El perro levantó la cabeza y se puse á gruñir.) La vés bien he? —prosiguió señalando con el dedo la garganta del niño y echando terribles juramentos —Si tiene la desgracia de remover solamente los labios muerde eso! Comprendes?
El perro gruñó de nuevo y lamiéndose los hocicos miró á Oliverio como si se alegrára de antemano de poderlo saltar al cuello.
—Lo hará como se lo digo! Que un rayo me parta si no lo hace! —repuso Sikes arrojando una mirada feroz al animal en muestra de aprobacion. —Ahora mira lo que te conviene: grita cuanto te acomode; el perro te impondrá pronto silencio! Ea! anda ya fiel guardian y ojo avisor.
A estas palabras afectuosas de su amo, Cesar que no estaba acostumbrado á ellas removió la cola y dando un gruñido en señal de advertencia para Oliverio, tomó la delantera y abrió la marcha.
El mercado que atravesaban era el de Smithfield. La noche estaba sombría y brumosa, las luces de las tiendas apenas podian abrirse paso á través de la nieble cuyo espesor crecia á cada instante aumentando la soledad y la tristeza del sitio, al mismo tiempo que hacia la incertidumbre de Oliverio mas horrible y mas angustiosa.
Cerca una hora recorrieron callejones sucios y poco concurridos y si algunas personas encontraron parecieron á los ojos de Oliverio como pertenecientes á la misma calaña de Sikes. Por fin, enfilaron una calle aun mas estrecha y mas sucia que las otras, habitada cuasi toda ella por ropavejeros y el perro adelantándose corriendo como si estuviera cierto de que su vigilancia era ya entonces inútil, se paró ante una tienda cerrada al parecer desocupada, pues la casa amenazaba ruina y un rótulo anunciando que estaba para alquilar, permanecia medio clavado sobre la puerta en señal de que estaba en ella desde muchos años.
—Ya llegamos! —dijo Sikes lanzando una mirada á su alrededor.
Nancy pasó la mano por debajo los postigos y Oliverio oyó sonar una campanilla en el interior. Fueron á colocarse debajo de un farol y esperaron algunos momentos. Rechinó el ruido de una llave en la cerradura y poco despues la puerta se abrió con la mayor precaucion. Sikes entonces sin mas cumplimientos cojió el niño por el cuello y en un decir Jesus estuvieron los tres dentro de la casa. Entre la obscuridad mas profunda esperaron que la persona que les había abierto hubiera cerrado otra vez la puerta con llave y cerrojos.
—No hay ninguno aquí? —preguntó Sikes.
—No. —respondió una voz que Oliverio creyó reconocer.
—El viejo está? —prosiguió el bandido.
—Si. —replicó la voz —Lindamente enredado entre espinas esperándoos. Con esto quien no tendrá placer de veros! Pues ya!
El estilo de esta respuesta y el tono con que fué pronunciada, eran familiares á los oidos de Oliverio; pero no pudo descubrir la fisonomía del interlocutor.
—Alúmbranos un poco si no quieres que nos rompamos el bautismo, ó que pisemos al perro —dijo Sikes. —Os advierto que tengais cuidado con las piernas si pisais sus patas.
—Aguardad un momento que vaya á buscar la luz! —repuso la voz.
En esto se oyó el ruido de los pasos de una persona que se alejaba y luego apareció Jaime Dawkins vulgo el ''fino Camastron'' llevando en la mano una vela colocada en un palo hendido. Sé contentó con hacer una mueca á Oliverio para renovar las amistades con él é hizo señal á los visitadores de que le siguieran. Bajaron la escalera, atravesaron una cocina desprovista de utensilios y abriendo la puerta de un chiribitil del que se exhalaba un olor fétido, fueron recibidos entre carcajadas y aclamaciones de alegria.
—Oh! que buena farsa! —esclamó maese Bates desternillándose de risa. —Si, el es! Pero mirad Fagin... miradle... Dios de Dios! Qué buena farsa! Hay para morirse de risa! Que alguno me tenga para que pueda reir á mis anchuras. Ah! ah! ah!
Esto diciendo maese Bates se dejó caer en tierra boca abajo y estuvo en tal postura por mas de cinco minutos dando un libre desahogo á su loca alegría y sacudiéndose las posaderas con sus talones. Luego volvió á levantarse, tomó la vela de manos del Camastron y acercándose á Oliverio dió vuelta entorno suyo para examinarle mientras que el judío quitándose su gorra de algodon saludó respetuosamente varias veces al pobre niño que los miraba con ademan azorado. Entre tanto el ''Camastron'' que era de un carácter mas maduro y que raras veces comprometia su dignidad cuando se trataba de ''asuntos serios'' relativos á su ''profesion,'' vaciaba los bolsillos del infortunado con la atencion mas escrupulosa.
—Mirad Fagin, mirad su ''cáscara''! —dijo Bates acercando la vela tan cerca del vestido nuevo de Oliverio que poco faltó para que pusiera fuego en ellos —Mirad su ''cascarita''! ''Tela de pavo real'' y corte de tijera de plata! Viva la elegancia! Ola! ola! y esos libros? Eso le dá el aire de todo un ''caballero'' ¿no es verdad Fagin?
—Querido! Estoy encantado de veros tan bien puesto! —dijo el judío saludando á Oliverio con humildad afectada —El Camastron os dará otros vestidos, pues seria una lástima gastaseis estos que son para los domingos! Querido? porque no habeis escrito que veniais? Hubiéramos tenido algo caliente para vuestra cena.
A estas palabras maese Bates soltó una carcajada tan estrepitosa que el mismo judío desarrugó la frente y el Camastron se sonrió. Pero como en este mismo momento este sacó el billete de banco de la faltriquera de Oliverio, seria dificil averiguar si fué la bufonada de Cárlos ó el descubrimiento del billete quien exitó su sonrisa.
—Ola! ¿Que papelucho es este? —dijo Sikes adelantándose hácia el judío, mientras este se apoderaba del billete. —Esto me pertenece Fagin!
—No, no Guillermo; es mio querido! Vos tendreis los libros.
—Si no se entrega eso á mi ó á Nancy (que es lo mismo), voy á devolver al niño. —dijo Sikes poniéndose el sombrero con ademan resuelto.
El judío se estremeció: lo mismo hizo Oliverio aun que por motivo muy diferente pues esperaba que su libertad seria el resultado de la disputa.
—Ea! venga acá eso! Lo entendeis? —dijo Sikes.
—No hay razon para ello Guillermo, ninguna razon. ¿No es cierto Nancy? —contestó el judío.
—Haya razon ó no —replicó Sikes. —dadme eso! Os lo digo por la última vez! ¿Creeis que Nancy y yo no tengamos nada mas que hacer que pasar un tiempo precioso siguiendo la pista y cojer á todos los muchachos que se dejan ''prender'' para vuestro provecho? Venga acá eso viejo avaro! (Esqueleto carcomido!) Trasto de desván!
Pronunciando tales palabras Sikes se apoderó del billete de banco que el judío tenia entre el pulgar y el indice y pasando con la mayor sangre fria su vista por él, lo plegó en cinco ó seis vueltas y lo encerró dentro de un nudo que hizo en el pañuelo que llevaba al cuello.
—Esto es por el trabajo que nos hemos tomado. —dijo Sikes ajustando de nuevo su corbatin —Todavía no es la mitad de lo que él vale! Vos podeis quedaros con los libros si sois aficionado á la lectura, ó sino los vendereis!
—Qué bien escritos están! —dijo Cárlos que ojeó uno de los tomos haciendo mil muecas —Bello estilo por vida mia! Espresiones elegantes! No es verdad Oliverio? —Y viendo el ceño lastimoso que ponia este mirando á sus perseguidores, maese Bates que estaba dotado de un espíritu cáustico y que además tenia un gusto decidido por el ''burlesco'' se puso á reir á carcajadas y ha hacer mas ruido que antes.
—Son del anciano caballero! —dijo Oliverio torciéndose las manos —De ese bueno y respetable caballero que me llevó á su casa y que tuvo cuidado de mi cuando estaba malo y me iba á morir! Ah! Os lo suplico, enviádselos! Devolvedle los libros y el dinero! Tenedme encerrado aquí toda mi vida; pero por amor de Dios devolvedle lo que le pertenece! Creerá que le he robado! La buena señora y todas las personas de la casa que han sido para mi tan buenas, me tendrán por un ladron! Oh! tened piedad de mi! Devolved los libros y el dinero!
Pronunciando estas palabras con el acento de la mas violenta desesperacion, Oliverio se echó á los piés del judío juntando sus manos con ademan suplicante.
—El niño tiene razon! —dijo Fagin arrojando una mirada á su alrededor y frunciendo sus cejas rojas —Tienes razon Oliverio; mucha razon! Pensarán que has robado los libros y el dinero. Ah! ah! —prosiguió rechinando los dientes y frotándose las manos— Esto no podia venir mejor, aunque lo hubieramos hecho á propósito!
—Sin duda que no podia venir mejor! —contestó Sikes —He aquí lo que me ha acudido de pronto en el pensamiento cuando le he visto atravesar Clerkenwell con sus libros bajo el brazo. Ellos deben ser unas santas almas de otro modo no le hubieran recojido en su casa. Luego no le reclamarán por temor de tenerle que perseguir ante los tribunales y hacerle prender. Con que está bien seguro!
Hasta entonces Oliverio había mirado á uno y otro alternativamente con aire inquieto sin comprender del todo lo que querian decir; pero cuando Sikes concluyó de hablar, se levantó de repente, se escapó del aposento sin saber donde dirijirse llamando á su socorro y haciendo resonar la casa con sus gritos.
—Guillermo llama á tu perro! —esclamó Nancy corriendo á la puerta y cerrándola trás el judío y sus dos educandos que se habían lanzado en persecucion de Oliverio —Llama á tu perro! Va á devorar á ese muchacho!
—Voto á brios que lo merece! —gritó Sikes reuniendo todas sus fuerzas para desprenderse de las manos de la jóven. —Quítate tú de aqui! Suéltame te digo ó voy á romperte el cráneo contra la pared!
—Nada me importa! —continuó Nancy forcejando para conservar su puesto —Este muchacho no será devorado por el perro, sin que antes tu me hayas muerto!
—Dices bien! —dijo Sikes rechinando los dientes. —Esto va á ser pronto si no te retiras!
Esto diciendo el bandido arrojó con toda su fuerza á la jóven al otro estremo del aposento, justamente en el instante en que el judío y los dos muchachos volvieron á entrar conduciendo á Oliverio.
—Que sucede ahora? —preguntó Fagin.
—Creo que se ha vuelto loca? —contestó Sikes con acento feroz.
—No, no está loca! —dijo Nancy pálida por la cólera y sofocada por la lucha que acababa de sostener —No, no lo creais Fagin!
—Entonces quieres callarte! —dijo el judío con tono amenazador.
—No; no me callaré! —replicó Nancy levantando la voz. —Que querais decirme con ese tono?
El viejo Fagin conocia demasiado al sexo de que formaba parte Nancy y los caprichos á que comunmente está sujeto para no juzgar prudente dejar á la jóven. Con esta idea, para apartar la atencion de esta se dirijió á Oliverio.
—Con qué queriais escaparos he? —dijo tomando una gruesa estaca llena de nudos que estaba en un rincon de la chimenea.
Oliverio no respondió; pero espió los movimientos del judío latiéndole con fuerza el corazon.
—Si; llamabais socorro! Queriais hacer venir la guardia ¿no es esto? —prosiguió, cojiendo con furia el niño por el brazo —Jovencito! Os curaremos de esta manía.
Al decir esto el judío le sacudió un fuerte golpe sobre las espaldas con su estaca y tenia la mano levantada para darle otro cuando la jóven avalanzándose á él con la rapidez del rayo le arrancó el palo de las manos y lo arrojó al fuego con tal fuerza que hizó saltar los carbones ardientes en el aposento.
—No lo sufriré mientras yo este presente Fagin! —esclamó —Habeis recobrado otra vez á ese niño ¿que queréis mas? No el maltrateis ó os doy mi palabra que me entregaré respecto á uno de vosotros á ecsesos que me conducirán á la horca antes de tiempo! Al hacer esta amenaza golpeó el suelo con su pié, mientras cerrados los puños y el rostro pálido de cólera miraba alternativamente ya á Sikes ya á Fagin.
—Qué es esto Nancy? —dijo el judío con acento melífluo despues de un momento de silencio durante el cual cambió con Sikes una mirada en la que era fácil adivinar la turbacion de su alma —Esta noche te muestras mas sentimental que nunca! Ah! ha! querida... Obras noblemente!
—Así me cuadra! —respondió esta —Cuidad de que no me propase! Vos Fagin no hariais con ello muy buen negocio! Con que os lo prevengo por la última vez; dejadme en reposo!
Existe en la muger irritada (sobre todo cuando ha sido llevada á los estremos) cierto sentimiento que los hombres no tienen ganas de provocar. El judío comprendió perfectamente que seria inútil fingir poco cuidado de la cólera de Nancy; así pues, retrocediendo con prudencia, miro á Sikes con aire villano y suplicante á la vez como para darle á entender que no se consideraba tan capaz como él para seguir la conversacion.
Sikes viéndose interpelado de tal modo y pensando tal vez que su amor propio estaba interesado en probar el ascendiente que tenia sobre Nancy volviéndola á la razon, profirió cinco ó seis juramentos y otras tantas amenazas con una facilidad de elocucion que hizo honor á su fértil inventiva. Sin embargo como esto no pareció producir ningun efecto visible en la persona que de ello era objeto, recurrió á argumentos mas sólidos.
—Qué quieres decir con tantos humos? —gritó acompañando la pregunta con un horrible juramento. —Veamos, habla! ¿Qué pretendes con tu amenaza? Voto á mil truenos juntos! Sabes quien eres tu?
—Oh! si; demasiado lo sé! —dijo la jóven sacudiendo la cabeza con ademan de indiferencia.
—Entonces, cierra el pico ¿entiendes? —repuso el otro con tanta brutalidad como si hablara á su perro —De lo contrario te ataré yo la lengua por algun tiempo.
Nancy soltó una risa convulsiva y lanzando á Sikes una mirada de reojo, volvió la cabeza y se mordió los labios hasta echar sangre.
—Ah! si! Eres una gentil muchacha á fé mia! —añadió Sikes mirándola con desprecio —Especialmente cuando te das ese aire de buenos sentimientos. Es un gran negocio para ''este niño'' (como tu le llamas.) el haber encontrado en tí una ''amiga..''
—Sin contar que lo soy —esclamó Nancy con cólera —y que quisiera estar en lugar de ''aquellos'' al lado de los cuales tan cerca hemos pasado esta noche, mas bien que haberos ayudado á encontrar este desgraciado! Qué sea de hoy en adelante un mentiroso, un ladron, un petardista; que sé yo! todo lo que existe de mas abominable! No le basta á ese viejo bandido sino que tambien ha de destrozarlo á golpes?
—Vamos, vamos! —dijo el judío dirijiéndose á Sikes y haciéndole observar la atencion con que sus jóvenes educandos prestaban el oido á todo lo que pasaba —Guillermo es preciso venir á palabras de paz, á palabras de reconciliacion.
—Palabras de paz! —esclamó la jóven, cuya fisonomía desfigurada por la cólera era en este momento espantosa —Palabras de paz vos viejo infame! Si, las mereceis! He robado por vos cuando no tenia mas que la mitad de la edad de ese niño! —dijo señalando á Oliverio. —Siempre he hecho el mismo comercio y siempre para la misma persona desde hace doce años! ¿No es cierto? Decid! Podeis negarlo?
—Y bien qué? —replicó el judío procurando calmarla —Si lo has hecho ha sido para vivir.
—Si! —gritó ella con toda la fuerza de sus pulmones —Robar es mi subsistencia, como la escarcha, la niebla y el lodo de las calles son mi habitacion! Y vos sois el viejo infame que me ha reducido á ellos desde mi infancia y me reduciréis dia y noche hasta que muera!
—Te sucederá una desgracia! —repuso el judío excitado por estos reproches —Algo peor que esto si dices una palabra mas!
La jóven calló; pero arrancándose los cabellos y rasgando sus vestidos en un exceso de rabia se precipitó sobre Fagin y probablemente le hubiera dejado señales de su venganza si Sikes no se hubiere interpuesto entre ambos cojiéndola por los puños. Hizo algunos esfuerzos para desacirse y se desmayó.
—Está bien ahora! —dijo Sikes arrastrándola hasta un rincon del aposento —Cuando se irrita hasta tal punto tiene en los brazos una fuerza asombrosa!
El judío se enjugó la frente y sonrió de contento al verse libre de una escena tan trájica; á pesar de que él, Sikes, los muchachos y él mismo la debieron considerar como un percance inseparable de sus asuntos.
—No conozco nada peor que tenérselas que haber con las mugeres. —dijo el judío volviendo la estaca á su sitio. —Sin embargo poseen cualidades recomendables y nos son muy útiles en nuestra ''profesion.'' Cárlos, lleva Oliverio á la cama.
—Creeis papá Fagin que hará muy bien en no ponerse mañana estos vestidos tan nuevecitos y tan pulcros? —preguntó Cárlos guiñando los ojos con malicia.
—No faltaba mas! —contestó aquel haciendo una mueca de inteligencia á su educando.
Maese Bates muy satisfecho en apariencia de la comision que se le confiaba, tomó el palo hendido que servia de candelero y condujo á Oliverio á una pieza vecina donde había dos ó tres camas en una de los cuales había ya dormido el pobre niño. Allí con carcajadas insolentes enseñóle los mismos harapos que había creido no volver á ponerse jamás, y al mismo tiempo le esplicó como por medio del judío que los había comprado, el viejo Fagin descubriera el lugar de su retiro.
—Quítate esto! —dijo —Yo lo entregaré á Fagin para que lo guarde. Dios de Dios! y que buena farza!
El desgraciado huérfano se sometió de mal talante, y maese Bates despues que hubo rollado y puesto bajo su brazo el vestido nuevo de aquel, se fué llevándose la vela y cerrando la puerta con llave.
El ruido de sus carcajadas y la voz de Betsy que llegó muy á propósito para aflojar á su amiga y arrojarle agua en las sienes para hacerla volver de su parasismo, hubieran podido tener dispiertas á muchas personas en una posicion mas feliz que la que en que se encontraba Oliverio; pero estaba enfermo y destrozado de miembros, y se durmió muy pronto profundamente.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XVII
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Página creada con «'''LA SUERTE QUE NO SE CANSA DE PERSEGUIR Á OLIVERIO, LLEVA Á LONDRES UN PERSONAGE ILUSTRE QUE ANONADA SU REPUTACION.''' UNA mañana muy de madrugada Mr. Bumble salió de la Casa de la Caridad y enfiló la Calle Mayor con paso firme y seguro. Su semblante demostraba toda la gloria y el orgullo de su dignidad de pertiguero: los galones de su sombrero de tres picos y de su levita brillaban al sol y oprimia su baston con toda la fuerza de la salud y del poder. Mr. Bum…»
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'''LA SUERTE QUE NO SE CANSA DE PERSEGUIR Á OLIVERIO, LLEVA Á LONDRES UN PERSONAGE ILUSTRE QUE ANONADA SU REPUTACION.'''
UNA mañana muy de madrugada Mr. Bumble salió de la Casa de la Caridad y enfiló la Calle Mayor con paso firme y seguro. Su semblante demostraba toda la gloria y el orgullo de su dignidad de pertiguero: los galones de su sombrero de tres picos y de su levita brillaban al sol y oprimia su baston con toda la fuerza de la salud y del poder. Mr. Bumble llevaba siempre la cabeza erguida, pero en este dia la llevaba mas tiesa que de costumbre. Había tal distraccion en sus miradas y tal nobleza en sus ademanes que un observador inteligente no hubiera podido menos de presumir que pensamientos de una naturaleza poco comun ocupaban la mente del pertiguero. No se dignó detenerse para conversar con los tenderos al por menor y las demas personas que le dirijieron la palabra; se contentó con responder á sus saludos por un movimiento de mano y no se detuvo su marcha hasta que hubo llegado á la granja en que la Señora Mann guardaba á los niños de la Casa con un cuidado ''parroquial.''
—Que el diablo se lleve á ese importuno pertiguero, si no es él quien llega tan de mañana! —dijo viéndole sacudir con impaciencia la puerta del jardin —Ola Señor Bumble! Ya me figuré yo bien que no podiais ser otro que vos! Es gran placer y una sorpresa agradable el poderos ver tan de mañana! Os suplico que os tomeis la molestia de entrar!
Las primeras palabras fueron dirijidas á Susana y las últimas á Mr. Bumble mientras le abria la puerta y le introducia en la casa con las mayores señales de respeto y atencion.
—Señora Mann! —dijo Mr. Bumble dejándose caer gradual y pausadamente en una silla, en vez de sentarse bruscamente como lo haria un palurdo —Señora Mann os doy los buenos dias!
—Igualmente Señor Bumble! —contestó esta con muchas muecas graciosas —¿Cómo vá esa preciosa salud?
—Psi! psi! Señora Mann. —replicó el pertiguero —Una vida ''parroquial'' no es ningun lecho de rosas!
—Bien seguro que no! —apoyó la Señora. (Todos los niños confiados á su cuidado hubieran podido responder á coro si la hubiesen oido.)
—Una ''vida parroquial'' Señora Mann —continuó el pertiguero golpeando la mesa con su baston —es una vida de trabajo, de vejaciones y de tormentos! Pero todos los ''personajes públicos'', si así puedo espresarme, deben esperarse el sufrimiento de la persecucion.
La Señora Mann no comprendiendo del todo lo que el pertiguero queria decir, levantó las manos al cielo con aire místico y suspiró.
—Ah! Bien podeis suspirar Señora Mann! —dijo Bumble.
Aquella viendo que había obrado bien, suspiró de nuevo con gran satisfaccion del ''funcionario público'' que reprimió una sonrisa graciosa mirando fijamente al sombrero de tres picos.
—Me voy á Londres Señora Mann!
—De veras Señor Bumble? —contestó ésta plegando las manos y retrocediendo tres pasos en señal de asombro.
—Si Señora. —replicó el imperturbable pertiguero —Me voy á Londres en la diligencia... yo y dos pobres de la casa. Tenemos un pleito por causa de esos pobres. No pertenecen á nuestra parroquia, de consiguiente por pleno derecho no queremos albergarlos... y yo soy quien el consejo de Administracion ha escojido por su representante y el que debe responder en su nombre en las prócsimas sesiones de Clerkenwell. [3] Figuraos ahora Señora Mann —continuó empinándose de toda su altura —Figuraos digo cuanto hilo tendrán que torcer las sesiones de Clerkenwell antes que concluyan conmigo.
—Oh! no vayais á tratarlas con demasiada severidad. —dijo la Señora Mann con tono adulador.
—Ellas me habrán obligado Señora Mann, y si las sesiones de Crekenwell no salen tan bien paradas como creen, á ellas mismas deberán echarse la culpa!
Estas palabras fueron pronunciadas con tal calor y tal acento de amenaza que la Señora Mann se estremeció.
—Os vais pues en la diligencia? —dijo —Creia que la costumbre era enviar á esos pobres en carretas?
—Esto Señora Mann es cuando están enfermos. Entonces les encajamos dentro de carretas descubiertas para impedir que los aires colados les costipen.
—Ah! esto es otra cosa!
—La Administracion de diligencias se encarga de esos por una biscoca. Ambos se hallan en muy triste estado, y calculamos que el cambiarlos nos costará dos libras esterlinas menos que enterrarlos; es decir, si logramos hacerlos recibir en otra parroquia, lo que creo no será dificil en caso de que el despecho no los mato en el camino... ah! ah! ah!
Despues que Mr. Bumble hubo reido á sus anchas, sus ojos se encontraron con el tricuspis y recobró su gravedad.
—Por vida de... hablando nos olvidamos de los asuntos. —dijo —Señora Mann aquí tenéis vuestro ''salario parroquial'' del mes.
Esto diciendo sacó de su cartera algunas monedas de plata envueltas en un papel y pidió un recibo que la Señora Mann se apresuró á escribir.
—Hay muchos garabatos —dijo esta —pero ya pasará. Muchas gracias Señor Bumble. Os estoy muy agradecida.
El pertiguero respondió á esta cortesia con una ligera inclinacion de cabeza y preguntó por la salud de los niños.
—Pobres angelitos! —contestó la vieja con emocion. —Están lo mejor posible, esceptuando los dos que se murieron la semana pasada y luego el pequeño Ricardo que anda alicaido.
—No mejora? —preguntó el pertiguero.
La Señora Mann sacudió la cabeza.
La mañana siguiente á la seis Mr. Bumble, despues de haber cambiado su sombrero de tres picos por otro redondo y empaquetado su individuo dentro un redingote azul, tomó asiento en la delantera de la diligencia en compañía de los dos ''criminales'' de quienes la Administracion pretendia deshacerse, y que eran la causa bien inocente del proceso que llamaba al pertiguero á Londres. Este llegó á la capital sin haber esperimentado en el camino otra incomodidad que la producida por la conducta ''inconveniente'' de los dos pobres que se obstinaron en quejarse del frio, y en titiritar de tal manera durante todo el viaje que (á lo que dijo Mr. Bumble.) sus dientes le castañearon en la cabeza y se encontró muy poco á su gusto á pesar de tener un grueso redingote sobre su cuerpo.
Habiéndose desembarazado el pertiguero de tan ''incómodos'' individuos por toda la noche, se instaló en la fonda donde había parado la diligencia y se hizo servir una opípara comida compuesta de tajadas de buey con salsa de ostras y una botella de escelente vino de Oporto. Luego que hubo concluido, llenó un vaso de ''grog'' que puso sobre la chimenea, acercó su silla á la lumbre y despues de algunas reflecsiones morales sobre la incomodidad que resulta de viajar con personas que titiritan y que se quejan, se puso á leer un periódico.
El primer artículo sobre el que se fijaron sus ojos fué el anuncio siguiente:
'''CINCO GUINEAS DE RECOMPENSA.'''
«Un muchacho de Pentonville llamado Oliverio Twist, ha dejado su habitacion el jueves último al anochecer sin haber vuelto á ella.
«La recompensa arriba espresada será concedida al que dará instrucciones que puedan facilitar el descubrimiento del susodicho Oliverio Twist, ó que tiendan á arrojar alguna luz sobre los pormenores de su historia, que la persona que hace insertar este anuncio tiene gran interés en saber.»
Venia en seguida la descripcion exacta de la edad, del traje y del exterior de la persona de Oliverio; el modo como había desaparecido y finalmente el nombre y la direccion de Mr. Brownlow.
Mr. Bumble abrió los ojos, leyó pausadamente y con la mas escrupulosa atencion, por dos ó tres veces consecutivas el artículo y cinco minutos despues estaba en camino para Pentonville habiéndose olvidado con la precipitacion el vaso de ''grog'' de sobre la chimenea.
—Mr. Brownlow está en casa? —preguntó á la jóven que le abrió la puerta.
A tal pregunta ésta contestó del modo evasivo que tenia por costumbre: —No lo se. ¿De parte de quién venís?
No bien Mr. Bumble hubo pronunciado el nombre de Oliverio y esplicado él motivo de su visita, cuando la Señora Bedwin que escuchaba á la puerta de la sala se precipitó desalentada en el recibidor.
—Entrad! Entrad! —dijo —Estaba segura de que tendríamos noticias suyas! Pobre chico! Me lo decia el corazon! Querido niño! Siempre lo dije!
Esto diciendo la buena anciana volvió á entrar en la sala á toda prisa y sentándose en el sofá prorumpió en lágrimas, mientras que la criada menos sensible subió los escalones de cuatro en cuatro y volvió pronto para decir á Mr. Bumble que la siguiera. Le introdujo en el gabinete de estudio donde Mr. Brownlow y su amigo Grimwig estaban sentados á una mesa con una botella y dos vasos ante si.
—Un pertiguero! Un verdadero pertiguero de parroquia! Me comeria la cabeza que es un pertiguero! —esclamó este último.
—Os ruego querido amigo que no nos interrumpais por algunos momentos. —dijo Mr. Brownlow. Y dirijiéndose á Bumble añadió —Caballero tened la bondad de sentaros!
Mr. Bumble se sentó muy preocupado por la originalidad de los modales de Mr. Grimwig, Mr. Brownlow colocó la lámpara de modo que pudiera ver mejor al pertiguero y dijo con alguna impaciencia.
—Supongo que el motivo de vuestra venida, ha sido el artículo que he hecho insertar en el periódico?
—Si señor. —respondió Bumble.
—Vos sois pertiguero ¿no es cierto? —preguntó Mr. Grimwig.
—Soy pertiguero ''parroquial'' señores. —replicó aquel con orgullo.
—Lo ois? —repuso Mr. Grimwig, dirijiéndose á su amigo aparte —Estaba seguro de que era un pertiguero. El corte de su redingote es ''parroquial,'' y huele á pertiguero á la legua.
Mr. Brownlow impuso silencio á su amigo con un movimiento de cabeza y luego continuó:
—Podeis decirnos donde se halla al presente ese niño?
—De ningun modo. —contestó Bumble.
—Entonces ¿que es lo que sabeis de él? —preguntó Monsieur Brownlow. —Hablad amigo mio si teneis algo que decir. ¿Qué sabeis de él?
—Nada bueno sin duda? —dijo Mr. Grimwig despues de haber examinado atentamente al pertiguero.
Este tomó la pregunta al pié de la letra y meneó la cabeza con aire compungido.
—Ya lo veis! —dijo Mr. Grimwig dirijiendo á su amigo una mirada de triunfo.
Mr. Brownlow procuró leer en la fisonomía del pertiguero la respuesta que iba á recibir de él y le instó para que le dijera con la brevedad posible lo que sabia respecto á Oliverio. Mr. Bumble se quitó el sombrero, desabrochó su redingote, se cruzó de brazos y despues de algunos momentos de reflecsion empezó su relato.
Seria fastidioso reproducir aquí las palabras que el pertiguero ensartó por el espacio de veinte minutos. Bastará saber que en resúmen contó que Oliverio era un niño expósito de baja procedencia que desde su nacimiento no había desplegado otras cualidades que la ''perfidia'', la ''ingratitud'' y la ''maldad''; habiendo terminado su corta estancia en el lugar de su nacimiento por un acto ''villano'' y ''sanguinario'' ejercido sobre la persona de un muchacho de la escuela de caridad, despues del cual se había escapado en medio de la noche de casa su amo. Luego para probar que realmente estaba revestido del carácter con que se había manifestado poco antes, estendió sobre la mesa los papeles que se había llevado de la Casa de la Caridad y cruzando de nuevo los brazos esperó las observaciones de Mr. Brownlow.
—Temo que lo que habeis dicho será demasiado cierto. —dijo éste tristemente despues de haber inspeccionado rápidamente los papeles —Esta suma es muy mezquina para las instrucciones que acabais de darme; pero de buena gana os hubiera dado el triple ó cuadruple, si ellas hubiesen sido favorables al niño.
Es muy probable que si Mr. Bumble hubiera sabido esto un momento antes hubiera dado un giro del todo diferente á su relato; pero no era ya tiempo y sacudiendo gravemente la cabeza embolsó las cinco guineas y se retiró.
Mr. Brownlow se paseó arriba y abajo de la sala tan preocupado por la relacion del pertiguero que el mismo Mr. Grimwig se guardó bien de contrariarle por mas tiempo. Al fin se detuvo y tiró con fuerza el cordon de la campanilla.
—Señora Bedwin! —dijo á la ama de llaves que vino para recibir sus órdenes —Ese muchacho... Oliverio! es un impostor.
—No puede ser señor! Estoy segura de ello! —dijo enérgicamente la buena anciana.
—Os digo que lo es! —repuso secamente Mr. Brownlow —¿Qué quereis decir con... ''no puede ser''? Acabamos de saber lindas cosas de él. Parece que desde su nacimiento hasta el presente no ha sido mas que un pilluelo.
—Jamás lo creeré señor! —replicó Bedwin con firmeza.
—Vosotras las viejas, no dais fé mas que á los charlatanes y á los cuentos de brujas! —interrumpió bruscamente Mr. Grimwig —¿Porqué no seguisteis mis consejos desde el principio? Lo hubierais hecho sino hubiese tenido la fiebre he? Ella le hácia interesante no es esto? Interesante! Que bestialidad! —Esto diciendo atizaba el fuego revolviéndole con el hurgón.
—Ese niño es dulce, amable y reconocido. —repuso la Señora Bedwin con indignacion —Tal vez tengo motivos para conocer el carácter de los niños... Hay mas de veinte años que trato con ellos y las personas que no pueden decir otro tanto, debieran tener el pico cerrado. Al menos esta es mi opinion!
Esta era una pulla directa lanzada á Mr. Grimwig que era celibatario; pero como ella no hizo mas que exitar una sonrisa por parte del viejo muchacho, la buena señora sacudió la cabeza y rollando maquinalmente entre sus dedos el cabo de su delantal, iba sin duda á contestar como correspondia.
—Silencio! —dijo Mr. Brownlow fingiendo una cólera que estaba lejos de subir —No pronuncieis jamás ante mi el nombre de ese niño! Os había llamado para decíroslo! Jamás! jamás! bajo pretexto alguno... No lo olvideis! —Es todo lo que tenia que deciros señora Bedwin! Fijad en la memoria que os hablo seriamente...
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Los ladrones de Londres/Capítulo XVIII
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'''DE QUE MODO OLIVERIO PASA EL TIEMPO, EN LA SOCIEDAD DE SUS APRECIABLES AMIGOS.'''
LA mañana siguiente despues de medio dia, Fagin aprovechándose de la ausencia del Camastron y de maese Bates que se habían marchado á sus ''faenas'' ordinarias, sopló á Oliverio una larga moraleja Sobre el pecado horrible de ingratitud de que se había hecho reo alejándose voluntariamente de sus amigos, inquietos de su ausencia y lo que es mucho peor, intentando escaparse, despues de los trabajos que habían sufrido para volverle á encontrar. Procuró persuadir al niño de que había sido recibido y cuidado en su casa en un momento en que sin un socorro tan apropósito y extraordinario, el, Oliverio hubiera muerto irremisiblemente de hambre.
Oliverio pasó este dia y la mayor parte de los siguientes sin ver alma viviente. Desde la mañana muy temprano hasta la media noche, solo y entregado asi mismo pensaba en sus protectores, y el temor de que tuviesen de él una opinion poco favorable le llenaba de mortal angustia. Pasados ocho dias, el judío no consideró ya necesario tenerle encerrado en el aposento y le dejó ir libremente por toda la casa.
Un dia que el Camastron y maese Bates debian pasar la velada fuera, aquel se metió en el caletre ponerse mas pulero que de costumbre. (debilidad que para hacerle justicia, no era habitual en él.) Mandó ''muy políticamente'' á Oliverio que le ayudara en esta faena. Este muy contento de encontrar una ocasion para hacerse útil, muy feliz en tener sociedad por mala que fuera y ansioso además de conciliarse la estimacion de todos los que le rodeaban, se prestó de buen talante á lo que se le exijia. Puso pues una rodilla en tiérra de manera que el pié del Camastron que estaba sentado sobre la mesa pudiera descansar sobre la otra y se puso á cumplir el deber de ''pulimentar sus coturnos,'' lo que quiere decir en buen castellano, que limpió sus botas.
Sea que el Camastron se sintiera agitado por eso sentimiento de libertad é independencia que esperimenta necesariamente todo ''ser racional'' cuando está sentado perezosamente sobre una mesa, fumando su pipa con plena satisfaccion, balanceando suavemente una pierna y mirando limpiar sus botas sin necesidad de quitárselas ni tampoco de volvérselas á calzar; sea que la buena aroma del tabaco dispertase su sensibilidad, ó que la calidad de la cerveza dulcificase sus sentimientos; lo cierto es que se sintió llevado de repente á lo romántico y á lo entusiasta. (dos cosas muy contrarias á su razon de ser.) Miró durante algunos momentos á Oliverio con aire pensativo, luego con un suspiro y un balanceamiento de cabeza, dijo mitad para si y mitad á Cárlos:
—Lastima que no sea ''hurraca!''
—Ah! No sabe lo que le conviene! —contestó este.
El Camastron suspiró de nuevo y volvió á chupar su pipa. Cárlos hizo otro tanto y ambos fumaron un rato en silencio.
—A qué va que ni siquiera sabes lo que es una ''hurraca? —''dijo el Camastron, con tono compasivo.
—Creo que si. —respondió Oliverio levantando la cabeza. —Es un la... lo que sois vos no es cierto? —siguió interrumpiéndose.
—Lo soy y con mucho orgullo! —replicó el Camastron —Es la mejor carrera! (Esto diciendo se metió el sombrero tras las orejas y lanzó un vistazo á maese Bates.) —Si; lo soy. —prosiguió —y Cárlos tambien y Fagin y Sikes y Nancy y Betsy; todos lo somos, todos hasta el perro quien es el que muestra mas corazon para la ''faena.''
—Y el menos propenso á ''traicion.'' —añadió Bates.
—No será él quien ladre jamás en el banco de los testigos! Ah! no... no hay peligro! Aunque se le atase en él y se le dejase allí quince dias sin comer.
—Tiene mucha mira en eso!
—Oh! es un perro muy picaruelo! Con que fiereza mira á un ''camarada'' que se ponga á reir ó á cantar estando en sociedad! A pesar de que no gruñe mucho cuando siente tocar el violon ni detesta á los otros perros de su raza... No por cierto!
—Es un ''famoso cristiano''!
—Buen oficio! Buen oficio! —prosiguió el Camastron volviéndo al asunto de que se habían apartado, al recuerdo de su ''profesion'' que influia en todas sus acciones —Eso no tiene nada que ver con el ''leofito'' (neofito.)
—Es verdad! —repuso Cárlos —Oliverio por que no sientas plaza bajo la bandera de Fagin?
—Harias fortuna de un golpe! —replicó el Camastron guiñando el ojo.
—Vivirias de tus rentas; y te hacias el señor como pienso yo hacerlo por Pascua ó por Navidad.
—No, no quiero! —contestó Oliverio —Prefiero que se me deje marchar! Qui... sie... ra mejor marcharme!
—Y Fagin prefiere que te quedes —objetó Cárlos.
Oliverio lo sabia demasiado; pero reflecsionando que tal vez seria peligroso el espresarse con demasiada franqueza, dió un suspiro y continuó limpiando las botas del Camastron.
—Vaya! —esclamó éste —¿Dónde está tu valor? Carece tu alma de orgullo? Acaso pretenderás vivir á espensas de tus amigos?
—Puha! —hizo maese Bates sacando dos ó tres pañuelos de la india y tirándolos revueltos en un armario —Qué vileza! Qué mezquindad!
—Jamás podria hacer tal cosa! —dijo el Camastron finguiendo la mayor repugnancia.
—Ello no impide que abandoneis á vuestros amigos y que los dejeis castigar por vuestros hechos propios. —repuso Oliverio sonriendo.
—Oh! Esto es otra cosa. —replicó el Camastron quitando la pipa de sus labios —Esto es por pura consideracion á Fagin; porque los ''moscardones'' saben que ''trabajamos'' unidos y hubiera podido tener un ''disgusto'' si nosotros no hubiésemos ''jugado las piernas.'' Este es el porque ¿no es cierto Carlitos?
Maese Bates hizo una señal de cabeza afirmativa é iba á hablar; pero el recuerdo de la fuga de Oliverio presentándose de repente con la mayor viveza en su imaginacion le hizo esplotar en una carcajada, que chocando con el humo de la pipa, obligó á salir á una parte por la nariz y por los ojos y la otra retrocediendo á la garganta le hizo toser y patear, por mas de cinco minutos.
—Hecha acá tus ojos tontuelo! —dijo el Camastron mostrando un puñado de ''chelings'' y de sueldos —Quieres una vida mas alegre? Llegar y coger! Quedan algunos mas en el cajon de aquel á quien los he ''soplado''! ¿No te acomodan he? Imbécil!
—Es muy pillastron ¿no es cierto Oliverio? —dijo Cárlos —Una bonita mañana se hará ''levantar.''
—No sé lo que quiere decir esto. —respondió Oliverio volviendo la cabeza.
—Toma! Algo por este estilo! —Esto diciendo maese Bates tomó uno de los cabos de su corbata y teniéndolo al aire dejó caer la cabeza sobre su espalda é hizo una especie de ruido con sus dientes, indicando por medio de esta chusca pantomina que ''levantar'' y ahorcar no eran mas que una sola y misma cosa.
—He aquí lo que quiere decir esto —prosiguió —Ah! ah! vez Jaime como me mira. Jamás he visto un muchacho como él. Bajo palabra de honor es la ''inocencia'' n.° 1! Me haria morir de risa! Te digo que tendré que reprocharle mi muerte! —y maese Bates despues de haber reido de tal gusto que las lágrimas le vinieron á los ojos, se puso otra vez á fumar.
—Has sido mal educado. —dijo el Camastron examinando sus botas que Oliverio acababa de limpiar —Con todo Fagin hará de ti algo, ó bien serás el primero que no hayas aprovechado entre sus manos... Harias mejor que empezáras al momento, porque sin duda alguna, llegarás á ello y ahora no haces mas que retroceder para saltar mejor.
Maese Bates apoyó este aviso con muchas reflecsiones morales de su cosecha, despues de lo cual él y Dawkins se estendieron largamente sobre los placeres innumerables que acompañan ordinariamente á la vida que llevaban, insinuando á Oliverio, que lo mejor que tenia que hacer era procurar captarse el buen afecto y la amistad de Fagin, empleando los mismos medios que ellos habían adoptado para merecerlos.
—Y métete bien esto en la mollera —dijo el Camastron, viendo al judío abrir la puerta —Si no te adhieres á los ''tictaes'' y á los ''pingajos...''
—Espresándote así es como si le habláras en gringo. —observó Cárlos —Acaso te entiende?
—Si no te ''adhieres'' á los relojes y á los pañuelos —prosiguió el Camastron reduciendo su lenguaje al alcance de Oliverio —otros lo harán... De modo que los que se los dejan cojer... tanto peor para ellos y para tí tambien... y nadie se encontrará mejor por eso, escepto aquellos que ponen ''cinco'' y levantar ''seis'' y tu tienes tanto derecho como los demás á la ''profesion.''
—Sin duda! Sin duda alguna! —esclamó el judío que había entrado sin que Oliverio se apercibiera de ello —Todo esto querido es claro como el dia! Ten fé en las palabras del Camastron. Oh! Ninguno como él sabe el ''catecismo'' de su ''arte''.
Continuando en estos términos el argumento del Camastrón, el viejo se frotó las manos en señal de satisfaccion y aplaudió con una carcajada el talento de este último. Por esta vez quedó aquí la conversacion, porque el judío había traido con él á la señorita Betsy y á un ''gallardo mozo'' que Oliverio no había visto nunca; pero que el Camastron, dió á conocer el nombre de Tomás Chitling, cuyo mozo despues de haberse detenido en la escalera divirtiéndose en retozar con la jóven, entró en este momento.
Mr. Chitling tenia algunos años mas que el Camastron (había ya cumplido diez y ocho primaveras.) pero con todo había en su modo de obrar cierta deferencia hacia este último que indicaba muy claramente reconocerse inferior á él en cuanto al ''genio'' y á los ''ardides'' de su profesion. Tenia unos ojos pequeños que movia vivamente y estaba además acribillado por las viruelas.
Llevaba su traje muy mal parado; pero como dijo: Acababa de ''concluir'' sus ''vacaciones;'' durante veinte y dos dias mortales no había visto alma viviente, ni se había refrescado el ''engullidero'' con una gota de algo ''fuera lo que fuera''. Oliverio estaba asombrado de una conversacion de la que apenas comprendia algunos retazos. La reunion se reia á mas no poder de la ignorancia ingénua del niño y la charla se hizo general. Fagin estaba de excelente humor y contó algunas travesuras de su juventud de un modo tan picaresco que Oliverio á despecho de sus buenos sentimientos reia tambien de tanto gusto que las lágrimas le venian á los ojos.
Al fin el viejo infame lo tenia entre sus redes. Por medio de la soledad y la tristeza le había inducido á preferir la sociedad de alguien á la de sus dolorosos sentimientos en un chiribitil y destilaba en su corazon tierno el veneno que debia ennegrecerlo y horrar en él para siempre la bondad.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XIX
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'''SE DISCUTE UN GRAN PROYECTO Y SE DETERMINA SU EJECUCION.'''
EN una noche negra y fria el judío despidió á todos sus educandos y despues de haberse envuelto en un largo redingote y tomado todas las precauciones necesarias, se enredó en el laberinto de callejuelas sucias, que tanto abundan en el barrio populoso de Bethnal-Green. Al cabo de una hora de marcha entre la niebla sobre un suelo cubierto de un barro espeso, llamó á una puerta y despues de haber cambiado algunas espresiones en voz baja con el que había venido á abrirle subió la escalera.
Un perro se puso á ladrar, cuando colocó la mano en el pestillo de la puerta y una voz de hombre preguntó: —¿Quién va ahí?
—Soy yo Guillermo; soy yo. —dijo el judio lanzando una mirada por todo el aposento.
—Descubrid vuestro esqueleto. —dijo Sikes —Échate ahi vil animal! ¿Acaso no conoces al diablo cuando lleva su largo redingote?
No cabe duda de que el perro había sido engañado por el traje de Fagin, porque en cuanto este se hubo desabrochado y puesto su redingote en el respaldo de una silla, se volvió á su rincon meneando la cola, para demostrar que estaba tan contento como podia estarlo.
—Y bien? —dijo Sikes.
—Y bien querido? —respondió el judío —Ah! Nancy!
Estas palabras fueron pronunciadas con alguna vacilacion porque era la primera vez que Fagin y Nancy volvian á encontrarse desde el dia en que esta había tomado la defensa de Oliverio con tanto calor. Sin embargo todas sus dudas sobre este punto (dado caso que las hubiera) quedaron pronto desvanecidas por la conducta de la jóven respecto á él. Apartó sus piés del guarda cenizas, retiró la silla é invitó al judío para que acercára la suya, pues hacia un frio excesivo. Luego guardó silencio profundo.
—Caramba que frio hace, Nancy! —dijo el judío acercando al fuego sus manos descarnadas —Penetra hasta los huesos. —añadió llevando la mano al costado izquierdo.
—Acaso se necesita un famoso frio para que se os arrime basta los huesos? dijo Sikes —Dale algo para beber Nancy. ¡Mil truenos! Despacha! Solo con oir como cruje su esqueleto al igual de un espectro feo que saliera de la tumba, hay para caer enfermo!
Nancy trajo al momento una botella que tomó de una alacena en la que había muchas otras que parecian contener diferentes licores y Sikes habiendo llenado un vaso de aguardiente dijo al judío que lo bebiera de una vez.
—No: gracias Sikes, tengo bastante! —dijo Fagin, volviéndo el vaso sobre la mesa despues de haber pasado solamente los labios por el borde.
—Teneis miedo de que esto os vuelva mejor de lo que sois? —preguntó Sikes fijando en el judío una mirada de desprecio.
Habiendo arrojado al mismo tiempo en las cenizas el licor que quedaba en el vaso, volvió á llenarlo para si propio.
Mientras que tragaba su aguardiente, el judío lanzó una mirada al rededor del aposento (no por curiosidad por que lo conocia; pero por un sentimiento de temor que le era natural.) El mueblaje era grosero y los solos objetos amontonados en el armario eran suficientes para persuadir de que el amo de la habitacion distaba mucho de ser un artesano. Dos ó tres alza primas colocadas en un rincon y un par de pistolas colgadas á la cabecera del lecho, eran al cabo los únicos objetos que podian infundir alguna sospecha.
—Vaya! —dijo Sikes haciendo castañear sus labios —Ya estoy pronto.
—Para la ''tarea'' he? —preguntó el judío.
—Para la ''tarea. —''respondió Sikes —Con que... hablad!
—Sobre esa casa de Chertsey Guillermo? —dijo el otro arrimando su silla y hablando muy bajo.
—Si. Adelante!
—Ah querido! Bastante sabeis lo que quiero decir! No es verdad Nancy que lo sabe?
—No á fé mia; ''no'' lo sabe! —contestó Sikes sonriéndose —O mejor no quiere saberlo que poco mas ó menos es lo mismo. Qué diablos! Hablad francamente! Llamad las cosas por su nombre! Cuando dejareis de guiñar el ojo y de andaros con rodeos como si no fuerais vos el primero que ha ideado ese robo? Trueno de Dios, esplicaos!
—Chit, Guillermo! Hablad mas bajo! —dije el judío procurando inútilmente calmar á su amigo. —Van á oirnos!
Y bien que nos oigan! —repuso Sikes —Me importa un comino!
Con todo es probable que despues de un momento de reflecsion le importó algo mas, porque se puso blando y habló un poco menos alto.
—La, la... —dijo Fagin con aire de gazmoñeria —Os lo advertia solo por prudencia querido! Ahora volviendo al asunto de esa casa de Chertsey ¿cuando será ocasion de emprender la ''tarea''? Cuando Guillermo? Tanta plata hijos mios! Tanta plata! —prosiguió frotándose las manos y levantando los ojos al techo transportado de antemano de alegria á la idea del botin.
—No hay que pensar ya mas en ello. —replicó friamente Sikes.
—No hay que pensar en ello? —repitió el judío dejándose caer en el respaldo de la silla.
—No hay que pensar mas en ello. Al menos no es cosa tan fácil como creiamos.
—Esto será por causa de la torpeza en el obrar! —replicó el judío pálido de cólera —No me digais....
—A mi me dá la gana de decíroslo! —esclamó el otro —Quién sois vos para que no se os pueda hablar? Os digo que hace quince dias que Toby Crachit tiene sus ''emboscadas'' al rededor de la plaza y ni siquiera ha podido ''engatusar'' un criado.
—Quereis decir Guillermo —repuso el judío calmándose á medida que el otro sé enardecia —que ninguno de los dos criados podrá ser ''persuadido.''
—Eso mismo, pues no habla en gringo. Hace veinte años que están al servicio de la vieja y aun que les dieran quinientas libras rehusarian entrar en el complot.
—Si; pero quereis decir tambien Guillermo que no habrá un medio para que las mugeres sean de los nuestros?
—Ninguno.
—Ni el del flamante Tobias Crachit? —preguntó el judío con tono de duda —Guillermo! No ignorais lo que son las mugeres!
—Voto va! Ni el del flamante Tobias Crachit. Ha dicho que mientras ha estado allí, ha llevado favoritos postizos y se ha puesto un chaleco y guantes color de canario; pero que de nada le han servido.
—Hubiera debido probar el uniforme militar y los bigotes querido! —replicó el judío despues de un momento de reflecsion.
—Tambien los ha ensayado; —pero parece que este medio no ha tenido mejor fortuna que el otro.
El judío pareció quedar desconcertado con esta respuesta y habiendo reflecsionado algunos minutos con la cabeza caida Sobre el pecho dijo suspirando: que si el flamante Tobias Crachit decia verdad, seria preciso renunciar á la empresa —Y sin embargo-añadió dejando caer las manos sobre sus rodillas —es muy duro querido tener que perder un negocio sobre el que habíamos fundado nuestras mas hermosas esperanzas y que considerábamos ya como nuestro!
—Es verdad. Esto es lo peor.
Siguió un largo silencio durante el cual el judío con el rostro livido y la mirada hosca, estuvo profundamente sumido en sus pensamientos. Sikes le miraba por intervalos y Nancy temiendo sin duda irritar al bandido, permaneció sentada ante la chimenea, los ojos fijos en el fuego y con la indiferencia del sordo respecto á lo que se hablaba en su presencia.
—Fagin! —dijo Sikes rompiendo de pronto el silencio —Me tocarán cincuenta guineas mas en el reparto, si logramos buen éxito en el exterior?
—Si! —contestó el judío súbitamente, como si dispertára de un sueño.
—Queda convenido el pacto?
—Si querido, si! Queda convenido! —respondió el judío cojiéndole la mano.
Esto diciendo sus ojos chispeaban y los rasgos de su fisonomía revelaban el efecto que había producido en él la proposicion de Sikes. —Entonces —repuso éste rechazando la mano del judío con desden —esto se hará cuando querais. La ante penúltima noche estábamos con Tobias Crachit sobre la pared del jardin inspeccionando la puerta. Ella queda cerrada como una prision; pero hay un sitio que podemos franquear seguramente sin meter ruido.
—Cual? —preguntó el judío con ansia.
—¿No recordais lo que viene despues que se ha atravesado el prado? —dijo el otro en voz baja.
—Si, si! —contestó el judío ladeando la cabeza para poder oir mejor y abriendo tanto los ojos que parecian quererse salir de sus órbitas.
—Basta! —dijo Sikes, parándose en seco á una señal de cabeza de Nancy que le hacia notar la expresion del rostro del judío —No importa el sitio. Se bien que nada podeis hacer sin mi; pero vale mas ponerse en guardia cuando se trata con vos.
—Cómo querais querido, como querais! —repuso el judío mordiéndose los labios —¿Creeis que Tobias Crachit y vos podais lograr el fin sin el concurso de nadie?
—Ciertamente. No necesitamos mas que un ''berbiqui'' y un niño. El primero ya le tenemos; en cuanto al otro será preciso encontrarlo.
—Un niño! —esclamó el judío —Oh! entonces será para un postigo alto he?
—Nada os importa. Necesito un niño que no sea demasiado gordo. Ah! Si tuviera solamente el muchacho de Ned el limpia chimeneas me saldria con la mia! Le impedia el engordar espresamente para esto y cuando era ocasion lo alquilaba. Pero el padre se ha dejado ''pinchar'' y he aquí que metiéndose por medio la ''Sociedad de jóvenes delincuentes'' le dá la humorada de ''retirar'' al niño de un ''oficio'' en que ganaba tanto dinero, le hace aprender de leer y escribir y por añadidura lo pone de aprendiz! Así obra el mundo! —continuó con indignacion —Así obra el mundo! Y si tuvieran el dinero que les hace falta (á Dios gracias,) el año que viene, no quedarian en el comercio seis muchachos á nuestra disposicion.
—Esta es demasiada verdad! —replicó el judío que absorvido en sus profundas meditaciones no había cojido mas que las últimas palabras de Sikes. —Guillermo!
—Qué quereis? —preguntó éste.
El judío señaló con su vista á la jóven que la tenia siempre fija en el fuego, para insinuar á Sikes cuan prudente seria que ella se marchára del aposento. Este se encojió de hombros con ademan impaciente, pensando que la precaucion era inútil y acabó por mandar á Nancy que fuera á buscarle una botella de cerveza.
—Tú no quieres cerveza! —esclamó esta cruzando los brazos y no moviéndose de su silla.
—Te digo que quiero! —replicó Sikes.
—Farza! —contestó Nancy friamente —Vaya soltad el pico Fagin! Se lo que vais á decir á Guillermo y yo no estorbo.
El judío insistió de nuevo y Sikes los miró á ambos con asombro.
—Acaso Nancy os dá miedo? —dijo al fin —La conoceis de bastante tiempo para que tengais confianza en ella, ó el Diablo se ha metido de por medio! No creo sea muchacha capaz de ''bachillerear.'' ¿No es cierto Nancy?
—Así me lo parece. —contestó la jóven acercándose á la mesa y poniendo sus dos codos sobre de ella.
—No, no querida mia! Estoy bien persuadido de que eres incapaz! —dijo el judío —pero... —y el viejo insistió de nuevo.
—Cómo quedamos? —preguntó Sikes.
—Es que ignoro si está en tan mala disposicion cómo la noche aquella que ya sabeis, Guillermo? —respondió el judío.
Nancy soltó una carcajada y tragándose un vaso de aguardiente meneó la cabeza como mofándose de Fagin. Luego se puso á talarear á toda voz: ''Seguid siempre vuestro camino buen hombrecillo''! ''No hableis jamás de volveros!'' —y otras cosas semejantes que parecieron tranquilizar del todo á los dos hombres.
—Vaya Fagin! —dijo Nancy riendo —Dadnos cuenta de vuestras intenciones respecto á Oliverio.
—Ah querida! Eres una mosca muy fina! Eres la jóven mas ''ladina'' que conozco! —dijo el judío dándole golpecitos sobre la espalda. —En efecto de Oliverio es de quien quiero hablar! ah! ah! ah!
—Qué quereis decir? —preguntó Sikes.
—Es el muchacho que os conviene, querido! —contestó el judío con aire de misterio poniendo el dedo sobre su nariz y haciendo un visage horrible.
—El! —esclamó Sikes.
—Tómalo Guillermo. —dijo Nancy —Yo si fuera que tú lo tomaria. Pueda que no sea tan ''listo'' como los otros; pero que le importa si no hay mas que abrirte una puerta? Es un niño con el que puedes contar, te lo aseguro Guillermo.
—Tiene razon. —repuso Fagin —Desde hace algunas semanas está en muy buen camino; ya es hora de que empieze á hacerse útil, aun que no sea mas que para ganarse el pan que come. Además los otros son demasiado gordos.
—A la verdad, tiene justamente la talla que me conviene. —dijo Sikes despues de un momento de reflecsion.
—Y hará todo lo que vos querais amigo mio. —replicó el judío —No podrá menos... es decir si la amedrentais un tan lo.
—Amedrentarle! —esclamó Sikes —No, no será un miedo falso, podeis creerlo. Si tiene la desgracia de hacerme jugarretas una vez estará en la ''tarea,'' no volvereis á verle vivo Fagin. Pensadlo sériamente antes de enviármelo! —añadió el bandido levantando una enorme alza-prima que sacó de debajo su lecho.
—He pensado en todo esto. —dijo el otro con fuerza —Le he velado de cerca amigos mios de muy cerca! Qué comprenda en una buena ocasion que es uno de los nuestros! Que tenga la certeza de ''haber sido ladron'' y nos pertenece por toda la vida! Ah! ah! no podia ofrecerse mejor ocasion! —Esto diciendo el viejo cruzó sus brazos sobre su pecho, hundió su cabeza dentro sus espaldas y dió un grito de alegria.
—Para nosotros? —dijo Sikes —Para vos quereis decir!
—Pueda que si, querido! —repuso el judío con una espantosa mueca —Para mi; si bien os place Guillermo.
—Y porque ese mal polluelo os ocupa tanto por si solo —dijo el otro, con tono huraño —cuando no ignorais, que hay una infinidad que picotean cada noche por los alrededores de Covent Garden [4] y entre los cuales podriais escojer?
—Porque me son del todo inútiles. —replicó Fagin con algun embarazo —No merecen que se ocupe uno de ellos. Cuando se han hecho ''pinchar'' su fisonomía les acusa y yo los pierdo todos. Con ese niño si fuera bien dirijido, haria lo que no podria hacer nunca con veinte de los otros. Además —continuó reponiéndose de su turbacion —nos conviene que sea absolutamente de los nuestros sin mirar el modo de lograrlo. Lo que deseo es llevarle á ''picotear con las hurracas.'' Y vale mas que sea esto así que no vernos obligados á ''deshacernos'' de él, lo que no dejaria de ser peligroso para nosotros, sin contar la pérdida que podria reportarnos.
—Cuándo será el negocio? —preguntó Nancy conteniendo una esclamacion, que iba á escapársele á Sikes fuertemente disgustado de las pretensiones humanitarias de Fagin.
—En efecto cuando se llevará á cabo Guillermo? —añadió el judío.
—Estoy convenido con Tobias para pasado mañana, si de aquí á entonces no le doy contra órden. —contestó Sikes con ademan sombrio.
—Bueno. —dijo el judío —No habrá luna.
—No —repuso Sikes.
—Y habeis tomado vuestras medidas para llevaros la ''hucha.'' ¿no es cierto?
Sikes hizo una señal de cabeza afirmativa.
—Con el objeto de...?
—Si, si; todo está arreglado. —interrumpió Sikes sin darle tiempo de concluir la frase —No os inquieteis por los detalles. Cuidad solo de traerme el niño mañana por la noche. Yo dejaré á Lóndres una hora antes de amanecer. A vos os toca guardar silencio, tener el crisol listo, y nada mas.
Despues de una breve discusion quedó convenido que Nancy que antes había tomado el partido de Oliverio, se encargaria de traerle al lado de Sikes y que éste luego de empezada la obra, tendria pleno poder sobre él. Salvo la reserva á Tobias Crachit de apoyar las resoluciones del susodicho Sikes.
Arreglados de este modo los preliminares, éste se coló algunos vasos de aguardiente, se puso á blandir la alza-prima de un modo espantoso y cantó ó mas bien berreó algunas estrofas, acompañadas de horribles imprecaciones. Luego, en un exceso de entusiasmo por su ''carrera'' fué á buscar la caja de sus ''chismes'' que colocó sobre la mesa y abrió para esplicar la naturaleza y uso de cada uno de los objetos que estaban encerrados en ella. Apenas había abierto la cobertera cuando cayó pesadamente con ella al suelo y en seguida se durmió.
—Buenas noches! —dijo el judío metiéndose el redingote.
—Buenas noches! —contestó Nancy.
El viejo al pasar dió un puntapié al borracho en tanto que Nancy estaba vuelta de espaldas y bajó la escalera á tientas.
—Siempre lo mismo. —murmuró entre dientes cuando estuvo solo en la calle —Lo malo en las mugeres es, que un nada basta para resucitar en ellas los recuerdos del pasado y lo bueno que no duran. Ha! ha! El hombre contra el niño por un talego de oro!
Embebido en estas lisongeras reflecsiones, Fagin regresó á su morada sombría, en la que el Camastron velaba esperando con impaciencia su vuelta.
—Oliverio está acostado? Tengo que hablarle. —dijo bajando la escalera.
—Hace ya rato. —respondió el Camastron abriendo la puerta de un aposento —Miradle allí.
El niño estaba acostado sobre un mal jergon tendido en el suelo y dormia con un sueño profundo. El abatimiento, la inquietud y la tristeza de su prision le habían vuelto tan pálido que parecia muerto.
—Ahora no! —dijo el judío alejándose de puntillas. —Hasta mañana, hasta mañana!
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Los ladrones de Londres/Capítulo XX
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Página creada con «'''OLIVERIO ES ENTREGADO Á GUILLERMO SIKES.''' EL dia siguiente al dispertar, Oliverio quedó agradablemente sorprendido viendo al pié de su lecho un par de zapatos nuevos de suelas reforzadas, en lugar de los suyos del todo estropeados. De pronto se quedó maravillado de este descubrimiento, pensando que podia ser muy bien el preludio de su libertad; pero luego tuvo la certeza de lo contrario. En el almuerzo, hallándose frente por frente del judío este le anunci…»
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'''OLIVERIO ES ENTREGADO Á GUILLERMO SIKES.'''
EL dia siguiente al dispertar, Oliverio quedó agradablemente sorprendido viendo al pié de su lecho un par de zapatos nuevos de suelas reforzadas, en lugar de los suyos del todo estropeados. De pronto se quedó maravillado de este descubrimiento, pensando que podia ser muy bien el preludio de su libertad; pero luego tuvo la certeza de lo contrario. En el almuerzo, hallándose frente por frente del judío este le anunció de un modo capaz de redoblar sus alarmas que aquella noche debia ser conducido á la casa de Guillermo Sikes.
—Para... que... dar... me en ella? —preguntó el niño con inquietud.
—No; no para quedarte en ella amigo mio. —contestó el judío —No temas que queramos perderte. Oliverio! Volverás á nosotros... ah! ah! ah! No somos tan crueles para despedirte amiguito... ó no seguramente...
Esto diciendo el viejo chulo, que estaba acurrucado ante la lumbre y ocupado en tostar una rebanada de pan, se puso á reir á carcajada llena como para indicar que no ignoraba lo contento que estaria Oliverio de poder escaparse si pudiera.
—No dudo tendrás curiosidad de saber lo que vas á hacer en casa Guillermo... he amiguito? —dijo fijando en él su mirada.
Oliverio se ruborizó involuntariamente, á la idea de que el viejo encubridor había adivinado su pensamiento. Con todo respondió con bastante seguridad que ''si.''
—Qué piensas que vas á hacer? —preguntó el otro previniendo la cuestion.
—Señor! En verdad no lo se. —respondió Oliverio.
—Ba! —hizo el otro volviéndose para ocultar su contrariedad —Espera entonces que Guillermo te lo diga.
El judío pareció muy embarazado de que el niño no demostrase mayor deseo de saber mas. El hecho es que este hubiera querido saber á que se le destinaba; pero turbado como estaba por la mirada escuadriñadora del judío y por sus propios pensamientos, le fué imposible hacer ninguna pregunta tocante á este punto. Por lo demás ya no se ofreció otra ocasion, porque el judío permaneció sombrio y silencioso hasta la noche en que se dispuso para salir.
—Podrás encender esta vela. —dijo Fagin poniendo una sobre la mesa. —Y aquí tienes un libro para divertirte leyendo, hasta que vengan á buscarte. Vaya, buenas noches!
—Buenas noches señor! —contestó dulcemente Oliverio.
Mientras se dirijia á la puerta, el judío se volvió varias veces para mirar al jóven Twist y parándose de improviso lo llamó por su nombre.
Oliverio alzó la cabeza y á una señal de aquel encendió la vela. Al poner el candelera sobre la mesa reparó que desde el estremo obscuro del aposento el viejo le miraba fijamente y frunciendo las cejas.
—Cuidado, Oliverio! Cuidado! —dijo agitando la mano con ademan doctoral. —Es un mal ''vicho'' que á nada atiende cuando se le ha pisado la cola! Suceda lo que suceda nada digas y haz todo lo que te mande! Piénsalo bien!
Habiendo acentuado estas últimas palabras con mucho énfasis, sonrió de una manera horrible, hizo un movimiento de cabeza y salió.
Oliverio al quedar solo repasó, en su imaginacion lo que acababa de oir. Despues de haber reflecsionado largo rato, pensó que el bandido le mandaba á buscar para utilizarle en su casa hasta haber encontrado otro muchacho mas conveniente á sus miras. A pesar de ello, estaba tan acostumbrado á los sufrimientos que cualquiera cambio lo era indiferente. Permaneció sumerjido en sus meditaciones; luego tomando el libro se puso á leerlo. Este libro llevaba por título: ''Vida, juicio, condena y ejecucion de los grandes criminales.'' Sus páginas estaban manchadas á fuerza de leidas. Todo eran crímenes, asesinatos horribles, cadáveres ocultos desde largo tiempo y que aparecian á sus asesinos y estos poseidos de espanto corriendo ellos mismos á reclamar el cadalso que debia acabar sus tormentos.
Había tanta verdad en la descripcion de esos crímenes y el cuadro de ellos era tan fascinador que Oliverio creyó ver las páginas grasicntas del libro convertirse en sangre cuajada y á las palabras que leia, desprenderse en sordos gemidos de la boca propia de las víctimas inmoladas. En un esceso de terror cerró el libro, lo arrojó lejos de sí y cayendo de rodillas pidió á Dios que le evitára tales pensamientos, ó le llamará á él antes de permitir que se manchára jamás con un crímen tan horrible.
Había concluido su oracion; pero estaba aun arrodillado con la cabeza apoyada entre sus manos cuando un ruido interrumpió su meditacion.
—Qué es esto! —esclamó levantándose y apercibiendo una forma humana en pié cerca la puerta —Quién está ahí? —prosiguió.
—Soy yo! Soy yo! —respondió una voz trémula.
—Oliverio levantó la vela, sobre su cabeza para ver mejor: era Nancy.
—Aparta esa vela! —dijo la jóven volviendo la cabeza —Me hace mal en los ojos.
Vió que estaba sumamente pálida y le preguntó cariñosamente si estaba enferma. Por toda respuesta ella le volvió la espalda y se desplomó sobre una silla retorciéndose las manos.
—Dios! Dios! —esclamó al fin —No pensé en todo esto!
—No os sentís bien? —preguntó Oliverio. —Puedo ser útil para socorreros? Hablad... Todo lo que pueda, lo haré con la mayor satisfaccion.
Nancy se agitó en su silla, llevó sus manos al cuello, exhaló un grito medio ahogado por el exterior y abrió toda la boca para respirar.
—Nancy! —esclamó el niño horrorizado —Que teneis; decidlo!
Esta golpeó con las manos sus rodillas y con los piés el suelo, luego deteniéndose de repente volvió á ajustar el chal sobre sus espaldas titiritando.
Oliverio atizó el fuego. La jóven acercó su silla al hogar y quedó inmóvil algun tiempo sin pronunciar una palabra. Luego levantando la cabeza echó una mirada vaga á su alrededor.
—No se lo que me coje algunas veces. —dijo procurando reparar el desórden, de su traje. —Creo es causa, este aposento súcio y húmedo. ¿Estás pronto Oliverio?
—Acaso voy con vos? —preguntó el niño.
—Si; vengo á buscarte de parte de Guillermo!
—Para qué? —dijo el retrocediendo dos ó tres pasos.
—Para qué? —repuso Nancy levantando sus ojos al techo y bajándolos al suelo al encontrarse su mirada con la del niño —Oh! Para nada malo.
—No lo creo así. —replicó Oliverio, despues de haberla examinado con atencion.
—Pues bien, creelo, como te acomode! —dijo ella con risa afectada —Sea para nada bueno.
Oliverio pudo comprender muy bien que tenia algun poder sobre la sensibilidad de la jóven, y la destreza le hizo concebir la idea de apelar á su compasion; pero reflecsionando de pronto que aun no eran las once y que de consiguiente debian transitar por las calles algunas personas que darian fé á sus palabras, se apresuró á decir que estaba pronto y se dispuso á salir con alguna viveza.
Ni la reflecsion, ni el deseo que la acompañaba escaparon á Nancy. Le observó atentamente mientras hablaba y le lanzó una mirada que le convenció de que había adivinado su pensamiento.
—Chit! —dijo señalándole con el dedo la puerta, mientras que miraba con precaucion á su alrededor —No hay medio! He hecho todo lo que he podido por tí; pero inútilmente. Estás rodeado por todas partes y por mas que lo intentes no lograrás escaparte.
Oliverio conmovido por el tono con que decia esto, la miró asombrado. No cabia duda hablaba sériamente: estaba pálida hasta dar miedo, tenia contraidos los músculos de su rostro y un temblor convulsivo agitaba todo su cuerpo.
—Te he evitado ya muchos malos tratamientos y continuaré evitándotelos! —continuó elevando la voz —Los que hubieran venido á buscarte no siendo yo, se hubieran portado con mucha mas dureza. He prometido que estarias tranquilo y si no lo estuvieras, te harias mal tu mismo y á mi, siendo tal vez la causa de mi muerte. Mira! Tan cierto como Dios nos vé, ya he sufrido todo esto por tí!
Al mismo tiempo enseñó á Oliverio los cardenales de que estaban llenos sus brazos y su cuello.
—Acuérdate bien de esto —continuó con gran volubilidad —y haz de modo ahora que no sufra otros por tu causa! Si pudiera servirte lo haria de todo corazon; pero no tengo poder para ello! Ellos además no tienen intencion de hacerle daño alguno... Y qué importa lo que te manden hacer? Tú no eres responsable ante Dios! Cállate! Cada una de tus palabras es un golpe para mi! Dame tu mano! Vamos despacha;... tu mano!
Cojió la mano que Oliverio le tendió maquinalmente y habiendo apagado la vela, subió con el niño la escalera. La puerta fué abierta al momento por alguien oculto en la obscuridad y fué cerrada del mismo modo luego que pasaron el lindar.
Nancy subió ligeramente con su jóven protejido á un coche de alquiler que les aguardaba. Tiró cuidadosamente las cortinas y el cochero sin esperar que se le diera direccion alguna, acestó un latigazo al caballo, que le hizo correr al trote largo.
La jóven tenia las manos de Oliverio estrechadas entre las suyas y le repetia al oido las mismas seguridades y los mismos avisos que le diera antes. Todo eso fué cosa de tan poco tiempo, que apenas tuvo la satisfaccion de pensar donde estaba y como había venido cuando el coche se paró ante la misma casa hácia la que el judío había dirijido sus pasos la noche anterior.
Durante un segundo lo mas, Oliverio lanzó una mirada rápida á lo largo de la calle desierta, é iba á gritar socorro; pero la trémula voz de la jóven vibraba en su oido suplicándole con tanto ahinco tuviera piedad de ella que retuvo el grito que iba á escapársele. Mientras luchaba pasó la ocasion y se encontró dentro la casa despues de haberse cerrado la puerta trás él.
—Por aquí! —dijo al fin la jóven soltando la mano de Oliverio —Guillermo!
—Adelante! —contestó Sikes apareciendo en lo alto de la escalera —Bien venidos! Ea subid!
En un hombre del carácter de Sikes este recibimiento era muy lisonjero para los dos jóvenes. Nancy se lo agradeció sin duda, pues le saludó cordialmente.
—El perro ha salido con Tomás. —dijo Sikes adelantando la luz para alumbrarles —Nada importaba su presencia aquí para lo que tenemos que hablar.
—Está bien! —contestó Nancy.
—Con qué traes decididamente al lindo ''cabrito''?
—Ya lo ves!
—Ha sido obediente?
—Como un cordero.
—Ha hecho bien! —dijo Sikes arrojando á Oliverio una mirada maligna —De lo contrario su esqueleto no lo hubiera pasado muy bien. Adelántate vicho para que te dé la leccion... Mejor ahora que mas tarde.
Esto diciendo quitó la gorra á su jóven protegido la arrojó á un rincon del aposento y sentándose á una mesa lo cojió por la espalda y lo colocó cara á cara.
—En primer lugar, ¿conoces esto? —dijo tomando una pistola de faltriquera que estaba sobre la mesa.
El niño contestó afirmativamente.
—Bien! Atiende ahora! Esto es pólvora... esto una bala y esto un pedazo de sombrero viejo para taco.
Oliverio hizo señal de que conocia el uso de cada una de esas cosas y Sikes se puso á cargar la pistola con una destreza admirable.
—Ya está cargada. —dijo cuando hubo concluido.
—Lo veo señor. —dijo el niño temblando de la cabeza á los piés
—Lo ves? —continuó el bandido apretando fuertemente el brazo de Oliverio y poniéndole la boca del cañon de la pistola tan cerca de la cien, que éste no pudo contener un grito agudo. —Si tienes la desgracia de pronunciar una sola espresion cuando estemos fuera á menos que yo no te dirija la palabra, te levanto la tapa de lo sesos sin prevenirte. Con que, dado caso que tengas la tentacion de hablar sin mi permiso, puedes antes rezar tu última plegaria.
Habiendo acompañado esta amenaza con un juramento horrible (sin duda para aumentar el efecto) añadió:
—Como segun tengo entendido nadie se inquietará por tí despues de tu muerte, no creo necesario romperme la cabeza esplicándote un monton de cosas,... que por otra parte nada importan para tu bien. Entiendes?
—Poco mas ó menos lo que tu quieres indicar (dijo Nancy con énfasis para llamar la atencion de Oliverio.) es, que si en el asunto que te ocupa actualmente, tuvieras un retardo ó contrariedad por causa de ese niño, le sabrás impedir que ''bachillerée'' en el porvenir, rompiéndole la cabeza y exponiendo de este modo la tuya como lo haces en cada dia de tu vida.
—Esto es. —dijo Sikes en señal de aprobacion —Las mugeres tienen un tacto magnífico para esplicar las cosas escepto cuando tienen la cabeza caliente... Entonces no acaban nunca... Ahora que ya sabe lo que quiere decir hablar; no seria malo que nos dieras algo con que cenar, para que tengamos tiempo de echar un sueño antes de partir.
En consecuencia de esta observacion, Nancy puso los manteles y habiéndose ausentado algunos momentos volvió á entrar con una botella de cerveza y un plato de cabeza de carnero, el cual dió pié á una serie de reflecsiones lisonjeras por parte de Sikes que estimulado sin duda por la seductora perspectiva de una ''nueva espedicion'', se coló toda la cerveza de un solo trago y no juró mas que un centenar de veces mientras estuvieron en la mesa.
Concluida la cena (se comprenderá fácilmente que Oliverio no tenia gran apetito) Sikes despues de haberse bebido dos vasos de ''grog'' se tendió en su cama recomendando á Nancy que le dispertára á las cinco en punto, dado caso de que todavia durmiera. Oliverio en cumplimiento de una órden emanada del mismo jefe, se echó vestido sobre un jergon tendido en el suelo y la jóven, habiendo atizado el fuego se sentó ante la chimenea hasta que llegára la hora de dispertarles.
El niño permaneció largo tiempo con los ojos abiertos pensando no seria imposible que esta buscase ocasion para hablarle al oido; pero permaneció inmóvil en su silla y solo se volvió alguna vez para despavilar la vela. Al fin rendido de fatiga se durmió profundamente.
Al dispertar, la tetera y las tazas estaban sobre la mesa y Sikes se hallaba ocupado en meter diversos objetos en los bolsillos de su redingote colgado en el respaldo de una silla, mientras que Nancy preparaba el desayuno. No era dia, porque la vela aun estaba ardiendo. Una lluvia penetrante chocaba contra los vidrios y el cielo estaba cubierto de nubes negras y espesas.
—Vaya! —refunfuñó Sikes mientras Oliverio se levantaba —Ya son las cinco y media! Despacha pronto si quieres desayunarte! Aunque no lo parezca, nos hemos retardado!
Oliverio no estuvo mucho tiempo para arreglar su tocado y habiéndose desayunado un poco, dijo que estaba listo. Nancy sin mirarle apenas, le puso un pañuelo al rededor de su cuello y Sikes le dió una esclavina vieja para que tuviera las espaldas calientes.
El niño, al llegar al lindar de la puerta se volvió con la esperanza de encontrar la mirada de la jóven; pero esta había vuelto á tomar su silla ante el fuego y estaba sentada en ella en un estado de inmovilidad completa.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXI
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Página creada con «'''ESPEDICION.''' Salieron en una mañana sombria y glacial. La lluvia caía á torrentes y había grandes charcos de agua en medio del camino. Nadie se había levantado aun, las ventanas estaban cerradas y las calles continuaban tristes y silenciosas. De tanto en tanto se oia el ruido de algunas carretas que se dirijian á la ciudad. A medida que se acercaron á los arrabales el ruido aumentó y cuando llegaron á Smithfield, el era ya un tumulto aturrullador. Hacia…»
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'''ESPEDICION.'''
Salieron en una mañana sombria y glacial. La lluvia caía á torrentes y había grandes charcos de agua en medio del camino. Nadie se había levantado aun, las ventanas estaban cerradas y las calles continuaban tristes y silenciosas. De tanto en tanto se oia el ruido de algunas carretas que se dirijian á la ciudad. A medida que se acercaron á los arrabales el ruido aumentó y cuando llegaron á Smithfield, el era ya un tumulto aturrullador. Hacia entonces dia claro y la mitad de Lóndres estaba en pié. La plaza cubierta de barro por ser dia de mercado, estaba llena de animales, de cuyes cuerpos se elevaba un humo espeso que mezclándose con la niebla, permanecia suspendido pesadamente en la atmósfera. Menestrales, carniceros, vaqueros, niños, ladrones y vagos, confundidos en tropel presentaban una escena capaz de hacer perder la razon.
Sikes arrastraba Oliverio á su lado y se abria paso al través de la multitud sin parar casi la atencion á todo lo que asombraba tanto al niño. Solo respondia con un movimiento de cabeza amistoso á los que le dirijian la palabra, rehusó hacer trago cada vez que se le ofrecia y ando con celeridad hasta que estuvieron fuera del barullo y hubieron llegado á Holborn.
—Ea tu nene; son ya cerca las siete! —dijo con acento regañon, mirando el cuadrante de la iglesia de San Andrés —Es preciso alargar mas ese trote! No empieces por quedarte atrás mal ''potrillo''!
Esto diciendo sacudia el brazo del niño que doblando el paso, arregló su marcha todo lo que pudo con las largas zancadas del bandido.
Asi andaron hasta que hubieron pasado Hyde-Park en la carretera de Kensington. Entonces Sikes aflojó el paso para dar tiempo que los alcanzara una carreta vacía que venia detrás de ellos y habiendo visto sobre la plancha Hownslow, pidió al carretero con toda la cortesia de que era capaz, que les dejára subir hasta Isleworth.
—Subid! —dijo el hombre —Este mozuelo es hijo vuestro?
—Si... es mi hijo! —respondió Sikes lanzando una mirada amenazadora al niño y metiendo la mano como por distraccion en la faltriquera que contenia la pistola.
—Tu padre anda demasiado aprisa para ti; no es verdad chicuelo? —dijo el carretero observando que Oliverio estaba sofocado.
—Os engañais! —replicó Sikes —Esta ya acostumbrado á ello! Vaya, dame la mano Eduardo... sube pronto!
Mientras decia esto ayudó al niño á subir y el carretero enseñandole un monton de sacos, le dijo se hechara encima de ellos para descansar.
Cada vez que pasaban por frente un ''mojon'', Oliverio esperimentaba nuevo asombro, calculando donde se proponia llevarle su compañero. Kensington, Hammersmith, Chiswich Kewbridge, Brentfort, habían quedado ya muy lejos trás de ellos y marchaban siempre como si acabaran de ponerse en camino.
Al fin llegaron á una posada en cuya muestra se leia: «La ''diligencia y los caballos.»'' Mas allá de ella empezaba el empalme de otra carretera. Aqui la carreta se detuvo, Sikes bajó de ella precipitadamente teniendo á Oliverio cojido de la maño y habiéndole hecho bajar tambien á él, le lanzó una mirada furiosa, llevando la mano á su faltriquera de un modo muy espresivo.
—Hasta mas ver muchacho! —dijo el hombre.
—Está de mal humor! —contestó Sikes maltratando al niño. —Está de muy mal humor ese pequeño topo! No hagais caso... partid!
—Y porque, pobrecito! —dijo el otro subiendo á su carreta —El tiempo parece que se pone bueno. —añadió alejándose —Feliz viaje!
Sikes esperó que estuviera algo lejos y luego torcieron á la izquierda. Andaron largo tiempo pasando por delante un gran número de jardines, llegaron á Hampton y habiendo atravesado este pueblo, entraron en una taberna de ruin apariencia, donde se hicieron servir la comida en el hogar de la cocina.
Había ante este hogar algunos bancos de respaldo, en los que estaban sentados hombres vestidos de blusa, pasando el tiempo en beber y fumar. Hicieron poco caso de Sikes y aun menos de Oliverio que á su vez se sentaron en un rincon á parte, sin cuidarse de la compañia.
Se les sirvió un plato de fiambre despues del cual Oliverio creyendo por la calma con que Sikes iba apurando pipa sobre pipa, que la detencion seria larga y que probablemente no irian mas lejos, abrumado de fatiga y aturdido por el humo del tabaco se reclinó en el banco y se durmió profundamente.
Era noche completa cuando fué dispertado por un codazo de Sikes. Frotándose los ojos y mirando en torno suyo vió á ese digno personage, en conferencia íntima con un menestral en compañia de quien bebia una ''pinta'' de cerveza.
—Con qué vais á Hallifort? —preguntó Sikes.
—Si. —contestó el hombre —Y que no estaré veinte años en el camino, porque mi caballo no lleva la carga que llevaba esta mañana... y pronto se habrá comido la distancia... y no se le indigestará no voto á brios! Qué buena bestia!
—Podeis tomarnos á mi y al niño en vuestra carreta? —preguntó Sikes pasando el jarro de cerveza á su nuevo convidado.
—Si; cuando partais al momento! —contestó el otro quitándose de los labios la ''pinta'' de cerveza, que puso sobre la mesa —Acaso vais á Hallifort?
—Voy hasta Shepperton. —dijo Sikes.
—Soy vuestro hasta el mismo punto. —Todo está pagado Rebeca?
—Si —respondió la criada de la posada —El señor ha pagado!
—Vaya! eso no puede ir ¿entendeis? —prosiguió el menestral con una gravedad ridícula.
—Por qué? —repuso Sikes —Vos nos haceis un obsequio y no veo lo que pueda impedirme que os pague dos ''pintas'' de cerveza.
Aquel pareció reflecsionar profundamente y luego tomándole de la mano le declaró que era un ''buen muchacho,'' á lo que contestó Sikes, que sin duda se burlaba. (lo que cualquiera hubiera estado tentado de creer, por poco que el hombre hubiese conservado su sangre fria.)
Despues de algunas palabras corteses entre ambos, se despidieron de la compañia y la criada habiendo quitado los jarros y los vasos que estaban sobre la mesa, se vino con las manos llenas al lindar de la puerta para verlos partir.
El caballo, á la salud del cual se había bebido poco antes esperaba con la mayor paciencia ante la dicha puerta. Oliverio y Sikes sin mas ceremonias subieron á la carreta en que estaba enganchado, y el hombre despues de haber arreglado los guiones y desafiado á los espectadores, á que encontraran en el mundo otra bestia semejante subió á su vez.
Habiendo conducido el mozo de la posada el caballo al medio de la carretera y soltando la brida, este empezó á hacer un pésimo uso de la libertad que se le había dado, corriendo al través de la calle y danzando de lo lindo con los piés traseros... Al fin y al cabo partió al galope.
La noche estaba obscura; una niebla húmeda se elevaba de los pantanos que rodean el rio; hacia un frio glacial; todo estaba sombrio y silencioso. Oliverio acurrucado en un rincon, era taladrado por el miedo. Al fin dejaron la carreta y habiendo emprendido de nuevo la marcha al través de los campos se encontraron en la ribera del rio.
—El rio! (pensó Oliverio enfermo de espanto.) Sin duda me ha llevado á este lugar desierto para asesinarme!
Iba á echarse en tierra y hacer el último esfuerzo para defender su vida, cuando notó que estaban delante de una casa arruinada. A cada lado de la puerta había una ventana y el edificio no tenia mas que un piso. Segun toda apariencia estaba inhabitada, porque no se veia luz.
Sikes teniendo siempre á Oliverio por la mano se adelantó con cautela hácia la casucha y puso la mano al pestillo que cedió con la presion. La puerta se abrió y ambos entraron.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXII
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2022-08-03T09:45:48Z
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'''ROBO DE NOCHE CON FRACTURA.'''
QUIEN va ahi? —esclamó una voz ronca, luego que hubieron puesto el pié en el pasadizo.
—No muevas tanto ruido! —dijo Sikes cerrando la puerta con los cerrojos —Alumbra Tobias!
—Ah! Eres tu compadre? —repuso la misma voz —Barney enciende la vela! Oyes Barney? Despavilate y acompaña al caballero! No puedes?
El individuo que hablaba arrojó sin duda un calzador á la cabeza de aquel á quien se dirigia, porque se oyó el ruido de algo de madera que cayó pesadamente sobre el piso: á cual ruido se siguió un gruñido como de hombre medio dormido.
—Me oyes? —gritó la misma voz —Guillermo Sikes está en el pasadizo y no hay nadie para recibirle, mientras que tu te estás ahí durmiendo como si hubieras tomado ''láudano'' en la cena! Te encuentras ya mas agil, ó será preciso que te tire el candelero á las orejas para dispertarle del todo?
Apenas fueron pronunciadas estas palabras cuando se oyó un roce de zapatos en el suelo y se vió de pronto un débil resplandor que salia por la puerta de la derecha, luego al mismo individuo que tenemos descrito como hablando con la nariz y llenando las funciones de mozo en la taberna de Saffron-Hille.
—Señor Sikes! —esclamó Barney con una alegria real ó fingida —Tomaos la pena de entrar.
—Ea pasa tu el primero! —dijo Sikes á Oliverio —Mas vivo ó te piso los talones!
Lanzando una imprecacion contra la lentitud del niño, lo empujó bruscamente y entraron en una salita obscura y llena de humo, cuyo mueblaje consistia en dos ó tres sillas rotas, una mala mesa y un sofá, sobre el cual estaba un hombre tendido con los piés mas altos que la cabeza y teniendo una pipa de barro en la boca. Vestia una casaca color de tabaco de rapé cortada á la última moda con gruesos botones de cobre, un chaleco de flores de un color vivo, un pantalon de paño moreno y una corbata amarillo-naranja.
El señor Crachit (porque era él.) no tenia gran cantidad de cabellos; pero los que poseia, eran de un tinte rojo y le caian en largos tirabuzones, entre los que pasaba de vez en cuando sus dedos huesosos adornados con gruesos anillos falsos. Era de un poco mas de mediana talla y tenia las piernas algo flacas; pero esta circunstancia no disminuia en lo mas mínimo su admiracion por sus botas que contemplaba con la mayor satisfaccion.
—Ola compadre! —dijo volviendo la cabeza hácia la puerta —Me alegro de verte... Empezaba ya á temer que no hubieras renunciado á la empresa y en tal caso me hubiera aventurado á llevarla á cabo yo solo. Ola! —esclamó con sorpresa viendo á Oliverio —Quién es este?
—Es el pequeñuelo! —contestó Sikes acercando su silla al fuego.
—De Fagin he? —repitió Tobias mirando á Oliverio —Lindo cráneo... promete para las faltriqueras de las viejas ''ladis'' en las iglesias... Tiene una ''pelota'' que augura gran fortuna!
—Basta, basta ya! —prorumpió Sikes con impaciencia, é inclinándose al oido de su amigo le dijo en voz baja algunas palabras que excitaron su hilaridad y le hicieron mirar á Oliverio con una atencion mezclada de curiosidad.
—Ahora —dijo Sikes volviéndose á sentar —si tuvierais algo que darnos para comer y beber mientras esperamos, nos daria algun ánimo, á mi al menos. Siéntate aquí cerca el fuego mocito y descansa, porque aun tienes que salir con nosotros esta noche, si bien no para ir muy lejos!
Oliverio lanzó una mirada temerosa y acercando al fuego un taburete se sentó en él, apoyando su cabeza ardiente sobre sus manos y no pudiéndose dar razon de donde estaba y lo que iba á ser de él.
Despues de una cena bastante modesta; pero en la que se bebió mucho al buen éxito de la empresa, lo bandidos se durmieron. Oliverio amodorrado en el rincon de la chimenea creia estar aun rodando al través de las callejuelas, cuando fué desvelado por Tobias Crachit que se levantó gritando que eran ya la una y media.
En un instante los otros dos estuvieron en pié y cada uno se ocupó en los preparativos de la marcha. Sikes y su compañero, abrocharon sus redingotes mientras que Barney abriendo un armario, sacó de él muchos objetos que metió de prisa en sus bolsillos.
—Mis ''parlanchinas? —''dijo Tobias Crachit.
—Ahí las teneis. —contestó Barney mostrando un par de pistolas —Las habeis cargado vos mismo.
—Está bien! —repuso el otro poniéndolas sobre la mesa —Los ''persuasivos?''
—Yo los tengo. —contestó Sikes.
—Lan ganzúas, escoplos, linternas sordas, máscaras... no se han olvidado? —preguntó Tobias sujetando por medio de un cinturon una pequeña alza-prima de hierro debajo los faldones de su casaca.
—Tenemos todo lo necesario. —contestó su compañero —Barney trae esos palillos que están ahí! Al avio!
Esto diciendo tomó un enorme garrote de manos de este, quien habiendo entregado el otro á Tobias, se puso á abrochar la chaqueta de Oliverio.
—Ahora dame la mano. —dijo Sikes.
Oliverio aturdido á la vez por una marcha desacostumbrada, por el frio de la noche y por el licor que le habían obligado á beber, dió maquinalmente su mano á Sikes.
—Cójele la otra Tobias. —dijo Sikes —Tu Barney pon un momento el ojo alerta!
Este fué á entreabrir la puerta y volvió diciendo que por afuera todo estaba tranquilo. Los dos bandidos salieron con Oliverio entre ellos y Barney habiendo cerrado otra vez la puerta con los cerrojos, se arropó y volvió pronto á dormirse.
La obscuridad era completa; la niebla mucho mas espesa que al empezar la noche. La atmósfera estaba tan húmeda, que si bien no llovia los cabellos y las cejas de Oliverio quedaron mojados en menos de un instante. Pasaron el puente y parecieron dirijirse hácia las luces que antes había visto. No estaban ya lejos de ellas y como marchaban muy aprisa pronto llegaron á Chertsey.
—Atravesarémos la poblacion! —dijo Sikes en voz baja —A esta hora no hay nadie en las calles.
Tobias accedió en ello y enfilaron la calle mayor, que en hora tan adelantada de la noche estaba del todo desierta. Una luz debil aparecia acá y acullá en algunas ventanas y el ladrido de los perros interrumpió de vez en cuando el silencio de la noche. Cuando hubieron pasado las últimas casas sonaron las dos en el reló de la Iglesia. Entonces doblando el paso tomaron un camino á la derecha y despues de cerca cinco minutos de marcha se pararon frente de una casa aislada, rodeada de un muro, al que en un abrir y cerrar de ojos se encaramó Tobias.
—Pronto; el niño! —dijo —Hízamelo.. yo lo recibiré!
Antes que Oliverio tuviera el placer de dar un suspiro de desahogo, Sikes lo había cojido por debajo el brazo y en el propio momento Tobias y él estaban sobre el prado del otro lado. Sikes no tardó en seguirles y se dirijieron hácia la casa.
Esta fué la primera vez que Oliverio casi loco de tristeza y de angustia, comprendió que el robo y la fractura (sino el asesinato) eran el objeto de su espedicion. Plegó las manos involuntariamente y lanzó un grito de terror; sus ojos se nublaron, un sudor frio corrió por todo su cuerpo, las piernas le flaquearon y cayó de rodillas.
—Levántate! —refunfuñó Sikes trémulo de cólera y sacando la pistola de su faltriquera —Levántate ó te hago saltar la tapa de los sesos!
—Oh! por el amor de Dios dejadme ir! —esclamó Oliverio —Dejadme marchar y morir en medio de los campos! Jamás me acercaré á Lóndres! jamás, jamás! Oh! os lo suplico! tened piedad de mi y no me obligueis á robar! Por el amor de todos los santos que están en el cielo; tened piedad de mi!
El hombre á quien fué dirijida esta súplica arrojó un juramento horrible, había amartillado su pistola... cuando Tobias arrancándosela, puso su mano sobre la boca del niño y lo arrastró hácia la casa.
—Cállate —le dijo —porque de nada te servirán los gritos! Si pronuncias una sola palabra mas, yo mismo te despacho por un garrotazo en la cabeza! Esto tiene la ventaja de no meter ruido y es mas seguro y mas gentil... Ea Guillermo! Hunde el postigo... Yo respondo del vicho... A otros mas audaces que él les he visto á su edad hacer lo mismo durante un minuto ó dos y en médio de un frio como este.
Sikes maldiciendo á Fagin por haber enviado Oliverio en semejante comision, hizo uso de la alza prima con toda su fuerza, sin por ello hacer mucho ruido. Algunos segundos y un poco de ayuda por parte de Tobias bastaron para que el postigo rodara sobre sus goznes.
Este postigo era de una ventanilla á cinco ó seis piés del suelo, que daba luz á una especie de bodega situada al detrás de la casa y haciendo frente á la entrada. La abertura era tan pequeña, que los habitantes de la casa no habían juzgado necesario asegurarla mas, y sin embargo podia muy bien pasar por ella el cuerpo de un niño. Un poco de destreza y de práctica en la ''profesion'' por parte de Sikes, le facilitaron el forzar el postigo que fué abierto en un santiamen.
—Ahora escucha bien lo que voy á decirte! —murmuró Sikes sacando de su faltriquera una linterna sorda y dirijiendo la luz al rostro de Oliverio —Voy á pasarte al otro lado. Toma esta linterna, sube los escalones que estarán ante tí, luego atravesarás el vestíbulo y nos abrirás la puerta de la calle.
—Hay unos cerrojos muy altos que no podrias alcanzar. —añadió Tobias —Subirás sobre una de las sillas del vestíbulo. Hay tres Guillermo, con los blasones de la vieja en el respaldo de cada una. (un soberbio unicornio azul con un cuerno de oro.)
—Quiéres callar tu lengua! —repuso Sikes con tono amenazador —La puerta del aposento está abierta, no es cierto?
—De par en par. —contestó Tobias despues de haber mirado por la ventanilla para asegurarse de ello. Lo mejor de todo esto es que se deja siempre entreabierta por medio de un gancho, para que el perro que tiene su perrera en algun rincon de por aquí pueda ir y venir cuando no duerme... Ah! ah! Barney esta noche, os lo ha engaitado de lo lindo!
Aun que Crachit hizo esto observacion en voz baja, Sikes le mandó imperiosamente que se callára y se pusiera al avio. Aquel empezó por poner la linterna en el suelo, apoyó la cabeza contra la pared debajo de la ventanilla, puso sus manos sobre sus rodillas y Sikes subiendo luego sobre sus espaldas pasó á Oliverio por la ventanilla los piés delante y le dejó suavemente en el suelo sin dejar por esto el cuello de su chaqueta.
—Toma esta linterna! —dijo metiendo la cabeza en la ventana —¿Ves ante tí esa escalera?
Oliverio mas muerto que vivo hizo una señal afirmativa, y Sikes indicándole la puerta de la calle con el cañon de su pistola, le advirtió friamente que siempre estaria á tiro y que si tenia la desgracia de dar un trás pié era muerto.
—Es negocio de un segundo. —prosiguió el bandido en voz baja —Al momento que te deje cumple tu deber. Escuchad!
—Qué hay? —preguntó Tobias.
Prestaron oido con la mayor atencion.
—No es nada. —dijo Sikes soltando á Oliverio —Ea! Marcha!
En el breve instante que tuvo para reponerse, el niño había tomado la firme resolucion (aun que le costára la vida) de correr á lo alto de la escalera y dando el grito de alarma despertar á los habitantes de la casa. Lleno de esta idea avanzó al momento; pero con precaucion.
—Ven acá! —gritó de repente Sikes —Pronto! pronto!
Espantado por esta esclamacion súbita de Sikes en medio del silencio de la noche y por un grito penetrante salido del interior de la casa, Oliverio dejó caer su linterna y no supo si avanzar ó retroceder.
El grito fué repetido. Una luz brilló en la meseta del vestíbulo. La aparicion de dos hombres medio vestidos y pálidos de terror flotó ante sus ojos en la escalera. Una llamarada, una esplosion, una humareda espesa, un crujido en alguna parte de que no pudo darse cuenta y vaciló hácia atrás.
Sikes que había desaparecido un momento, metió otra vez la cabeza en la ventanilla y asió á Oliverio por el cuello antes que el humo se hubiera disipado. Tiró un pistoletazo á los dos hombres que empezaban ya á tocar retirada y tomó al niño.
—Coje esto! —dijo tirándole de la ventana al suelo —Dame un pañuelo, Tobias! Condenacion! Lo han tocado! Cuanta sangre echa este niño!
El repique de una campanilla se mezcló con el ruido de las armas de fuego y los gritos de la gente de la casa. Oliverio se sintió llevar rápidamente al través de los campos. Entonces las voces se perdieron á lo lejos. Un frio mortal se apoderó de sus sentidos y se desmayó.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXIII
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'''SIGUEN LAS AVENTURAS DE OLIVERIO.'''
QUE quinientos millones de lobos os desgarren la gola! —murmuró Sikes rechinando los dientes —Si tuviera alguno de vosotros entre mis manos aullariais con mejor razon!
Y lanzando esta imprecacion con todo el furor de que era susceptible, se detuvo un momento para colocar al pobre herido sobre su rodilla y al propio tiempo volvió la cabeza para ver á que distancia estaba de los que le perseguian.
Esto era muy difícil en medio de la noche y de una espesa niebla; pero los gritos confusos de los hombres, el ladrido de los perros y el toque de rebato que retumbaban de todos lados le sirvieron de
ausilio para ello.
—Detente vil mandria! —gritó el bandido á Tobias Crachit que haciendo el mejor uso posible de sus piernas se le había adelantado ya mucho —Detente!
Tobias no se lo hizo repetir por la tercera vez. Poco cierto de estar fuera de tiro de la pistola de Sikes y muy seguro de que este no se hallaba de humor para bromear, se paró en seco.
—Ven á dar la mano al chico! —añadió Sikes con acento rabioso —De prisa!
Tobias hizo ademan de retroceder, no sin manifestar al propio tiempo con voz baja y ahogada por el miedo, la repugnancia estrema con que se sometia á la exijencia de su compinche.
—Mas aprisa voto á los infiernos! —murmuró este dejando el niño á la orilla de una acequia en la que no había agua —Guárdate de divertirte haciéndote el ''bobo'' conmigo!
En este momento el ruido creció y Sikes mirando de nuevo, vió entre la oscuridad que los hombres que le perseguian saltaban la cerca del campo en que estaba y que una trailla de perros se les adelantaba.
—Guillermo nos van á ''chamuscar! —''esclamó Tobias —Deja al ''nene'' y enseñémosles los talones!
Dicho esto Crachit prefiriendo correr el albur de ser muerto por su camarada á la certeza de ser cojido por los enemigos, partió como el relámpago y corrió á toda pierna.
Sikes pateó de coraje, arrojó una rápida ojeada en torno suyo, estendió sobre Oliverio la esclavina que le había embozado al azar y corriendo á lo largo de la acequia, para desorientar á los que le perseguian estraviando su atencion del sitio en que estaba Oliverio, se paró á la esquina del zeto, descargó su pistola al aire y echó á correr.
—Ohé! Ohé! —gritó una voz trémula á lo lejos —Turco! Neptuno! Aquí! Aquí!
Los perros que iban acordes con sus amos pareciendo no tener maldito el gusto por la clase de diversion á que se entregaban, obedecieron de buena gana á la voz que los llamaba y tres hombres que durante este tiempo se habían adelantado algunos pasos en el prado, se detuvieron para tener consejo en comun.
—Mi dictámen, ó mejor dicho mi órden es, (dijo el mas gordo de los tres) que nos volvamos al momento á casa.
—Me conformo voluntariamente á todo lo que pueda dar gusto á Mr. Giles. —dijo otro mas pequeño y aun mas mofletudo que el primero, y que á un tiempo era muy pálido y muy cortés (como lo son ordinariamente las personas que tienen miedo.)
—No quisiera llevar la nota de impolítico señores dijo el tercero. (el mismo que había llamado á los perros.) Mr. Giles debe saber que...
—Ciertamente! —interrumpió el gordo mofletudo. —Y diga lo que diga Mr. Giles, no nos toca á nosotros contradecirle! No á fé mia; conozco mi ''posicion'' á Dios gracias, conozco mi ''posicion.''
A decir verdad el pequeño mofletudo, parecia comprender su ''posicion'' y sabia muy bien, que de ningun modo era digna de envidia, pues que los dientes le castañeaban hablando.
—Teneis miedo Brittles? —dijo Mr. Giles.
—De seguro que no! —contestó el otro.
—Os digo que teneis miedo! replicó Giles.
—Esto no es verdad Señor Giles! —repuso Brittles.
—Mentís Brittles! —dijo á su vez Mr. Giles,
Los compañeros se detuvieron y se pusieron á deliberar. Sentian que el miedo les dominaba y se acusaban mútuamente de poltroneria; pero ninguno queria confesar lo que esperimentaba. Se miraron y de un comun acuerdo, sin decir palabra, corrieron á escape hácia la casa, hasta que Mr. Giles que era el mas pesado y que se había armado con una horquilla, hubo insistido en la necesidad de pararse.
—Es asombroso —dijo cuando se hubo justificado á sus ojos —todo lo que un hombre es capaz de hacer cuando tiene la cabeza caliente! Estoy seguro que hubiera cometido un asesinato si hubiese cojido á uno de esos ladrones!
Como los otros dos pensaban lo mismo y á su instancia se habían calmado de improviso, hicieron reflecsiones filosóficas sobre la causa de este cambio súbito en su carácter.
—Se bien la causa de esto! —dijo Mr. Giles —La cerca!
—No andais fuera de razon! —esclamó Brittles cojiendo la idea.
—Podeis estar seguros de que la cerca ha producido ese cambio en nosotros. —repuso Giles —He sentido marcharse todo mi valor mientras que trepaba en ella.
Por una de esas coincidencias estraordinarias, se encontró que los otros habían esperimentado la misma sensacion en el propio momento; de modo que no cupo duda de que era la cerca, sobre todo cuando hubieron recordado que fué en el acto de treparla cuando distinguieron á los ladrones.
El coloquio tenia lugar entre los dos hombres que habían sorprendido á los bandidos y un calderero ambulante que se había acostado bajo un cobertizo y que dispertado por el ruido se había juntado de concierto con sus dos perros al número de los perseguidores. Mr. Giles desempeñaba en la casa el doble empleo de despensero y mayordomo, y Brittles era un hombre de fatiga que entrado de muy jóven al servicio de la vieja señora se le trataba como un muchacho que promete mucho, á pesar de haber atravesado los treinta.
Animándose de este modo recíprocamente por sus palabras, si bien apretándose lo posible uno á otro, temblando de piés á cabeza y arrojando una mirada de espanto á su alrededor cada vez que un soplo de aire agitaba el follaje; nuestros tres hombres corrieron á buscar el farol que habían dejado al pié de un árbol temerosos de que su luz señalase á los ladrones la direccion que debian seguir y regresaron á la casa al galope. Estaban ya muy lejos, cuando todavía podian distinguirse sus sombras vacilantes proyectándose en la distancia y balancearse ligeramente como un vapor que se exhala de un terreno húmedo.
Un largo silencio reinó en el sitio en que los bandidos se separaron; pero al fin lo rompió un débil quejido de dolor. Este quejido era de Oliverio que en el propio instante volvió en sí. Su brazo izquierdo pendia con lasitud á su lado y el pañuelo que le envolvia estaba teñido de sangre. Era tanta su debilidad que solo con gran pena pudo incorporarse y despues que lo hubo logrado lanzó en torno suyo una mirada lánguida como para implorar socorro y sollozó amargamente. Transido de frio y agobiado de fatiga procuró levantarse; pero volvió á caer sobre el césped.
Vuelto del estado de amodorramiento en el que por tan largo tiempo había estado sumido, Oliverio sintió que un desfallecimiento mortal le llegaba hasta el corazon y comprendió que moriria irremisiblemente sino procuraba dominarlo; en consecuencia hizo un nuevo esfuerzo para ponerse en pié y procuró andar. De pronto vaciló como un hombre beodo, luego reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban, avanzó maquinalmente, la cabeza caida sobre el pecho y las piernas doblándose bajo el peso de su cuerpo.
Entonces una multitud de ideas confusas y estravagantes vinieron á sitiar su espíritu. Le parecia estar aun entre Sikes y Crachit que se le disputaban; sus propias palabras resonaban en sus oidos y los esfuerzos que hizo para no caer habiendo aguzado su atencion, les dirijia la palabra como si estuvieran presentes.
En tal estado marchó cayendo y levantando, agarrándose como pudo y por instinto á los barrotes de las cercas y á través de los agujeros de los vallados, hasta que hubo alcanzado la carretera y entonces la lluvia empezó á caer con tanta violencia que le hizo salir de su delirio.
Miró á su alrededor y vió que á poca distancia había una casa á la que podria llegar. El estado lastimoso en que se encontraba escitaria sin duda la compasion. Y aun cuando así no fuera (pensaba en su interior) mas vale morir cerca de séres humanos que en medio de los campos! Se revistió de todo su valor y dirijió sus pasos vacilantes hácia la casa.
A medida que se acercaba á ella tuvo un presentimiento de que ya la había visto antes; con todo no recordaba de ningun modo los detalles; pero la forma y el conjunto no le eran desconocidos.
Esa pared de cercado! Sobre el césped, al otro lado en el jardin se había postrado de rodillas para implorar la piedad de los dos bandidos! Ciertamente era la misma casa que habían intentado robar!
Oliverio tuvo tal espanto al reconocer el sitio, que olvidando un momento el dolor que le causaba su herida no pensó mas que en huir. Huir! A penas podia sostenerse sobre sus piernas y á demás aunque hubiera podido gozar de todo el vigor y la ligereza que se tiene ordinariamente á su edad. ¿á dónde huir? Empujó la puerta del jardin que volvió sobre sus goznes, se arrastró sobre el césped, subió las gradas del peristilo... llamó débilmente á la puerta y abandonándole de pronto sus fuerzas, cayó contra una de las columnas del pórtico.
Fué el caso que en el propio momento Mr. Giles, Brittles y el calderero, despues de todas las fatigas y sustos de la noche, se restauraban en la cocina con una taza de thé y algunas golosinas. No porque entrára en las costumbres de Mr. Giles el sufrir una demasiado grande familiaridad de sus ''inferiores'' respecto á los cuales al contrario se portaba regularmente con una ''fiereza benévola'' que no podia menos de recordarles su ''superioridad'' sobre ellos en el mundo; pero los ladrones, los pistoletazos y el temor á la muerte, acortan las distancias y hacen á todos los hombres iguales. Asi pues Mr. Giles sentado ante el hogar los piés colocados sobre el guarda cenizas y el brazo izquierdo apoyado sobre la mesa, relataba minuciosamente todas las circunstancias del atentado, mientras que sus oyentes (y principalmente la camarera y la cocinera) escuchaban con el mas vivo interés.
—Decia pues que creí oir ruido. —prosiguió Giles —De pronto me dije á mi mismo: ''es una ilusion'' y me disponia á dormirme otra vez cuando oí de nuevo el mismo ruido; pero mas distintamente.
—Qué especie de ruido? —preguntó la cocinera.
—Como si dijéramos un ruido sordo —dijo Mr. Giles mirando á su alredor con aire espantado —como algo que cruje.
—O mas bien como una barra de hierro que se limara con una escofina de nuez moscada. —dijo Brittles.
—No digo que no. Así pudo ser cuando ''vos'' lo habeis oido; pero en el momento que ''yo'' quiero decir era un ruido como de algo que cruje —replicó Mr. Giles —Levanto mi cobertor (continuó repeliendo los manteles) me incorporo y aguzo el oido.
—Dios! —esclamaron simultáneamente la cocinera y la camarera arrimándose la una á la otra.
—Oigo el mismo ruido con mas claredad que nunca —prosigue Mr. Giles —y me digo en mis adentros: de seguro fuerzan una puerta ó una ventana. Qué hacer? Voy á llamar á Brittles é impedir que ese pobre muchacho sea asesinado en su cama; pues de seguro se deja cortar el gaznate de una á otra oreja sin apercibirse siquiera de ello.
Todas las miradas se volvieron hácia Brittles que, con la boca abierta fijó la suya sobre Giles con una espresion de terror.
—Vuelvo á bajar mi cobertor. —dijo este último fijando su vista en la cocinera y camarera —Salgo cautelosamente de mi lecho y ensarto...
—Señor Giles que hay aquí señoras! —dijo á media voz el calderero.
—Mis ''chinelas. —''continuó Giles volviéndose hácia este apoyándose en esta palabra con enfasis (contento como estaba de haberla suplido á la palabra ''calzones'' que un hombre bien nacido, no pronuncia jamás ante personas del bello sexo.) Me apodero de la pistola cargada que todas las noches coloco bajo la almohada y me dirijo de puntillas al aposento de ese pobre Brittles. Brittles! —le digo dispertándole —No tengais miedo!
Mr. Giles juntando la accion á la palabra se había levantado de su silla y había ya dado dos ó tres pasos con los ojos cerrados, cuando estremeciéndose de repente, como tambien toda la compañia, volvió pronto á su sitio. La cocinera y la camarera arrojaron un grito penetrante.
—Han llamado! —dijo Giles tomando un aspecto del todo tranquilo. —Qué vaya á abrir alguno de vosotros!
Nadie se meneó.
—Paréceme muy estraño que llamen á esta hora. —dijo Monsieur Giles notando la palidez estrema que reinaba en todos los semblantes y viéndose él mismo presa de un terror poco comun. —Pero es necesario que ''alguno'' de vosotros vaya á abrir! Me ois?
Así hablando Mr. Giles miraba á Brittles; pero este jóven naturalmente modesto, no considerándose como ''alguno'' pensó con razon que la íntima de su ''superior'' no se dirijia en él y guardó silencio. Mr. Giles quiso hacer una llamada al calderero; pero éste se había dormido instantáneamente. En cuanto á las mugeres era inútil pensarlo siquiera.
—Si Brittles quisiera solo entreabrir la puerta ante testigos. —dijo Mr. Giles despues de un momento de silencio —Por mi parte yo seria uno.
—Y yo tambien. —dijo el calderero dispertándose con la misma rápidez que se había dormido.
Brittles se rindió á estas condiciones, y nuestros tres amigos despues de abiertos los postigos, algo tranquilizados al ver que era dia claro se dirijieron á la puerta de entrada precedidos de los perros y seguidos de las dos mugeres que no atreviéndose á quedarse solas en la cocina formaban la reta-guardia.
Una vez tomadas estas precauciones, Mr. Giles se apoderó del brazo del calderero ''á fin de impedirle que se escapara'' (segun dijo chanceándose) y dió la órden de abrir la puerta. Brittles obedeció, y nuestros individuos apretándose unos contra otros y mirando con ávida curiosidad cada uno por encima la espalda de su vecino no vieron otro objeto mas formidable que el pobre Oliverio que agobiado de fatiga y sobrecojido á la vista de tantas personas levantó los ojos con languidez é imploró con la vista su compasion.
—Un chicuelo! —esclamó Mr. Giles arrojando con brio al calderero hasta el fondo del vestíbulo —Qué es lo que tu quieres he? —Mira, mira Brittles! No ves?
Brittles que al abrir había procurado quedarse detrás de la puerta, no bien hubo visto á Oliverio cuando dió un gran grito. Mr. Giles cojiendo al niño por una pierna y por un brazo (afortunadamente aquel que no estaba roto) lo arrastró en el vestibulo y le tendió todo lo largo en el suelo.
—El es! —gritó Giles con toda sus fuerzas é inclinándose en el tramo de la escalera —Aquí tenemos á uno de los ladrones señora!
Las dos sirvientas subieron los escalones de cuatro en cuatro para llevar esta feliz noticia á sus amas y el calderero hizo todos los esfuerzos para volver Oliverio á la vida de miedo que no se muriera antes de ser ahorcado. En medio de todo este barullo se oyó la voz dulce de una muger que apaciguó el ruido en un instante.
—Giles! —murmuró la voz de lo alto de la escalera.
—Aquí estoy señorita! —contestó éste —Nada temais señorita! Estoy ileso.
—Silencio! —repuso la jóven —Espantais á mi tia mucho mas que los mismos ladrones. El pobre hombre está gravemente herido?
—Furiosamente señorita! —contestó Giles con un aire de complacencia y satisfaccion interior.
—Parece que se está muriendo señorita! —gritó Brittles de la misma manera que antes —No quereis verle señorita antes que...?
—Silencio amigo mio! No movais ruido! —dijo la señorita —Esperad un momento que yo hable á mi tia.
Con paso tan dulce como su voz, la jóven se alejó ligeramente y pronto volvió á dar la órden de trasportar el herido en el aposento de Mr. Giles con todo el cuidado posible. Al propio tiempo dijo á Brittles que ensillára el jaco y se dirijiera á Chertsey para llevar de allí á toda prisa un ''constable'' y un médico.
—No queréis verle antes señorita? —preguntó Giles con tanto orgullo como si Oliverio hubiese sido un pájaro de raro plumaje que hubiera cojido con la mayor destreza —No deseais únicamente entreverle?
—No, ahora por todo lo del mundo! —respondió la jóven —Pobre desgraciado! Oh Giles! Tratadle con bondad aunque no sea mas que por amor á mi!
La jóven se retiró despues de dichas estas palabras y el viejo criado levantó los ojos hácia ella con tanto orgullo y admiracion como si hubiera sido su propia hija: luego inclinándose sobre Oliverio le ayudó á levantarse y lo llevó á su aposento con todo el cuidado y solicitud de una muger.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXIV
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'''EN EL QUE SE DÁ CUENTA DE UNA CONVERSACION AGRADABLE ENTRE MR. BUMBLE Y UNA SEÑORA, PARA PROBAR QUE UN PERTIGUERO (POR MAS QUE SE DIGA) ALGUNA VEZ ES SUSCEPTIBLE DE ALGUN SENTIMIENTO.'''
REINABA un frio agudo. Una espesa capa de nieve cubria el suelo y resistia al viento que soplaba con violencia, quien como para desquitarse del obstáculo opuesto barria los montones que se habían formado á lo largo de las paredes y en los rincones y esparciéndolos en el aire los volvia á dejar caer en millares de copos.
Tal era el aspecto de los asuntos al exterior de la Casa de la Caridad que tantas veces tenemos nombrada en esta verídica historia, cuando la Señora Corney sentada cerca del fuego en su ''pequeño'' aposento, echó la vista con cierto aire de complacencia sobre una ''pequeña'' mesa redonda, que sostenia una ''pequeña'' hortera adornada de todos los ''pequeños'' utensilios necesarios para la colacion mas agradable que pueda hacer una matrona: en resúmen iba á regalarse con una taza de thé. Entre tanto que desde el rincon de su hogar (en el que el mas ''pequeño'' posible de los pucheros cantaba con una ''pequeña'' voz aflautada una muy ''pequeña'' cancion) la buena Señora contemplaba la mesa, su satisfaccion interior debió crecer súbitamente, porque se sonrió.
Acababa de tomar su primera taza, cuando fué interrumpida por alguien que llamó suavemente á la puerta del aposento.
—Entrad! —gritó —Sin duda algun vejestorio que se muere! Siempre escojen para morirse el momento en que estoy á la mesa! Entrad si os place y no os estais plantados ahí con la puerta abierta para hacerme helar de frio. Vaya! Qué hay de nuevo ahora?
—Nada; nada absolutamente. —contestó una voz de hombre.
—Cielos! —esclamó la matrona con tono mas dulce —Sois vos Mr. Bumble?
—Servidor vuestro señora. —repuso el pertiguero que se había detenido á la puerta para enjugar sus zapatos y sacudir la nieve de encima su redingote —Cerraré la puerta? —añadió entrando con el sombrero en una mano y un paquete en la otra.
Aquella vaciló en responder, temerosa sin duda de la inconveniencia que habria en estarse mano á mano con un hombre. Entre tanto Bumble aprovechándose de la incertitud de la señora, cerró la puerta sin mas ceremonia.
—Hace mucho frio Señor Bumble! —dijo la matrona.
—Es verdad señora; es tiempo al que yo llamo ''antiparroquial.'' Señora Corney hoy hemos distribuido cerca de veinte panes de á cuatro libras y un queso y medio, y con todo esos ''golosos'' de pobres no están todavia contentos!
—Oh! sin duda. —repuso la señora sorbiendo su thé. —Qué es pues lo que se deberia hacer para contentarlos?
—A la verdad bajo palabra de honor no sé lo que deberia hacerse! Figuraos por ejemplo un hombre á quien por consideracion á su numerosa familia, se le concede un pan y una libra de queso. ¿Creeis que esté satisfecho por ello señora? Qué os tributará el menor agradecimiento? Ya escampa! Qué es lo que hace? Pide un poco de carbon! Aun que no sea sino el que pueda caber en su pañuelo, dice. Carbon! ¿Y para qué hacer de él? Para hacer tostar su queso y luego volver á la carga con nueva demanda. Así son todos señora! Llenadles hoy un delantal de carbon y volverán mañana atrevidos como lacayos á pediros otro tanto!
—Esto pasa la raya de lo verosímil! —observó la matrona con enfasis —Pero no sois como yo Señor Bumble de opinion, que es muy mal sistema este de socorrer fuera del establecimiento? Vos que teneis esperiencia de ello, qué decis?
—Señora Corney! —dijo el pertiguero sonriendo como hombre que está convencido de sus conocimientos superiores. —Los socorros fuera del establecimiento, ''convenientemente administrados''... comprendeis señora? ''convenientemente administrados'', son la salvaguardia de las parroquias. El gran principio de este sistema que pareceis condenar, es justamente conceder á los pobres aquello que no necesitan, á fin de quitarles las ganas de volver á la carga.
—A fé mia esto es incontestable! —esclamó la Señora Corney —Sabeis que la farsa no es maleja?
—Es como os lo aseguro señora! Acá entre nosotros, he aquí el gran principio! Y esa es la razon porque veis algunas veces en esos ''charlatanes'' de periódicos que muchos enfermos han recibido por todo socorro algunas tajadas de queso. Esta es una regla adoptada hoy por hoy en toda la Inglaterra. Sin embargo (continuó desenvolviendo su paquete.) esos son secretos del oficio, solo conocidos por nosotros los ''funcionarios parroquiales.'' Ved señora dos botellas de Oporto que la Administracion remite para la enfermeria. Es vino de superior calidad, natural, puro y sin mezcla, que solo de hoy está en botella, limpido como el sonido de una campana y que os aseguro no hará depósito.
Esto diciendo tomó una botella, la presentó ante la luz y la sacudió al mismo tiempo para probar su bondad y habiendo colocado las dos sobre la cómoda plegó el pañuelo que las había envuelto, lo metió cuidadosamente dentro su faltriquera y tomó su baston en ademan de marcharse.
—Señor Bumble, no os sobrará calor para volveros?
—Es cierto señora. —replicó éste levantando el cuello de su redingote —Hace un aire que corta las orejas!
—La señora Corney echando un vistaso al pucherito, lo reprodujo luego sobre el pertiguero que se dirijia hácia la puerta, y oyendo á este toser como para prepararse para darle las buenas noches, le preguntó con aire tímido si tenia á bien aceptar una taza de thé.
Mr. Bumble al instante volvió á bajar el cuello de su redingote, puso su baston y su sombrero sobre una silla y acercó otra á la mesa. Al sentarse su mirada topó con la de la señora que al momento bajó los ojos. El tosió de nuevo y sonrió graciosamente.
La Señora Corney se levantó para tomar otra taza y otra copa en la alacena, volvió á su sitio y sus ojos habiéndose encontrado por segunda vez con los del galante pertiguero un vivo encarnado de pudor cubrió sus mejillas y no sin alguna emocion escanció una taza de thé á su convidado. Mr. Bumble tosió de nuevo pero en esta ocasion mas fuerte de lo que lo había hecho hasta entonces.
—Os gusta muy azucarado Señor Bumble? —preguntó la matrona tomando la azucarera.
—Muy azucarado señora! —respondió Mr. Bumble fijando su vista en la Señora Corney. (Ciertamente si jamás pertiguero alguno se manifestó tierno, sin duda fué Mr. Bumble en este momento.)
—A lo que veo señora teneis una gata. —dijo viendo á uno de estos animales que se holgaba ante el fuego. —Y sino me engaño tambien gatitos?
—Los quiero tanto Mr. Bumble! No podeis imaginároslo! Son tan cucos, tan picaruelos, tan juguetones, que constituyen mi mejor sociedad.
—Oh Señora! Son animales muy dulces y muy caseros.
—Es muy cierto! —prosiguió la señora con entusiásmo —Son tan amantes de la casa, que es una gloria el tenerlos.
—Señora Corney! —dijo Mr. Bumble con tono doctoral marcando el compás con su cuchara —Tened bien entendido que un animal cualquiera que el sea que viviera con vos y no fuera amante de la casa, seria necesariamente un asno.
—Oh! Señor Bumble! —hizo la matrona.
—Es imposible disfrazar la verdad! —continuó Mr. Bumble agitando su cuchara con una amorosa dignidad que daba mayor fuerza á sus palabras —Si pudiera, yo mismo la negaria con satisfaccion!
—Entonces sois un cruel! —repuso vivamente la matrona alargando el brazo para tomar la taza del pertiguero —Es necesario que tengais el corazon muy duro!
—El corazon duro! —replicó Bumble —El corazon duro! —Diciendo esto alargó su taza á la Señora Corney, oprimió su dedo meñique en el acto de tomarla y llevando su mano al chaleco galonado exhaló un profundo suspiro y retrocedió su silla.
Como la mesa era redonda y la matrona y el pertiguero estaban sentados ante la chimenea frente por frente, será fácil comprender que alejándose del fuego sin apartarse de la mesa, Mr. Bumble aumentaba la distancia entre la Señora Corney y él; comportamiento que no dejará de admirar el lector considerándolo como un acto de heroismo por parte de Mr. Bumble que hasta cierto punto era tentado por la hora, el sitio y la ocasion de recitar esas dulces insustancialidades, que aun que convenientes en los labios de un atolondrado, están muy lejos de la dignidad de un magistrado, de un miembro del parlamento, de un ministro de Estado de un Lord-corregidor, ó cualquiera otro funcionario público y con mayoria de razon, de un pertiguero, que como nadie ignora de todos los ''hombres constituidos'' en ''dignidad'' es el mas severo y el mas inflecsible.
Con todo fuera cual fuera la intencion del pertiguero (y no debe dudarse, que era de las mejores.) la desgracia hizo que siendo la mesa redonda cuanto mas se apartaba Mr. Bumble de la chimenea mas disminuia poco á poco la distancia que le separaba de la matrona de modo que á fuerza de viajar por este estilo al rededor de aquella, acabó por encontrarse pegado al lado de la Señora Corney. En efecto las dos sillas se tocaron y entonces Mr. Bumble se paró.
Si la Señora Corney se hubiese escurrido hácia la derecha, indudablemente hubiera caido en el fuego; por poco movimiento que hubiera hecho hácia la izquierda, se encontraba en los brazos del pertiguero: he aquí porque como muger sábia y prudente, que, prevé de ante mano los resultados, se mantuvo quieta en su sitio y ofreció una segunda taza de thé á Mr. Bumble.
—El corazon doro señora Corney! —prosiguió este sorbiendo su thé y mirando fijamente á la matrona. —¿Teneis vos el corazon duro señora Corney?
—Cielos! —esclamó esta. —Vaya una pícara pregunta por parte de un celibatario! ¿Qué me preguntais Señor Bumble?
El pertiguero bebió su thé hasta la última gota, concluyó su tostada, sacudió las migas que tenia sobre sus rodillas, enjugó sus labios y sin mas ceremonia abrazó á la matrona.
—Señor Bumble! —balbuceó esta en voz baja; pues fué tan grande su espanto que perdió enteramente el uso del habla. —Señor Bumble! voy... a... gri... tar!
El pertiguero, la dejó decir y sin pronunciar una sola palabra, pasó amorosamente su brazo al rededor de la cintura de la señora.
Despues de la amenaza que ésta hiciera de gritar, este nuevo acto de audácia del pertiguero, debia escitarla mas y probablemente, iba á efectuarlo cuando llamaron réciamente á la puerta del aposento.
Mr. Bumble, abalanzándose entonces hácia la cómoda con la rápidez del rayo se puso á arreglar las botellas con gran seriedad mientras que la matrona gritó vivamente.
—Quién va ahí?
Fué cosa digna de atencion, come prueba del poder físico de la sorepresa sobre el miedo que la voz de la Señora Corney recobró instantáneamente su aspereza ordinaria.
—Mil perdones Señora nuestra! —dijo una anciana pobre, entreabriendo la puerta y enseñando su fea cabeza. —La vieja Sally se muere.
—Y qué me importa á mi? —esclamó bruscamente la matrona. —Puedo yo algo en ello?
—Oh! no señora nuestra! Bien seguro que no! —replicó la pobre —Nadie puede nada... A mas que no queda esperanza! He visto morir tantas (grandes y pequeñas.) que conozco cuando no hay ya remedio! Pero tiene algo que la atormenta y en sus momentos lucidos que son muy raros (porque acaba como una vela.) dice que tiene alguna cosa que comunicaros y que es necesario sepais. Señora nuestra no morirá tranquila hasta que vengais...
A esta noticia la digna matrona murmuró una multitud de invectivas contra las viejas pobres que ni siquiera podian morir sin incomodar á ''propósito'' sus ''superiores'' y envolviéndose en un chal tupido que se echó de prisa sobre sus espaldas, suplicó á Monsieur Bumble que se esperára hasta su vuelta para el caso que sucediera algo estraordinario. En esto habiendo mandado á la vieja que fuera adelante y no le hiciera pasar la noche en la escalera, la siguió de mal talante; refunfuñando todo el trecho del camino.
Mr. Bumble solo y entregado á si mismo, emprendió una tarea estraña. Abrió la alacena, contó las cucharitas para el thé, probó el peso de las pinzas del azucarero, examinó un jarro pequeño para leche con el fin de asegurarse de que realmente eran de plata y cuando hubo satisfecho su curiosidad sobre este punto se puso el sombrero bastante ladeado por la parte derecha y dió cuatro veces la vuelta á la mesa bailando gravemente de puntillas.
Despues de haberse entregado á tan ridículo ejercicio, volvió el tricornio sobre la silla y pavoneándose ante la chimenea, la espalda vuelta al fuego pareció ocupado mentalmente en hacer el inventario de los muebles.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXV
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'''DETALLES OBSCUROS EN APARIENCIA; PERO QUE NO DEJA DE SER DE ALGUNA IMPORTANCIA EN ESTA HISTORIA.'''
LA que había venido á turbar la calma y la paz que reinaban en el aposento de la matrona, era realmente una mensagera de muerte; su cuerpo estaba encorvado por la edad, sus miembros paralíticos temblaban contínuamente, su marcha era lenta y la fijeza de sus ojos, la espresion horrible de su fisonomía y el movimiento convulsivo de sus labios, le daban mas bien la apariencia de un retrato grotesco que la de una obra de la creacion.
La vieja subió la escalera vacilando y frotó lo mejor que pudo por lo largo de los corredores barbullando algunas palabras ininteligibles en respuesta á las reprimendas de su compañera. Al fin obligada á detenerse para respirar entregó su luz á ésta y siguió aun cojeando mientras que la matrona, mas ágil se fué en derechura al aposento de la moribunda.
Era este una miserable guardilla iluminada por la pálida luz de una lámpara. Una vieja de la casa estaba sentada á la cabecera de la enferma y el aprendiz del farmacéutico de la parroquia en pié ante la chimenea, se entretenia en hacer un mondadientes de un cañon de pluma.
—No hace calor señora Corney! —dijo viendo entrar á la matrona.
—Es muy cierto que no hace aquí calor! —contestó esta, con el tono mas gracioso y haciendo una cortesia.
—Vuestros proveedores deberian llevar mejor carbon! —dijo el aprendiz farmacéutico atizando el fuego con el hurgon. —Este no sirve para un frio tan riguroso.
En este momento la conversacion fué interrumpida por un gemido de la enferma.
Oh! —hizo el estudiante volviéndose incontinenti hácia el lecho como si hubiese olvidado del todo á la parienta: —B. O. bó. Se acabó Señora Corney!
—Se acabó no es cierto? —preguntó la matrona.
—Me sorprenderia infinito, si viviera dos horas mas —dijo el jóven, ocupado en concluir la punta de su monda-dientes —En ella el sistema moral como el físico, están gastados... ¿Permanece —aun amodorrada buena muger?
La enfermera á quien se dirijia esta pregunto se inclinó sobre el lecho para cerciorarse y respondió afirmativamente con un movimiento de cabeza.
—Entonces es muy posible que se vaya en esta disposicion, si no haceis demasiado ruido. —dijo el jóven —Colocad la luz en el suelo. Así no podrá verla.
La enfermera hizo lo que se le insinuaba, balanceando la cabeza sin duda para dar á entender que la enferma no moriria con tanta holgura como se pensaba y fué á sentarse al lado de la otra vieja que había entrado en este intermedio. La matrona se arrojó con su chal con aire de impaciencia y se sentó tambien al pié del lecho.
El estudiante que al fin había concluido su monda-dientes, lo paseó por su boca durante un buen cuarto de hora que estuvo plantado delante del fuego; despues de lo cual, pareciendo fastidiarse, deseó á la Señora Corney ''mucho placer'' y se fué de puntillas.
Despues de haber permanecido un cuarto de hora en esta posicion la señora Corney pareció fastidiarse tambien y viendo que la vieja se obstinaba en permanecer amodorrada iba á salir de prisa, cuando las dos mugeres dieron un grito que la hizo retroceder. La enferma se había incorporado sobre el lecho y las tendia los brazos.
—Quien está ahí? —prorrumpió con voz sorda.
—Silencio! silencio! —dijo una de las dos viejas acarcándose á la cama —Acostaos! Acostaos!
—Me volveré á acostarme viva! —gritó la enferma forcejando. —Quiero que ''ella'' sepa... Venid acá! mas cerca... que os lo diga muy bajo al oido.
Cojió á la matrona por el brazo y atrayéndola hácia una silla que estaba á su cabecera la hizo sentar en ella.
Iba á hablar, cuando al arrojar una mirada á su alrededor, vió á las dos viejas que con el cuello tendido y el cuerpo adelantado, prestaban atento oido á lo que iba á decir.
—Mandad que salgan! continuó con vos letárgica —Pronto! pronto!
Las dos viejas gritando á duo se quejaron amargamente de verse desconocidas por su antigua camarada y protestaron contra la injusticia que habria en separarlas de ella en sus últimos momentos; pero la matrona las empujó fuera del aposento, les echó la puerta encima y volvió á sentarse á la cabecera de la enferma.
—Ahora escuchad con atencion! —dijo la moribunda con voz mas fuerte como para exitar en ella una última chispa de energia. —Eneste aposento en este lecho, asistí en otro tiempo á una jóven y hermosa criatura que habían llevado á esta casa. Sus piés magullados y rasgados por la marcha estaban cubiertos de sangre y polvo. Dió á luz un niño y murió! Esperad... esperad! En que año fué?
—Poco importa el año! —dijo la impaciente matrona —Y bien que... qué hay respecto á esa muger?
—Ah! —murmuró la enferma, recayendo á su primer amodorramiento —Respecto á la jóven no es esto? Respecto á... a... ella? Ah! si! (rompió en llanto, arrojó un grito penetrante y saltó sobre el lecho con ademan furioso; su rostro se volvió purpúreo y sus ojos le salian de la cabeza.) —La robé! Si! De toda verdad... La robé! Aun no estaba fria! Si... lo repito... estaba aun tibia cuando la robé!
—Qué le robaste? Por el amor de Dios hablad! —esclamó la matrona con un movimiento como para pedir socorro.
—Voy á decirlo! —replicó la moribunda, poniendo la mano en la boca de la otra. La única prenda que poseia... Carecia de todo... de vestidos para cubrirse y de pan para subsistir... pero había conservado preciosamente sobre su seno... Era oro... yo lo digo... oro magnífico que hubiera podido salvarle la vida!
—Oro! —repitió la matrona abalanzando su cuerpo sobre el lecho de la moribunda, á medida que esta volvia á caer sobre la almohada —Continuad! y despues? Quién era la madre? En qué tiempo? En qué época? Hablad! hablad!
—Me había suplicado que la guardara —prosigió la otra dando un suspiro profundo —Me la había confiado, por ser la única persona que estaba á su lado en la hora de la agonía... Yo la codicié, en el fondo de mi corazon... la robé de pensamiento cuando se la ví por primera vez al rededor de su cuello! —Y lo peor, es que sin duda tengo que reprocharme la muerte del niño! Ciertamente lo hubieran tratado mejor si hubieran sabido todo esto!
—Sabido qué? —preguntó la matrona —Hablad!
—El pequeñuelo se parecia tanto á su madre, á medida que se hacia grande (continuó la otra, sin hacer caso de la pregunta.) que cada vez que la veia, no podia librarme de pensar en ella... Pobre jóven! Pobre muchacha! Era tambien tan tierna... Un hermoso corderito! Esperad! Es verdad que no os lo he dicho todo? Me parece que aun me queda algo que deciros!
—Sí! sí! —replicó la comadre pegando su oreja á los labios de la moribunda para cojer las palabras que salian ya lentamente de su boca —Decid pronto... ó ya no habrá tiempo!
La madre. —dijo aquella haciendo un último esfuerzo para elevar la voz —La madre sintiendo acercarse el momento de su muerte me dijo al oido que: ''si su hijo venia al mundo vivo y llegaba á poder recibir educacion, vendria un dia en que podria pronunciar el nombre de su pobre madre sin ruborizarse —Y vos oh Dios mio!'' añadió juntando sus manos flacas y delicadas —''Sea un niño ó una niña proporcionadle amigos en esta tierra de dolor y de destierro y apiadaos de un pobre huerfanito abandonado á la merced de estraños!''
—El nombre del niño? —preguntó la comadre.
—Le llamaban Oliverio —respondió la moribunda con voz débil —El oro que he robado era...
—Oh! sí, sí... que era? —esclamó vivamente la matrona.
En el momento en que se encorvaba con ansiedad para recibir la respuesta de la agonizante, esta volvió lentamente y con tirantez á su primera posicion y empuñando con ambas manos el cobertor de la cama barbulló con voz gutural, algunas palabras ininteligibles y cayó sin vida sobre la almohada.
—Muerta ya! —dijo una de las dos viejas entrando precipitadamente luego que la puerta fué abierla...
—Y sin haberle sacado una palabra! —añadió la comadre yéndose.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXVI
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'''AUN FAGIN Y COMPAÑIA.'''
MIENTRAS estos acontecimientos tenian lugar en la casa de Caridad, en cuestion. Mr. Fagin se hallaba en su vieja guarida (la misma que Oliverio había dejado en compañia de Nancy.) sentado ante la chimenea y teniendo sobre sus rodillas un fuelle con el que sin duda había procurado avivar el fuego, cuyo humo se esparcia por todo el aposento, con tufo sofocante. Sus codos sobre el fuelle y su cara apoyada sobre sus muñecas, miraba el hogar con aire distraido y parecia sumergido en profunda reflecsion.
En una mesa detrás de él, Cárlos Bates, Monsieur Chitling y el Camastron hacian una partida de ''wist'', el último solo contra los otros dos. Su fisonomía expresiva siempre, se hizo todavia mas chocante por la seriedad con que estudiaba la partida y los vistazos que lanzaba de cuando en cuando, segun se presentaba la ocasion sobre las cartas de Monsieur Chitling, arreglando sábiamente su juego al tenor de las observaciones que había hecho sobre el de este último. Como hacia frio, (segun su costumbre) tenia puesto su sombrero. Apretaba entre los dientes una pipa de barro que no dejaba sino cuando juzgaba necesario recurrir á una medida de cobre colocada sobre la mesa y que de ante mano había sido llenada de ''grog'' para el bien de la compañia.
Maese Bates prestaba tambien mucha atencion á su juego; pero siendo de un carácter mucho mas jocoso que su incomparable amigo, recurrió mas á menudo á la medida de cobre y de consiguiente se permitió ciertas graciosidades y ciertas observaciones, del todo intempestivas, que de ningun modo convienen á un buen jugador, especialmente en el juego, de ''wist,'' que ecsije silencio y atencion. En vano el Camastron usando del derecho que le daba su intimidad para con él, le reprochó mas de una vez la inconveniencia de su conducta; Maese Bates se rió de él (y para servirme de su espresion) lo ''envió á paseo'' y por sus reincidencias tan vivas como espirituales, exitó en el mas alto grado la admiracion de Mr. Chitling.
Lo mas asombroso es que este último y su pareja perdian siempre y que esta circunstancia lejos de enfadar á maese Bates parecia divertirle infinito pues que reia á carcajadas al fin de cada partida asegurando que ''en su vida ni en sus dias'', se había divertido tanto.
Al diablo las cartas! —dijo Chitling, con acento irritado sacando del bolsillo de su chaleco una ''media corona —''Vaya una suerte insolente la que tienes Jac. Nos ganarias hasta el último sueldo... Por bueno que tengamos el juego Cárlos y yo, siempre perdemos!
A tal observacion hecha con tono lamentable, Bates soltó una carcajada que sacó al judío de sus reflecsiones y preguntó que sucedia.
—Señor Fagin! —esclamó Cárlos —Quisiera, que hubiereis podido ver el juego... Tomás Chitling no ha hecho un solo punto y yo era su pareja contra el Camastron.
—Ah! ah! —dijo el judío sonriendo de un modo que daba á comprender que no ignoraba la causa —Toma tu revancha Tom.. toma tu revancha!
—No Fagin; gracias. No quiero mas juego... El Camastron tiene una ventaja que no se puede resistir.
—Ah! ah! querido! —repuso el judío... Es preciso levantarse muy de mañana para poder ganar al Camastron.
—Levantarse muy de mañana? —esclamó Cárlos Bates. —No basta el levantarse de mañana! Es preciso que os pongais las botas en la víspera, tener un doble telescopio y unos anteojos entre vuestras dos espaldas si quereis lograr tal cosa.
Mr. Dawkins recibió este elogio lisongero con la mayor modestia y prometió decir al primer venido por la sencilla retribucion de un ''Sheling'' cada vez, la carta que éste hubiere pensado. Como nadie aceptó el desafio y su pipa estaba ya apagada, se divirtió en trazar el plano de la prision de Newgate con el lapiz que le había servido para apuntar el juego silvando entre tanto de una manera muy particular.
—Parece que no tienes humor de divertirte Tom! —dijo el Camastron, rompiendo el silencio que duraba desde mas de cinco minutos —Apuesto Fagin que no adivinais lo que le preocupa.
—Cómo quieres que lo adivine querido mio? —contestó el judío levantando la cabeza y volviendo el fuelle á su puesto. —Tal vez piensa en su dinero ó mejor en el ''asueto'' que acaba de hacer en la ''granja del tio negro.'' Ah! ah! ¿no es esto Tom?
—No dais en el ''quid. —''replicó el Camastron en el momento que Chitling iba á responder —Qué dices tu de ello Cárlos?
—Yo! —respondió este —Yo pienso que se muere por Betsy —No lo dije! Mirad como le suben los colores! He ahí un mortal dichoso! Oh! Dios! Es posible! Tomás Chitling enamorado! Oh! Fagin, Fagin! que bella farsa!
—No hagas caso de ello Tom! —dijo el judío haciendo una señal de inteligencia á Dawkins y dando á Cárlos un golpecillo con el tubo del fuelle —Va... no les escuches! Betsy os amable.. es una muy buena muchacha! Tom adhiérate á ella! Sigue tus dulces impulsos!
—Y aun qué asi fuera! —replicó Chitling todavia mas colorado —Y aun que así fuera... es cosa que á nadie le imperta...
El judío viendo que le picaba la mosca á Chitling se apresuró á asegurarte de que nadie se burlaba y para prueba de lo que decia llamó á maese Bates el principal ofensor. Desgraciadamente al ir á decir este que en su vida había estado mas serio, se le escapó tal carcajada que Chitling viéndose mistificada, se abalanzó de improviso sobre el zumbon y le descargó un puñetazo, que éste evitó felizmente, el cual cayendo pesadamente sobre el pecho del ''viejo chulo'', lo envió al otro estremo del aposento contra la pared en donde abria toda su boca para respirar mientras que le miraba cas aire consternado.
—Escuchad! —esclamó el Camastron en este momento —dijo la ''bachillera.''
Esto diciendo tomó la luz y subió cautelosamente la escalera.
Mientras que la compañia estaba á obscuras, sonó otra vez la campanilla con violencia. Un instante despues, volvió el Camastron y habió misteriosamente á Fagin al oido.
—Viene solo? —esclamó éste.
El Camastron hizo un movimiento de cabeza afirmativo y poniendo su mano ante la luz indicó á Cárlos que haria muy bien en detener su loca alegria por un cuarto de hora; luego fijó la vista en el judío como para esperar sus órdenes.
El viejo llevó sus dedos violados á la boca y reflecsionó un momento. Los músculos de su rostro parecian rudamente contraidos todo este tiempo como si sospechára alguna desgracia y temiera saberla. Al fin levantó la cabeza.
—Dónde se halla? —preguntó al Camastron.
—Este señaló con el dedo el piso superior y se disponia á dejar el aposento.
—Sí! —dijo el judío adivinando la pregunta —Díle que baje. Silencio! Cállete tu Cárlos! Poco á poco Tom! Amigos mios pasad á vuestro cuarto! Dejadnos solos!
Cárlos y Chitling se retiraron sin hacer el menor ruido. Un profundo silencio reinaba en el aposento cuando el Camastron bajó la escalera llevando la luz y seguido de un hombre vestido de blusa, quien despues de haber lanzado una rápida ojeada á su alrededor desató una red de lana que le envolvia toda la parte inferior del rostro y dejó ver la fisonomia del ''flamante'' Tobias Crachit pálido hosco y horriblemente fatigado.
—¿Cómo vamos Fagin? —dijo el jóven elegante, haciendo una señal de cabeza al judío. —Tu Camastron mete esta red dentro mi castor para que lo encuentre cuando me iré... Aquí... esto es! Serás algun dia un famoso ''hurraca'' y valdrás algo mas que los antiguos.
Esto diciendo levantó su blusa y la arrolló en su cintura; luego acercó una silla al fuego y puso sus piés sobre el guarda cenizas.
—Mirad Fagin! —dijo con tono lastimero, señalando con el dedo sus botas llenas de barro. Ni una sola gota de lustre desde que sabeis! Vaya no me mireis así! Cada cosa á su tiempo. Me es imposible hablar de negocios antes de comer un bocado. Con que poned el ''rancho'' sobre la mesa. —Van ya tres dias que no me ha pasado nada por el ''gaznate.''
El judío hizo señal al ''Camastron'' de que llevára lo que hubiera de comestibles y sentándose frente del bandido esperó que le diera la gana de hablar.
A juzgar por las apariencias Tobias no llevaba ninguna prisa de entablar conversacion. Por de pronto el judío se contentó con observar su fisonomía, para procurar adivinar en ella, la noticia que traia; pero fué trabajo inútil.
—Fagin pues espiaba con una ansiedad indefinible cada tajada que Tobias llevaba á la boca, paseando arriba y abajo del aposento para matar el tiempo que le parecia tan largo; nada adelantó por eso. Este continuó engullendo hasta que no pudo mas y entonces despues de haber dicho al Camastron que se largára al objeto de quedar solo con el judío y despues de haberle cerrado él mismo la puerta, se llenó un vaso de ''grog'' y se dispuso á hablar.
—En primer lugar Fagin... dijo.
—Ah! sí, sí! —replicó el otro acercando su silla á la mesa.
El Señor Crachit se paró para tragar su vaso de ''grog'' y para declarar que la ginebra era escelente; luego estirando sus piernas sobre el suelo del hogar, para contemplar con mas satisfaccion sus botas continuó tranquilamente.
—En primer lugar Fagin ¿cómo vá Guillermo?
—Qué! —esclamó el judío levantándose bruscamente de la silla.
—Cómo? —dijo Tobias palideciendo... ¿No queréis decir?
—No quiero decir! —gritó el judío pateando el suelo con furor —¿Dónde están Sikes y el niño? Dónde están? Dónde han estado? Dónde se ocultan? Por qué no han venido aquí?
—El golpe ha fracasado! —dijo Tobias con acento triste.
—Lo sé! —contestó el judío sacando un periódico de su faltriquera y señalándole con el dedo al artículo que hablaba de ello —¿Y luego?
—Han disparado y herido al ''nene''. Hemos jugado las piernas por entre las Layas y las zanjas llevándole entre los dos. Corriamos mas que el viento. Nos han dado la caza. Condenacion! todo el pais estaba en pié y los perros nos tenian la pista!
—El niño? —dijo el judío con tono azorado.
—Guillermo lo había puesto sobre sus espaldas y brincaba con él; nos hemos detenido para llevarlo entre los dos; su cabeza pendia sobre su pecho y estaba frio como el mármol. Ya nos pisaban los talones... entonces cada uno para si y sálvese quien pueda! Cada uno ha tirado por su lado despues de haber dejado al chiquillo dentro una zanja muerto ó vivo. Esto es todo lo que sé.
—Sin dar tiempo á Tobias para reponerse el judío lanzó un grito agudo arrancándose los cabellos y se precipitó del aposento á la escalera y de la escalera á la calle.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXVII
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'''SE PRESENTA EN LA ESCENA UN NUEVO PERSONAGE. —PARTICULARIDADES INSEPARABLES DE ESTA HISTORIA.'''
EL viejo había doblado la esquina de la calle y aun no se había repuesto de la impresion que le causára el relato de Crachit. Contra su costumbre andaba á prisa sin apariencia de saber donde iba, cuando el roce, violento de un coche que por poco lo derriba y el grito de las personas que vieron el peligro que acababa de correr, le volvieron á la acera. Evitando todo lo posible las calles concurridas y no buscando al contrario mas que los callejones y los pasadizos, llegó al fin á Snow-Hill. Allí aceleró todavía mas el paso y no lo aflojó hasta que hubo entrado en una callejuela, donde como si estuviera convencido de que se hallaba en su propio elemento, emprendió su andar ordinario y pareció respirar mas libremente.
Cerca del punto en que Snow-Hill y Holborn-Hill se unen, se vé á la derecha viniendo de la ''Cité,'' una calle sombría y estrecha que conduce á Saffron-Hill y en las tiendas sucias de la misma están espuestas para la venta enormes paquetes de pañuelos de todos tamaños y colores; porque allí residen los mercaderes que los compran á los rateros.
En este sitio acababa de entrar el judío. Era muy conocido de los pálidos habitantes del pasaje; pues algunos de entre ellos que estaban en el lindar de la puerta para atisbar á los chalanes le hicieron una señal de cabeza amistoso á la cual respondia del mismo modo sin pararse. Siguió hasta el estremo del pasage y allí dirijió la palabra á un tripero, hombre de baja talle, sentado en una silla de niño y fumando su pipa á la puerta de su tienda.
—Ola Señor Fagin! Os haceis tan raro, que vuestra presencia bastaria para curar de la ophthalmia! —dijo el respetable negociante respondiendo á la pregunta del judío sobre su salud.
—Hacia demasiado calor en vuestro barrio Sively. —contestó el judío levantando los ojos y cruzando sus manos sobre sus espaldas.
—Eso es lo que me he cansado de decir, pero ello se aplacará! No sois de mi opinion?
Fagin hizo un movimiento de cabeza afirmativo y señalando con el dedo á Saffron-Hill, se informó de si había alquien allí en esta noche.
—A la muestra de ''Los tres cojos?'' —preguntó el negociante.
El judío hizo señal de sí.
—Esperad! —prosiguió el mercader procurando recordar en su memoria —Si; si mal no recuerdo hay algunos. Vuestro amigo si que creo no está.
—Sikes no ha ido hé?
—''Non es ventús,'' como dicen los hombres de la ley! —contestó el hombre pequeño con ademan jactancioso —Teneis algo que pueda convenirme?
—No; hoy no traigo nada. —dijo el judío marchándose.
—Decid Fagin; os vais á la muestra de ''los tres cojos? —''gritó el hombrecillo —No me dejaria tirar de la oreja para venir si estuvierais dispuesto á pagar algo.
Pero como el judío volviéndose le hizo con la mano señal de que queria estar solo en la posada de ''los tres cojos,'' se vió esta vez privada del honor de poseer á Mr. Sively.
La posada de ''los tres cojos'', ó simplemente llamada de ''Los cojos'', por sus parroquianos era cabalmente la misma en que Sikes y su perro han figurado ya. Fagin subió la escalera haciendo únicamente una seña al hombre que estaba sentado en el mostrador, abrió la puerta de un aposento se introdujo en él con cautela y miró con ademan inquieto á su alrededor, poniendo la mano frente sus ojos como si buscara á alguien.
Este aposento estaba alumbrado por dos mecheros de gas cuya luz resplandeciente era interceptada al exterior, por postigos, sujetos con una barra de hierro y por espesos cortinajes de un encarnado deslucido. El sitio estaba tan lleno de un humo espeso de tabaco, que casi nada se distinguia. Sin embargo habiéndose disipado poco á poco, al través de la puerta que había quedado entreabierta, permitió ver una reunion de cabezas tan confusa como el ruido de las voces, y á medida que el ojo se acostumbraba á la escena, el espectador hubiera podido tambien descubrir una sociedad numerosa de hombres y mujeres sentados al rededor de una mesa larga, al estremo de la cual estaba el presidente, con su martillo de órden en la mano, mientras que un artista de nariz azulada y llevando el rostro envuelto en un pañuelo, por causa de un dolor de muelas, permanecia ante un mal piano colocado en el rincon mas retirado del aposento.
Fagin poco susceptible á las emociones fuertes, pasó revista uno despues de otro á todos aquellos rostros sin encontrar al que buscaba. Habiendo al fin logrado atraerse la mirada del hombre que ocupaba el estremo de la mesa le hizo una ligera señal de cabeza y se retiró con la misma cautela con que había entrado.
—Señor Fagin en que podemos serviros? —preguntó el hombre que lo había seguido hasta la meseta —No quereis ser de los nuestros? Estarán muy gozosos de veros.
El judío sacudió la cabeza con ademan de impaciencia y preguntó en voz baja: —Está aquí?
—No. —respondió el hombre.
—Y no teneis noticias de Barney.
—Ningunas —replicó el amo de la taberna de los ''tres cojos'' porque el era. —No se meneará que todo no esté tranquilo. Estad seguro de que la policía, sigue su pista allá abajo y que si tuviera la desgracia de menearse se haria ''pinchar'' al primer golpe. Barney está sin duda seguro donde se halla pues de otro modo hubiera oido hablar de él. Apostaria cualquier cosa, que, se hará una buena ''retirada.'' oh! podeis contar con ello yo salgo garante!
—Vendrá aquí esta noche? —preguntó el judío, cargando la pronunciacion en el pronombre, con el mismo enfasis que antes.
—Monks, quereis decir?
—Chito! —hizo el judío —Si!
—Ciertamente! —contestó, el amo de la taberna, sacando de su bolsillo un reló de oro. Deberia ya haber llegado. Si quereis esperar solo diez minutos, vais á verle.
—No; no! —dijo el judío de un modo que si bien dejaba pensar que deseaba ver la persona en cuestion, no le sabia mal con todo de no encontrarla.
—Decidle que he venido para verle y que lo espero en casa esta noche —No; mejor mañana. Puesto que no está aquí, siempre será tiempo mañana.
—Está bien! —dijo el hombre —Nada mas hay que decirle?
—No —contestó el otro bajando la escalera.
—Escuchad! —hizo el tabernero inclinándose sobre la baranda! —No os parece este magnífico momento para una ''venta''! Si quereis tenemos ahí á Felipe Barker... Está tan borracho que un niño podria prenderle.
—Ah! ah! —hizo el judío levantando la cabeza! —Pero no es aun la hora de Felipe Barker; tiene aun algo que hacer antes que nos separamos de él. Volved á reuniros con vuestros amigos querido mio y decidles que ''se diviertan mucho mientras son de este mundo...'' ah! ah! ah!
El patron de la taberna, rió grandemente al oir la reflecsion del viejo y fué á reunirse con sus convidados. No bien el judío estuvo en el lindar de la puerta cuando su fisonomía volvió á tomar la expresion de la inquietud y del temor. Despues de haber reflecsionado un momento, subió en un coche de alquiler y dijo al cochero que se dirijiera hácia Bethnal-Green. Se apeó á un cuarto de milla de la habitacion de Sikes y andó el resto del camino á pié.
—Ahora, —balbuceó entre dientes mientras llamaba á la puerta —si hay alguna anguila, bajo la roca, lo sabré muy pronto de vos jovencita mia á pesar de ser muy maligna!
—Habiéndole dicho la muger que le abrió que Nancy estaba en su habitacion, subió cautelosamente la escalera y abrió la puerta del aposento sin ninguna ceremonia.
La jóven estaba sola con la cabeza, apoyada, encima de la mesa y los cabellos esparcidos sobre la espalda.
—O ha bebido, ó está triste. —dijo el judío para sí.
En esto retrocedió para cerrar la puerta y dispertando Nancy al ruido fijó su mirada en el viejo mientras este le contaba la relacion de Tobias Crachit. Luego que hubo concluido, volvió á tomar su actitud primera sin hablar una palabra mas. Nancy la quitaba el candelero con impaciencia, rozaba sus piés sobre el piso cada vez que cambiaba de posicion... pero no pasaba de aquí.
Durante todo este tiempo el judío miraba en torno suyo, con ademan inquieto como si hubiese querido asegurarse de que Sikes no había regresado.
Despues de satisfecha su curiosidad sobre este punto, tosió dos ó tres veces é hizo todo lo posible para entablar la conversacion; pera la jóven no hizo mayor caso de él ni se movió mas que una estátua de piedra.
Al fin hizo el último esfuerzo y frotándose las manos dijo con el tono mas afable:
—Y dónde crees tu que puede estar ahora Sikes he?
Nancy respondió de un modo inteligible y como si llorase que no lo sabia.
—Y el niño? —replicó el judío mirando á la jóven de reojo para ver la espresion de su fisonomía. —Pobrecito! Abandonado en una zanja! No atiendes Nancy?
—El niño! —dijo esta levantando la cabeza —Está mejor donde se halla que no con nosotros! Y con tal que Sikes salga bien librado, anhelo que esté muerto en la zanja y que sus huesos se pudran en ella.
—Cómo? —esclamó el judío con asombro.
—Es la verdad. —repuso la jóven mirándole á su vez fijamente —Estaria muy contenta de no verle ya mas ante mis ojos y saber que se halla libre de todo lo que le podia suceder de peor... El verle á mi alrededor era un peso insoportable; su solo aspecto era una reconvencion contra mi y contra vosotros todos.
—Ba! —hizo el judío con acento de desprecio. —Hija tu estás beoda.
—Ah! sin duda! y no seria culpa vuestra sino lo estuviera... No os sabe mal que esté así, con tal que obre á vuestro gusto... acepto cuando no os conviene —no es así?
—No! Ahora no me conviene! —replicó el judío furioso.
—Pues es preciso que os convenga! —repuso ella soltando una carcajada.
—Qué me convenga? —esclamó el judío sumamente irritado por la tenacidad de la jóven y por las contrariedades del dia —Qué me convenga! Atiende tu bien, necia; atiéndeme bien á mi que con seis palabras puedo estrangular á Sikes tan de seguro como si tuviera ahora su cabeza de toro entre mis manos. Si vuelve sin ese niño... si tiene la audacia de no traérmelo vivo ó muerto, asesínale tu misma sino quieres que Jacobo Ketch (el verdugo) haga con él su negocio... ''dale pasaporte'' al momento que ponga los piés en este aposento, de lo contrario tal vez seria tarde.
—Qué significa todo esto? —esclamó la jóven involuntariamente.
—Qué significa todo esto? —prosiguió el judío ciego de cólera. Escucha! cuando ese niño forma para mi el valor de muchas centenas de libras, debo perderlo acaso por culpa de un acto de borrachos de quienes podria deshacerme á satisfaccion? Deberé yo someterme á un pillo á quien no le falta mas que la voluntad y que tiene el poder de...
El viejo, sumamente sofocado no pudo concluir su pensamiento y reprimiendo de pronto su coraje se manifestó otro hombre.
Despues de un silencio de algunos minutos aventuró una mirada sobre su compañera y se tranquilizó en seguida viendo que estaba en el mismo estado de insensibilidad de que la había sacado poco antes.
—Nancy! Querida mia! —dijo con su voz de cuervo. —Has parado la atencion en lo que te he dicho?
—No me atormenteis Fagin! —respondió la jóven levantando perezosamente la cabeza —Lo que Guillermo no ha hecho esta vez, lo hará otra. Ya sabeis que ha hecho muchas cosas por vos y que hará muchas otras cuando podrá... Y cuando no lo hace es porque no puede... con que no hablemos mas de ello.
—Si; pero y respecto á ese niño? —dijo el judío frotándose las manos fuertemente.
—El niño debe correr los mismos percances que los otros. —Repuso Nancy con tono brusco —Y lo repito confio que está muerto y de consiguiente á salvo de todo peligro, sobre todo de aquel á que estaba expuesto á vuestro lado.
—Queridita y respecto á lo que dije hace un instante? —dijo el judío, fijando en ella su ojo de lince.
—No teneis mas que repetirlo. Y si es algo que deseais haga por vos, mejor hariais en esperar á mañana. Os escucho con atencion cuando me hablais; pero un instante despues ya no se lo que me habeis dicho.
El judío la hizo aun algunas preguntas, para asegurarse de que no había retenido sus palabras indiscretas; pero ella respondió con tanto aplomo y sostuvo tan bien la mirada escuadriñadora del viejo que éste volvió á su idea primitiva de que la jóven ''estaba en las viñas del Señor.''
Efectivamente Nancy no estaba exenta de una falta demasiado comun por desgracia entre los pupilos (hembras) del judío y á la que desde sus mas tiernos años habían sido escitadas mas bien que contenidas.
Tranquilizado por este descubrimiento y satisfecho su doble objeto, de comunicar á Nancy, lo que aquella misma noche había oido de Tobias y de asegurarse por sus propios ojos de que Sikes no había vuelto, se fué, dejando á su jóven amiga dormida sobre la mesa.
Era cerca la una de la madrugada y como hacia obscuridad y mucho frio no tuvo ninguna intencion de recrearse paseando.
Había doblado la esquina de su calle y buscaba en la faltriquera la llave, cuando un personaje salió de un vestíbulo, á la sombra del cual estaba oculto y atravesando el arroyo, se deslizó á su lado sin haberlo reparado.
—Fagin! —dijo una voz muy cerca de su oido.
—Ah! —hizo el judío volviéndose vivamente —Sois vos?
—Si; —respondió el desconocido con tono acre. —Van ya dos horas que me teneis allí de planton! ¿En dónde diablos habeis estado?
—A asuntos vuestros querido. —dijo el judío moderando el paso y mirando al desconocido con aire de embarazo. —He galopado por vos toda la noche!
—Oh! No lo dudo! —repuso el desconocido con tono burlon. Y bien! ¿Qué hay de nuevo?
—Nada bueno!
—Nada malo quereis decir! —esclamó el otro parándose en seco y mirando á su compañero con sorpresa.
Fagin que deseaba dispensarse de recibir visita en hora tan intempestiva, se escusó diciendo que no había fuego en su casa; pero habiendo su compañero reiterando su pregunta con tono de autoridad abrió la puerta y le suplicó que la cerrára suavemente mientras que él iba por luz.
Esto está negro como boca de lobo. —dijo el desconocido dando algunos pasos á tientas. —Despachad pronto! No hay nada que deteste tanto como el estar á obscuras.
—Cerrad la puerta! —murmuró Fagin desde el estremo del pasadizo.
Al mismo tiempo ella se cerró con grande estrépito.
—No he sido yo quien ha hecho esto! —dijo el hombre buscando el camino. El viento la ha empujado ó se ha cerrado por si misma... Despachad en llevar la luz antes que me rompa el bautismo contra alguna cosa de este maldito barracon!
Fagin bajó á hurtadillas á la cocina y volvió luego con una vela encendida, despues de haberse asegurado de que Tobias Crachit dormia en la pieza subterránea de detrás y sus dignos discípulos hacian otro tanto en la de delante. Hecha señal á su compañero de que le siguiera subió la escalera marchando delante.
—Querido mio, podemos decir aquí las pocas palabras que tenemos que comunicarnos. —dijo el judío abriendo una puerta en el primer piso —y como hay agujeros en los postigos y nosotros no mostramos jamás la luz á nuestros vecinos dejarémos la vela en la escalera... Aquí!
Esto diciendo el judío dejó la vela sobre la meseta frente por frente del aposento en que entraron y en el que había por todo mueblaje un sillon roto y un viejo sofá sin forro colocado detrás de la puerta.
Veian un poco porque la puerta estaba entreabierta y la vela derramaba un resplandor débil en la pared de enfrente de ellos.
Duranté algunos minutos hablaron en voz baja y á pesar de que esceptuando algunas palabras inconexas, fuese imposible oir su conversacion, un tercero que los hubiese escuchado fácilmente hubiera podido adivinar que Fagin se defendia contra las inculpaciones del incógnito y que este estaba sumamente irritado.
Había un cuarto de hora ó cerca veinte minutos que hablaban en esta forma, cuando Monks (bajo cuyo nombre Fagin designó muchas veces al estranjero durante su coloquio) dijo elevando un poco la voz:
—Os repito de nuevo que esto ha sido mal combinado! ¿Por qué no lo habeis guardado aquí con los otros procurando que fuera pronto un Ladron?
—No hay que incomodarse por ello! —esclamó el judío encojiéndose de hombros.
—Acaso quereis hacerme creer que no hubierais logrado el intento por mucha que fuera vuestra voluntad? —preguntó Monks irritado —No lo habeis hecho muchas centenas de veces con otros niños? Si hubieseis tenido la paciencia de esperar aun un año lo mas, acaso os hubieran faltado medios para hacerlo juzgar y condenar á la deportacion por toda la vida?
—Querido mio! ¿y á quién esto hubiera aprovechado? —preguntó el judío humildemente.
—Vaya! A mi! —replicó Monks.
—Pero no á mi. —dijo el judío con aire sumiso... Cuando hay en un negocio dos partes interesadas, es muy justo que el interés comun sea consultado. No es cierto querido?
—Qué quereis decir con esto? preguntó Monks con tono huraño.
—He visto que no era fácil formarle para nuestro ''género de comercio''... No poseia las mismas circunstancias que los demás muchachos.
—No por desgracia! —murmuró el otro entre dientes —De otro modo largo tiempo ha que seria ''ladron.''
—No había camino de hacerle ''peor —''repuso el judío observando la fisonomía de su compañero. —De ningun modo se prestaba á ello... No pude aterrorizarle con ninguno de esos medios de que usamos al principio y sin los cuales nuestros esfuerzos serian inútiles... Qué podia hacer? Enviarle con el Camastron y Cárlos? Querido mio hemos tenido bastante en la primera vez que tal hicimos. He temblado por todos nosotros!
—Yo nada podia en ello! —observó Monks.
—No, sin duda. —replicó el judío —Por esto no os hago cargo alguno, porque si esto no hubiera sucedido, jamás hubierais podido encontrarle y de consiguiente hubierais perdido la esperanza de descubrir que era ''él'' el que buscabais. Como sabeis; yo lo he recobrado para vos con la ayuda de Nancy: pero he aquí que ''ella'' ahora le protege!
—Estrangulad á esa jóven! —dijo Monks con impaciencia.
—Querido por ahora no podemos hacer tal cosa! —repuso el judío sonriendo —Además estos asuntos no son de nuestra incumbencia, de otro modo dias ha que lo hubiera hecho con gran placer... Caramba! Sé demasiado lo que son estas chicas mi querido Monks. No bien el muchacho habrá empezado ha endurecerse, cuando ''ella'' hará tanto caso de él como lo haria de un pedazo de madera. ¿Vos queréis que sea ladron? Si es vivo, puedo hacerle tal á contar desde el dia de hoy. Y si... si... lo que no es probable —dijo el judío acercándose al otro. —pero pensando lo peor... si estuviera muerto?
—Para nada estoy en ello si es así! Entendeis? Para nada! —repuso Monks herido de terror y apretando tembloroso el brazo del judío —Tenedlo bien en cuenta Fagin! Yo me lavo de ello las manos. Ya os lo previne desde el principio: ''Todo lo que querais escepto su muerte.'' No quiero verter sangre! Esto se descubre siempre! Además vuestro crímen os persigue por todas partes... Si lo han muerto no soy yo de ello la causa lo entendeis Fagin? Que el diablo se lleve esta infernal casucha! Quién anda ahí?
—Qué? —esclamó el judío cojiendo con toda su fuerza el sillon, en el momento que aquel se levantó bruscamente del sofá —Dónde?
—Allí! —dijo Monks señalando la pared con el dedo —Una sombra! una sombra! He visto la sombra de una muger, con chal y sombrero, pasar á lo largo de la pared con la rapidez del rayo!
El judío se soltó de su compañero y ambos se lanzaron fuera del aposento.
La vela, casi del todo consumida por la corriente del aire, estaba en el mismo sitio y les mostró la soledad profunda de la escalera así como tambien la horrible palidez de sus semblantes. Pusieron el oido atento; pero reinaba en toda la casa el mayor silencio.
—Ha sido una ilusion querido! Os habeis engañado sin duda alguna! —dijo el judío tomando la vela y volviéndose á su compañero.
—Juraria que la he visto! —contestó Monks temblando de piés á cabeza —Estaba inclinada cuando la he visto y luego que he tablado ha desaparecido.
El judío lanzó una mirada de desprecio sobre el rostro lívido de su compañero y habiéndole dicho que podia seguirle si era de su gusto, subieron hasta el cabo de la escalera. Registraron todos los aposentos: ellos estaban helados y vacíos. Bajaron al pasadizo y de allí á los subterráneos: pero todo permanecia tranquilo como la muerte.
—Estais ya convencido? —dijo el judío cuando volvieron al pasadizo. Escepto nosotros, no hay alma viviente en la casa á no ser Tobias y los muchachos... y estos están en seguridad... como veis!
Y para prueba de lo que decia el judío sacó de su faltriquera, las llaves y esplicó como al bajar por la primera vez á la cocina, había encerrado á sus jóvenes pupilos para impedir que no perturbasen su conversacion.
Esta nueva prueba destruyó enteramente la conviccion en el alma de Monks; sus protestas habían ido perdiendo insensiblemente su energía á medida que sus pesquisas, se iban haciendo del todo infructuosas y acabó por reirse de sí mismo y por convenir en que ello no podia haber sido otra cosa que un delirio de su imaginacion.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXVIII
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'''ENMIENDA HONROSA DE UNA DESCORTESÍA HECHA Á UNA SEÑORA, QUE HEMOS DEJADO DE LA MANERA MAS IMPOLITICA EN EL CAPITULO XXV.'''
COMO no seria muy conveniente á un humilde autor, el hacer esperar, de espaldas al fuego y con las manos metidas bajo los faldones de su leviton, á un personaje tan distinguido como lo es un pertiguero y que seria además muy poca galanteria de su parte el comprender en este olvido de las atenciones debidas, á una señora sobre quien el dicho pertiguero había echado una mirada de ternura y cariño y á la que había dirijido, dulces palabras que procediendo de tal personage, hubieran podido conmover el corazon de toda jóven ó de toda muger cualquiera que fuera su rango, el historiador fiel cuya pluma traza esta historia, sabiendo á lo que su deber la obliga y poseido de la mayor veneracion por las personas elevadas á altas dignidades, se apresura á tributarles los honores que les son debidos y á tratarles con todas las consideraciones que su rango en el mundo y como consecuencia de sus ''sublimes virtudes'' reclaman de él.
Mr. Bumble había recontado las cucharas para thé, pesado de nuevo las tenazillas para lomar el azúcar, examinado con mas atencion el jarro de la leche y hecho el inventario exacto del moviliario hasta asegurarse de la calidad de la crin, que formaba el asiento de las sillas y había repetido esta tarea hasta cinco ó seis veces, antes de pensar que era ya tiempo de que la Señora Corney volviese. Un pensamiento lleva otro y como no se oia el menor ruido que anunciase el regreso de la Señora Corney, vino á las mientes de Mr. Bumble, que bien podria sin escrúpulo y solo para pasar el tiempo satisfacer plenamente su curiosidad echando una ojeada rápida en la cómoda de la matrona.
Despues de haber aplicado el oido al ojo de la llave para escuchar si alguien se acercaba, Mr. Bumble empezando por la parte inferior se enteró de los objetos contenidos en tres grandes cajones llenos de ropa blanca y de vestidos á la última moda envueltos entre dos cubiertas de periódicos sembrados de flor de ''espliego'' seco, los que parecieron causarle una viva satisfaccion.
Llegado al cajoncito á la derecha de arriba, en el que estaba la llave y habiendo visto una caja pequeña cerrada con cadenillas, la sacudió y sintiendo salir de su interior un sonido grato, como de plata acuñada Mr. Bumble volvió gravemente cerca el fuego y habiendo tomado su primera posicion se dijo á sí mismo con tono resuelto: —Vamos! está hecho! Me declararé.
En este momento la Señora Corney entró precipitadamente en el aposento, se dejó caer en una silla cerca el fuego y manifestó respirar con pena.
—Ah! Me siento ya mejor ahora —dijo ésta reclinándose en el respaldo de su silla despues de haber vaciado la taza en una mitad.
—Es menta! —añadió —con voz lánguida y sonriendo afectuosamente al pertiguero —Gustadla! No hay solo menta, sino tambien otra cosa muy buena.
Mr. Bumble gustó el brebaje con aire indeciso hizo castañear sus labios, lo llevó otra vez á la boca y vació enteramente la taza.
—Esto es muy confortante. —dijo la señora Corney.
—A fé mia es muy bueno! (Esto diciendo el pertiguero se sentó al lado de la matrona y le preguntó con acento de interés que era lo que le había sucedido.)
—Menos que nada —respondió la Señora Corney —Soy una ''simple'' y débil criatura!
—No sois ''débil'' señora. —repusó el pertiguero acercando su silla á la de la matrona. —Por ventura seriais vos una ''débil criatura'' señora Corney?
—Segun nuestra naturaleza todos somos ''débiles criaturas''! dijo la Señora Corney aventurando una máxima general.
—Es verdad. —contestó el pertiguero.
A esta respuesta siguió un silencio de algunos minutos durante los cuales Mr. Bumble había dado una prueba de la ''debilidad humana'' retirando su brazo izquierdo que descansaba sobre el respaldo de la silla de la señora Corney.
—Señora Corney! —dijo Bumble, inclinándose sobre la espalda de la matrona. —Qué teneis Señora? Os ha sucedido algo Señora? respondedme os lo suplico! Estoy sobre... sobre... —y como en su turbacion no pudo encontrar al momento la palabra ''espinas...'' sobre ''botellas rotas. —''añadió.
—Oh! Señor Bumble! esclamó la dama; —he sido horriblemente desconcertada!
—Desconcertada Señora! esclamó á su vez Mr. Bumble. —Y... quién ha sido tan audaz para? No me cabe duda —dijo interrumpiéndose con dignidad... Habrán sido esas ''atrevidas''! ''pordioseras''!
—Da horror solo el pensarlo —continuó la dama temblando... de todo su cuerpo.
—Entonces no lo penseis! repuso Mr. Bumble.
—Me es imposible! replicó esta con voz entrecortada por los sollozos.
—Tomad algo! —dijo el pertiguero habiendo arrumacos... un poco de vino!
—Por todo el oro del mundo no tomaria una gota! O Dios! Dios! —en el estante de arriba... en el rincon de la derecha —O Dios! (Al mismo tiempo la buena señora señalando con el dedo el armario, parecia presa de convulsiones internas.)
Mr. Bumble corrió al armario; cojiendo de sobre el estante en cuestion la botella que se le había señalado llenó una taza del thé del licor que ella contenia y la llevó á los labios de la matrona.
—Este aposento señora es muy ''confortante.'' —dijo Mr. Bumble lanzando una mirada á su alrededor. —''Una sola pieza añadida'' á esta constituiria una pequeña y hermosa habitacion!
—Seria demasiado grande para una sola persona.
—Si; pero para dos —repuso tiernamente Mr. Bumble —he? Señora Corney?
A estas palabras del pertiguero, la Señora Corney inclinó la cabeza y Mr. Bumble hizo otro tanto para ver su rostro. Esta volviendo con rubor, alargó su mano para cojer su pañuelo y la colocó insensiblemente en la del pertiguero.
—La administracion os abona el carbon no es esto Señora Corney? —preguntó Mr. Bumble apretando afectuosamente aquella mano.
—Como la luz. —contestó la Señora Corney, volviendo ligeramente el apreton.
—El carbon, la luz y el alquiler además? —añadió Mr. Bumble —Oh! señora Corney sois un ángel!
Esta no pudo resistir un transporte tan dulce; se dejó caer en los brazos del pertiguero, quien en su agitacion imprimió un casto beso en la nariz de la matrona.
—Una perfeccion tan ''parroquial''! esclamó Mr. Bumble con arrobamiento. Sabeis bella encantadora, que Mr. Lloret, está mas malo esta noche?
—Lo sé. —respondió la señora con aire tímido.
—El médico asegura que no pasará esta semana —prosiguió Mr. Bumble... Es el director de este establecimiento... Su muerte vá á dejar su plaza vacante... Esta plaza debe ser llenada! Oh! Señora Corney! Qué perspectiva tan brillante! Qué favorable ocasion para unir dos corazones que se aman y desean fundar una familia.
La señora Corney sollozó.
—Vaya la palabrita! —dijo Mr. Bumble inclinando su cabeza sobre la de la púdica beldad... La dulce palabrita mi divina Corney!
—S... s... si. —dijo la matrona suspirando.
—Aun otra palabra! —prosiguió el pertiguero —Reponeos de vuestras cándidas emociones por una sola palabra mas ¿Cuándo será el matrimonio?
La Señora Corney intentó por dos veces hablar y por dos veces la palabra espiró en sus lábios. Al fin armándose de valor arrojó sus brazos al rededor del cuello de Mr. Bumble y dijo que eso seria cuando él quisiera y que era un ''ser irresistible.''
Asi arregladas las cosas amistosamente y con satisfaccion de ambas partes, el convento fué rectificado solemnemente, con otra taza de menta que la agitacion de la señora había hecho necesaria. Durante este tiempo ésta participó á Mr. Bumble la muerte de la vieja.
—Muy bien! —dijo el pertiguero saboreando su licor. —Voy á pasar á mi regreso por casa Lowerberry y le diré que mañana por la mañana se llegue acá —Es esto lo que os ha espantado hermosa mia?
—Querido mio, en ello no ha habido nada de extraordinario! —dijo la señora con tono evasivo.
—Sin embargo es indispensable que haya habido algo —replicó el pertiguero. —No quereis decirlo á ''vuestro'' Bumble?
—Ahora no; —repuso la señora. —uno de estos dias... cuando estarémos casados.
—Cuando estarémos casados! —esclamó Mr. Bumble —Acaso seria una imprudencia de esos ''audaces'' pobres?
—No, no, querido mio! —contestó súbitamente la matrona.
—Si creyera tal! —prosiguió Mr. Bumble —si creyera que uno de esos ''atrevidos hubiese'' osado levantar sus ojos ''vulgares'' sobre este ''noble rostro.''
—No se hubieran atrevido perrillo mio! —replicó la Señora.
—Obrarán santamente —dijo Mr. Bumble cerrando los puños. —Que vea yo á un hombre, cualquiera que el sea ''parroquial ó extra-parroquial'', ser ''presuntuoso'' para ello y puedo muy bien asegurarle que no lo intentára por segunda vez.
Sin gesticulacion ni sin vehemencia, esta amenaza tal vez hubiera producido pésimo efecto en el ánimo de la señora Corney; pero, como las palabras del pertiguero fueron acompañadas de gestos ''guerreros'' esta Señora quedó profundamente afectada de tal prueba de afeccion y altamente admirada esclamó que era un verdadero ''tortolillo.''
Entonces el ''tortolillo'' levantó el cuello de su leviton y habiendo enviado con su futura mitad, un robusto beso desafió de nuevo el viento y el frio, no sin, detenerse antes algunos instantes en el patio de los pobres (el de los hombres bien entendido.) para brutalizarles un poco con el solo fin, de ensayar si podria llenar con toda la severidad debida la plaza de director de la casa de la Caridad.
Adquirida la certidumbre de que poseia para ello todas las cualidades requeridas dejó el establecimiento con el corazon alegre y lleno de esperanza y la brillante perspectiva de su futuro ascenso ocupó su alma hasta que hubo llegado ante la tienda del empresario de los entierros.
Como el Señor y la Señora Sowerberry habían ido á pasar la velada en alguna parte, Noé Claypole que jamás se hallaba dispuesto para hacer mas ejercicio que el que se necesita para beber y comer, no había aun cerrado la tienda á pesar de que la hora de cerrarla ordinariamente, hacia largo tiempo que había sonado. Mr. Bumble golpeó con su baston sobre el mostrador repetidas veces; pero no obteniendo respuesta y viendo luz á través de la ventana de la trastienda, se tomó la libertad de mirar, para ver lo que aeontecia y cuando hubo visto lo que ''acontecía,'' no quedó poco sorprendido.
Los manteles estaban puestos para cenar y la mesa se hallaba cubierta de pan, manteca, platos, vasos, un jarro lleno de ''porten'' y una botella de vino. Al cabo de la mesa Noé Claypole se pavoneaba en un sillon. A su lado estaba Carlota tomando de un pequeño tonel, ostras que abria y que el susodicho jóven tragaba con una avidez notable. Un encarnado, algo mas subido que de lo ordinario en la punta de su nariz y cierto pestañeo en su ojo derecho anunciaban bastante claro, que estaba un si es ó no es ''calamucano.''
—Hé ahí una de bien gorda y que parece muy deliciosa —dijo Carlota —Gustadla Noé! Vamos no mas que esta!
—Qué cosa tan deliciosa es una ostra! dijo maese Claypole despues de haberla engullido. —Lástima, que el comer demasiado de esto, pueda hacer daño! ¿no es cierto Carlota?
—Es una cosa ''inaudita''! dijo esta.
—Sin duda; es una ''verdadera crueldad —''repuso Claypole— No os gustan á vos las ostras Carlota?
—No las tengo demasiada aficion que digamos. —Me gusta mas véroslas comer Noé, que comerlas yo misma.
—Qué barbaridad! —esclamó Noé con aire pensativo.
—Vaya; otra continuó Carlota —Esta tiene una hermosa barba!
—No comeré ni una mas! Aun que quisiera seria imposible... dijo Noé. —Estoy ya harto de ellas —Venid Carlota, venid que os abraze!
—Muy bien! —esclamó Mr. Bumble entrando bruscamente en la sala —Repetid esto caballero!
Carlota lanzó un chillido y se ocultó el rostro con el delantal en tanto que maese Claypole, contentándose solo con retirar sus piernas de sobre el brazo del sillon, miró al pertiguero con un terror báquico.
—Repetid esto, jóven ''audaz''! ''—''dijo Mr. Bumble —Cómo teneis valor para decir tales cosas! Y vos desenvuelta pillastrona! como osais sufrirlo y aun anunciarle. Abrazar! —gritó Monsieur Bumble, sumamente indignado —puahá!
—No tenia de ello intencion! —balbuceó Noé —Ella es la que me abraza siempre quiera ó no quiera.
—Oh! Noé! —esclamó Carlota con acento de reproche.
—Si, es cierto! demasiado lo sabeis! —respondió Noé. Ella es la que me abraza siempre señor Bumble! Me toma por la cara y me hace toda clase de arrumacos.
—Silencio! —gritó el pertiguero con ademan severo —Señorita bajad á vuestra cocina! Vos Noé cerrad la tienda y no desplegueis el lábio hasta que regrese vuestro amo y cuando esté de vuelta le direis que mañana por la mañana envie un ataud para una vieja de la Casa de Caridad! Lo entendeis caballero! Abrazar! Qué horror! —esclamó levantando sus manos al cielo.
Esto diciendo el pertiguero salió gravemente de la tienda del empresario.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXIX
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'''CARÁCTER DE LOS COMENSALES DE LA CASA EN QUE SE ENCUENTRA OLIVERIO. —LO QUE PIENSAN DE ÉL.'''
EN una sala bonita, cuyo mueblaje anunciaba mas la moda y el bienestar de los buenos tiempos de antaño que el lujo y la elegancia de nuestros dias, dos señoras sentadas á una mesa estaban almorzando. Mr. Giles en traje completamente negro, las servia y se había colocado á una distancia cuasi igual de la mesa y del aparador; el cuerpo tieso, la cabeza alta y algo inclinada sobre una espalda con la pierna izquierda adelantada y la mano derecha en la faltriquera de su chaleco mientras que la izquierda sosteniendo un plato, pendia á su lado, tenia el talante de un hombre confiado en su propio mérito y convenido por el sentimiento interior de su importancia.
La una de las señoras era de edad y bastante adelantada, y con todo se mantenia tan erguida como el elevado respaldo de su sillon de encina. Reinaba en toda su persona un aspecto de benévola dignidad. Teniendo las manos plegadas y puestas sobre el borde de la mesa fijó en su jóven compañera unos ojos que conservaban aun toda la viveza de la juventud.
La otra (la mas jóven) estaba en la flor de la primavera de la vida; en esa edad dichosa en que si alguna vez para nuestro bien place á Dios enviar á la tierra ángeles bajo la figura de mortales sin duda los reviste de una forma como la suya. No tenia mas que diez y siete años.
Levantando casualmente la vista en el momento en que la Señora la contemplaba en silencio, arrojó á la espalda, sus cabellos que tenia sencillamente trenzados sobre su frente y había en su mirada tanta dulzura y tanto candor que al verla era imposible no amarla.
La Señora sonrió; pero su corazon estaba lleno de amargura, y al propio tiempo enjugó una lágrima.
—Hace mas de una hora que Brittles ha partido ¿no es cierto? —preguntó despues de un momento de silencio.
—Una hora y doce minutos mi Señora! —contestó Giles sacando de su bolsillo un reló de plata sujeto por una cinta negra pasada alrededor del cuello.
—Anda siempre tan despacio! —observó la anciana.
—Brittles ha sido siempre un muchacho muy pesado mi señora —replicó el criado, como queriendo hacer comprender que poseyendo por espacio de treinta años esta cualidad no había razon para que se volviera mas activo.
—Creo que va de mal en peor. —dijo la señora.
—No tiene escusa alguna especialmente si se para á jugar con otros muchachos —dijo riendo la jóven.
Mr. Giles calculaba si podia permitirse una sonrisa de aprobacion, cuando un ''gig'' se paró ante la puerta del jardin y bajó de él un caballero gordo que entrando sin hacerse anunciar, en su precipitacion por poco tumba á Mr. Giles y á la mesa del desayuno.
—Se ha visto jamás cosa semejante! —esclamó el caballero gordo —Querida Señora Maylie! Es posible! Y en medio de la noche por añadidura! Es inaudito!
Esto diciendo alargó afectuosamente su mano á las dos señoras y sentándose á su lado preguntó por su salud.
—Me admiro de que no hayais muerto de espanto! —prosiguió —Porqué no me habeis avisado antes? Mi criado hubiera venido al momento... y yo mismo, con él ó con cualquiera otro, hubiéramos tenido la satisfaccion en semejante circunstancia... Dios de Dios! Cuando pienso en ello! Cosa imprevista! Y lo peor en medio de la noche!
Lo que mas sorprendia al recien llegado era que el atentado hubiese sido imprevisto y que los ladrones hubiesen escojido la noche para llevarlo á cabo; como si esos ''caballeros'' tuviesen la costumbre de trabajar en plena luz y de escribir por el correo tres dias antes para dar aviso de su llegada.
—Y vos señorita Rosa? —continuó dirijiéndose á la jóven —Yo...
—Oh! ciertamente! —contestó esta interrumpiéndole —Pero hay arriba un pobre desgraciado, que mi tia desea mucho veais.
—De muy buena gana Giles; segun me han dicho es uno de vuestros buenos golpes de mano?
Mr. Giles que en este momento arreglaba las tazas de thé, se ruborizó hasta el blanco de los ojos y respondió que había tenido este honor.
—A esto llamais honor! repuso el caballero gordo —A fé mia! no lo comprendo del todo! Pueda que es mas honroso tirar á quema ropa sobre un ladron, en una bodega que herir á vuestro hombre á doce pasos de distancia... Lindo duelo!
Mr. Giles poco satisfecho de ver que tratando tan á la ligera esta materia se disminuia en mucho el mérito de su accion, respondió respetuosamente que no se creia con derecho de juzgar sobre este asunto; pero que podia tener la conviccion de que este no era una adulacion para su adversario.
—Es verdad como hay Dios! dijo el otro —Dónde se halla? Enseñadme el camino! Volveré á veros al bajar señora Maylie. Es esa la ventana por la que se ha introducido hé? A la verdad jamás hubiera podido creerlo. Y así hablando subió trás Mr. Giles la escalera.
Mr. Losberne cirujano de la vecindad, conocido bajo el nombre de doctor, en diez lugares á la redonda, era el mas alegre y el mas franco de los celibatarios de la comarca. Estuvo mucho tiempo al lado del herido, sacaron del cofre de su carruaje una gran caja plana, los criados estuvieron en un contínuo movimiento; lo que hizo presumir que pasaba algo de estraordinario.
—Con todo al fin bajó; y por toda respuesta á las preguntas solicitas de la señora Maylie, cerró la puerta con aire de misterio y se arrimó de espaldas á ella cómo para impedir que nadie entrará.
—Señora Maylie, esto es muy sorprendente! —dijo el doctor.
—Confio que no estará en peligro! —dijo la anciana señora.
—A fé mia! —En el punto en que se hallan las cosas nada tendria de estraño. Con todo creo que el caso no es tan apurado. —Habeis visto á ese ladron?
No. —respondió la anciana.
—Y nada sabeis de él?
—Nada absolutamente.
—Perdonad señora. —dijo Mr. Giles —Iba á deciros algo cuando el doctor Losberne ha entrado.
Es lo cierto que Mr. Giles no pudo decidirse en el primer momento á confesar que había disparado contra un niño. Se había glorificado tanto su bravura que queria gozar el mayor tiempo posible de la reputacion colosal que últimamente se había adquirido.
—Rosa deseaba ver á ese hombre dijo la Señora Maylie —pero yo no lo he permitido.
—Su aspecto no tiene nada de aterrador, os lo aseguro. —replicó el doctor —Consentiriais verlo en presencia mia?
—Si; si creeis que sea necesario.
—Porque creo que es necesario, os he hecho esta pregunta. De todos modos, estoy cierto que os arrepentiriais mucho de no haberle visto si esperaseis mas. Es mejor ahora... Señorita Rosa accedeis á mi peticion? Os juro, que no hay temor alguno en verle.
Mientras aseguraba á las señoras, que quedarian agradablemente sorprendidas á la vista del criminal, Mr. Losberne tomó del brazo á la jóven y presentando la mano á la Señora Maylie las condujo con mucha cortesía al aposento del enfermo.
—Ahora —dijo en voz baja y abriendo suavemente la puerta —veamos un poco lo que vais á pensar! A pesar del mucho tiempo que no se ha afeitado su barba, no por eso tiene el aspecto mas feroz! Con todo esperad! Que sepa antes si esti visible.
El doctor entró el primero y despues de haber echado una ojeada en el aposento, hizo señal á las dos señoras de que podian acercarse. Luego cerró la puerta trás de ellas y habiendo dado algunos pasos hácia el lecho apartó el cortinaje con cautela.
En lugar del bandido de aspecto feroz que temian ver, solo contemplaron á un pobre niño rendido de dolor y de fatiga que dormia profundamente con un brazo en cabestrillo y colocado sobre su pecho, mientras que el otro sostenia su cabeza media oculta por sus cabellos desordenados.
En tanto que el doctor observaba al enfermo, la jóven se deslizó ligeramente hasta su lado, sentóse á la cabecera del lecho, separó sus cabellos y algunas lágrimas escapándose de sus ojos cayeron sobre la frente del niño.
Este se removió un poco y sonrió en su sueño, como si estas muestras de compasion hubieran producido en él un encanto agradable de amor y ternura que jamás había gozado.
—Qué significa esto? —esclamó la anciana —Este niño jamás ha podido ser cómplice de ladrones!
—El vicio! —dijo el cirujano, con un suspiro y dejando caer el cortinage —El vicio mora en muchos templos! Eh! ¿Quién puede decir que un bello exterior no lo encierra?
—Pero á una edad tan tierna! —observó Rosa.
—Querida señorita! —replicó gravemente el cirujano —El crímen, lo mismo que la muerte, no se pega solo á las personas maduras y diformes; los mas jóvenes y los mas hermosos, son demasiado amenudo sus victimas de predileccion.
—Pero podeis creer Mr. Losberne —dijo Rosa —podeis creer realmente que este niño tan delicado, haya sido el cómplice voluntario de aquellos bandidos?
El cirujano meneó la cabeza como para demostrar sus temores de que esto fuera posible; y observando que podian turbar el reposo del enfermo pasaron los tres á un aposento inmediato.
—Pero aun que fuera lo que pensais —prosiguió Rosa —considerad que es tan jóven! Qué tal vez nunca ha conocido lo que es el amor ó los cuidados de una madre! Qué los golpes, los malos tratos y la falta de pan lo habrán reducido á asociarse con los hombres que lo han arrastrado el crímen! Tia mia! Mi buena tia! Por el amor de Dios refleccionadlo bien antes de dejar llevar este pobre niño á una prision, donde de seguro perderá la esperanza de volverse mejor! Oh! Por el afecto maternal que me profesais y sin el cual yo misma privada de padres, hubiera tal vez sido abandonada como ese pobre niño, tened piedad de él antes que sea demasiado tarde!
—Querida niña! —dijo la anciana apretando á Rosa contra su corazon —Crees tú pues, que quisiera quitarle un solo cabello de su cabeza?
—Oh no! —repuso vivamente Rosa —No buena tia, sois incapaz!
—Sin duda. —replicó la Señora Maylie —Mis dias tocan á su fin! Ojalá el cielo tenga piedad de mí como yo la tengo de los otros! Señor Losberne que puedo hacer para salvarle?
—Esperad un poco. —dijo este —Dejad que calcule si hay un medio.
Entonces el doctor metiendo las manos en sus faltriqueras se paseó de arriba abajo en el aposento, ya parándose y balanceándose sobre la punta de los piés esclamando: Esto es! ya frunciendo el ceño de una manera espantosa y diciendo: ¿no es esto! Al fin despues de muchas idas y venidas se paró en seco y habló así:
—Creo que si me otorgais plenos poderes para asaltar á Giles y á ese imbécil de Brittles podré lograr el intento... Convengo en que son un bravo muchacho y un fiel servidor; pero teneis mil medios para remunerar al uno y premiar al otro, su ''destreza'' en la pistola. —No teneis objecion alguna que hacer?
—A menos que no haya otro medio de salvar á este niño. —respondió la Señora Maylie.
—No veo otro. —contestó el doctor —Y podeis estar segura de que realmente no hay otro.
—Pues bien; mi tia os dá plena y entera libertad para obrar como querais. —dijo Rosa sonriendo y llorando á la vez de ternura. —Con tal que no useis con esos pobres diablos mas que de la severidad absolutamente necesaria.
—Paréceme —dijo el doctor —que pensais que escepto vos hoy todo el mundo debe tener el corazon duro. Deseo, únicamente por el interés de la generacion creciente de los de mi secso, que tengais el corazon tan tierno para el primer muchacho bonito que hará un llamamiento á vuestra compasion y yo mismo siento no poder ser jóven para poder aprovecharme al momento de las disposiciones favorables en que estais actualmente.
—Sois tan niño como ese pobre Brittles. —contestó Rosa ruborizándose.
—No es una cosa tan difícil ante vos! —replicó el cirujano riendo de todo corazon. —Pero volviendo á nuestro enfermo, me resta manifestaros el punto principal de nuestro convenio. Creo que se dispertará dentro de una hora y aun que haya dicho á ese avestruz de ''constable'' que está abajo en la cocina, que el niño no puede menearse ni hablar sin peligro de su vida, estoy en la conviccion de que sin temor podemos conversar un rato con él. En ello pongo una condicion y es que si luego de haberle interrogado en vuestra presencia juzgamos que es realmente un ''bribon'' (lo que es muy probable) lo abandonarémos á su mala suerte, sin que en todo caso me mezcle yo mas en el asunto.
—Oh! No mi buena tia! —dijo Rosa con tono suplicante.
—Oh! si, mi buena tia! —dijo el doctor. —Quedamos, convenidos?
—No puede estar endurecido por el vicio. —insistió Rosa —Es imposible!
—Tanto mejor! —replicó el doctor —Razon de mas para acceder á mi proposicion.
Finalmente el tratado quedó concluido y nuestros amigos se sentaron esperando que Oliverio se dispertára.
La paciencia de las dos señoras, tuvo que soportar una prueba mas larga de la que esperaban despues de lo que Mr. Losberne les había dicho. Muchas horas transcurrieron una tras otra y Oliverio dormia siempre.
Era ya cuasi de noche cuando el buen doctor anunció que el niño estaba bastante despierto para que se le pudiera hablar. —No se halla bien que digamos y la sangre que ha perdido ha agotado enteramente sus fuerzas; pero parece manifestar tal deseo de revelar alguna cosa, que vale mas facilitarle la ocasion mas bien que obligarle á permanecer quieto hasta mañana.
La conversacion fué larga porque Oliverio relató toda su historia y el sufrimiento y la debilidad le obligaron muchas veces á detenerse. Había algo de solemne, al escuchar, en este aposento sombrío la voz dulce y lánguida de un pobre niño que hacia la numeracion de las desgracias que los malos habían atraido sobre él.
Despues que Oliverio hubo concluido de hablar y cuando se disponia para volverse á dormir, el doctor profundamente conmovido por lo que acababa de oir se retiró enjugándose los ojos y buscó á Mr. Giles para empezar las hostilidades con él. No encontrando nadie abajo, ni en el recibidor, ni en las salas, dirijió sus pesquizas hasta la cocina con la esperanza de mayor éxito. Vió en efecto en ese ''salon de recibo'' de la ''gente doméstica'' una sociedad numerosa compuesta de las dos criadas, de Mr. Brittles de Mr. Giles, del calderero, quien (en consideracion á sus servicios) había sido invitado á pasar el dia en la casa, y del ''constable.'' Este último tenia un ''grueso'' baston, una ''gruesa'' cabeza, ''gruesa'' fisonomia y parecia haber bebido toda la cerveza que su ''grueso'' vientre podia contener.
—No os desordeneis. —dijo el doctor, con una señal de mano.
—Sois muy bueno señor! —contestó Giles —La señora me ha encargado que distribuyera cerveza; y como no me sentia del todo dispuesto á permanecer solo en mi aposento queriendo además gozar de la ventaja de la ''sociedad'', bebo mi ''porcion'' en compañia de esos ''caballeros'' y de esas ''señoras'' que veis.
Brittles balbuceó algunas palabras aduladoras y un murmullo de aprobacion se elevó en la asamblea para expresar todo el placer que esperimentaba de una tal prueba de condescendencia por parte de Mr. Giles.
—Cómo va el enfermo esta noche señor Losberne? —preguntó éste.
—Así, así. —respondió el doctor —Temo mucho que no os hayas metido en un atolladero Señor Giles!
—No es posible! —esclamó éste todo tembloroso. —¿Queréis decir que morirá de esta? Si lo creyera no seria ya mas feliz en toda mi vida. Por todo el oro del mundo no quisiera ser la causa de la muerte de un niño.
—No es esto lo que yo quiero decir, —repuso el doctor con tono misterioso. —Sois ''protestante'' Señor Giles?
—Si lo soy caballero? —tartamudeó este último, que estaba pálido hasta dar miedo —Nadie puede dudarlo!
—Y vos jóven? —preguntó bruscamente el doctor volviéndose á Brittles.
—Dios mio caballero! —respondió éste estremeciéndose —Soy absolutamente como Mr. Giles.
—Dígame pues ahora cada uno de vosotros! —replicó el doctor con tono furioso. Podriais afirmar con juramento que el niño que está arriba es el mismo que han introducido por la ventana la noche pasada? Vaya responded! Estamos prontos á oiros.
—El doctor que generalmente era conocido por el hombre mas bonachon que jamás haya existido, hizo esa pregunta con un tono tan conciso que Giles y Brittles aturdidos por la cerveza y por la agitacion en que les ponia este exámen se miraron fijamente uno á otro en un estado de completa estupefaccion.
—Parad bien la atencion á lo que van á responder ''constable''! —prosiguió el doctor agitando el índice de su mano derecha con mucha gravedad y dándose golpecillos sobre la nariz para exitar el interés de este funcionario —Antes de poco vamos á saber de que se trata.
—Este dándose humos de hombre ''capaz'' tomó su baston de servicio que había colocado en un rincon de la chimenea.
—Tened en cuenta que esta es sencillamente una cuestion de identidad! —dijo el doctor.
—Estoy, estoy en ello caballero! —contestó el ''constable'', llevando la mano á su boca para toser. (pues vaciando su vaso distraido había tragado de través.)
—Figuraos una casa que se fuerza. En la obscuridad mas profunda... en medio del tumulto y la confusion... entre el humo espeso de la pólvora... dos hombres creen haber vislumbrado á un niño. Sucede por casualidad que á la mañana siguiente muy de mañana un niño viene á llamar á la puerta de esta misma casa, y porque lleva el brazo envuelto en un pañuelo, esos dos hombres se apoderan de él, lo arrastran al vestíbulo y no contentos con poner de este modo su vida en el mayor peligro, llegan hasta á afirmar con juramento que es el ladron! Ahora se trata de saber si no han tenido razon de obrar como lo han hecho y si sus sospechas son falsas en que situacion se encuentran colocados.
El constable hizo una señal de cabeza respetuoso, y dijo que si no estaba allí la ley seria muy curioso saber quien estaria.
—Os lo demando por última vez! —dijo el doctor con voz de trueno —Podeis jurar que ese sea el mismo niño?
Brittles miraba á Giles con aire de duda y Giles miraba á Brittles del propio modo; el ''constable'' había puesto la mano á su oreja para coger mejor su respuesta; las dos mugeres y el calderero se inclinaban adelante para escuchar, y el doctor arrojaba una mirada penetrante en torno suyo, cuando se oyó un ruido de ruedas y al mismo tiempo llamaron á la puerta del jardin.
—Son los agentes de policía! —esclamó Brittles con inquietud.
—Quiénes? —preguntó el doctor estupefacto á su vez.
—Los agentes de policía de Bow-Street —replicó Brittles tomando una vela. Yo y Mr. Giles los hemos mandado llamar esa mañana.
—Cómo! —esclamó el doctor.
—Es la verdad! —repuso Brittles —He enviado recado por el conductor de la diligencia y estraño que no hayan llegado mas pronto.
—Ah! Habeis mandado un expreso no es esto? Qué el diablo se lleve á vuestros conductores por mar! —esclamó el doctor marchándose.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXX
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'''POSICION CRÍTICA.'''
QUIEN vá? —preguntó Brittles entreabriendo la puerta y poniendo su mano ante la vela para ver mejor.
—Abrid —respondió un hombre —Somos los agentes de policía que se han mandado llamar esa mañana.
Tranquilizado por estas palabras Brittles abrió la puerta de par en par y se encontró cara á cara con un hombre vestido de redingote largo quien entró magestuosamente sin decir palabra y restragó sus piés sobre la estera con tanta sangre fria como si entrára en su casa.
—Enviad á alguien para que dé un golpe de mano á mi camarada! Lo entendeis jóven —dijo el agente de policía. —Está en el ''gig'' para guardar el caballo. Teneis una cochera donde se pudiera meter á este último bajo cubierto por algunos minutos?
Brittles respondió afirmativamente señalando una pequeña cuadra destinada para este objeto.
—Queréis anunciar á vuestro amo que los Señores ''Blathers'' y ''Duff'' están aquí? —dijo el primero pasando la mano por sus cabellos y colocando un par de manillas sobre la mesa —Ah! Buenas noches caballero! Me permitireis dos palabras en particular?
Estas espresiones se dirijian á Mr. Losberne, que apareció en este momento y que habiendo hecho señal á Brittles de retirarse, hizo entrar á los dos señores y cerró la puerta.
—Ahí teneis á la señora de la casa. —dijo volviéndose hácia la señora Maylie.
Mr. Blathers se inclinó respetuosamente é invitado para que se sentára, dejó su sombrero en el suelo, tomó una silla é hizo señal á Duff de que hiciera lo mismo. Luego pidieron los informes mas minuciosos sobre el suceso. El doctor que deseaba ganar tiempo, les contó los detalles con toda la latitud posible. Ellos escuchaban con ademan de interés el mas vivo como gentes que lo entienden.
—Pero qué significa ese muchacho de que hablan los criados? —preguntó Blathers.
—Es verdad que uno de los criados se ha metido en la cabeza la idea de que ese muchacho estaba para algo en el asunto; ¡pero esta idea es un absurdo! No hay nada de todo esto.
—Es muy fácil de decir! —observó Duff.
—Tiene razon! —dijo Blathers haciendo con la cabeza una señal de aprobacion y jugando ''instintivamente'' con las manillas como se haria con unas castañuelas. —Quién es ese niño? Qué dice de sí mismo? De dónde viene? Qué diablo! No puede haber caido de las nubes! No es cierto caballero!
—Sin duda. —contestó el doctor haciendo un guiño significativo á las dos señoras. —Estoy enterado de toda su historia; pero hablarémos luego de esto... Tal vez no os vendrá mal ver antes la ventana que han roto los ladrones hé?
—Ciertamente! —respondió Blathers —Mejor será que primero inspeccionemos los lugares... Luego interrogarémos á los criados... Esta es nuestra costumbre de proceder.
Trajeron luces y los Señores Blathers y Duff acompañados del ''constable'' del distrito, de Brittles, de Giles y en fin de todos los comensales de la casa, se dirijieron á la pequeña bodega situada al estremo de la entrada.
Despues de haber examinado su ventana, dieron la vuelta por el prado, examinaron de nuevo la ventana y luego el postigo y con la ayuda de un farol siguieron la huella de las pisadas y batieron los zarsales con una orquilla.
Hecho esto en presencia de todos los concurrentes que observaron durante este tiempo el silencio mas riguroso se entró otra vez en la sala y allí Giles y Brittles fueron requeridos á dar la representacion dramática del papel que habían desempeñado la noche anterior, y se vino en conocimiento el que despues de haber repetido esta escena cinco ó seis veces, no se contradijeron mas que sobre un solo hecho importante en la primera y sobre una docena á lo mas en las últimas.
Agotada la volubilidad de nuestros dos actores, Blathers y Duff se retiraron á la habitacion vecina y tuvieron consejo entre ambos. La naturaleza y la importancia de su coloquio fueron tales, que una consulta de los mas hábiles doctores sobre el caso mas espinoso en materia de medicina, comparada con él no hubiera sido mas que un juego de niños.
Entre tanto el doctor que había quedado solo con las dos señoras se paseaba arriba y abajo de la sala, sumamente agitado mientras que Rosa y la Señora Maylie se miraban con aire de inquietud.
—Por vida mia! —dijo parándose en seco —Verdaderamente no sé que hacer!
—Estoy segura que la historia de este niño contada francamente á esos hombres bastaria para disculparle á sus ojos. —dijo Rosa.
—Yo lo dudo mucho querida! —contestó el doctor meneando la cabeza —No creo que ella pueda producir buen efecto en el ánimo de esas gentes.. ni mas ni menos que en el de los de un grado superior. En resúmen quién es? (objetarán) Un vagamundo y no mas. Si juzgamos por las apariencias y las consideraciones del mundo, su historia es bastante dudosa.
—Pero vos, la teneis por verdadera, no es cierto? —repuso vivamente la jóven.
—Sí; sin duda. Creo en ella por estraña que sea y por eso puedo ser muy bien un solemne papanatas replicó el doctor —Pero no creo (como os lo he dicho poco hace), que sea este el género de historia que pueda interesar á un agente de policía algo versado en la gramática de su profesion.
—Por qué no? —preguntó Rosa.
—Por qué bella niña? —contestó el doctor. —Porque considerada bajo cierto aspecto y sobre todo por esas gentes, hay en ella bastante de obscuro. Ese niño no puede probar mas que las circunstancias que están en contra suya y ni una de las que podrian militar en su favor —El diablo se lleve á los agentes de policía! Querrán tener los ''si'' y los ''porqué'' y de pronto no nos harán concesion alguna! Segun nos ha dicho él mismo ya veis que por espacio de algun tiempo ha estado con ladrones! Ha sido llevado á un tribunal de policía como autor del hurto de un pañuelo á un caballero, luego evacuando una comision de este mismo caballero que lo ha tratado con todas las consideraciones posibles, es arrastrado en un sitio que no puede describir y del que no tiene la menor idea... Es el caso, que les dá el capricho á unos hombres de conducirlo á Chertsey á su pesar; se le hace pasar por una ventana con el intento de pillar la casa y justamente en el instante en que quiere dar el grito de alarma (el único hecho que hubiera podido probar en su favor si se hubiese ejecutado), llega el mayordomo y le tira un pistoletazo, como para impedirle el obrar en su propio interés! Se ha visto nunca cosa semejante?
—No digo que no; —respondió Rosa sonriéndose de la vivacidad del doctor —Pero no veo en todo esto nada que demuestre la culpabilidad de ese pobre niño.
—No; sin duda. —contestó el doctor —Gracias á la belleza de vuestro sexo no veréis nunca mas que un lado de la cuestion; sea bueno ó malo, siempre es el que primero se presenta.
Esto diciendo, el doctor metió las manos en sus faltriqueras y se paseó de nuevo arriba y abajo con mayor agitacion que antes.
—Cuanto mas lo reflecsiono —dijo mas entreveo el sin número de dificultades que tendrémos que vencer. Si contamos á esos hombres la cosa tal como ella es, estoy cierto que no nos creerán y aun suponiendo que mas tarde acaben por disculpar á ese niño, la publicidad que darán á este asunto y la duda que lo envolverá, destruirán todo el afecto de la buena accion que os proponeis, sacándole de este mal paso.
—Entónces qué hacer? —esclamó Rosa —Dios mio! Dios mio! ¿Por qué se ha dicho á esos hombres que vinieran?
—Es verdad! —dijo la Señora Maylie —Lo daria todo en el mundo, porque no hubieran venido!
—Lo mejor que hay que hacer, segun mi opinion —dijo Mr. Losberne dejándose caer en una silla, como hombre que ha perdido toda esperanza —es revestirnos de una buena dósis de audacia... No veo otro medio... Nuestra intencion es laudable y en ello hay escusa... Ese niño tiene fuertes síntomas de fiebre y no se encuentra en situacion de poder hablar. Este es ya un buen recurso... Harémos todo lo posible y sino salimos con la nuestra á fé mia no tendrémos de ello la culpa! Entrad!
—Y bien paisano —dijo Blathers seguido de su compañero y cerrando la puerta —No era esto un golpe premeditado?
—Eh! á qué diablos llamais un golpe premeditado? preguntó el doctor con impaciencia.
—Nosotros llamamos un golpe premeditado —respondió Blathers, (dirijiéndose con preferencia á las señoras como si tuviera compasion de su ignorancia á la vez que despreciaba la del doctor.) —cuando los criados de la casa están para algo en el asunto.
—Nadie ha tenido la menor sospecha de ellos en esta circunstancia. —dijo la Señora Maylie.
—No digo lo contrario. —replicó Blathers —Con todo no es menos cierto, que podrian muy bien estar en él.
—Con mayor razon sabiendo que tienen la confianza de sus amos —repuso Duff.
—Tenemos motivos para creer que el golpe ha sido dado por ''pegres de la alta banda'' prosiguió Blathers —Nosotros reconocemos al momento esto por la clase de ''trabajo'' que es de mano maestra.
—Y algo ''pulido'' que digamos! —añadió Duff á media voz.
—Eran dos. —continuó Blathers —Y no cabe duda que con ellos iba un niño. Ello es muy fácil de adivinar viendo la ventana... Esto es lo que podemos decir por el presente. Nos falta ver al muchacho que teneis arriba. Si gustais guiarnos.
—No tomarán antes un vaso de cualquier cosa? —dijo el doctor ufano de haber encontrado este medio para entretenerles un poco.
—Ciertamente! —dijo Rosa adivinando la atencion de este último. —Al instante si os place?
—Con mucho gusto señorita. —dijo Blathers pasando la mano por sus lábios. Esta clase de ''faena'' no deja de ser fatigosa. No os incomodeis por nosotros señorita. Dadnos lo primero que tengais á mano.
—Qué queréis tomar? —preguntó él doctor dirigiéndose con Rosa á la alacena. Decid vuestro gusto señores!
—Una gotita de licor si os es igual paisano —dijo Blathers. —Señora no hacia calor que digamos cuando hemos salido esta mañana de Lóndres y paréceme que no hay nada mejor para reanimarse que un vasito de licor.
El doctor aprovechándose del momento en que la señora Maylie decia algo lisonjero, en respuesta á la reflexion de este último se escaballó con destreza.
Los Señores Duff y Blathers se pusieron á contar hazañas de ladrones y á encarecer su utilidad para realzarse á los ojos de las señoras que los escuchaban con complacencia á fin de dar tiempo al doctor, para prepararlo todo. Al cabo Mr. Losberne apareció.
—Ahora, señores, si gustais venir conmigo?
—Allá vamos! —dijo Blathers y los dos agentes de policía siguieron á Mr. Losberne que los condujo al aposento de Oliverio, precedidos de Giles que los alumbraba.
Oliverio había dormido; pero tenia un recargo de fiebre y parecia estar sumamente malo. Cuando el doctor le ayudó á incorporarse, miró á los dos forasteros sin dar muestras de saber donde estaba ni lo que sucedia á su alrededor.
—Mirad! —dijo Mr. Losberne hablando con dulzura; pero sin embargo con firmeza. Mirad al niño que habiendo sido herido casualmente por un fusil de viento al pasar por la propiedad del señor... (cómo le llamais vosotros? Quién habita detrás de aquí?) ha venido esa mañana para pedir socorro y ha sido indignamente maltratado por ese individuo que veis con la vela en la mano y que es causa de que la vida de ese muchacho está en el mayor peligro, como puedo afirmarlo en mi cualidad de médico.
—MM. Blathers y Duff flecharon su vista sobre Mr. Giles quien á su vez miró alternativamente á los dos agentes de policía, al jóven enfermo y al doctor con la espresion mas cómica de inquietud y de temor.
—Creo que no podeis decir lo contrario? —prosiguió el doctor acostando otra vez á Oliverio con precaucion.
—Todo lo que he hecho, ha sido con... con buen fin. —respondió Giles —Os aseguro que no tengo mal carácter. Si no hubiese creido que ese era... el niño de... del... de los... me habria guardado muy bien...
—El niño de quiénes decís? —preguntó Mr. Duff.
—El niño de uno de los ladrones. —contestó Giles —Es la pura verdad que llevaban... con ellos... un... un niño.
—Y estais aun en la conviccion de que ese sea el mismo? —preguntó Blathers.
—Qué sea el mismo quién? —contestó Giles mirando á Blathers con aire despavorido.
—El mismo niño imbécil! —dijo Blathers perdiendo la paciencia.
—No podria deciros... A la verdad no sé. —respondió Giles completamente desconcertado... —No podria afirmarlo... Pienso...
—Qué pensais? —preguntó Blathers.
—No sé que pensar. —replicó el pobre Giles —No pienso, en verdad que ese sea el mismo niño. Estoy cuasi seguro de que no es él... Vos mismo sabeis bien que no puede ser él.
—Acaso ese hombre ha bebido? —dijo Blathers dirijiéndose al doctor.
—Sois un famoso avestruz! Largaos. —añadió Duff dirijiéndose á Giles con el tono del mas profundo desden.
—Mr. Losberne que durante este diálogo había tomado el pulso del enfermo, se levantó de su silla y dijo á los señores de la policía, que si abrigaban la menor duda sobre este asunto, no tenian mas que pasar al aposento inmediato para interrogar á su vez á Brittles.
Habiendo gustado la proposicion, se mandó subir á Brittles quien, con sus contradicciones innumerables, no hizo mas que embrollar el hecho en vez de esclarecerlo. Dijo entre otras cosas que le seria imposible reconocer al niño, aun cuando en aquel momento estuviera, ante su vista: y que había pensado que era Oliverio porque el mismo Mr. Giles, lo había creido; pero que este último acababa de confesar en la cocina aun no hacia cinco minutos, que empezaba á temer no hubiera sido demasiado vivo de genio.
Conforme esta deposicion, se trató de saber si Mr. Giles había realmente herido á alguno y verificado el exámen de la segunda pistola, se vió que no estaba cargada mas que con pólvora y un poco de taco cosa que sorprendió considerablemente á todos; escepto al doctor, que diez minutos antes había sacado de ella la bala. Pero, sobre el ánimo de quien ese descubrimiento hizo mas impresion fué sobre el de Mr. Giles quien despues de haber sido atormentado durante algunas horas por el temor de haber herido mortalmente á uno de sus semejantes se tragó el anzuelo con la mayor satisfaccion del mundo.
Al fin, sin ocuparse ya mas de Oliverio, los agentes de policía, dejaron en la casa al ''constable'' de Chertsey y se fueron á dormir á la ciudad, despues de haber prometido volver á la mañana siguiente muy de mañana.
En dicha mañana muy de mañana corrió la voz de que en la prision de Kingston había dos hombres y un niño que habían sido presos la noche precedente como sospechosos. En consecuencia MM. Blathers y Duff hicieron rumbo hácia Kingston.
El crímen de aquellos hombres consistia en haberlos encontrado dormidos en un rimero de heno, crímen que aun que sea enorme que digamos, no es castigado mas que con pena de prision: porque á los ojos de la ley inglesa (esta ley tan dulce y tan buena para todos los vasallos del rey.) no hay en esta accion de dormir bajo el ''bello fulgor de las estrellas'' prueba suficiente de que los que se han hecho culpables de ella hayan por esto cometido un robo con escalamiento y fractura é incurrido de consiguiente en la pena de muerte. MM. Blathers y Duff volvieron pues á casa la señora Maylie tan ''sabios'' como habían partido de ella.
En fin, despues de una conferencia bastante larga, respecto á Oliverio fué convenido que la señora Maylie y Mr. Losberne, serian sus fiadores; en el caso de que la justicia volviera á este asunto y un escribano de los alrededores fué llamado á este efecto para otorgar la caucion.
Nuestros dos agentes de policía despues de haber recibido un par de ''guineas'' por la pena que se habían dado, regresaron á Lóndres cada uno con opiniones del todo diversas respecto á su espedicion: El uno (Duff.) despues de maduras reflecsiones, sosteniendo que la banda de Pett estaba para algo en la tentativa de robo; y el otro (Blathers.) atribuyendo todo el mérito de ella al famoso Conney Chickweed.
Gracias á los cuidados de la Señora Maylie, de Rosa y del benévolo Mr. Losberne, Oliverio se restableció poco á poco.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXXI
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'''DE LA VIDA FELIZ QUE OLIVERIO LLEVA CON SUS AMIGOS.'''
COMO la enfermedad de Oliverio, había sido de un carácter sério, su convalecencia fué larga. Los dolores que le causaba su herida, unidos á una fiebre ardiente, que duró mas de un mes le habían aniquilado del todo. Penetrado de los cuidados que sus dos huéspedas le prodigaban, les manifestaba su gratitud con las lágrimas en los ojos y á menudo las decia, cuanto sentia la tardanza en restablecerse para hacer algo por ellos aunque no fuera sino para probarlas que sus bondades no eran estériles y que el pobre niño á quien ellas habían libertado de la miseria y tal vez de la muerte, estaba del todo entregado á su servicio.
Y sin embargo apesar de las bondades de la Señora Maylie y de Rosa, Oliverio estaba á menudo inquieto. Parecia esperimentar un remordimiento y era que pensaba en Mr. Brownlow y en aquella anciana señora que le habían tratado tan bien durante su enfermedad. Temia pasar por un ingrato á los ojos de sus generosos protectores y así no estuvo tranquilo hasta que Mr. Losberne le hubo prometido formalmente llevarlo á verlos luego que se hallaria en estado de soportar el viaje.
Oliverio se restableció al fin. En consecuencia una hermosa mañana partió con Mr. Losberne en la calesa de la Señora Maylie. Llegados al puente de Chertsey, se puso pálido y lanzó un grito penetrante.
—Vaya! ¿qué le da ahora á este muchacho? —esclamó el doctor con tono brusco como de ordinario —¿Qué ves? ¿Qué sientes? ¿Qué oyes? Ea! habla!
—Esa casa caballero! —dijo Oliverio.
—Y bien! ¿Qué? Parad cochero! Qué es lo que tiene de particular esa casa muchacho?
—Los ladrones! La casa en que me han conducido! —dijo en voz baja Oliverio.
Sin dar tiempo al cochero para bajar de su asiento el doctor logró (no sé como) salir de la calesa y corrió en derechura á la casucha, á cuya puerta llamó con golpes redoblados, como un rabioso.
—Voto á mil legiones de demonios! —prorrumpió un feo y raquítico jorobado, abriendo la puerta tan bruscamente que el doctor que acababa de dar su último punta-pié perdió el equilibrio y faltó poco, para que no cayera de todo lo largo en el pasadizo —¿Qué es lo que sucede?
—Lo que sucede? —esclamó el otro cojiéndole por el pescuezo, sin darle tiempo para decir Jesus —Lo que sucede! Se trata de un robo con escalamiento y fractura: He aquí lo que sucede!
—Entonces sucederá además un homicidio si no me soltais! —contestó el jorobado con frialdad —Lo entendeis?
—Sí; os entiendo! —replicó el doctor apretando á éste fuertemente —Dónde está... (Por vida... ahora se me escapa el nombre.) Dónde está ese ladron ese pillo de Sikes?
El raquítico jorobado miró al doctor con asombro é indignacion á la vez; y desprendiéndose con sagacidad de las manos de este último, se retiró al fondo de la casa profiriendo un ''Kirie... le''... de juramentos horribles. Mr. Losberne le siguió hasta una salita obscura sin decir palabra. Miró en torno suyo con alguna inquietud; ningun mueble; ningun objeto animado ó inanimado, ni aun el sitio de los armarios: nada en fin respondia á la descripcion, que de ella había hecho Oliverio.
—Ea! —dijo el jorobadillo que había estudiado todos sus movimientos —Cuál es vuestra intencion al entrar de este modo en mi casa? Venís para robarme ó para asesinarme? Cuál de las dos cosas?
—Habeis visto alguna vez vos viejo vampiro á un ladron ó asesino bajar de un coche, para dar su golpe de mano? —preguntó el irracible doctor.
—Entónces que queréis? —esclamó el jorobado con acento furioso —Os invito á que salgais incontinenti si no quereis que os suceda una desgracia.
—Me iré cuando me dará la gana! —dijo Mr. Losberne echando una ojeada rápida á otra salita que lo mismo que la primera no tenia nada de semejante con la descripcion que Oliverio había hecho de ella —Amigo mio! Sabré volveros á encontrar uno de esos dias.
—Si hé! —dijo rechinando los dientes el horrendo jorobado. —Si alguna vez necesitais de mí, aquí me encontraréis. Hace veinte y cinco años que no he vivido solo en este sitio en tal estado para que vinierais vos á asustarme de este modo. Me la pagaréis! Estad seguro de ello.
Dichas estas palabras el feo y diminuto mónstruo dió un grito acre y se puso á bailar con un furor frenético.
—Esto es demasiado ridículo, —dijo el doctor para sí —Es necesario que el muchacho se haya engañado. Tomad esto!
Al mismo tiempo sacó de su faltriquera una moneda que arrojó al jorobado y volvió á la calesa. Este le siguió hasta la portezuela lanzando imprecaciones todo el camino y mientras Mr. Losberne hablaba al cochero lanzó sobre Oliverio una mirada tan furiosa que de noche como de dia el niño pensó en ella durante un mes entero. El jorobado continuó sus juramentos y sus imprecaciones hasta que el cochero hubo subido otra vez á su asiento; y cuando el coche estuvo ya lejos se le hubiera podido ver aun de cierta distancia patear de rábia y arrancarse los cabellos en un exceso de furor.
—Soy un asno! —dijo el doctor despues de un silencio dilatado —¿Lo sabias tu Oliverio?
—No Señor.
—Pues bien otra vez no lo olvides! Sí; soy un borrico! —continuó el doctor despues de un momento de reflecsion... Dado caso que aquella hubiera sido la misma casa y los mismos individuos ¿qué podia hacer solo? Y aun cuando hubiera dado recio no habria hecho mas que venderme á mí mismo divulgando la estratagema que he debido emplear para ahogar este asunto. Y con todo esto hubiera sido bien hecho! Me hundo siempre en algun pantano, obrando así, segun mi primer impulso y nunca saco de ello ningun bien.
El hecho es que este hombre escelente jamás en su vida había obrado de otro modo; y que lejos de hundirse en un pantano como decia, la naturaleza del impulso que seguia era tal que se había adquirido el respeto y la estimacion de todos los que le conocian.
Como Oliverio sabia el nombre de la calle en que habitaba Mr. Brownlow se dirijieron á ella en derechura, sin buscar y cuando la calesa dobló la esquina de esa calle, el corazon del niño palpitó con tanta fuerza que apenas podia respirar.
—Hijo mio! Dinos ahora que casa es esa? —preguntó Mr. Losberne al doblar una esquina.
—Allí! allí! Aquella! La casa blanca! —esclamó vivamente Oliverio sacando la cabeza por la portezuela del coche —Oh! pronto... pronto... os lo suplico! Siento que me moriré de alegria... Estoy todo tembloroso.
—Paciencia! Paciencia! —dijo el bueno del doctor dándole un golpecillo sobre la espalda... Los verás al momento y ellos estarán gozosos de verte sano y salvo.
—Oh! No lo dudo! —replicó Oliverio —Han sido tan buenos para conmigo! Si lo supierais caballero!
—El coche se paró: no era esta la casa. Avanzó algunos pasos y se paró otra vez. Lágrimas de contento se escaparon de los ojos del niño cuando miró á las ventanas... Ah! La casa blanca estaba desierta y un letrero con estas palabras «Para alquilar.» colgaba encima de la puerta.
—Llamad á la otra puerta cochero! —dijo el doctor pasando su brazo bajo el de Oliverio.
—Sabeis que se ha hecho de Mr. Bronwlow que habitaba la casa vecina? —preguntó á la criada que vino á abrir.
—No lo sé; —contestó ésta —pero voy á informarme.
Volvió al cabo de un momento y dijo que hacia cerca seis semanas que Mr. Brownlow había vendido su moviliario y que en seguida había partido para las Indias occidentales.
—Se ha llevado con él la ama de llaves? —preguntó Mr. Losberne despues de un momento de reflecsion.
—Sí caballero. —respondió la criada —Se ha llevado á su ama de llaves y á uno de sus amigos... Los tres han partido en el mismo dia.
—Ea! derecho á casa cochero! —dijo Mr. Losberne —y picad de recio á vuestros caballos hasta que estemos fuera de este maldito Lóndres.
—Y el librero señor? —dijo Oliverio —Sé donde habita... Vamos allá; os lo ruego...
—Pobre muchacho! —contestó el doctor. —Basta ya de desorientamiento por hoy. Si vamos á la habitacion del librero, no dudo que habrá muerto, ó que su casa ha sido incendiada, ó bien que se ha fugado.... No; derecho al domicilio. —Y conforme al ''primer impulso'' del doctor, se volvieron á casa.
Esta circunstancia con todo no produjo cambio alguno en la conducta, de las bienhechoras de Oliverio para con él. Pasó luego una quincena, y habiendo llegado la hermosa primavera se prepararon para dejar por algunos meses la casa de Chertsey. En consecuencia enviaron á casa su banquero la platería que había excitado tanto la codicia del judío y despues de haber dejado á Giles y otro criado en la casa para que cuidáran de ella durante su ausencia, las dos señoras partieron á su casa de campo situada á algunas leguas distante de allí llevándose con ellas á Oliverio.
La campiña en que se habían retirado era á la verdad encantadora y Oliverio poco acostumbrado á una mansion tan deliciosa, parecia empezar una nueva vida.
Cada mañana iba cerca la iglesia en casa un anciano de blancos cabellos quien le enseñaba á leer y á escribir, el cual lo hacia con tanto ahinco que Oliverio jamás podia hacer bastante para contentarlo. En seguida daba un paseo con sus bienhechoras; y si se sentaban para recrearse con la lectura, escuchaba con tanta atencion que la noche hubiera llegado sin notarlo. Luego era necesario prepararse para la leccion del dia siguiente encerrándose en un pequeño gabinete, que daba al jardin y estudiando hasta la tarde en que se daba un segundo paseo.
Todos los dias á las seis de la mañana estaba en pié recorriendo los campos y cojiendo flores de las que hacia ramilletes que ponia sobre la mesa á la hora del almuerzo. Traia tambien ''yerba murages'' para los pajáros de la Señorita Maylie y decoraba con ella las jaulas con un cuidado esquisito. Concluida esta faena siempre había alguna pequeña comision que desempeñar en el pueblo, algun acto de caridad que ejecutar de parte de las señoras. O bien se divertia cultivando en el jardin las plantas que el clérigo del villorrio, que era jardinero, le había enseñado á conocer y en medio de esa ocupacion llegaba la Señorita Rosa, quien jamás dejaba de elogiarle por todo lo que había hecho recompensándole siempre con una sonrisa graciosa.
Así transcurrieron tres meses: tres meses de felicidad para Oliverio, cuya vida hasta entonces no fuera mas que una cadena contínua de tristezas y de tormentos.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXXII
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Página creada con «'''UN ACONTECIMIENTO IMPREVISTO VIENE Á TURBAR LA DICHA DE NUESTROS TRES AMIGOS.''' EL estio sucedió pronto á la primavera y la campiña que Oliverio había encontrado tan hermosa al llegar á la aldea, desplegaba entonces sus riquezas y se mostraba en todo el esplendor de su belleza. La tierra se había revestido de un manto de verdor y exhalaba sus mas dulces perfumes. Una tarde que regresaban de un paseo mas largo que de costumbre, Rosa que había estado sumam…»
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'''UN ACONTECIMIENTO IMPREVISTO VIENE Á TURBAR LA DICHA DE NUESTROS TRES AMIGOS.'''
EL estio sucedió pronto á la primavera y la campiña que Oliverio había encontrado tan hermosa al llegar á la aldea, desplegaba entonces sus riquezas y se mostraba en todo el esplendor de su belleza. La tierra se había revestido de un manto de verdor y exhalaba sus mas dulces perfumes.
Una tarde que regresaban de un paseo mas largo que de costumbre, Rosa que había estado sumamente jovial durante todo el camino, se sentó al piano. Despues de haber recorrido maquinalmente durante algun tiempo sus dedos sobre el teclado, tocó un aire lánguido y la señora Maylie creyó oirla sollozar.
—Rosa! Mi buena amiga! —dijo.
La jóven guardó silencio; pero tocó con un poco mas de viveza como si la voz de la buena señora la hubiese arrancado de su sueño penoso.
—Rosa! Querida mia! —esclamó ésta levantándose precipitadamente de su silla y acercándose á la jóven. —Qué tienes?... Tu semblante está lleno de lágrimas! Díme qué ha podido causarte disgusto?
—Nada tia, os lo aseguro! —dijo Rosa —En verdad no sé lo que tengo; pero me encuentro esta noche tan abatida!
—Angel mio! ¿Si estarás enferma? —preguntó la Señora Maylie.
—Ah! No; no estoy enferma? —respondió Rosa estremeciéndose como si un frio mortal la hubiese cojido súbitamente... —Ello no será nada! Pronto me encontraré mejor! Cerrad la ventana, os lo ruego!
—Oliverio la cerró bien y la jóven haciendo todos los esfuerzos posibles para dominar el sentimiento que la agitaba, procuró tocar un aire mas festivo. Pero apenas sus dedos rozaron las teclas, cuando no pudo contenerse y cubriéndose el rostro con ambas manos, fué á sentarse en un sofá y dió libre curso á sus lágrimas.
—Mi querida niña! —esclamó la Señora Maylie —Jamás le he visto en tal estado!
—He hecho todo lo que he podido para no alarmaros! —dijo Rosa —Pero creo que realmente estoy enferma.
Lo estaba en efecto, pues cuando trajeron luz notaron que estaba pálida como la muerte. La espresion de su fisonomía nada había perdido de su belleza; pero con todo estaba cambiada y había en sus facciones tan dulces y tan regulares algo de estraviado que no se había visto antes de entonces. En un momento, su rostro se volvió purpúreo y sus hermosos ojos azules se cubrieron de una nube. Al cabo de pocos minutos estaba lívida hasta dar miedo.
Oliverio que durante todo este tiempo había observado á la señora Maylie con la atencion mas asídua, notó que estos síntomas estraños la habían alarmado y él mismo quedó aterrorizado. Pero viendo que ella procuraba ocultar su turbacion afectando un aspecto tranquilo; hizo otro tanto la misma Rosa al ir á acostarse á instancia de su tia, se mostró mas alegre y pareció encontrarse mucho mejor. Les aseguró su certitud de levantarse á la mañana siguiente en perfecta salud.
—Creo que no hay nada de serio ¿no es cierto Señora? —dijo Oliverio cuando la Señora Maylie volvió á entrar en el salon. —Parece que la Señorita no se encuentra muy bien esta tarde; pero...
La buena señora le hizo señal de que no hablára y sentándose en un rincon permaneció silenciosa durante algun tiempo. Al fin dijo con voz trémula.
—Espero que no será nada, Oliverio. He sido muy feliz con ella por espacio de algunos años! Demasiado feliz tal vez; y podria ser que me sucediese alguna desgracia! No, que quiera decir que este sea el caso.
—Qué desgracia señora? —preguntó Oliverio.
—La de perder esa niña querida que por tanto tiempo ha sido mí alegria... mi dicha! —dijo aquella con voz entrecortada.
—Dios no lo permita! —esclamó vivamente Oliverio.
—Hágase su santa voluntad? —repuso la señora torciéndose las manos.
—Oh! Seguramente no nos amenaza una desgracia tan grande! —dijo Oliverio —Aun no hace dos horas que estaba tan buena!
Los temores de la Señora Maylie eran por cierto demasiado fundados y lo que había predicho sucedió. A la mañana siguiente se declararon en Rosa los síntomas de una enfermedad peligrosa.
Es necesario darnos prisa y no perder el tiempo en aflicciones inútiles —dijo la Señora Maylie, apretando la frente con sus manos. —Mr. Losberne debe recibir esta carta lo mas pronto posible. Es preciso llevarla al pueblo vecino, que está á cuatro millas de distancia lo mas, andando por el atajo y de allí remitirla á Chertsey por un expreso á quien encargareis que ande á toda prisa. La gente de la posada se encargarán de ello y á vos os recomiendo que la veais marchar.
Oliverio no pudo responder tal era su afan de alejarse inmediatamente.
—Tomad esta otra! —continuó la señora Maylie con ademan pensativo —Pero no sé si será mejor esperar que el doctor me haya dicho lo que piensa de Rosa... En el caso de haber peligro no quisiera remitirla.
—Es tambien para Chertsey Señora? —preguntó Oliverio alargando su mano trémula para recibir la carta, impaciente como estaba de cumplir su comision.
—No, —contestó la señora entregándosela maquinalmente.
Oliverio echó una ojeada al sobre y vió que era para Enrique Maylie, en casa de un caballero, del cual no pudo descifrar ni el hombre ni el domicilio.
—Queréis que ella parta señora? —preguntó Oliverio mas impaciente que nunca.
—Creo que será mejor esperar á mañana! —dijo la Señora Maylie volviéndola á tomar.
Dicho esto, dió su bolsillo á Oliverio; que se lanzó fuera del salon sin despedirse de su bienhechora.
Corriendo á través de los campos todo lo que sus fuerzas le permitieron, ya oculto por el trigo de alto talle que se elevaba en ambos lados del camino, ya en medio de un llano, en el que había hombres ocupados en segar y hacer gavillas y no deteniéndose mas que para tomar aliento, llegó al fin cubierto de sudor y de polvo á la plaza del mercado del villorrio.
Su primer cuidado fué buscar la posada de que le había hablado la Señora Maylie. Miró á todos lados. De pronto se presentó á sus miradas una cerveceria pintada de rojo, luego la casa de la villa pintada de amarillo y luego al fin una posada, que tenia por muestra. ''Al rey Jorge.'' Inmediatamente entró en ella.
Se dirijió á un postillon que fumaba su pipa en el lindar de la puerta cochera, quien despues de haberse hecho esplicar la clase del mensaje que llevaba Oliverio, lo envió al muchacho de cuadra quien despues de la misma esplicacion lo endosó al maestro de postas que apoyado contra la bomba cerca la puerta de la cuadra se divertia paseando en su boca un monda-dientes de plata. Este tomó la carta de las manos del niño y se dirijió con displicencia hácia el bufete para enterarse de la direccion, (lo que ecsijió aun bastante tiempo.) Luego que se hubo enterado y exijido la paga adelantada, hizo ensillar un caballo y dió órden á un postillon de que se preparára, lo que fué tarea de un cuarto de hora, durante cuyo tiempo Oliverio que estaba como entre espinas tuvo veinte veces la tentacion de saltar sobre el caballo y correr á brida suelta hasta la prócsima parada.
Sin embargo al fin todo quedó listo y Oliverio despues que hubo encargado encarecidamente al postillon de marchar lo mas aprisa que le fuera posible, éste partió como el rayo y en menos de nada estuvo al estremo opuesto del villorrio.
No era poco para Oliverio tener la certeza de que la jóven enferma iba á recibir prontos ausilios y que no había habido tiempo perdido. Acababa de dejar el patio de la posada, con el corazon menos oprimido y pasaba el lindar de la puerta cochera corriendo, cuando se enredó entre las piernas de un hombre envuelto en una capa que entraba en el parador.
—Qué diablos es esto? —dijo el hombre retrocediendo de golpe al ver el niño.
—Perdonad caballero! —contestó éste —Estaba ansioso de volver á casa y no os veia.
—Maldicion! —murmuró el hombre entre dientes lanzando á Oliverio una mirada furiosa —Es posible! Qué un rayo te parta! Creo que si estuviera muerto, saldria espresamente de su tumba para encontrarse en mi camino!
—En verdad lo siento mucho caballero! —balbuceó Oliverio espantado del modo como le miraba el estrangero. —Os he hecho daño?
—Maldicion! —murmuró de nuevo. —Si hubiese tenido solo el valor de pronunciar una palabra, largo tiempo hace estaria desembarazado de él! Qué el infierno te confunda! ¿Qué haces tu ahí pequeño demonio?
—Esto diciendo rechinó los dientes, cerró los puños y abalanzándose sobre Oliverio como para cojerlo, cayó de espaldas espumeante de rabia y debatiéndose como un furioso.
Oliverio con todo no pudo hacer caso de este hecho estraño porque luego que hubo llegado á la casa, cuidados mas serios ocuparon su alma y desviaron su atencion de lo que le era personal.
Rosa estaba mucho mas mala; la fiebre había redoblado y al anochecer entró en delirio. El cirujano del pais no la dejó un solo instante. Apenas la hubo visto llamó á parte á la Señora Maylie y le declaró que la enfermedad era de las mas graves y que solo un milagro podia salvar á su sobrina.
A la mañana siguiente todo fué silencio en el interior de la casa. Se hablaba en voz muy baja; algunas mugeres y niños se presentaban de tiempo en tiempo á la verja y se volvian con las lágrimas en los ojos. Todo el dia y aun hasta mucho despues de puesto el sol, Oliverio se paseó en el jardin levantando la vista á cada momento hácia la ventana del aposento de la enferma. Le parecia por la tristeza del lugar que la muerte debia estar allí y se estremecia de horror.
Era ya muy entrada la noche cuando Mr. Losberne llegó —Es una gran desgracia! —dijo al ver á Rosa —Tan jóven, tan amable! Pero poca esperanza queda!
Durante muchos dias la muerte parecia habitar en esta casa, tanta era su tristeza y melancolía, el silencio mas profundo reinaba en ella; el dolor estaba impreso en todos los semblantes. Una tarde la Señora Maylie y Oliverio estaban sentados en el salon, cuando fueron arrancados de sus meditaciones por el ruido de una persona que se acercaba. Ambos se precipitaron involuntariamente hácia la puerta, en el momento en que entró Mr. Losberne.
—Y Rosa? —esclamó la Señora Maylie —Hablad, os lo suplico! Estoy preparada del todo! No puedo vivir mas tiempo en tan horrible incertidumbre! Hablad en nombre del cielo; hablad!
—Calmaos señora! —dijo el doctor, tomándola por el brazo. —Calmaos os lo ruego!
—Por amor de Dios dejadme —continuó la Señora Maylie con voz ahogada —Rosa, mi querida niña! Ha muerto! Se muere!
—No, —esclamó el doctor con fuerza —Dios que es la misma bondad, permite que ella viva aun largos años para la felicidad de todos nosotros.
La buena Señora cayó de rodillas y procuró plegar las manos en señal de accion de gracias; pero el valor que la había sostenido por tanto tiempo la abandonó de improviso y se desmayó en los brazos de su antiguo amigo.
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXXIII
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'''ENTRA EN LA ESCENA UN NUEVO PERSONAJE —SUCEDE Á OLIVERIO OTRA NUEVA AVENTURA.'''
En verdad esta era mayor dicha de la que Oliverio podia soportar. Aturdido y estupefacto, á una noticia tan inesperada, le era imposible llorar ni hablar ni aun estarse quieto. Apenas podia darse cuenta á sí mismo de lo sucedido. Solo despues de haber dado una larga carrera por los campos y cuando el aire fresco del anochecer le volvió los sentidos, pudo derramar un torrente de lágrimas.
La noche estaba ya muy adelantada y regresaba á casa cargado de flores que había cojido con particular esmero para adornar el aposento de la enferma, cuando vio á su espalda un carruaje que avazanba rápidamente. Se volvió y vió una silla de posta tirada por dos caballos que corrian al galope. Como el camino era muy estrecho en este sitio se apartó á un lado para dejar pasar el coche.
Al pasar este por frente de él divisó á un hombre con un casquete de algodon cuya fisonomía no le era desconocida á pesar de no haber tenido tiempo para reconocerle. En menos de un segundo el hombre del gorro de algodon sacó la cabeza por la portezuela y con voz estentórea gritó al postillon que parase (lo que no era muy fácil atendida la rapidez con que marchaban los caballos.) Sin embargo al fin éste último habiéndolo logrado no sin trabajo, el hombre del gorro de algodon, sacó de nuevo la cabeza por la portezuela y llamó á Oliverio por su nombre.
—Oe! Señor Oliverio! Señor Oliverio! Cómo se encuentra la Señorita Rosa?
—Sois vos Señor Giles? —esclamó Oliverio corriendo hácia al carruaje.
Giles se preparaba para responder, porque la borla del gorro de algodon, se ostentó perpendicular fuera de la portezuela; pero se lo impidió un jóven, que le hizo sentar otra vez bruscamente, dirijiendo él la palabra á Oliverio.
—Sin rodeos! —le dijo —Mejor ó peor?
—Mejor; mucho mejor! —respondió vivamente Oliverio.
—Bendito sea el Señor! —Estais bien seguro de ello?
—Si señor —El cambio se ha verificado hace algunas horas. Mr. Losberne afirma que ''ella'' está ya fuera de peligro.
Sin decir mas el jóven abrió la portezuela, se lanzó fuera del carruaje y cojiendo bruscamente á Oliverio por el brazo, lo tomó á parte.
—Vos estais seguro de lo que decís, no es verdad amigo mio? —preguntó con voz temblorosa —Creo que no quereis engañarme dándome una esperanza que no pueda realizarse, ¿no es cierto?
—Oh! no seguramente, señor! —contestó Oliverio —No lo haria por todo lo del mundo; podeis creerme! Hé aquí las propias palabras de Mr. Losberne: ''Ella vivirá aun largos años para la felicidad de todos nosotros!'' Estaba yo presente cuando ha dicho esto á la Señora Maylie.
Al recuerdo de una escena tan sensible se escaparon de los ojos del niño lágrimas de ternura y el mismo jóven, volviéndose de lado para ocultar su emocion guardó silencio largo rato.
Entre tanto Giles sentado en el estribo del carruaje con los codos apoyados sobre sus rodillas enjugaba sus lágrimas con un pañuelo de algodon azul salpicado de puntos blancos. A juzgar por los ojos encarnados de este fiel criado, su emocion no era de ningun modo finjida.
—Giles, subid otra vez á la silla de posta é id en derechura á casa mi madre. —dijo el jóven. —Yo prefiero andar un poco á pié para prepararme á verla. Le direis que vengo despacio.
—Señor Enrique os agradeceria mucho —dijo Giles, dando la última recomposicion á su rostro con el pañuelo —Os agradeceria en el alma que os dignaseis encargar este mensaje al postillon... Creo que no es ''conveniente'' que comparezca de este modo ante las criadas. Si me viesen en tal estado perderia toda mi ''autoridad'' sobre ellas.
—Pues bien! —repuso Enrique Maylie sonriendo —Obrad á vuestro gusto. Que se adelante el postillon con las maletas... y vos seguidnos si quereis. Solamente os encargo que cambieis de tocado si os place, sino preferís que nos tomen por locos.
Giles acordándose que llevaba en la cabeza su gorro de algodon, lo embuchó aceleradamente en su faltriquera y tomando su sombrero que estaba dentro el carruaje, se lo puso sin dilacion. El postillon emprendió la marcha y Mr. Maylie, Oliverio y Giles siguieron al paso.
Mientras andaban, Oliverio echaba de tanto en tanto una ojeada al recien venido. Podia tener de veinte y cuatro á veinte y cinco años; era de estatura mediana, su noble figura descubria un aire de franqueza y de bondad, sus maneras eran distinguidas y modestas á la vez. A pesar de la diferencia que existe entre la juventud y la vejez, se parecia tanto á la Señora Maylie que Oliverio pudo adivinar sin dificultad que era el hijo de esa señora aun cuando él no hubiese hablado de ella en tal cualidad.
La Señora Maylie estaba impaciente por ver á su hijo en el momento en que éste abrió la puerta del salon y la entrevista fué de las mas tiernas.
—Buena madre! —dijo el jóven —Por qué no haberme escrito mas pronto?
—Había escrito. —contestó la Señora Maylie —pero despues de reflecsionarlo creí que era mas prudente no enviar la carta hasta despues de haber visto á Mr. Losberne.
—Pero por qué? —Por qué esperar el último momento? Si Rosa hubiese... (no me atrevo á pronunciar la palabra.) Si esta enfermedad hubiese tenido un fin diverso, no os hubierais reprochado toda la vida vuestro silencio? Y yo hubiera podido ser jamás feliz en el porvenir?
—Si así hubiese sucedido vuestras esperanzas hubieran quedado completamente destruidas y no se que vuestra llegada aquí un dia mas pronto ó mas tarde hubiese sido de grande importancia.
—Quién puede dudarlo madre mia? —Vos sabeis cuanto la amo... Vos debeis saberlo.
—Así es. —Se muy bien que ella merece el amor mas puro y mas constante; un amor duradero cimentado por la mas sólida amistad. Si no estuviera convencida de que un cambio de conducta por parte de aquel que ella amára destrozaria su corazon, no encontraria mi tarea, tan difícil de cumplir y no esperimentaria este combate interior cuando me esfuerzo en obrar lo mas concienzudamente posible en esta circunstancia.
—Esto no está bien madre mia! Me suponeis pues tan niño que no conozca mi propio corazon ó que pueda equivocarme sobre la naturaleza de mis sentimientos?
—Pienso querido Enrique. —dijo la buena señora poniendo la mano sobre la espalda de su hijo —pienso que la juventud está sujeta á impulsos generosos del corazon que no son duraderos y que existen ciertos sentimientos que por ser divisibles resultan á veces mas pasajeros. Se además —prosiguió mirando fijamente al jóven —que una muger que puede sonrojarse de su nacimiento (bien que sin culpa suya) está espuesta, como sus hijos á los sarcasmos de los necios; que su marido por generoso que sea, puede un dia arrepentirse de haberle dado su mano en un momento de entusiasmo y ella notar su indiferencia y morirse de dolor.
—El que así se portára seria indigno de llevar el nombre de hombre! esclamó Enrique. —Este seria un sér brutal.
—Es así como pensais al presente Enrique?
—Y como pensaré siempre! —Todo lo que he sufrido desde hace algunos dias me arranca la confesion sincera de una pasion que no data de ayer y que no he concebido ligeramente; vos misma lo sabeis. Mis pensamientos, mis esperanzas, mi porvenir todo está en ''ella.''.. No veo nada mas allá de Rosa. Si poneis un obstáculo á mis deseos me quitais la paz y la felicidad. Pensadlo seriamente madre mia y conoced mejor mis sentimientos.
—Enrique —Justamente porque los conozco, es porque quisiera que no fueran destrozados. Pero hemos dicho ya bastante sobre este asunto.
Qué Rosa decida por sí misma! No es cierto que no intentais oponeros á mis votos?
—No sin duda. —Pero reflecsionadlo bien vos mismo.
—Lo he reflecsionado hace años —Mis anhelos serán siempre los mismos! —replicó Enrique impaciente —Y por qué tardase en declararme? Qué ventaja sacaré de ello? No veo ninguna. No; antes que deje esta casa es preciso que Rosa me escuche!
—Ella os escuchará. —dijo la señora Maylie preparándose para marcharse del salon.
—Dónde vais madre mia?
—Voy á reunime con Rosa. Hasta la vista!
—Os volveré á ver esta noche? —preguntó vivamente Enrique.
—Sin duda! —contestó la buena señora.
—Decidla tambien cuán inquieto he estado! Cuanto he sufrido al saber que estaba enferma y cuanto me tarda el verla... No es verdad madre mia que haréis esto por amor á mí?
—Sí; —La diré todo esto. —Despues de estas palabras apretó tiernamente la mano de su hijo y desapareció.
Durante este diálogo entre la madre y el hijo, Mr. Losberne y Oliverio se habían mantenido apartados al estremo del salon. El primero se adelantó entonces hácia Enrique, tendiéndole la mano y despues de algunos saludos por una y otra parte el doctor en contestacion á las preguntas multiplicadas del jóven, le hizo un detalle ecsacto de los progresos de la enfermedad de Rosa y del cambio feliz que se había operado por la tarde; el que estuvo perfectamente acorde con lo que Oliverio había dicho en el camino.
—No os ha acontecido algo de estraordinario desde aquel hecho de marras carísimo Giles? —preguntó el doctor volviéndose á éste que mientras se ocupaba en desocupar las maletas prestaba un oido atento á lo que se decia de su jóven ama.
—No señor. —respondió Giles ruborizándose hasta el blanco de los ojos.
—Y no habeis puesto la mano sobre ningun ''ladron''? ''—''añadió el doctor con malicia.
—Sobre ninguno señor. —repuso Giles con suma gravedad.
—Lo siento á fé mia! —continuó el doctor. —Os lucís tanto en esta especie de cosas! Y Brilles que tal anda?
—El jóven, se porta bien á Dios gracias! —replicó Giles volviéndo á recobrar su aire de importancia —Me ha encargado para vos muchas espresiones.
—Muy bien! —dijo Mr. Losberne —A propósito Giles! Vuestra presencia me recuerda que la víspera de mi llegada aquí desempeñé con vuestra ama una pequeña comision á favor vuestro. Queréis tomaros la molestia de acercaros para que os diga una palabra aparte?
Giles se adelantó hácia el alfeizar de la ventana, con ademan de importancia y de asombro á la vez, y luego que hubo tenido con el doctor una pequeña conferencia en voz baja, que terminó por un gran número de cortesias, se retiró con una satisfaccion poco comun. El motivo de esta conferencia no fué conocido en el salon pero se supo á la cocina porque Mr. Giles se dirijió á ella en derechura y habiéndose hecho llevar un jarro de cerveza y vasos, anunció con aire de complaciente dignidad que produjo grande efecto, que en consideracion á su conducta brillante cuando la tentativa del robo había placido á su ama depositar en la caja de ahorros la suma de veinte y cinco libras esterlinas en su nombre y por su propia cuenta.
El resto de la velada se pasó alegramente en el salon; porque Mr. Losberne tenia buen humor; y bien que Enrique Maylie estuviese pensativo y al mismo tiempo muy fatigado, no pudo sostenerse contra las salidas y la gracia del doctor, al relatar algunas anécdotas referentes á su profesion llenas de mucha sal y mucha chispa; de modo que Oliverio que jamás había oido nada semejante no pudo menos de reir á carcajadas, con gran satisfaccion del doctor que se reia á su vez á garganta desplegada de las farzas que divulgaba y cuya alegria loca arrastrando pronto á Enrique Maylie no pudo menos de seguir su ejemplo.
A la mañana siguiente Oliverio se levantó mas ufano y mas dispuesto y se entregó á sus ocupaciones ordinarias con mas placer del que le había hecho en los dias anteriores.
Una cosa digna de observacion y que no escapó á Oliverio fué que no era solo en sus escursiones matutinales. Desde la vez primera que Enrique Maylie le víó regresar á casa cargado de ramilletes, de repente cobró tal pasion por las flores y las reunia con tanto gusto que muy pronto sobrepujó en este arte á su jóven compañero. Pero si Oliverio estaba mas atrasado en cuanto á esto, sabia mejor donde encontrar las mas hermosas y cada mañana nuestros dos amigos recorrian la llanura y nunca volvian á casa con las manos vacías. Cuando alguna vez Rosa para respirar un aire mas puro dejaba su ventana entreabierta se hubiera podido observar al interior en un jarro lleno de agua, un bonito ramillete cuyas flores estaban artísticamente mezcladas. Un ramillete nuevo reemplazaba cada dia al de la víspera, que se guardaba preciosamente aun que estuviera marchito, y Oliverio notó que cada vez que Mr. Losberne se paseaba en el jardin nunca dejaba de levantar su vista hácia la ventana sobre la que estaba el pequeño jarro y que entonces balanceaba la cabeza del modo mas espresivo. Entre tanto Rosa se restablecia y recobraba de dia en dia sus fuerzas.
A pesar de que la jóven convaleciente no se hallase aun en estado de dejar el aposento y que los paseos acostumbrados de la tarde no tuviesen lugar mas que raras veces, Oliverio no encontraba por eso el tiempo largo. Redobló de asiduidad al lado del buen anciano que le daba lecciones y trabajaba con tal ardor, que él mismo quedó sorprendido de los progresos rápidos que hizo. Mientras seguia el curso de sus estudios fué cuando se alarmó muchísimo por un accidente imprevisto.
La salita que le servia de gabinete de estudio estaba situada en el piso bajo tras de la casa. Recibia la luz por una ventana enrejada al rededor de la cual se entrelazaban la madreselva y el jazmin, que derramaban en el interior un perfume delicioso. Esta ventana caia en un jardin cerrado por una cerca tras la cual se veian verdes florestas y prados esmaltados de flores. Como no había habitacion cercana en esta direccion su perspectiva era dilatadísima.
Una tarde cuando las primeras sombras de la noche empezaban á cubrir la tierra, Oliverio estaba sentado frente á una mesa cerca la ventana de su gabinete con los ojos fijos sobre sus libros. Como el dia había sido escesivamente caloroso y él había trabajado mucho, se amodorró por grados y se durmió insensiblemente.
Oliverio sabia muy bien que estaba en su salita de estudio, con sus libros colocados ante él sobre una mesa y que un zéfiro blando ajitaba las hojas al exterior; con todo dormia. De repente la escena cambió, el aire se hizo mas espeso y se creyó de nuevo en la casa del judío, donde el horrible viejo desde el rincon de la chimenea su sitio acostumbrado le señalaba con el dedo, hablando al oido de otro individuo sentado á su lado que daba la espalda al niño.
—Chito! dijo Fagin —El es! vámonos!
—El! —respondió el otro —pensais que no le reconozca? Si se encontrára en medio de una multitud de demonios, revestidos de su misma forma y fisonomía, algo habria que me lo haria reconocer entre ellos. Si estuviera á cincuenta piés bajo la tierra y la casualidad me condujera sobre su tumba sabria bien que está enterrado allí aunque nada hubiera que me lo indicase. Qué un rayo le confunda!
Había tanto ódio en las palabras de ese hombre que Oliverio se despertó sobresaltado y se estremeció de espanto.
—Gran Dios! —allí, allí... ante su ventana, muy cerca de él... tan cerca que hubieran podido tocarle, antes de tener tiempo para huir... vió al judío que le miraba! Su vista penetrante encontró la suya... y al lado del horrible viejo... ante esta misma ventana pálido de rabia ó de terror ó tal vez de ambas cosas estaba ese mismo hombre que le había hablado tan bruscamente á la puerta de la posada.
En menos de nada desaparecieron con la celeridad del relámpago pero le habían reconocido como él á ellos y sus miradas habían quedado grabadas en su memoria tan profundamente como sobre la piedra. Por de pronto quedó hecho un mármol; pero luego abriendo la reja y saltando por la ventana al jardin dió la alarma dando ''grandes gritos.''
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Los ladrones de Londres/Capítulo XXXIV
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'''RESULTADO POCO SATISFACTORIO DE LA AVENTURA DE OLIVERIO ENTREVISTA DE ALGUNA IMPORTANCIA ENTRE ENRIQUE MAYLIE Y LA SEÑORITA ROSA.'''
CUANDO los comensales de la casa atraidos por los gritos de Oliverio llegaron apresuradamente al jardin, encontraron, á ese pobre niño pálido y azorado señalando con el dedo el prado, al detrás de la cerca y pudiendo apenas articular estas palabras.
—El judío! el judío!
Giles no podia comprender lo que esto significaba, pero Enrique Maylie á quien su madre había contado la historia de Oliverio estuvo pronto al caso.
—¿Qué camino ha tomado? —preguntó armándose de un buen garrote que estaba en un rincon.
—Por allí! —contestó Oliverio señalando con el dedo la direccion que habían tomado los dos hombres. Los he perdido de vista en un momento.
—Entonces están en el barranco. Seguidme tan de cerca como podais. Dicho esto, saltó la cerca y corrió con tal prisa que los demás tuvieron trabajo en seguir sus pasos.
Giles andó cuanto pudo. Oliverio hizo lo mismo; y Mr. Losberne, que había ido á dar un paseo por los campos, habiendo regresado en esta circunstancia, saltó la cerca como los otros tres y enderezándose con mas ligereza de la que podia creerse en él, les siguió muy de cerca llamándoles todo el camino para saber la causa de su escursion.
Así corrieron, sin tomar aliento hasta el angulo de un campo indicado por Oliverio. Entonces Enrique Maylie que había llegado el primero, se puso á inspeccionar el barranco y la cerca. En este tiempo se le reunieron los demás y Oliverio pudo esplicar á Mr. Losberne el motivo de esta persecucion.
Sus pesquisas fueron inútiles; no descubrieron mas que las huellas de los pasos de los dos fugitivos. En este momento se hallaban en la cima de una colina que dominaba la llanura, en un rádio de tres ó cuatro millas. La aldea estaba en el fondo á la derecha; pero suponiendo que los dos hombres hubiesen tratado de refugiarse en ella, tenian necesidad de hacer en rasa campiña un circuito que no les era posible recorrer en tan poco tiempo. Es verdad que un bosquecillo rodeaba la pradera en otra direccion pero no habían podido llegar á él por la misma razon.
—Oliverio de seguro habeis soñado! dijo Enrique Maylie tomando á parte á Oliverio.
—Oh! no seguramente Caballero! —replicó Oliverio á quien el recuerdo del asqueroso viejo hizo estremecer involuntariamente —Los he visto demasiado bien... Los he visto á ambos como os veo á vos ahora.
—¿Quién era el otro? —preguntaron á un tiempo el jóven y Mr. Losberne.
—Aquel de quien os he dicho me trató tan bruscamente á la puerta de la posada —dijo Oliverio —Nos hemos mirado uno á otro con harta fijeza paraque pueda engañarme... Juraria que es él.
—Estais seguro de que se han escapado por este lado? preguntó Enrique.
—Estoy tan seguro como es la verdad que estaban frente mi ventana —replicó Oliverio señalando con el dedo la cerca que separaba el jardin y la pradera. El mas alto ha saltado en ese mismo sitio y el judío ha pasado por ese agujero que veis á la derecha.
Enrique Maylie y Mr. Losberne se miraron y parecieron satisfechos de las respuestas de Oliverio. Sin embargo ningun indicio de personas que huyen precipitadamente, se ofreció á su vista: la yerba alta no... estaba pisoteada en ninguna parte escepto en los sitios que ellos mismos habían recorrido, los bordes del barranco eran todo barro, pero en ningun punto ese barro llevaba la marca de zapatos de hombre.
—Cosa estraña! —dijo Enrique.
—Estraña! —repitió el doctor —y tanto que los mismos Blathers y Duff perderian la brújula.
Apesar del resultado nulo de sus pesquisas, no renunciaron á ellas hasta que la noche que se le venia encima las hizo del todo infructuosas; y esto aun con sentimiento. Giles provisto de las señas de los dos hombres, fué enviado á las tabernas del pueblo en que pudieran estar con el objeto de beber ó divertirse; pero no trajo ninguna nueva capaz de aclarar ó disipar este misterio.
A la mañana siguiente, se practicaron nuevas indagaciones sin obtener mejor resultado. Al otro dia Mr. Maylie y Oliverio se dirijieron al villorrio vecino con la esperanza de saber algo relativo á los dos hombres, pero no regresaron mas sabios que cuando partieron. Pronto se acabó por olvidar este asunto, á ejemplo de tantos otros que mueren por sí mismos cuando se ha extinguido su sabor de maravilla.
Entre tanto Rosa se restablecia rápidamente. A los pocos dias se halló en estado de salir y mezclándose de nuevo con la familia volvió la alegria en todos los corazones.
Pero aun que este cambio feliz produjo un efecto visible sobre el pequeño círculo de amigos y aun que la felicidad y el contento reinasen aun otra vez en la casa, existia de cuando en cuando entre algunos de ellos (y Rosa era el del número) un embarazo desusado, que Oliverio se vió obligado á notar. La Señora Maylie se encerraba á menudo con su hijo durante horas enteras y la jóven compareció mas de una vez en el salon con los ojos húmedos de lágrimas.
Despues que Mr. Losberne hubo fijado el dia de su partida para Chertsey este embarazo redobló: era pues evidente que pasaba algo que afectaba vivamente á la jóven señorita y á otra persona además.
Una mañana que Rosa estaba sola en el comedor, Enrique Maylie entró y le pidió con mucha instancia hablarle un momento.
—Algunos minutos, Rosa! Solo algunos minutos! —dijo Enrique acercando su silla á la de la jóven. —Lo que tengo que deciros, debe haberse presentado por sí mismo en vuestra alma. No ignorais mis mas queridas esperanzas; mis sentimientos os son conocidos aun que no os los haya revelado yo mismo.
Rosa que se había puesto pálida desde la entrada de Enrique Maylie, hizo solo una señal de cabeza y entreteniéndose en desojar algunas flores que tenia en la mano esperó en silencio que continuára.
—Hace tiempo que debiera haber partido —dijo Enrique.
—Es verdad —contestó Rosa —Perdonadme si os hablo así; pero siento que no lo hayais efectuado.
—He venido aquí impulsado por el mas terrible de los temores —repuso el jóven; el de perder al objeto de todas mis afecciones... el sér que me es mas querido á la vida... aquella en fin sobre quien fundo mis deseos y mi esperanza.
En este momento se escaparon de los ojos de la jóven algunas lágrimas que aumentaron aun mas su belleza.
—Un ángel! —continuó Enrique con pasion —una criatura tan hermosa y tan pura como los ángeles del cielo, flotaba entre la vida y la muerte. Oh! quien podia pensar, que cuando iba á abrírsele la mansion de los bienaventurados de que es tan digna, debiere aun conocer las miserias y los sinsabores de este mundo! Rosa! Rosa! Os restableceis de dia en dia, diré casi de hora en hora y yo espío ese cambio de la muerte á la vida con la ansiedad mas viva... Y si el afecto que os profeso me ha hecho derramar lágrimas de ternura y de contento; no me reprocheis por ello, porque ellas han dulcificado mis penas y vuelto la calma á mis sentidos.
—No era esta mi intencion —dijo Rosa visiblemente conmovida —Por interés vuestro hubiera deseado veros proseguir únicamente ocupaciones mas sérias y mas dignas de vos.
—Y qué ocupacion mas digna de mi que el esforzarme en conquistar un corazon como el vuestro? —contestó Enrique tomando la mano de la jóven —Rosa! Yo os amo desde largo tiempo! Si procuro crearme un nombre, es solo para ofrecéroslo. Aunque ese tiempo no haya llegado todavia, aceptad este corazon que os pertenece... De vuestra respuesta depende mi porvenir!
—Vuestra conducta ha sido siempre noble y generosa! —dijo Rosa procurando dominar su emocion.
—Debo acumular todos los esfuerzos para mereceros? Hablad Rosa!
—Al contrario —repuso Rosa —debeis procurar olvidarme, no como la amiga y la compañera de vuestra infancia, esto me seria demasiado doloroso; pero si como el objeto de vuestro amor.
Se siguió á esto un instante de silencio durante el cual Rosa llevando la mano á sus ojos dió libre curso á sus lágrimas.
—Y cuáles son vuestras razones para obrar así? —dijo en fin Enrique con aire desazonado —¿Puedo saberlas?
—Sin duda —contestó Rosa —teneis derecho de conocerlas! —Todo lo que podais decirme no me hará cambiar de resolucion...
—Ella es pues irrevocable?
—Si Enrique! Me debo á mi misma, pobre jóven, sin padres, sin fortuna y sin nombre, el no dar que pensar al mundo, que por un motivo de interés he alentado la primera pasion de un jóven y que he sido un obstáculo á sus proyectos futuros.
—Ah! vuestra inclinacion concuerda con eso que creeis vuestro deber! dijo Enrique.
—No; repuso Rosa. —ruborizándose hasta el estremo —No lo creais!
—Entonces participais de mi amor? —replicó Enrique —Ah! decid Rosa, decid solamente esto y dulcificareis la amargura de esta cruel contrariedad!
—Si hubiese podido hacerlo sin causar daño al que amo —dijo Rosa —tal vez hubiera...
—Recibido esta declaracion de modo muy diferente? repuso vivamente Enrique —Hablad Rosa. Merezca al menos de vos esta confesion!
—Es verdad —replicó la jóven desprendiendo su mano de la de Enrique. —Pero por qué prolongar una entrevista que me es tan dolorosa, aun que me procure la dicha de saber que un dia he podido ocupar el sitio mejor de vuestro corazon? A Dios Enrique! Jamás semejante entrevista se renovará entre nosotros. Que una franca y pura amistad nos una como en el pasado.
—Una palabra aun! —dijo Enrique —Que yo oiga vuestras razones de vuestro propio labio. Dadme á conocer el motivo de vuestra denegacion.
—El porvenir que se os ofrece es brillante! —dijo Rosa con firmeza —todos los honores que acompañan á los grandes talentos, os están preparados... Teneis amigos poderosos que os ayudarán con todo su poder... pero esos amigos son orgullosos y yo no me mezclaré jamás con personas que podrian despreciar á mi madre... mucho menos quisiera envolver en mi desgracia al hijo de aquella que me ha hecho sus veces. En una palabra —prosiguió la jóven volviéndo la cabeza —mi nombre lleva una mancha que el mundo haria recaer sobre inocentes; la guardaré para mí y la vergüenza será para mi sola.
—Una última palabra Rosa! no mas que una palabra! esclamó Enrique poniéndose ante ella cuando iba á retirarse —Si yo hubiese sido menos feliz —(segun el mundo considera la felicidad.) si mi vida hubiese sido sencilla y obscura... Si hubiese sido pobre, enfermo y abandonado de todo el mundo, hubierais rechazado mis ofrecimientos?
—No me obligueis á responder —dijo Rosa —Esto no es así ni será nunca. No es conveniente para vos apurarme de este modo.
—Si vuestra respuesta debe ser tal como me atrevo cuasi á esperarla —repuso Enrique —ella arrojará un rayo de felicidad sobre mi triste destino. Rosa! En nombre del afecto que os profeso; en nombre de todo lo que he sufrido y de lo que estoy condenado á sufrir por causa vuestra responded á esta sola pregunta!
—Si vuestro destino hubiese sido otro —contestó la jóven —si no hubiese habido una diferencia tan grande entre vuestra suerte y la mia, si hubiese podido haceros la ecsistencia mas dulce y no ser un obstáculo á vuestro adelantamiento en el mundo, esta entrevista hubiera sido menos dolorosa. Tengo motivos para ser feliz... muy feliz ahora; pero entonces Enrique lo hubiera sido mucho mas. No puedo impedirme esta flaqueza; pero mi resolucion no será por eso menos firme —dijo tendiendo la mano á Enrique. —Es preciso que os deje!
—No os pido mas que una cosa —dijo Enrique... permitidme (que dentro un año ó quizá mas pronto) os hable por la última vez sobre este objeto.
—No para apremiarme á que cambie de resolucion —contestó Rosa con una sonrisa melancólica —esto seria inútil.
—No —replicó Enrique —pero para oíroslo repetir si quereis. Entonces pondré á vuestros piés mi posicion y mi fortuna y si persistís en vuestra resolucion os prometo no hacer nada para cambiarla.
—Pues bien sea! repuso Rosa —estos no son mas que nuevos dolores que me preparo, pero en esa época tal vez esté en estado de soportarlos.
Tendió de nuevo su mano á Enrique y se separaron.
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